Empresas echan raíces fuera de sus fronteras
Agroexportadoras que quieren ampliar sus fronteras y ventanas productivas y comerciales han arribado a cultivar a otros países. Ante las necesidades de las empresas, hay una buena oferta disponible en diferentes países.
Por Macarena Barriga Guerrero
Buscar nuevas opciones donde cultivar con un objetivo único: ampliar las ventanas productivas y, por ende, las comerciales. Eso es lo que buscan firmas agroexportadoras de diferentes países de América Latina. Así es como, por ejemplo, se ha ido dibujando buena parte del territorio aguacatero que existe en Colombia hoy en día o el impactante y rápido desarrollo del Proyecto de Irrigación Olmos, en Perú, que creció de la mano de firmas locales, pero también chilenas, españolas y estadounidenses.
Si ampliar las ventanas es una poderosa razón para invertir en una u otra zona de producción, también pasa por otros temas: que la superficie cuente con terrenos fértiles, que sea una zona segura y alejada de conflictos que se puedan dar en la ruralidad, que cuente con una suficiente dotación de agua y una infraestructura adecuada para poder sacar la producción. Eso ha sido decisivo para que se decida la inversión en uno u otro lugar. La peruana Camposol aterrizó en Colombia y también en Uruguay. La chilena Hortifrut, arribó a Trujillo asociándose con Talsa para la producción de arándanos. Empresas estadounidenses dedicadas a la producción de aguacate invirtieron en el norte peruano. Y casos como estos, suman y siguen.
Gustavo Cardemil es socio y director de Asesorías del Agro GCA, una empresa que opera en Chile y Perú. Desde su posición, asegura que desde la crisis ‘subprime’ de 2008, y tras la pandemia del Covid-19, se evidenció con más claridad que las inversiones relacionadas con tierras agrícolas fueron menos impactadas que otros sectores. “El inversionista sabe que su dinero se invertirá en un sector real, que es importante para la economía y con claros fundamentos de crecimiento sostenible”, destaca.
Como gerente de campos agrícolas de Colliers en Chile, Rodrigo Gil, sostiene que “la pandemia junto con la incertidumbre política y económica han ayudado a posicionar este tipo de activos como una opción para inversionistas nacionales y extranjeros”.
“Chile entrega seguridad jurídica a quien decida invertir en un terreno en el país, permitiendo la compra de tierras. Facilita la toma de decisión del inversionista, que no se ve expuesto a títulos de dominio confusos que pueden originar reclamos posteriores. El mercado agrícola se ha consolidado como una alternativa de inversión segura y rentable”, comenta Gil.
El país tiene cualidades únicas que lo posicionan como una excelente alternativa a nivel mundial, explica.“Algunas de ellas son la diversidad geográfica y climática; el resguardo fitosanitario de sus barreras naturales y la enorme variedad de productos agrícolas que se pueden obtener. En cuanto a ventajas competitivas, destacan la producción a contra estación para empresas europeas, de América del Norte y Asia. El país también cuenta con el desarrollo de la tecnología en el agro, como la mecanización de muchos cultivos y la instalación de plantas de proceso para distintas especies como avellanos, nogales o carozos. También el acceso a diferentes mercados que fue el resultado de normas y acuerdos internacionales. Por ejemplo, el acuerdo firmado años atrás con UE respecto a la equivalencia de normas en certificación de productos orgánicos, que permite ingresar a este mercado y competir en igualdad de condiciones con distintos países del mundo”, detalla el experto.
Desde Lima, David De la Cruz, gerente comercial en Agro Real State American, cuenta que la compra de terrenos de uso agrícola no es un tema complicado. “El país cuenta con disponibilidad hídrica, superficial y subterránea, y tierras accesibles en los departamentos norteños de La Libertad, Lambayeque, Piura y también en el sur, en Nasca”. Las posibilidades se podrían ampliar una vez que se concreten los ansiados proyectos de irrigación como Majes-Siguas (Arequipa), la nueva etapa de Chavimochic (La Libertad) o la ampliación de Olmos (Lambayeque).
Precisamente el Proyecto Olmos ha dado vida a 38.000 hectáreas (ha) en medio del desierto, donde casi una veintena de empresas decidió instalarse allí para cultivar diversas frutas y hortalizas, dibujando un paisaje frutícola que está dominado por el arándano y el aguacate, aunque el principal rubro es la caña de azúcar, en manos del Grupo Gloria. De la Cruz cuenta que terrenos fuera del proyecto Olmos seducen a posibles inversionistas. “Es posible que un inversionista chileno pueda comprar terrenos cerca de Olmos para destinarlos a la producción de aguacates. Un inversionista de La Libertad nos está solicitando 500 ha para el cultivo de arándanos en cualquier parte de Perú, que tenga dotación de agua y otro inversionista de Piura quiere continuar creciendo su superficie de arándanos”.
Para Ricardo Sabogal, gerente general de Gestión Rural, una firma especializada en servicios para la gestión inmobiliaria rural, adquisición y venta de predios rurales y restitución tierras, con sede en Bogotá, comenta que Colombia tiene una importante superficie susceptible de ser incorporada productivamente a la agricultura. “En el oriente del país hay zonas de tierras que pueden ser pobladas o recibir inversión para emprendimiento a gran escala. De hecho, es uno de los pocos países que tiene esa posibilidad y el tema de la violencia ha bajado mucho. Entonces eso permite que las transacciones en lo rural sean cada vez más transparentes y se mueva mucho el mercado de tierras”, cuenta. Según Nelson Marmolejo, gerente de la inmobiliaria Fincas del Valle, ubicada en el Valle del Cauca, “el clima de inversión es muy bueno en Colombia. Las tierras están consideradas dentro del segmento de mayor seguridad y rentabilidad”.
PRECIOS AL ALZA
Tierras hay. Y son miles de hectáreas las que están disponibles en países como Chile, Perú y Colombia. Ahora, bien, ¿a qué precio se pueden conseguir? El que cuente con la dotación de agua, que tenga una infraestructura en buenas condiciones y, ojalá, moderna y que esté cerca de puertos o aeropuertos, incide en el precio de las superficies agrícolas.
“En Perú, en los últimos cinco años, ha crecido el número de campos agrícolas con dotación de agua en la costa y al interior, debido básicamente al crecimiento de las fronteras agrícolas para los cultivos de agroexportación. Por otra parte, en Colombia hay zonas como Risaralda donde ha habido un alza en los precios de la tierra, debido a la llegada de empresas agroexportadoras extranjeras a dichas zonas. En cambio, en provincias los precios están ligeramente estables”, explica De La Cruz.
“En Chile, ante la poca disponibilidad de predios mecanizables y con dotación de agua, cercanía a los puertos, ha habido un encarecimiento, más que en Perú y Colombia. A ello, se suma también una menor disponibilidad de superficies para cultivos de agricultura extensiva”, agrega. De la Cruz.
En el caso Chile, Gil precisa que en zonas con disponibilidad de agua entre la Región Metropolitana (RM) y Ñuble se han registrado aumentos de hasta un 150% en el valor de una hectárea en los últimos diez años. Hay que considerar que un porcentaje alto del valor de la tierra es el agua. Sin agua, el valor de la tierra cae considerablemente. Por esto es que las zonas con fuentes de aguas (ríos o acuíferos) seguros y abundantes son más cotizados y tienen directa relación con el valor de la tierra, incluso, por sobre la calidad del suelo. Más al sur, zonas alejadas del conflicto mapuche han registrado aumentos de hasta un 100% por la llegada de cultivos frutales como el avellano o la cereza.
Las regiones de O’Higgins y Maule también presentan alzas en los precios de las hectáreas. Las razones, explica Gil, se deben por la diversidad de climas que permiten cultivos de distintas especies, como cerezas, avellanos, paltas y cítricos. Y por la cantidad de suelo disponible para explotación agrícola, disponibilidad y seguridad de recursos hídricos.
Así, en Chile, en la Región Metropolitana, el valor promedio de una hectárea agrícola a inicios de 2023 era de 40 millones de pesos. El monto refleja un alza en el valor nominal de 60% frente a su valor de 2013, de acuerdo a las cifras que maneja Colliers. No obstante, cuando se corrige por inflación, el alza es mucho más moderada :en UF el alza es apenas de 5,41%. El análisis es mucho más duro cuando se hace la evolución del valor en dólares: debido a la fuerte depreciación del peso chileno, el valor de la tierra en esta región ha visto caer su valor en dólares en los últimos diez años. En 2013 una hectárea valía US$52.288, mientras que hoy, esa misma superficie, vale US$49.846.
En regiones frutícolas como O’Higgins, este año el precio promedio llega a los 26 millones de pesos/ha. La cifra representa un aumento en el valor nominal de 44% respecto a su precio de 2013. Sin embargo, si se revisa por inflación, en UF el alza solo llega a 4,84%. Respecto a la evolución del precio en dólares, hace diez años una hectárea costaba US$37.648 y actualmente solo llega a los US$32.399.
En la Región del Maule, en 2023 el valor promedio se ubica en 18 millones de pesos/ha. El monto refleja un alza en el valor nominal de 125% frente su precio de 2013. Cuando se corrige por inflación, en UF, el crecimiento es de 48,24%. En cuanto a la evolución del valor en dólares, en 2013 una hectárea valía US$ 16.771 mientras que hoy la misma superficie vale US$22.443.
En el caso de la Región del Ñuble, este año el precio promedio se sitúa en 15 millones/ha. El precio revela un alza en el valor nominal de 150% frente a su precio en 2013. Respecto a la corrección por inflación, al aumento es de 64,71%. Si analizamos la evolución del precio en dólares, una hectárea costaba US$12.578 y hoy la misma superficie llega a los US$18.703
“Aunque al considerar el aumento de los valores tomando en cuenta la UF o el dólar, el alza no es tan drástica, cabe destacar que dentro de los mercados inmobiliarios el agrícola es el que ha demostrado una de las mayores resiliencias y rentabilidades en tiempos de crisis”, detalla Gil. “De igual forma, si comparamos el mercado de campos chilenos con otros países, su desempeño ha sido destacado. Invertir hoy en un campo agrícola en Chile es una excelente opción para resguardar el capital y obtener altas ganancias por plusvalía”, agrega.
En Perú, los inversionistas buscan tierras agrícolas en zonas cercanas a la costa. “Lambayeque, Piura y La Libertad, por ejemplo. Lo anterior se debe al buen clima para cultivar aguacates, arándanos, cítricos, mangos y pitahayas. Hay muchas tierras que cuentan con pozos tubulares para extraer aguas subterráneas”, comenta David de la Cruz.
En Agro Real State American califican a los predios en diferentes clases: Los de clase A son aquellos que están en producción y que tienen instalaciones eléctricas e hidráulicas, cuyo valor promedio en 2018 era de US$12.000/ha, mientras que en 2022 llegó a US$25.000/ha. Los de clase B son tierras sin plantaciones, con algunas instalaciones eléctricas, hidráulicas, pozo tubular y mecanizado; cuyo precio pasó de US$ 6.000/ha en 2018 hasta US$ 15.000/ha en 2022. Aquellos de clase C, son terrenos eriazos, que son predios vírgenes que no tiene plantaciones, instalaciones ni pozos tubulares, el valor en 2018 se ubicó en US$ 1.000/ha, pero en 2022 había subido a US$5.000/ha.
Ricardo Sabogal, comenta que en Colombia, los lugares con mayores precios, se encuentran zonas más fértiles o estratégicas como en el valle y en zonas cercanas a Bogotá y Medellín. O en las regiones del Magdalena Medio, todo lo que bordea el río Magdalena hasta llegar al Océano Atlántico y en Córdoba, en donde se encuentra los mejores suelos de Colombia. En 2008 o 2009 se podía comprar por 3 millones de pesos colombianos (US$1.360) una hectárea de terreno. Una vez que el conflicto con las guerrillas se fue solucionando, el precio de la tierra llegó a 30 millones, es decir, unos US$6.635, que es lo que vale hoy en día”.
Sabogal dice que en cuanto a las zonas donde se compran más tierras es en el Eje Cafetero, principalmente en los departamentos de Caldas, Risaralda y Quindío; donde ha crecido la superficie de aguacates. En la actualidad el promedio de una ha alcanza los 30 millones de pesos colombianos (US$6.640), 40 millones de pesos colombianos (US$8.860)
Este año, terrenos de una hectárea se pueden encontrar por 3 millones de pesos colombianos (US$661) hasta 4 millones de pesos colombianos (US$882). Marmolejo sostiene que este es un valle más concentrado en la industria azucarera, ya que predominan los ingenios azucareros. El Valle del Cauca tiene una extensión de 330.000 hectáreas agrícolas aptas para la agricultura, de las cuales el 80% corresponde a caña de azúcar. En 2013 el precio promedio por ha se encontraba en 54 millones colombianos (US$12.000) y en la actualidad se encuentra en 117 millones pesos colombianos (US$ 26.000).
ESCENARIO POLÍTICO
El contexto político se ubica como uno de los temas claves que marcan las compras, sin importar del país que se trate. ”La inestabilidad política de 2022 se tradujo en una disminución de las transacciones de campos agrícolas, con un aumento de la oferta y una baja en la demanda. El escenario actual post plebiscito del 4 de septiembre es mejor, la propuesta de nueva constitución era muy dura con el sector agrícola, sobre todo por la incertidumbre que generaba lo referido a la propiedad de los derechos de agua”, dice Rodrigo Gil. Al cierre de esta edición, De la Cruz aclara; “Lamentablemente por la situación política que estamos pasando en Perú, actualmente, varias inversiones están paralizadas”.
De acuerdo con Nelson Marmolejo, “antes de las elecciones presidenciales de Colombia en 2022, había mucha incertidumbre respecto al cambio de Gobierno. Existía temor sobre si el país, tomaría un rumbo socialista, por lo tanto, las inversiones se detuvieron. El cambio de Gobierno no ha sido drástico, en consecuencia las personas comenzaron a confiar de nuevo, lo que lleva a que tengamos un mercado dinámico pero temeroso. Los precios de las tierras han caído 20%, sin embargo, la rentabilidad de las tierras mantiene el mercado en movimiento”.
En Colombia, la Reforma Agraria, impulsada por el Gobierno, busca redistribuir las tierras a campesinos y comunidades indígenas. Para Sabogal, “la decisión del presidente Gustavo Petro de empezar un proceso de Reforma Agraria, de redistribuir tierras, ha sido recibida con optimismo por todo el país. La mayoría de los colombianos apoyan esa decisión porque entienden que en la ruralidad colombiana los campesinos tienen muy pocas tierras. La tierra está muy concentrada, por lo tanto, creemos que el Presidente lo está haciendo bien. La Reforma Agraria va a generar en el corto y mediano plazo que la pobreza disminuya”.
Los últimos diez años evidencian un aumento en las compras de tierras agrícolas en diferentes países de la región. Empresas locales y extranjeras ven en ciertas zonas una oportunidad única para ampliar sus ventanas de producción y desarrollar proyectos. Se espera que en los próximos años continúen las adquisiciones en una América Latina que emerge como una zona segura y confiable para la inversión en tierras.