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Su requerimiento es alrededor de un 10% del nitrógeno

Fósforo en frutales con énfasis en vides

Este nutriente, vital en aspectos tan importantes como el desarrollo de los tejidos vegetales y la cantidad de frutos, ha sido sin embargo comparativamente poco estudiado. En la actualidad el insuficiente desarrollo de las raíces, el pH muy alcalino o muy ácido y la presencia de carbonatos, son las variables agronómicas que más afectan su aprovechamiento por las plantas. A continuación se describen los principios básicos para superar el principal desafío: lograr que se encuentre disponible en el suelo.

27 de Mayo 2024 CARLOS SIERRA
Fósforo en frutales con énfasis en vides

Los suelos del sur son muy fijadores de fósforo, debido al efecto de la gran actividad del aluminio presente en sus arcillas.

Hay escasa información sobre fertilización y nutrición fosfatada en frutales y vides, lo reconocen los propios investigadores norteamericanos en trabajos realizados por la Universidad de California, principalmente en vides viníferas.

Lo mismo ocurre en nuestro país, aunque existe algo más de datos en la zona sur, especialmente en arándano, debido a las exigentes características de los suelos trumaos.

EL FÓSFORO EN EL SUELO

El fósforo (P) en la solución del suelo normalmente no supera concentraciones de 0,3 mg/litro. A nivel de disponibilidad, se comporta como un micronutriente, pero su requerimiento es de un macronutriente. El gran desafío asociado al fósforo es que se ve retenido por
el suelo casi en cualquier condición.

Presenta dos mecanismos principales de inmovilización: la adsorción y la precipitación. La primera es un fenómeno físico que retiene el fósforo por efecto de la carga eléctrica generada por las arcillas. Este fenómeno se puede revertir parcialmente, dependiendo de la cantidad y del tipo de arcilla.

En suelos arcillosos pobres en fósforo habrá una mayor capacidad de adsorción, mientras que en un suelo arenoso será menor. Así, con menos fertilización fosfatada, un suelo arenoso ofrecerá un contenido mayor de fósforo disponible en la solución del suelo para las raíces.

La precipitación es gobernada por la acción del calcio, hierro, aluminio y carbonatos. Este fenómeno se vincula estrechamente al pH. La disponibilidad máxima de fósforo para la planta en la mayoría de los suelos se produce con pH en un rango de 6,2 a 6,5; en la medida que el pH aumente (alcalinidad) la disponibilidad disminuye.

Cuando alcanza un nivel de 7,8 (o más) se produce un punto de quiebre importante en sentido de una mayor precipitación. Cuando el pH baja de 6,2 (acidez) también empieza a disminuir gradualmente la disponibilidad, debido a que va aumentando gradualmente el aluminio del suelo. El punto de quiebre se ubica a un nivel de 5,5 (o menos) en que el fósforo precipita fuertemente. 

Las características de los suelos tienen gran influencia en la disponibilidad del fósforo para las plantas. En Chile esas características se encuentran muy vinculadas a la ubicación geográfica.

En los suelos volcánicos, situados típicamente desde Chiloé hasta la precordillera de Curicó, los llamados trumaos son muy fijadores de fósforo, debido al efecto de la gran actividad del aluminio presente en sus arcillas.

Esto se asocia a un bajo pH, por lo común inferior a 6,0. Dicho efecto es más marcado de Malleco al sur, para ser máximo en Valdivia, Osorno, Llanquihue y Chiloé. Incluso se llega a una potencial toxicidad para el sistema radical de las plantas, sobre todo en aquellas especies menos tolerantes, afectando fuertemente el desarrollo de las raíces y en consecuencia la absorción de fósforo, como veremos más adelante.

De San Fernando al norte, la fijación se reduce debido al menor contenido de
aluminio en las arcillas.

A ello se suma la baja disponibilidad del nutriente en la solución del suelo provocada por el aluminio libre. Entre Colchagua y la región Metropolitana los suelos de riego en general presentan las mejores condiciones químicas, donde el pH varía entre 6,2 y 7,0, valores que favorecen una adecuada disponibilidad de fósforo para la mayoría de los frutales.

De San Fernando al norte, la fijación se reduce debido al menor contenido de aluminio en las arcillas. Además, existe un mayor contenido de sílice y por lo tanto de silicio, elemento que también contribuye a disminuir el problema. De hecho, las buenas condiciones físico químicas de los suelos en parte importante de la zona central productora de frutales incidieron en la escasez de estudios sobre el fósforo. Más allá de estas características preponderantes, se observan algunas diferencias por zonas. 

Desde la región Metropolitana hacia San Fernando los óxidos de hierro van en aumento, provocando una mayor presencia del hierro, lo cual incide en una retención del fósforo más acentuada. 

Desde la región Metropolitana hacia el norte, en cambio, hay una tendencia a un mayor contenido de calcio y carbonatos y una reacción más bien ligera a moderadamente alcalina, lo que no es favorable a la disponibilidad de fósforo. Salvo contadas excepciones, mientras más carbonatos haya en el suelo, el pH será más alto.

En los suelos aluviales bajo riego entre San Fernando y el valle de Aconcagua, el fósforo es retenido o fijado principalmente por calcio. En los suelos de origen granítico de la costa predomina la retención por hierro. Sin embargo hay sectores, por ejemplo en las zonas de Polpaico y Panquehue, donde los carbonatos conforman el principal factor de retención. 

Existen áreas de suelos arcillosos con alto contenido de carbonatos, de pH sobre 7,8, donde el poder de fijación es más acentuado, como ocurre en Copiapó y Vallenar. 

Existen áreas de suelos arcillosos con alto contenido de carbonatos, de pH sobre 7,8, donde el poder de fijación es más acentuado, como ocurre en Copiapó.

RELACIÓN SÍLICE/SESQUIÓXIDOS

Según la naturaleza mineralógica, los suelos varían en su contenido de silicio, hierro y aluminio. Aquellos que contienen una baja relación entre sílice y sesquióxidos (óxidos de fierro y óxidos de aluminio), están por lo general más fuertemente intemperizados (expuestos a fractura física y descomposición química).

Por lo tanto, contienen más hierro y aluminio libres, que pueden inmovilizar a los fosfatos del suelo (suelos de la zona sur y suelos desarrollados bajo condiciones de clima tropical).

Lo contrario ocurre con aquellos suelos menos intemperizados, por ejemplo suelos jóvenes o de naturaleza granítica, como la mayoría de los de la zona central y norte. Suelos muy intemperizados existen principalmente en los países con clima tropical.

Sweet Globe creciendo con un buen equilibrio entre nitrógeno y fósforo.

IMPORTANCIA DE LAS RAÍCES Y MANEJO DEL AGUA

Dado que en los últimos 60 años gran parte de los suelos de Chile han sufrido un intenso deterioro físico, biológico y químico, el arraigamiento de los frutales se ha visto muy deteriorado, y el fósforo es el macronutriente más afectado por la carencia de raíces.

Se puede afirmar que las raíces de las plantas deben salir a buscar el fósforo en vel perfil de suelo, a diferencia del nitrógeno (N), que es aproximado a las raíces por convección o flujo de masa.

El aumento del contenido de agua en el suelo promueve un incremento de iones fosfato en la solución. Al disminuir la humedad la movilidad del fósforo decrece de manera importante debido a que aumentan los espacios porosos.

Además, las sequías recurrentes en la zona central han provocado una acumulación de bicarbonatos aportados por el agua el riego, lo que ha incrementado el pH de los suelos, especialmente de Angostura hacia el norte.

Desde el punto de vista físico, los suelos arcillosos disponen de menos condiciones de aireación y por lo tanto los frutales creciendo bajo estas condiciones suelen alcanzar menor arraigamiento.

Por otra parte, presentan menos macroporosidad y en consecuencia mayor impedancia mecánica, lo cual afecta el crecimiento de raíces finas, las grandes responsables de la absorción continua de fósforo.

Los frutales ubicados en suelos de textura más liviana presentan mejores sistemas radiculares.

Por otra parte, los suelos más arcillosos tienen mayor capacidad de retención y por consiguiente requieren más fósforo aplicado para aumentar su disponibilidad en la solución del suelo; por el
contrario, como ya se aludió, los francos y franco arenosos necesitan menos fósforo aplicado para aumentar su contenido en la solución del suelo.

En la actualidad los factores agronómicos más recurrentes en cuando a limitar la absorción de fósforo por las plantas son la carencia de un buen sistema radicular, el pH alcalino o ácido, y el
contenido de carbonatos.

EFICIENCIA DE RECUPERACIÓN DEL FÓSFORO

Estudios de absorción de fósforo indican que normalmente existe una baja eficiencia de recuperación por las raíces de las plantas.

En frutales, este fenómeno se hace más crítico debido a que no se realiza un movimiento del suelo anualmente, por lo tanto la condición física tiende normalmente a la compactación afectando así el crecimiento radicular.

Además, el fósforo se aplica en superficie y su movilidad es naturalmente muy lenta en el
perfil. En suelos trumaos de alta fijación de la zona sur, estudios en trigo con P marcado realizados por INIA en conjunto con la Comisión Chilena Energía Nuclear, lograron medir en los años 80 una eficiencia del fósforo en el corto plazo de tan solo el 3%.

No obstante, investigaciones posteriores realizadas con isotopos de P marcados determinaron que no son la mejor herramienta para calcular la eficiencia debido a la escasa vida media del P32, de tan solo 29 días. Ello en comparación a lo que la planta se demora en establecer su tasa máxima de absorción, un plazo superior a 60 días, dependiendo especialmente de la temperatura del ecosistema agrícola.

Prácticamente no existen estudios detallados de eficiencia de recuperación de fósforo apli-
cado en frutales en la zona central. Sin embargo, en suelos de la zona central y centro norte estos valores pueden superar el 15% e incluso más. Esta eficacia depende mucho de diferentes factores, como la condición física, biológica y química del suelo y especialmente de la calidad del sistema radicular. En suelos de buena fertilidad física, química y biológica es muy probable que la eficiencia sea mayor al 25%.

FUENTES DE FÓSFORO DEL SUELO

En la solución del suelo, las plan-tas absorben P proveniente de distintas fuentes, como la mineralización de la materia orgánica, desorción desde los coloides inorgánicos, óxidos de hierro y disolución de precipitados, incluso es liberado en la rizosfera por efecto de la propia actividad de la planta y de microorganismos específicos capaces de solubilizar fósforo no disponible.

Investigaciones desarrolladas cerca de la rizosfera han mostrado que existe absorción desde formas que antes se consideraban no lábiles, incluyendo la disolución de compuestos y desorción de fosfatos mucho más recalcitrantes. Así ocurre en el caso del lupino y otras especies.

Como se ha reiterado, el aspecto de mayor importancia práctica es la expansión del sistema radicular del frutal, lo cual determina los puntos desde donde las raíces lo pueden absorber, más bien por contacto directo. Se reconoce que la planta desarrolla raíces dependiendo del grado de compactación del suelo y también que tienden a concentrarse y lograr mayor crecimiento en las zonas fertilizadas, especialmente en riego por goteo.

Las únicas pérdidas de P corresponden a la lixiviación, que solo ocurre en suelos muy delgados y arenosos. Las pérdidas gaseosas están reservadas para el nitrógeno, azufre y carbono.

Los tejidos senescentes tanto de las hojas como de las raíces pueden aportar a las reservas de fósforo orgánico al ser reciclados e integrados al suelo vía descomposición a cargo de hongos
y bacterias. 

EVALUACIÓN DE LA DISPONIBILIDAD DE FÓSFORO EN EL SUELO

La disponibilidad del fósforo en los suelos del país se determina mediante el método de Olsen, el cual considera la extracción de las formas más disponibles, mediante bicarbonato de sodio 0,5 M (molaridad) a pH 8,5. Esta metodología se estudió y adoptó a fines de los años 60, considerando previos estudios de evaluación de métodos químicos y verificando su relación con la absorción de fósforo por plantas. 

Existen diversos métodos de extracción de las formas lábiles de fósforo en el suelo, como Melich, Binghan, Bray Kurtz 1 y 2, resina de intercambio y otros. 

El método de Olsen se considera más adecuado para suelos neutros y alcalinos, mientras
que Bray Kurtz 1, comúnmente utilizado en Argentina, se estima más apropiado para suelos de mayor acidez. El estudio de métodos realizado en nuestro país determinó que Olsen presentaba una buena correlación entre disponibilidad en el suelo y lo absorbido por la planta.

Aun cuando otras metodologías mostraban también una buena correlación, se eligió finalmente Olsen porque se adaptaba bien para un amplio rango de valores de pH, además de su uso generalizado en varios países.

Cabe señalar que Bray Kurtz 1 y Melich extraen más fósforo que Olsen e indican un mayor contenido de este elemento para una misma muestra. Pero lo importante es la relación entre la disponibilidad por el método (capacidad extracción de los reactivos usados) con la disponibilidad efectiva para la planta.

En consecuencia, los valores obtenidos por cada método deben calibrarse a nivel de campo para dar una recomendación. En Chile Olsen fue calibrado por INIA a nivel de terreno desde Aconcagua a Osorno, basándose encientos de ensayos y también, de manera importante, en información generada por la Universidad Católica.

FÓSFORO Y MATERIA ORGÁNICA DEL SUELO

Otro factor que mejora la disponibilidad en todo tipo de suelos, incluidos los trumaos de la zona sur, es la materia orgánica (m.o.).

Esta permite proteger al fósforo de sus reacciones químicas con la matriz inorgánica del suelo y los cationes calcio, hierro y aluminio. La m.o. del suelo se encuentra dominantemente cargada en forma negativa, por lo que los ácidos orgánicos reaccionan formando combinaciones complejas que inmovilizan los cationes hidroxilados, y así dejan en libertad los iones fosfatos.

Por tal razón, la adición de compost y otros compuestos orgánicos favorece la asimilación del fósforo e incrementa el contenido disponible en los suelos.

Reacción al ácido clorhídrico en suelo calcáreo de Copiapó. La efervescencia con globos grandes indica la presencia de carbonato de sodio; globos pequeños, carbonato de calcio.

Además, la biomasa microbiana inmoviliza en forma temporal una fracción del fósforo, siendo liberado continuamente a la solución del suelo gracias al proceso natural de mineralización de la m.o. A nivel rizosférico la biodisponibilidad de fósforo es controlada por las propiedades del suelo, las características de la raíz del frutal y la interacciones entre la raíz y la microflora bacteriana.

El fósforo de la fase orgánica es cuantitativamente más importante en aquellos suelos con mayor contenido de m.o. En un suelo de buena fertilidad y con un contenido de m.o. sobre 3,5%, el aporte de fósforo orgánico mineralizado por la biomasa microbiana puede alcanzar hasta un 30% del fósforo disponible, que no es totalmente detectado por el análisis químico de suelo. Sin embargo, en la mayor parte de la zona norte el aporte de fósforo orgánico es escaso, por la carencia de m.o. lábil. 

Hacia la zona centro sur y sur este aporte debe ser mayor. Por lo tanto, en la medida que se aumente la m.o. del suelo, la disponibilidad de fósforo se incrementará. 

Las bacterias solubilizadoras de fósforo son útiles para mejorar su disponibilidad. Algunos microorganismos, como Bacillus, Micrococcus, Mycobacterium, Pseudomonas, e incluso algunos hongos, son capaces de liberar fósforo desde formas no aprovechables en el suelo. En la actualidad el importante desarrollo de la agricultura orgánica está incorporando algunos de dichos organismos.

EL FÓSFORO EN LAS PLANTAS

El fósforo cumple un rol muy relevante en la nutrición mineral en las diferentes especies frutales. Sus funciones principales son tres: 

1. La energía obtenida por las hojas a partir de los fotones de la luz es transformada en energía química, y el fósforo se encarga de transportarla a los demás órganos en una serie de reacciones bioquímicas de gran importancia para lograr una rápida y óptima nutrición. Por lo tanto, juega un papel clave en el desarrollo de las células y tejidos vegetales.

2. Promueve la floración y consecuentemente determina el número de frutos. En el caso de las vides, aumenta el número y el tamaño de los racimos. En todos los frutales tiende a producir más frutos por ramilla.

3. Promueve el desarrollo radicular, aspecto deseable en muchos huertos para alcanzar altas producciones. Además, forma parte del ADN de las plantas.

La identificación de manera visual de una deficiencia de fósforo resulta difícil y poco frecuente. Hojas basales de color violáceo o morado observadas tempranamente sugieren la existencia del problema.

La baja frecuencia de estudios sobre fósforo, mucho menor que sobre nitrógeno (N), potasio (K) e incluso calcio (Ca) y magnesio (Mg), ha influido en que los programas de fertilización fosfatada en frutales de la zona central en general no sean los más adecuados para obtener altas producciones de calidad y prevenir un añerismo muy marcado.

Dosis altas de fósforo tienden a generar gran cantidad de frutos, pero su relación con el nitrógeno (y también con los demás nutrientes) debe ser muy equilibrada, ya que un exceso de P puede dar origen a mucha fruta y un número insuficiente de hojas.

En frutales el balance entre P y N determina el grado de fructificación y la calidad de la fruta a producir, especialmente en las etapas de inducción y diferenciación de yemas de especies tanto caducas como persistentes. 

Carlos Sierra.

En estudios realizados en la zona norte en uva de mesa Sultanina en pie franco, en suelos pobres en fósforo y con escasas raíces, al aplicar dosis altas de nitrógeno los parrones presentaban un bajo número de racimos y de mala calidad, atubados. En los resultados de análisis químico en pecíolos en plena flor y en pinta, las relaciones N/P normalmente superaban valores de 18.

Al corregir el fósforo en temporadas posteriores y bajar esta relaciones a menos de 10, especialmente en la época de pinta, se producía un claro incremento en el número y tamaño de racimos. A nivel de campo valores cercanos a 10 son recomendables, sobre todo en pinta.

Asumiendo que los nutrientes cumplen funciones similares en los distintos frutales –aun cuando existen variaciones en cuanto a las concentraciones óptimas requeridas–, un exceso de nitrógeno en crecimiento de frutos en otras especies puede generar, posiblemente, además de mala calidad de fruta por el exceso de nitrógeno, una deficiente diferenciación de yemas fructíferas, afectando así el rendimiento de la siguiente temporada.

La combinación perfecta para sufrir añerismo se da si agregamos una carencia de raíces a programas de fertilización pobres en fósforo y altos en nitrógeno, provocando por añadidura crecimientos lentos en la temporada y cosechas más bien tardías, en perjuicio de la calidad de la fruta. Adecuados programas de fertilización fosfatada en balance con el nitrógeno, permiten adelantar la cosecha en el caso de la uva hasta en 10 días.

Otro aspecto importante de considerar es el efecto sinérgico junto al magnesio, especialmente a nivel radicular. Estudios recientes en vides viníferas demuestran la importancia de la relación magnesio/fósforo, para lograr altas producciones.

Los estándares nutricionales foliares, que se usan actualmente como referentes, son más bien útiles para campos que presentan producciones moderadas.

Para altas producciones se debe usar los contenidos en el rango de nivel alto y, lo que es más importante, tener claras las relaciones entre nutrientes, que además varían según el estado fenológico.

Cabe señalar que el portainjerto Harmony posee muy buena aptitud para absorber nitrógeno y potasio, pero una baja capacidad de absorción de magnesio y fósforo; por lo tanto sería conveniente incrementar las dosis de estos dos últimos nutrientes y ajustar bien las de N y K.

Otro aspecto muy simple, que no se considera al preparar los programas de fertilización, es que el fósforo se expresa en unidades de anhídrido fosfórico P2 O5, incluyendo 5 átomos de oxígeno que en verdad no interesan en la nutrición de la planta.

En el cuadro 1, se aprecia la forma de expresión de los macronutrientes en unidades, se pone como ejemplo la aplicación de 40 unidades de cada nutriente y se incluye en la columna siguiente el factor que debe ser utilizado para estimar la cantidad efectiva de nutriente aplicado. Se observa que fósforo y magnesio son los dos nutrientes más afectados al expresarlos en unidades.

Cabe destacar que la analítica foliar y de suelo siempre se expresa en mg de P/kg y no de P2 O5 , esto además es válido para todos los macronutrientes, salvo el nitrógeno, que se expresa como elemento puro, es decir 40 unidades de nitrógeno son 40 kg de nitrógeno.

De acuerdo a esto, los programas de fertilización en el caso de los cationes y del fósforo deben hacerse en base a elementos puros y no en expresiones de unidades de óxidos. 

DEMANDA DE FÓSFORO POR LA VID

En general, los requerimientos totales de fósforo en los frutales corresponden a alrededor de un 10% de los requerimientos de nitrógeno. Se considera que los requerimientos de los manzanos y durazneros son similares a los de la vid, siendo ligeramente más bajos en esta última especie.

La demanda de P de los frutos representa alrededor del 45%  de la demanda total, tanto en durazneros como en la vid. Así, por ejemplo, para un rendimiento del orden de 25 toneladas por hectárea (t/ha), se requieren alrededor de 14 kg de P/ha.

El rango de exportación de P (la cantidad de P que sale del predio en el material cosechado) fluctúa de unos 4 a 11 kg de P/ha, correspondiendo alrededor de un 70% al tejido de las bayas en el caso de la uva. En la práctica, existe una demanda total de fósforo configurada por la biomasa total y los requerimientos internos totales.

Esta demanda total puede considerarse integrada por diferentes tejidos correspondientes a frutos, raíces, brotes, hojas y a las estructuras permanentes de la planta. Así, para un rendimiento de 25 t de fruta/ha, la demanda total de fósforo puede estimarse de acuerdo a los coeficientes de reparto de cada fracción para conformar las demandas parcia les de cada tipo de tejido, como se indica en el cuadro 2.

Esta demanda en el caso presentado corresponde a 32,5 kg de P2 O5/ ha sido efectivamente absorbido por las plantas.

En el siguiente artículo relacionaremos lo tratado hasta aquí con el uso de diversos fertilizantes que se encuentran en el mercado.

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