Estudios revelan importancia de plantas de refugio para favorecer el control natural de plagas en tomate orgánico y pimientos
No obstante, es relevante hacer la prueba de la planta para cada cultivo, pues factores como tamaño, período de floración y acceso a néctar, puede generar resultados dispares en las plantaciones.
La técnica de instalar una planta de refugio de insectos benéficos (predadores, parasitoides y polinizadores) junto a un determinado cultivo para aminorar la presencia de plagas fitófagas es de suma utilidad dentro de un manejo integrado de plagas. Sin embargo, para ello, es necesario estudiar las plantas que funcionen para cada cultivo, pues no hay una receta única. Así lo señalan dos investigaciones, desarrolladas en la Universidad Nacional Agraria La Molina (UNALM), las que han logrado seleccionar aquellas plantas que mejor cumplen esa función para los casos específicos de tomate orgánico y pimientos.
“Las plantas de refugio tienen que probarse para cada cultivo y ver si funcionan, porque puede ocurrir que una planta sea muy buena atrayendo fauna benéfica, pero puede también tener la misma población de insectos fitófagos con el cultivo”, explica el Ing. Agr. y Dr. Alexander Rodríguez Berrio, investigador en la especialidad de Manejo integrado de plagas de la UNALM, quien estuvo vinculado a ambas investigaciones. Las investigaciones se efectuaron con apoyo de la Ing. Saray Siura Cespedes del programa de Hortalizas y el Huerto de la UNALM
Entre las consideraciones para elegir las plantas de refugio se observa la facilidad del acceso al néctar y al polen, lo que depende de varios factores, como el tamaño, la arquitectura, la posición del nectario y el período de floración, explica. Por ejemplo, en la investigación del cultivo de tomate orgánico se le asoció con siete plantas refugio para insectos benéficos.
Se registraron un total de 5.689 individuos en 75 familias y 9 órdenes. Las familias más representativas con mayor abundancia y diversidad fueron los parasitoides Braconidae (Chelonus insularis), Ichneumonidae (Campoletis sp.), Scelionidae (Aradophagini ) y Tachinidae (Conmatacta variegata); depredadores Carabidae (Tetracha carolina chilensis y Blennidus spp.); Coccinellidae (Hippodamia convergens), Berytidae (Metacanthus spp.), Nabidae (Nabis punctipennis), Dolichopodidae (Condylosttylus quadricolor), Crabronidae (Liris spp.), insectos polinizadores Apidae (Apis mellifera) y Halictidae (Agapostemon sp.).
Las plantas de refugio fueron seleccionadas por su uso común, facilidad de cultivo, floración y estacionalidad. Allí figuran la albahaca (Ocimum basilicum), estragón (Artemisia dracunculus), menta (Mentha piperita), algodón (Gossypium barbadense), trigo sarraceno (Fagopyrum esculentum), girasol (Helianthus annuus) e hisopo (Hyssopus officinalis). En especial, se resaltó las ventajas del uso del algodón, albahaca y el girasol para el tomate orgánico.
En el caso del pimiento, se estudió la influencia de la asociación del cultivo, igualmente, con siete especies de plantas usadas como refugio. El trabajo fue realizado durante la primavera/verano del 2016 – 2017, ubicado en un huerto orgánico de la costa central de Perú. Los insectos benéficos fueron llevados al Museo de Entomología Klaus Raven Büller de la UNALM, para ser identificados a nivel de familia, género y especie.
De los resultados, las familias más representativas con mayor abundancia y diversidad correspondieron a insectos predadores: Carabidae (Tetracha carolina chilensis y Blennidus sp.), insectos parasitoides: Ichneumonidae (Cremastinae., Coccygomimus punicipes, Campoletis sp.) Braconidae (Chelonus insularis), Perilampidae (Perilampus sp.) y Tachinidae (Gonia peruviana), insectos polinizadores Apidae (Apis mellifera), Halictidae (Agapostemon) y Megachilidae (Lithurgus sp.).
La composición de especies benéficas en el cultivo de pimiento con los refugios vegetales comprende el algodón (G. barbadense), achicoria (C. intybus) y toronjil (M. officinalis), debido a que estas especies vegetales tienen un alto porcentaje de entomofauna benéfica compartidas con el cultivo de pimiento.
Rodríguez afirma que para seleccionar las plantas candidatas a ser refugio, se toma en cuenta, primero, que sea atractiva a la fauna benéfica; segundo, que la planta no tenga ninguna plaga importante o enfermedad que pueda pasar el cultivo; y, tercero, que sea una planta que no colonice rápidamente el área y que extraiga demasiados nutrientes del suelo, compitiendo con el cultivo.
Cuando se habla de que sean atractiva, se refiere que a que la fauna benéfica vaya del refugio al cultivo y, luego, regrese al refugio. “Puede ocurrir también que la fauna sólo va al refugio y no al cultivo sino a otro tipo de vegetación”, dice. Otras consideraciones a tomar en cuenta es que el porte del cultivo y de la planta de refugio deben ser similares para que el insecto benéfico migre con facilidad.
Además, hay que tener cuidados en su manejo, pues también requieren de riegos y de desmalezado en determinados momentos. Todo esto puede ser un costo adicional, pero se justifica por los servicios ecosistémicos que brinda al cultivo y que reducirán en parte el uso de insecticidas, apunta el investigador.
En todo caso, menciona que esta estrategia de la planta de refugio suele ser parte de otras estrategias para contrarrestar las plagas, como los manejos culturales, trampas, abonamiento, entre otras. Entonces, la solución no es solamente la planta refugio, sino que es una de las que apoyan a una serie de medidas que se toman en cuenta dentro de un contexto de Manejo Integrado de Plagas de un cultivo, afirma.