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Transformación constante

Frutos exóticos: un sector que requiere más producción y nuevas vías de transporte para dar el siguiente salto

La uchuva y la gulupa continúan conquistando el paladar de consumidores principalmente europeos y destacando en la oferta exportable colombiana de frutos exóticos. Con un modelo que se apoya en la producción externa y un portafolio complementario de productos, los envíos han crecido a tasas constantes en el último quinquenio: solo en el 2019 superaron los US$76 millones y bordearon las 18,544 toneladas. Sin embargo, aún existen barreras que impiden que el segmento deje de ser nicho.

10 de Agosto 2020 Miriam Romainville
Frutos exóticos: un sector que requiere más producción y nuevas vías de transporte para dar el siguiente salto

El mercado de frutos exóticos sumó más de US$76 millones en el 2019 y ha crecido de forma continua en los últimos cuatro años: expandiéndose 38% desde el 2015. Los frutos más consolidados en Colombia son la uchuva y la gulupa, lo que no ha impedido que cultivos como la granadilla, el tomate del árbol, la pitahaya y el maracuyá se empiecen a abrir paso. Con un modelo que se apoya en la producción externa y un portafolio complementarios de productos, el potencial de la industria es alto. Apuntar a dejar de ser un nicho y tener un crecimiento sostenible demandará a más de un actor empresarial y gubernamental.

Colombia posee ventajas climáticas y logísticas que han permitido el desarrollo de la industria de frutos exóticos. Aunque hay productos estacionales como la pitahaya y el higo, hay empresas como Novacampo que han logrado acoplarse a las curvas de producción de su principal mercado, Europa, con ayuda de los diferentes pisos térmicos que hay en Colombia. “Si bien existen variaciones en volumen debido a épocas, ya sea de verano o invierno, o de alguna poda intencional, la producción está presente todo el año. Otros países como Israel o países africanos tienen cosechas más acentuadas y huecos de falta de producción, algo que no tiene Colombia”, destaca Jorge Riaño, gerente de Novacampo.

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Los principales frutos exóticos de Colombia.

Los departamentos más conocidos para la producción de frutas exóticas son Cundinamarca, el Huila, Boyacá, Antioquia. Dichos departamento tienen ventajas logísticas. Por ejemplo, Cundinamarca tiene diversos accesos a puertos y cuenta con todos los pisos térmicos, destaca Eugenio Guerrero, director mipe de Frutas Comerciales, firma colombiana que tiene producción de uchuva, tomate del árbol, pitahaya, maracuyá y granadilla en Cundinamarca. Además, se tiene la ventaja de que las uchuvas sembradas en Boyacá y Cundinamarca no necesitan tratamiento en frío para acceder al mercado estadounidense.

La producción constante de los frutos exóticos estrella de Colombia, la uchuva y la gulupa, han hecho posible que el país casi no compita con países africanos como Zimbabue, que de acuerdo a Riaño tienden a tener un volumen de producción inestable de gulupa. “En el caso de la uchuva somos el principal productor a nivel mundial. Prácticamente no tenemos un país con el cual competir”, agrega Guerrero.

Aunque hoy la presencia de Colombia esté fortalecida, Vietnam y Ecuador podrían convertirse en competidores potenciales. Riaño explica que Ecuador tiene la infraestructura y logística para desarrollar el mercado de frutos exóticos y  Vietnam tiene la ventaja de apoyarse en el consumo nacional cuando hay menor demanda en Europa.  Ello le permite tener una estructura diferente de precios. “De pronto Vietnam es un competidor a mediano largo plazo fuerte de Colombia”, estima el gerente de Novacampo.

LA NECESIDAD DE UNA OFERTA COMPLEMENTARIA DE PRODUCTOS

Del total de frutos exóticos exportados por Colombia, aproximadamente un 34% es uchuva y un 32% es gulupa. El porcentaje restante se distribuye entre granadilla, tomate de árbol y otros cultivos como la pitahaya.  En los últimos años la participación de la uchuva ha ido creciendo constantemente y siendo más representativa en la cartera exportable. De similar forma con la gulupa, que solo redujo su participación el año pasado al pasar de representar 32.5% de los envíos en el 2018 a 31.6% en el 2019.

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Aspectos como el mayor transporte vía marítima de la uchuva o Physalis peruviana, el bajo costo de inversión para la producción de esta fruta, así como la mayor demanda de gulupa en los mercados destino gracias a un aumento de grupos étnicos, especialmente de Asia y África, llevaron a una expansión de los envíos de ambos frutos. Para aumentar los volúmenes y responder a la demanda de los clientes, las exportadoras se vieron en la necesidad de incorporar más frutos exóticos. “Cuando uno entra en la exportación de productos exóticos tiene que tratar de prestarle un servicio al cliente. Habrá algunos de estos productos que se vuelven de servicio, es decir, de una rentabilidad muy baja pero que le permite a uno prestarle una solución al cliente y ofrecerle la canasta completa. Es más de que el cliente no tenga la necesidad de comprar un producto pequeño en otra parte”, sostiene Riaño.

La mayor cartera de productos posicionó a productos como la granadilla, el tomate de árbol, la pitahaya, el maracuyá, el lulo y la feijoa dentro de los principales frutos exóticos que exporta Colombia, solo estos frutos sumaron casi US$11 millones en el 2019. Adicionalmente hay empresas como Paz y Flora y la firma Macú Fruits que han incursionando en mangostino y rambután. “La granadilla representa como un 30% de exportaciones anuales, el 40% es mangostino y el restante el resto de exóticos”, anota Oscar Andrés Quintero Rodríguez, gerente general de Paz y Flora, empresa que tiene un portafolio de 12 productos y cuyos principales mercados son Rusia, Francia y Holanda.

Para garantizar la calidad de la gulupa, Novacampo cuenta con cadena de frío que le permite garantizar la calidad del fruto cuando es enviado vía marítima (Fuente: Novacampo).
La maracuyá, la granadilla y la gulupa forma parte del portafolio de Frutas Comerciales, el tercer mayor exportador de frutos exóticos de Colombia.

BARRERAS QUE LIMITAN UNA MAYOR DIVERSIFICACIÓN DEL PORTAFOLIO

Aunque de lejos la uchuva y la gulupa continúan siendo los frutos exóticos más representativos de Colombia, las fuentes coincidieron en que productos como la granadilla y la pitahaya tienen un alto potencial en el mercado internacional. No obstante, existen barreras que limitan los mayores envíos de estos frutos y la incorporación de productos no tan explorados como el rambután y el mangostino.

El principal factor que limita la diversificación del portafolio de frutos exóticos son los costos asociados al transporte aéreo, ya que aún se está buscando la forma de alargar la vida post cosecha de las frutas y asegurar su calidad en envíos marítimos.  “Países como Perú, Colombia, Ecuador pagamos unos fletes aéreos muy altos, lo que hace casi prohibitivo la posibilidad de aumentar considerablemente las cantidades de estos productos. Mientras nosotros pagamos US$1.80, o hasta US$2.50 por kilo, hay países que pagan US$0.70”, refiere Riaño. Ello influye en el costo final del producto. Así, una granadilla puede llegar a costar 12 euros en el punto de venta, frente a 1 k de manzana que puede bordear el 1 euro.

Oscar Andrés Quintero Rodríguez, gerente general de Paz y Flora, agrega que aunque en la compañía el 90% de los envíos se hacen vía aérea, ya se viene ensayando con envíos vía marítima a Europa.  “Hemos estado enviado mangostino, granadilla y gulupa vía marítima a Europa, por el tema de que los fletes aéreos son muy costosos”, sostiene Rodríguez. Para lograr extender la vida útil de los frutos recurren a aplicaciones que retrasan la maduración.

En el caso del rambután y el mangostino también suma el factor tiempo, ya que son frutos que tardan años en producirse.  “El rambután entra a los 3 años a producción desde que germina la semilla. El mangostino empieza a los 8 años. Es bien tardía la producción, pero la gran ventaja de estos árboles es que  son perennes. Un árbol de mangostino dura entre 200 a 300 años”, explica Pablo Martínez, gerente general de Macú Fruits. Asimismo, el mangostino es un cultivo fácil de transportar y que tiene oportunidad en mercados como Japón, donde el producto puede costar cerca de US$4.

Debido a que muchas veces los productores necesitan caja inmediata, muchos evalúan más de dos veces antes de incursionar en frutos que tardan años en producir. Sobre todo porque los principales frutos exóticos, la uchuva y la gulupa, tienen periodos más cortos de producción. La gulupa es un fruto que permite a los productores recuperar su inversión en el primer año y que puede producir durante tres años.  “El cultivo de la uchuva también es un ciclo más rápido, es prácticamente de un año y ya empieza a producir y a los 12 meses finaliza su ciclo productivo”, anota Guerrero, de Frutas Comerciales.

CON MIRAS A DIVERSIFICAR MERCADOS DESTINOS

Europa es de lejos el primer mercado de Colombia: en el 2019 concentró el 86% de los envíos, lo que representó más de US$69.6 millones FOB. Incluso hay empresas como Frutas Comerciales donde Europa representa el 95% de los envíos, y donde los principales despachos van a Holanda, Suiza, Francia e Italia.  Pero la industria colombiana ha empezado a mirar nuevos destinos con el objetivo de elevar los volúmenes.

EE UU es uno de los mercados donde se observa potencial, aunque en el 2019 solo representó el 2% de los envíos en términos de ventas.  Sin embargo este mercado solo permite el acceso de uchuva, por el momento. “Se está intentando [obtener los protocolos fitosanitarios] con la gulupa, la pitahaya, pero es un proceso largo”, anota Riaño, de Novacampo. Guerrero recuerda que para obtener el permiso de exportación para la uchuva el proceso de conversaciones demandó casi diez años.

Rusia, que en el 2019 concentró envíos por US$590,000, y países del medio oriente como Qatar y Turquía también son mercados que exportadores como Frutas Comerciales ven con interés. “Tiene una demanda enorme”, destaca Guerrero.  El objetivo de tener mayor presencia en diversos mercados destinos es diversificar el riesgo, ya que en ocasiones se ha observado que los mercados prefieren su producción interna u optan por frutos más económicos.

Por su parte las empresas que incluyen en su oferta al rambután y al mangostino, como Paz y Flora — firma que exportó US$308,325 en el 2019, de los cuales 34.6% fueron granadilla y 17.8% gulupa—, proyectan ingresar a Francia y Emiratos Árabes, mientras la firma y Macú Fruits prevé llegar a Canadá. “Canadá, en especial Toronto, tiene una población asiática bastante fuerte. Justamente estas dos frutas son originarias del sudeste asiático”, dijo Pablo Martínez, gerente general de Macú Fruits, tras indicar que los primeros envíos de rambután y mangostino se harán el 2021 y 2022, respectivamente. Si bien las exportaciones se harán vía aérea, el objetivo es lograr extender la vida útil de los frutos y hacer envíos vía marítima.

Un kilo de mangostino puede costar entre US$4 a US$7, mientras la producción puede bordear los US$0.75 (Fuente: Macú Fruits)
El rambután es una especie frutal exótica de origen asiático con gran potencial para el mercado interno y de exportación colombiano (Fuente: Macú Fruits)

RETOS FITOSANITARIOS QUE COMPROMETEN LA CALIDAD

Las empresas de frutos exóticos enfrentan dos retos constantes: tener adecuados controles fitosanitarios para garantizar la calidad de la fruta y a su vez mantener niveles bajos de residualidad de agroquímicos es un reto constante, ya que la mayor oferta que existe en Colombia es de agroquímicos. “En el mercado un 80% de las soluciones son agroquímicos y un 20% biorracionales. Con el 95% de agroquímicos que hay en el mercado nos pasa que deja residualidades en la fruta después de seis meses”, manifiesta Guerrero, de Frutas Comerciales.

Como ‘nube negra’ califican en Colombia al Fusarium oxysporum, que ataca a varias especies de frutas como la uchuva, la gulupa, el maracuyá y el banano. “Es una enfermedad que reduce la vida productiva de esos cultivos. Si en el 2006 la gulupa y uchuva podía durar diez años de producción, ahora se ha llegado a reducir a dos años. No existe un control efectivo una vez establecido el Fusarium en el predio, por eso el control está más orientado a la prevención”, explica Guerrero. Para controlar el Fusarium se está trabajando con plantas injertas en pasifloras como la gulupa y el maracuyá, ya que hasta el momento no hay un producto que neutralice los efectos de la enfermedad. 

Además hay problemas vinculadas a la Botrytris cinerea en uchuva, y a la antracnosis, cuyo agente causal es el Colletotrichum gloeosporioides, en la gulupa. En ocasiones problemas como la Botrytis se han manifestado no solo en campo, sino en pos cosecha. Ello pese a que se tenía ambientes refrigerados y con humedad controlada. Para el manejo de la Botrytis o moho gris la industria ha optado por la aplicación de fungicidas en rotación y prácticas culturales como desinfección de canastillas, herramientas y podas sanitarias, retirando todo el material afectado del cultivo, anota Guerrero, de Frutas Comerciales.  Además Paz y Flora se ha enfocado desde hace un año en un control biológico, con el uso de extractos de la planta Melaleuca alternifolia, microroganismos y bacterias.

POR MODELOS MIXTOS DE PRODUCCIÓN

Las exportadoras de frutos exóticos suelen adoptar modelos de producción que incluyan a terceros, debido a que se trata de productos que tienen una baja densidad y es más eficiente en costos trabajar de la mano de varios productores pequeños.  En Novacampo, por ejemplo, el 40% de la producción es externa, principalmente cuando se trata de frutos como la pitahaya y la granadilla que tienen un número de hectárea bajo. En tanto, en Frutas Comerciales el 90% de la producción está en manos de tercero.  “Hace unos seis años atrás teníamos un 30% de producción propia y un 70% en manos de productores externos. Con esta coyuntura hemos dejado un poco la producción propia”, explica Guerrero.

Para que estos modelos de producción con terceros sean rentable se requiere de un número adecuado de productores que se alinee con la oferta exportable de la empresa. “El costo de logística de mover un kilo de uchuva de una región hacia una planta nuestra puede hacer la diferencia. Entonces, en cada una de esas regiones debemos motivar a los productores que estén cerca a nosotros para que opten por lo que producimos y de esa forma el costo de transporte por kilo se haga rentable”, expresa Jorge Riaño, gerente de Novacampo.

Aunque frente a la producción propia uno de los retos de trabajar con terceros es el control de la residualidad, existen ventajas en términos de certificaciones. Guerrero, de Frutas Comerciales, explica que gracias al trabajo con los productores han logrado certificados de comercio justo como Fair For Life, lo que favorece el desarrollo de proyectos sociales. “Los clientes están dispuesto a pagar una prima más por eso y eso lo invertimos en proyectos sociales, como un centro de salud”, detalla Guerrero.

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