En el clima aún hay que tirar los dados
El Fenómeno El Niño es un viejo conocido en la historia global del clima. Sin embargo, nunca deja de sorprender. Así lo afirmó René Garreaud, profesor titular del Departamento de Geofísica de la Universidad de Chile, en la 4ª Conferencia Redagrícola Piura. En la medida que el clima es un factor importante en el éxito de la agricultura, el experto hace un análisis del comportamiento de El Niño, las predicciones de lo que ocurrirá en un mediano plazo y un alcance sobre el cambio climático en el futuro de la temperatura y las precipitaciones a nivel global, y también en Sudamérica.
Marienella Ortiz
¿Desde cuándo está presente El Niño, alterando el clima y la agricultura? De acuerdo a lo que refiere el climatólogo René Garreaud, existen registros históricos que datan de 1893, donde se documentan los testimonios de marinos de Paita, sobre la presencia de una corriente marina diferente, que iba de norte hacia el sur, con efectos nocivos muy localizados en el norte del Perú. Usualmente, ocurría en la época cercana a la Navidad, a finales de diciembre o comienzos de enero. Es precisamente estas fechas las que dan origen a su nombre.
Sin embargo, eso no quiere decir que no existiera antes. El Fenómeno El Niño está en gran parte de nuestra historia. Basado en diferentes fuentes, su presencia data desde el año 1500, aproximadamente. “Hay cinco siglos de presencia de este fenómeno. Cuando vemos registros de 1500 a 1600, son documentos históricos que hablan de El Niño. Sin embargo, gran parte de lo que se conoce está registrado localmente en el norte del Perú, como por ejemplo, el incremento del caudal del río Zaña (Lambayeque) en determinados momentos, con registros de 1910 al 2000. El crecimiento de los anillos de árboles también es un marcador ambiental que muestra una mayor o menos presencia de humedad. Y la temperatura del mar en Puerto Chicama (La Libertad) también es otro indicador”, refiere el experto. Mejor dicho, la información más puntual y que permite hacer análisis y pronósticos corre desde 1900.
Si bien su actividad parte en la costa de Ecuador y norte del Perú, en la década del 50 es cuando se estudia su impacto en otras latitudes, pasando de un fenómeno local a uno global. “Si uno tuviera que elegir un fenómeno que afecte el clima a nivel global, ese es El Niño”, afirma Garreaud. Ello, porque se observa un efecto cálido y lluvioso en el norte del continente, pero también se aprecian efectos en Norteamérica, en parte del Asia e incluso en África. Otro concepto que se fue modificando es que solo alteraba el verano. Eso no es así, pues también tenía consecuencias en el invierno (de junio a agosto) en Sudamérica.
Asimismo, este fenómeno contribuye no solo a las variaciones de temperatura sino en las precipitaciones. La combinación de aumento de temperatura y precipitaciones son parte de El Niño, que tiene un impacto en la agricultura y en la salud humana, expresada en brotes de malaria, dengue y cólera en el norte de Sudamérica. Esto sin contar los desastres naturales con pérdida de vidas humanas.
Dados los impactos locales y globales, diversas fuentes internacionales de información, como la NOAA (EE UU), el Senamhi (Perú) y otros servicios meteorológicos de Ecuador y Chile, siguen muy de cerca al Niño.
LA FÍSICA DE ENOS
Hablar de El Niño es hablar de la oscilación del sur, una mezcla de fenómeno atmosférico y oceanográfico. Por eso es que los expertos suelen referirse a El Niño Oscilación del SUR (ENOS), para su estudio. El problema detrás del seguimiento a El Niño es que se requiere de un gran presupuesto para estudiar el océano. Pese a ello, los países vienen invirtiendo una gran cantidad de dinero, básicamente para la medición constante de la temperatura del mar en la parte central del Pacífico. Hay una gran cantidad de boyas en esa zona del mar para la recolección de datos y que permiten saber qué pasa, ya sea en la superficie y también bajo ella. Para una mejor investigación, el Pacífico se divide en cuatro partes: el Niño 4 que está más cerca a Australia e Indonesia; el Niño 3 que está a mitad del mar; y, el Niño 1 y 2, más cercana a la costa de Perú y Ecuador.
Lo que es evidente es que de un lado y del otro lado del Pacífico central existe una gran diferencia en las temperaturas, pese a estar en latitudes similares. De la zona que está más cerca a nuestras costas, se habla de la lengua fría, que involucra al norte del Perú y costa de Ecuador con temperaturas del mar cercanas a los 20ºC. En tanto, cerca de Australia e Indonesia, está en los 30ºC (llamado la poza cálida), como promedio. En general, son 10ºC de diferencia entre un lado y otro del Pacífico. Cuando se altera esta situación asimétrica (la aguas también se calientan en nuestras costas) es cuando se origina el Fenómeno El Niño y también La Niña, que provoca temperaturas más frías del mar.
Como referencia para medir El Niño o La Niña, los investigadores trabajan en torno a los 0º, para determinar el nivel de intensidad. Para oficializar la presencia de El Niño, deberá superar los 0.5 o 0.6º, por encima de la temperatura normal del mar, durante varios meses continuos. Los Niños más intensos han sido los de 1982, 1997 y ahora se incluye el registrado el 2016 –llamado El Niño Godzilla-. En algunos casos, como El Niño de 1997, el indicador se elevó a 2º por encima de lo normal, lo que trajo muchas alteraciones del clima y efectos nefastos en las actividades del hombre, entre ellas, la agricultura. Lo que se observa en la data histórica es una constante oscilación entre valores cálidos de El Niño y fríos de La Niña.
Como lo indicado, no es solo un problema oceanográfico. Cuando la temperatura es muy alta, la convección de un gran desarrollo de nubes ocurre casi de forma espontánea, es decir, que la atmósfera se hará más inestable. La convección que está circunscrita a la zona de Australia e Indonesia, en los años de El Niño, promueve el desarrollo de precipitaciones en la costa sudamericana.
EFECTOS EN SUDAMÉRICA
En cuanto al impacto de El Niño en Sudamérica, el climatólogo menciona que se presentan condiciones más secas en zonas de Venezuela, Colombia, Guyana y al norte de Brasil; mientras que habrá condiciones un poco más lluviosas en las zonas subtropicales, como por ejemplo, en toda la cuenca del Plata, que es agrícola, e incluso en la zona central de Chile. Si observamos al detalle lo que ocurre en el Perú, existirá un aumento de precipitaciones en la costa norte del país y, más bien, un déficit o un clima más seco en el ande central y en una parte de la Amazonía. Entonces, los efectos de este fenómeno no son los mismos y varían según la zona geográfica. En la época de El Niño, además hay un debilitamiento de los vientos a lo largo de la costa, que no promueven el afloramiento de las aguas frías, trayendo consigo efectos negativos en la pesquería.
El fenómeno conocido como la Alta de Bolivia, que es el responsable de traer humedad desde el interior del continente hasta Los Andes centrales, se ve desfavorecido en época de El Niño, porque los vientos que vienen del Pacífico son particularmente intensos. Esto explicaría cómo en un mismo país tenemos condiciones más húmedas en la zona norte de El Niño y condiciones secas a 500 o 1,000 km más al sur, en la zona central sierra y del altiplano.
EL FALLIDO NIÑO DEL 2014, EL NIÑO GODZILLA DEL 2016 Y EL NIÑO COSTERO DEL 2017
“Uno puede imaginarse cómo funciona El Niño, pero no cómo se inicia. Normalmente, los vientos alisios soplan de la costa este hacia el oeste, pero de vez en cuando se producen estos pulsos de viento del oeste al este. Eso técnicamente perturba la superficie del mar, la estructura térmica de la atmósfera, y se habla de una onda que se propaga desde la parte central del Pacífico hacia Sudamérica, dando origen al Fenómeno El Niño. En inglés se llaman los ‘westerly wind burst’ y la gente toma muy en cuenta esto para la fase de inicio de El Niño”, explica Garreaud.
En línea general, esos vientos ocasionan que masas de agua caliente de la zona de Australia e Indonesia se movilicen hacia nuestras costas. Ese viaje toma algunos meses, por tanto, ese tiempo resulta valioso para un monitoreo constante y una mejor predicción. A fines del 2014 el pronóstico era la presencia de un Niño fuerte, pero finalmente el agua se enfrió en el camino hacia Sudamérica. “Como llevamos unos 4 o 5 años sin un Niño grande, todos estaban muy expectantes. Los centros de análisis decían que se había iniciado un gran pulso de aire a fines del 2014. De hecho se hablaba de que sería muy intenso. Sin embargo a mitad del año, estos pulsos dejaron de ocurrir, es decir que el empujón inicial fue solo eso, incluso los vientos alisios se intensificaron y terminaron matando el inicio de El Niño”, indica el experto. Si bien ese pulso de viento tiene una progresión relativamente lenta, también suele ser caótico.
La predicción sobre El Niño del 2014 falló, pero sembró una buena semilla de energía que comenzó a acumularse en el océano y que luego se liberaría a fines del 2015 y comienzos del 2016. Claro está que no todos los Niños son iguales y tampoco sus impactos. Si bien se le denominó El Niño Godzilla, las anomalías extremas no lo fueron tanto como lo registrado con El Niño 1997-1998, que fue muy devastador en esta parte de Sudamérica. “En Chile central ha habido una sequía desde el 2010, así que se tenía esperanza de que Godzilla aliviara el tema de precipitación, pero no fue posible. La primavera del 2016 fue un poco más lluviosa, pero no llegó a compensar el déficit hídrico”, relata.
En tanto, el Niño del 2017 fue una gran sorpresa para todos. Ningún sistema de pronóstico tuvo la capacidad de anticiparse a un aumento de temperatura como ocurrió en la costa de Ecuador y el norte del Perú, llamado El Niño Costero. “En diciembre del 2016 todos los indicadores estaban normales. El pronóstico era un verano 2017 más o menos frío, pero sorpresivamente hubo un aumento de temperatura a lo largo de la costa del Ecuador y Perú, que no ocurrió en tres meses, sino que fue en tres semanas. De la condición normal del mar de 20ºC, se pasó a 26ºC y hasta 28ºC. Fue un calentamiento espectacular del mar”, detalla el climatólogo.
Las precipitaciones fueron intensas en todo el norte del Perú, cuyos volúmenes ascendieron a 800 m3/s, cuando lo normal en verano son valores de 50 a 70 m3/s. Su impacto fue posible en otras partes de la región. Es así como Chile tuvo uno de los veranos más cálidos en años, con 3 a 4ºC por encima de lo normal. Así, por ejemplo, de 60 ha que desaparecen en un incendio forestal, como ocurre anualmente en esta parte de la región, en el 2017 se quemaron 600,000 ha.
CONDICIONES CLIMÁTICAS PARA HOY Y MAÑANA
En la actualidad, culminó la condición de La Niña, con temperaturas relativamente frías en la parte central del Pacífico. Esto conllevó a que se desarrollaran condiciones secas en el litoral norte del Perú y, relativamente húmedas y lluviosas en el altiplano.
Para mayo último, las condiciones eran normales en el Pacífico Central. En la costa peruana eran relativamente bajas y se hablaba de una Niña Costera. Para los siguientes meses, el consenso es que la temperatura debería estar 0,5º por encima. Es decir, se vaticina que será un Niño moderado a débil; por lo tanto, se esperaría condiciones levemente lluviosas en el norte y secas en la zona de altiplano, pero nada comparable al 2017. Claro está que con El Niño Costero no existe un sistema de monitoreo confiable, excepto el semanal que hace el ENFEN en Perú.
En cuanto a la visión a largo plazo, Garreaud hace hincapié en el tema del cambio climático. Es evidente que existen cambios de temperatura y de precipitación entre 1900 al 2015. En general, la temperatura se incrementó a nivel global, pero resulta difícil de establecer si las precipitaciones se incrementaron o disminuyeron, porque eso depende de la zona dónde se analice. Sin embargo, el experto refiere que la temperatura en algunas zonas más bien ha disminuido. “Si uno observa los últimos 100 años, la temperatura ha aumentado, pero si uno ve los últimos 30 o 40 años, la costa norte de Chile y la costa sur del Perú se ha estado enfriando, lo que podría tener consecuencias en el sector agrícola. Eso no es inconsistente con el cambio climático, porque hay una serie de cambios en la circulación de los vientos, que hacen que algunas regiones se estén enfriando, como vemos desde la costa del Callao (Perú) hasta La Serena, (Chile)”, refiere.
¿Qué viene? Para el especialista, específicamente en el caso del clima, no es bueno ver el futuro mirando el pasado, porque no se sabe si continuarán ciertas tendencias. La única manera de saber del futuro es utilizar los modelos que ven la física de la atmósfera y los océanos. Y esos modelos plantean diferentes escenarios, según el volumen de CO2 que emitamos al planeta. Esa es todavía una historia que se está construyendo. El mundo hace un constante seguimiento a lo que viene ocurriendo, pero, como acota Garreaud, “lo que pasará con el clima es aún como tirar los dados”.