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Factores de calidad en cítricos

El interés del mercado norteamericano por los cítricos se mantiene alto, pero el aumento de la oferta tanto de Chile como de otros países presiona los precios y las exigencias. Ya no basta una gran producción para obtener buenos retornos a nivel predial: la fruta debe competir con calidad en aspectos como calibre, color, ausencia desórdenes fisiológicos y fruta sin semillas. Los manejos fundamentales para lograrlo se resumen a continuación.

18 de Marzo 2022 Equipo Redagrícola
Factores de calidad en cítricos

Por Francisco Mena Volker, Ingeniero agrónomo, máster en citricultura UPV. GAMA.

En los últimos años el interés por plantar cítricos en Chile ha crecido enormemente y ello ha llevado a que ciertas especies, como los mandarinos, hayan mostrado un considerable aumento, llegando a las 11.100 hectáreas (ha) plantadas (ODEPA, CIREN; 2021).

Francisco Mena Volker.

Este incremento ha sido fuertemente empujado por las mandarinas tardías, especialmente W. Murcott y Tango (5.697 y 1.130 ha, respectivamente), un reflejo del interés que ha mostrado el mercado norteamericano por esta fruta, el cual es especialmente marcado en la época en que llega nuestro producto. De ahí los precios históricos que han obtenido las mandarinas tardías en el hemisferio Norte.

No obstante la gran demanda del mercado, el aumento de la oferta chilena y la creciente competencia de otros países, como Sudáfrica y Perú, han hecho que la presión sobre los precios sea más intensa. En el inicio de la exportación de las mandarinas tardías, todo lo que importaba era el volumen. No había restricción para los envíos de calibres pequeños (5 y 6) y cada vez que probábamos manejos para mejorar calibre, muchos nos preguntaban para que gastábamos tiempo, si el calibre no era un problema comercial. Sin embargo, con el correr de los años, el aumento del volumen producido ha puesto en jaque a los calibres más pequeños. Los programas de supermercados ya no los quieren, cosa que también ha afectado al mercado spot, impactando con severidad sobre el resultado comercial de la fruta de menor tamaño, la que ya ni siquiera vale la pena cosechar.

Es en esta situación –cuando los volúmenes crecen y con ellos la presión sobre el precio– donde la palabra calidad cobra más fuerza, y son los frutos de mejor calidad aquellos que van a lograr el mayor retorno económico.

Calidad es el conjunto de propiedades inherentes a una cosa, que permiten apreciarla como igual, mejor o peor que las restantes de su especie (Real Academia Española, 1992).

En el caso de los cítricos, se puede definir la calidad como el resultado de dos grandes componentes; parámetros y atributos. Los primeros son aquellos fácilmente mensurables y cuantificables, mientras que los segundos son más difíciles de cuantificar (cuadro 1).

Cuadro 1. Componentes de la calidad en cítricos.

Por otro lado, en distintas etapas de la cadena de producción de los frutos (desde el productor hasta el consumidor), la calidad va a tener definiciones o énfasis variables.

Probablemente las definiciones de calidad en las distintas etapas tendrán relación con los siguientes puntos de vista:

Productor

Fruta por la que recibe mejores retornos.

Exportador

Ausencia de defectos.

Uniformidad en la apariencia, textura de la piel.

Capacidad de soportar el viaje y arribar con calidad y condición al destino.

Recibidor

Buenos porcentajes de reembalaje.

Cumplimiento de normas de programas de supermercados.

En caso de necesidad, que logre tener buena guarda.

Que no le genere problemas.

Punto de Venta

Buena apariencia.

Uniformidad.

Sabor.

Bajo nivel de merma (machucones, pudrición, forma, etc.; que no tenga reclamos).

Consumidor

Apariencia, calibre, color, ausencia de problemas de condición.

“Palatabilidad”, sabor.

Valor nutricional.

El tamaño del fruto es uno de los componentes que más se ha considerado siempre en las evaluaciones de calidad, puesto que se trata de una de las características más fácilmente medibles de la fruta.

TAMAÑO DEL FRUTO

En la definición del tamaño final de un fruto se conjugan factores internos y externos. Los primeros son aquellos que tienen relación con eventos que ocurren dentro de la planta y los segundos con variables fuera de esta, pero que hacen que el árbol determine, para bien o para mal, la dimensión del fruto que se logrará.

Factores internos

Este aspecto está primariamente definido por las características genéticas de la especie y variedad. No podemos pretender que una clementina sea más grande que un pomelo. Como en todo orden de cosas, en relación con organismos vivos, es la genética la que define los potenciales, y la capacidad máxima de desarrollo de un fruto está definida por la especie.

Por otra parte, las flores en el caso de los cítricos pueden venir sobre distintos tipos de brotes. Existen brotes generativos, o sea aquellos que solo presentan flores y no tienen hojas, y están los brotes mixtos, que poseen flores y hojas nuevas. Estos últimos dan origen a los mejores frutos, pues atraen de mejor manera agua, nutrientes y hormonas, lo cual permite un adecuado crecimiento de los frutos y también les otorga una mayor posibilidad de cuajar y llegar a cosecha.

Dentro de los factores internos además encontramos el nivel de floración. Cuanto mayor esta sea, menor será el calibre potencial de los frutos. Lo anterior se basa en dos grandes efectos. Con más flores, sus ovarios serán más pequeños y con ello disminuirá el calibre potencial de los frutos. Adicionalmente, la competencia excesiva entre estos va a redundar en una reducción del calibre. A causa de lo señalado, floraciones muy altas no son necesariamente una buena noticia para los productores. Es muy preferible tener una floración equilibrada, que permite lograr con mucha mayor facilidad calibres comercialmente rentables y mejores porcentajes de cuaja por añadidura.

Factores externos

Dentro de las variables exógenas se encuentran la pluviometría, temperatura y manejos culturales.

En general con niveles pluviométricos más altos los calibres tienden a ser mayores que en regímenes de menores lluvias.

A su vez la acumulación térmica (base 12,5°C) constituye un factor determinante en el calibre de los frutos. Por lo regular, zonas con mayores acumulaciones térmicas tienden a dar mejores calibres que áreas más limitantes, como Chile, donde la acumulación tiende a ser mucho menor que en otras regiones productoras de cítricos del mundo. Hablamos de un factor determinante no solo del tamaño de la fruta, sino también de otras variables de calidad, como la forma, el contenido de sólidos solubles y la coloración de la piel.

Durante la temporada pasada (2020/21) en la mayoría de las localidades productoras de cítricos de nuestro país hubo una menor acumulación térmica, lo que redundó en curvas de calibre bastante inferiores a las de la temporada anterior (2019/20), donde la acumulación térmica había sido más alta que lo normal.

Cuadro 2. Comparación de acumulación térmica (base 12,5°C) en distintas zonas productoras de cítricos a nivel Mundial.

Dentro de los factores externos también están los manejos culturales, tales como riego, fertilización, rayado de ramas y uso de reguladores de crecimiento.

Riego

Sin lugar a dudas el riego es fundamental tanto en la cuaja como en el calibre de la fruta. Ello se debe a que un árbol adecuadamente hidratado es capaz de realizar de buena manera la síntesis de carbohidratos y con ello soportar en forma apropiada la cuaja y la definición del calibre potencial de los frutos (Etapa I de desarrollo, en que se produce la división celular y la cuaja de la fruta). Estudios realizados en España por González-Altozano y Castel (2003), muestran que restricciones hídricas, independientemente del nivel de restricción (75 y 50%), causan efectos negativos ya sea en la cuaja o el calibre en todos los casos, excepto cuando se restringe el 50% del agua en la etapa II de desarrollo del fruto. Las restricciones de riego (donde se probó restricciones del 50 y 75%) en la Etapa I de desarrollo del fruto, es decir desde floración hasta el final de la caída fisiológica, son las que presentan el mayor impacto negativo en la productividad (cuadro 3).

Cuadro 3. Efecto del riego deficitario controlado sobre la productividad en mandarinas (González-Altozano y Castel, 2003).

Ensayos de riego deficitario controlado que lleva actualmente GAMA, muestran en sus resultados preliminares que tanto reducciones del 25% o 50% del volumen de agua desde febrero a cosecha o del 10% y 20% en todo el año tienen impactos negativos en la productividad.

Lo anterior nos llevó a probar en la zona de Panquehue un adicional de 15% y 28% más de agua respecto del control. Los resultados parciales son inicialmente positivos para el adicional de 15%. Una vez que todos los ensayos estén terminados, lo que corresponderá analizar es cuántos kilos/m3 produce cada uno de los tratamientos de calibres 4 y superiores (calibres comerciales), ya que eso es lo que realmente se debiese medir, no solo tonelaje total por m3 de agua.

Nutrición mineral

La nutrición mineral es tan importante como el riego en la definición de la productividad y calibre en cítricos. Resulta fundamental en procesos como la división celular. Además, las reservas de elementos como el nitrógeno llegan a un mínimo cuando se produce la caída fisiológica y por ende la magnitud de la baja en la concentración de nitrógeno, va a tener directa relación con la magnitud de la caída de fruta.

Por otro lado, una mala definición del programa de nutrición mineral va a tener un efecto negativo en la calidad de fruta. Excesos de nitrógeno (N) pueden generar altas cuajas, de menor calibre, con pieles muy gruesas, bajos contenidos de jugo y problemas en la coloración de los frutos. Por otro lado, deficiencias de dicho elemento van a generar pieles muy delgadas que no viajan bien.

Deficiencias de otros elementos, como potasio, pueden causar creassing o clareta, y también reducir significativamente el tamaño del fruto.

Respecto de la fuente de N, hay documentación que muestra que los cítricos en general prefieren la nutrición amoniacal por encima de la nítrica, lo que además, si se acompaña del uso de inhibidores de la nitrificación, puede ayudar a reducir las dosis de N por hectárea y también a disminuir el riesgo de contaminación por nitratos.

Los microelementos asimismo juegan un rol en la calidad. Por ejemplo, deficiencias de zinc son capaces de generar problemas de calibre de fruta.

Rayado

El rayado de ramas tiene un efecto variable sobre el calibre, dependiendo de la época en que se realice. Si el manejo se efectúa antes del final de la caída fisiológica, va a aumentar el cuajado y con ello va a inducir una reducción del calibre. Si se hace después del final de la caída fisiológica, va a ayudar a mejorar el calibre, y mientras más cercano al final de la caída, mayor será el efecto, pues aún existe algo de división celular en esa etapa que se ve beneficiada por efecto del rayado.

En caso de realizar este manejo resulta importante hacer un constante chequeo de la intensidad con que se rayan las ramas, pues daños en el xilema pueden generar problemas de abastecimiento de agua y nutrientes a las hojas y con ello a los frutos.

Rayado de ramas en naranjos con daño al xilema (a) y sin daño al xilema b).

El rayado es un manejo que requiere de bastante experiencia por parte de quien ejecuta el manejo, cosa que con los actuales problemas de mano de obra en el campo es un tema que se vuelve cada vez más compleja. Se requiere de herramientas que puedan mejorar el calibre sin necesariamente tener que usar tan intensamente el recurso humano para lograr un efecto.

Uso de reguladores de crecimiento

El uso de auxinas de síntesis está muy bien documentado como instrumento para mejorar el calibre de los frutos. Sus efectos son generalmente dos. Primero, generan un aborto de los frutos que aún son sensibles al etileno y, segundo, aumentan la capacidad de sumidero de los frutos, mejorando así los niveles de agua, nutrientes y hormonas vegetales que llegan a estos y permitiéndoles un mayor desarrollo. Las auxinas de síntesis más comúnmente usadas son el 2,4 DP y el 3,5,6 TPA. En ambos casos se requiere de un buen conocimiento del cultivo y de las condiciones particulares de cada campo, de manera de poder sacar el máximo provecho posible. Hay que tener siempre presentes las restricciones que pueden tener los distintos mercados de destino con el uso de estos productos.

Los mejores resultados en todos los ensayos que hemos realizado se obtienen al aplicar 20 ppm de 3,5,6 TPA cuando el 85% de los frutos se encuentra sobre 15 mm, y habiendo evaluado bien la carga de los árboles para determinar el efecto que podría tener el raleo en la producción del año.

El 2,4 D también está descrito como una herramienta para ayudar con el calibre. Sin embargo, se debe aplicar mucho antes que los dos anteriores y sus efectos son mejores mientras más cerca de la floración se aplique. No se requiere tanta experiencia para definir el momento de la aplicación. A diferencia de los dos anteriores no genera raleo de manera directa (lo hace de manera indirecta al inducir mayor competencia) y solo provoca un aumento en la capacidad de sumidero de los frutos. En la tesis de grado de Bernardita Saavedra (2006), buscando distintas alternativas para mejorar calibre en naranjas, se incluyó el 2,4 D en floración. Se determinó que esta aplicación ayuda a mantener los ombligos cerrados y con ello a mejorar por porcentajes de embalaje y reducir la presión tanto de chanchito blanco como de Brevipalpus chilensis al quitarles la posibilidad de resguardase dentro del ombligo del fruto.

Naranja Lanelate con ombligo grande y rajado (a) y fruta de la misma variedad tratada para ombligo (b).

COLOR DE LA FRUTA

En el caso de los cítricos dulces, el color externo resulta muy importante como componente de la calidad. La primera definición del color es genética: hay variedades de mejor color que otras en forma natural.

Si bien la coloración exterior no se correlaciona con la calidad interna, constituye un factor relevante al momento de la compra. El tinte de la fruta se relaciona con la alternancia térmica entre el día y la noche; mientras mayor sea la alternancia, más intensa va a ser la tonalidad anaranjada.

Por otro lado, los niveles de nitrógeno y la actividad vegetativa de la planta hacia el otoño juegan también un rol importante. Conforme aumentan los niveles de N, más lenta y deficiente será la coloración. Además el mantener una planta con crecimientos vegetativos hasta muy tarde va a implicar altos niveles de giberelinas circundantes, que pueden también retrasar la toma de color.

El sombreamiento y la falta de poda, o su mala ejecución, también pueden afectar el color, dado que los frutos ubicados en zonas más sombrías de la planta tienen normalmente mayor dificultad para llegar al tono deseado. Además, en el caso de clementinas, frutas de las zonas más sombrías han mostrado problemas de colapso de piel o rind breakdown si se les exige soportar largos periodos de postcosecha.

En algunas variedades se puede cosechar fruta más verde y someterla en postcosecha a desverdizado con etileno para ayudar a la toma de color. Se trata de una herramienta muy usada en clementinas y limoneros, pero debe ser manejada con cuidado, pues en años como la temporada recién pasada, donde los tiempos de tránsito de la fruta fueron extremadamente largos, la utilización de etileno puede generar problemas de senescencia de piel y causar más de un dolor de cabeza en los mercados de destino.

Mandarinas como W. Murcott no responden de buena manera al tratamiento con etileno y eso hace que se deban cosechar con el color definitivo. Años más complejos de temperatura o zonas más sombrías han demostrado ser un problema, pues se reduce el porcentaje de fruta embalable, dada la peor coloración. Distintos tratamientos para ayudar a la toma de color se han probado y los resultados han sido variables entre campos y temporadas. El manejo del nitrógeno y una adecuada iluminación resultan ser el tratamiento más efectivo en la toma de color.

Clementina ubicada en zona iluminada del árbol (izquierda) y otra en zona sombría (derecha).

PRESENCIA DE DESÓRDENES FISIOLÓGICOS

Los desórdenes fisiológicos corresponden a problemas cuyas causas no están del todo claras. En muchos casos se originan en causas multifactoriales que generan la presencia o no de un desorden.

Quizás uno de los más comunes es el creassing o clareta en el caso de las naranjas. Hay años en que su presencia puede ser una verdadera complicación para los productores. Los factores más comúnmente relacionados a la aparición de creassing son:

  • Altos niveles de floración.
  • Estreses hídricos.
  • Deficiencia de potasio.
  • Portainjerto trifoliado.
  • Sobremadurez.

Otro de los desórdenes que se presenta algunos años en clementinas es el bufado. Corresponde a la separación entre la pulpa y la corteza del fruto, generando un ablandamiento y una posterior deformidad de este durante el almacenamiento.

En ambos casos, el uso de ácido giberélico se comporta como una buena herramienta para prevenir y reducir la severidad del problema. Normalmente las aplicaciones se hacen en enero y se pueden mezclar con las aplicaciones de nitrato de potasio que se llevan a cabo a finales de ese mes.

Creassing en naranja.
Bufado de clementina.

PRESENCIA DE SEMILLAS

En cítricos, el proceso más común por el cual los frutos no presentan semillas es la autoincompatibilidad. Ello quiere decir que en condiciones aisladas de cultivo no se generan semillas dado que la flor reconoce el polen de la misma especie y lo destruye antes de su llegada al ovario. Sin embargo, cuando existe presencia de árboles de otra especie del grupo de los cítricos, con polen viable y compatible, la flor no reconoce el polen, el cual puede llegar libremente a fecundar el ovario y formar semillas.

Lo anterior se ha transformado en una complicación en muchas zonas productivas, ya que la plantación de híbridos ha generado problemas en clementinas. La presencia de abejas y cultivos compatibles puede dar origen a problemas en los híbridos. Hay que recordar que en el caso de los cítricos la polinización es siempre entomófila, vale decir, requiere de la actuación de insectos.

La presencia de semillas en la fruta implica quedarse fuera de los mejores programas, lo que conlleva retornos menores (0,2 a 0,3 USD/kilo) y en un futuro, con el aumento de la oferta, puede simplemente hacer imposible exportar la fruta de los huertos que presenten problemas de semillas.

La solución actual es la instalación de mallas para prevenir la llegada de abejas a las flores durante el periodo de floración. Normalmente se utilizan mallas que cubren las hileras solo por el periodo de floración y se sacan una vez que este ha terminado. La postura y retiro de las mallas no es un proceso rápido. El empleo de las mallas ha implicado la adecuación de ciertas técnicas, como los manejos de cuaja, ya que incluso en variedades donde por lo común no hay respuesta a las aplicaciones de ácido giberélico para cuaja, cuando se usan mallas sí se ve un efecto positivo.

En otros casos hemos usado mallas permanentes sobre el huerto completo. Así se evitan complicaciones ante retrasos de la cosecha o la poda, ya que solo se cierran las laterales y se puede seguir trabajando sin dificultades dentro del huerto.

Aún no está del todo clara la mejor solución, quizás falta un par de temporadas para contar con mejor información y así hacer recomendaciones más asertivas.

Probablemente la solución de largo plazo al problema de las semillas va a ser la introducción de variedades triploides (3n), que son naturalmente apirenas y que aseguran la ausencia de semillas.

INVITACIÓN A UN CÁLCULO SIMPLE

Sin lugar a dudas que los volúmenes de fruta producidos por hectárea son siempre importantes, pero deben ir acompañados de calidad. Si se considera que una fruta sin semillas puede tener un retorno de USD 0,2 a 0,3 por encima de un kilo de fruta con semillas o que un kilo de fruta calibre 5 (si es que la exportadora lo toma) recibe un retorno de 0,4 a 0,5 USD por kilo por debajo de un calibre 3, no quedan muchas dudas de dónde hay que estar ubicados en este negocio para ser rentables. Se requiere buenos volúmenes de fruta con calibres mayores a 50 mm en el caso de los mandarinos y sin semillas.

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