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Diego Aguilar, presidente de la Cámara de Cerezas de Mendoza

“El reto en Mendoza es crecer en superficie de cerezas pero con tecnología”

El argentino juega un rol activo, tanto a nivel gremial como a nivel empresarial, para lograr la consolidación de la cereza en esta provincia trasandina, como el principal polo productivo de esta fruta en ese país, un sector que enfrenta una serie de desafíos, sobre todo tecnológicos, que son abordados en esta entrevista.

13 de Diciembre 2023 Miguel Patiño y Rodrigo Pizarro Yáñez
“El reto en Mendoza es crecer en superficie de cerezas pero con tecnología”

Mendoza es un punto de referencia en Argentina. Esta provincia se ha transformado en la principal zona productora de ese país, con cerca de 700 hectáreas (ha) cultivadas y una producción que ronda las 4.300 toneladas, de las cuales una gran parte del volumen se queda en el mercado local.

Diego Aguilar es ejecutivo de Southern Crops, unas de las principales empresas productoras y exportadoras de cerezas de Argentina, y lidera el gremio de cereceros mendocinos desde hace varios años. En esta entrevista el líder gremial aborda los lazos que existen con Chile, especialmente por la cereza producida en Ovalle, pero también la cercanía que existe entre productores en el extremo sur del continente, donde ya no hay fronteras geográficas entre productores de Chile Chico y Los Antiguos.

-¿Las visitas a Ovalle tienen que ver con seguir avanzando en adelantar su cosecha?
-Notamos muchas similitudes con lo que tiene Ovalle, y estamos buscando formas para salir antes. Pero hablando desde nuestra empresa, no por la cámara, nuestro objetivo es salir con la fruta tardía de Los Antiguos, localidad frente a Chile Chico, donde hemos llegado a cosechar hasta el 20 de febrero. Esa fruta la subes a un barco, demora 35 días en llegar a China y puedes tenerla en abril. El precio que tenía era incalculable y llegaba bien, pero luego de los líos con el Covid sumado a problemas de nuestros amigos chilenos con atascos por detección de virus, los precios se desplomaron y no se han vuelto a recuperar al nivel de los que tenía la fruta en el post año nuevo chino.

¿Qué precio alcanzaba la fruta?
-La caja salía entre US$110 y US$120, obviamente un muy buen precio para fruta tardía, con volúmenes de Lapins, Sweet Heart y Kordia. Esta última una variedad se nos da muy bien a nosotros, también Regina, con muy buenos precios. Pero cayeron los precios, entonces le habíamos dejado de prestar atención a la fruta temprana de Mendoza y ahora los inversores y los socios han dicho que hay que poner los cañones en la fruta temprana de Mendoza. Ya hemos empezado a buscar otras zonas, otros valles cordilleranos de Argentina que son muy experimentales, frente a Ovalle. Por ejemplo, cruzando la cordillera desde la región de Coquimbo hay un pueblo llamado Iglesias, en San Juan, y a unos 200 kilómetros al norte se encuentra La Rioja, que tiene muchos valles: ahí estamos haciendo algunos ensayos muy interesantes con Lapins y Santina, que son las variedades que tenemos. En esa linea experimental, queremos seguir el camino que está recorriendo Ovalle.

Diego Aguilar participó en el segundo seminario de Cerezas Primores de Ovalle, para discutir sobre los desafíos de estas zonas de cerezas tempranas.

-¿Qué están buscando con estos ensayos?
-Ver qué tan temprano podemos ser, y si es viable.

-¿Cuentan con característica para juntar frío y luego días-grado?
-Algunos valles cordilleranos sí. Son fríos durante el invierno, muy calurosos en la primavera y tienen una amplitud térmica considerable. No sé si van a salir más temprano como uno espera, pero son experiencias que queremos tener.

-Por fenómenos climáticos como granizos, lluvias sorpresivas, la fruta necesita inversión con coberturas en Argentina. ¿Cómo ven esta situación para comenzar nuevos proyectos?
-Nosotros (en Southern Cross) tenemos un campo de casi 100 hectáreas y vamos a techar pronto, pero por ahora estamos defendiendo el cultivo con un producto en base a fosfolípidos y el uso de helicópteros. Y hemos comprobado que con 30 ml a 35 ml de lluvia lo podemos defender. Por ahora no hemos ido a los techos, también porque le tenemos mucho miedo a la fruta blanda, sobre todo por aquella que viaja a China por mar, con control de frío en tránsito, y eso puede producir que se nos ablande un poco.

-¿La fruta que cosechan en el extremo sur, cómo se exporta?
-La fruta de Los Antiguos sale por Buenos Aires, porque no nos interesa llegar temprano. Pero la fruta de Mendoza sí la sacamos por Chile en general. Hay un convenio entre SAG y SENASA para pasar fruta a Valparaíso y San Antonio, y nos subimos a los Cherry Express.

-¿Cuánta fruta mendocina hace el cruce cordillerano hacia Valparaíso?
-Depende mucho, pero el año pasado, por ejemplo, sacamos más de 20 contenedores hacia China y hemos también experimentado a mandar a Inglaterra. A diferencia de Chile, al menos entre empresas, en general todas en Argentina tratamos de no ser chino-dependientes. Nosotros diversificamos mucho más las exportaciones y, de hecho, muchos clientes invierten en nuestras empresas con la condición de que no los desabastezcamos. Entonces hemos hecho un mix entre el calibre grande para China y el calibres más chicos para Inglaterra y Estados Unidos.

ARGENTINA, UN INTERESANTE MERCADO DOMÉSTICO

-Las cifras muestran que más de la mitad de la producción mendocina se queda en el mercado local. ¿Sigue siendo atractivo o la idea es seguir creciendo en exportaciones?
-En el mercado interno tenemos 45 millones de habitantes. Si bien la condición económica del país no es tan buena, la gente consume porque no puede ahorrar, y se obtienen precios interesantes en torno a US$6 dólares en el mercado interno. ¿Qué hacemos nosotros? Nos vamos al filete, clasificamos la fruta, seguimos teniendo un 92% o 93% de empacable, y de eso un 25% se va al mercado interno y al resto se va a exportación. Si bien el mercado interno para nosotros es muy importante, hay productores que directamente no trabajan para la exportación, sino que sólo para el mercado interno.

-¿Hay interés en Mendoza por variedades nuevas?
-Las otras provincias están creciendo mucho, como Neuquén y Río Negro, sobre todo en volúmenes de fruta porque están poniendo variedades nuevas. Nosotros todavía en Mendoza tenemos mucha Bing, que es una mochila para nosotros. Además en Mendoza hay mucha fruta que se destina a la industria para coctelería o pastelería. Hay productores que llegan y plantan exclusivamente para eso.

-¿Hay entonces un problema con la calidad?
-No les importa a muchos, es más, cuando la fruta ya pinta y el calibre es chico, la sacan igual. Esos kilos son difíciles de estimar.

EL RETO DE CRECER EN TECNOLOGÍA

-¿Qué retos productivos tienen los productores en Mendoza?
-El principal reto es crecer en superficie, pero no crecer alocadamente, sino crecer con tecnología. Este paquete que nos enseñan ustedes desde Chile, de variedades nuevas con poco requerimiento de horas frío, que no sean susceptibles al cracking, que sean buenas viajeras, porque también lo que suele suceder es que se saturan los aeropuertos, entonces tienes que sí o sí ir a lo marítimo. De hecho, muchas veces por disponibilidad aérea, mucha fruta de Chile cruza la cordillera y va por Ezeiza (aeropuerto de Buenos Aires), y se encuentra con la competencia del salmón chileno, que también van por Argentina, y las salmoneras compran el espacio aéreo anticipadamente, entonces en un momento puede que falte espacio aéreo. Está bueno apuntar a la fruta temprana, pero hay que saber que tarde o temprano el espacio aéreo va a escasear. Si pensamos en algunos chárter, el volumen de Mendoza no alcanza para cargar 80 o 100 toneladas solo de fruta, entonces probablemente tendremos que asociarnos con los mismos chilenos. Hay que buscar esas alternativas.

-¿Qué desafíos puede enfrentar Mendoza a la hora de producir?
-Hemos tenido problemas de disponibilidad de agua, con una crisis hídrica desde hace 15 años, tal vez no tan severa como la de Chile, pero vamos camino a eso. También hay dificultades para fertilización, porque nos cuesta muchísimo conseguir productos de calidad en potasio o urea, que es importada, porque hay restricciones a las importaciones. Además los precios en dólares han aumentado más de un 70%, entonces los costos de producción han aumentado.

-Le ha costado a los cereceros argentinos acceder a nuevas variedades y programas genéticos, ¿cómo están abordando eso?
-Es un talón de Aquiles del crecimiento de la fruticultura argentina. No solamente es que no hayan variedades nuevas, sino que no hay plantas. Entonces empezamos a importar plantas liberadas desde Chile. Bloom Fresh con sus variedades nuevas van a trabajar con los hermanos Güizzo, y nosotros intentamos desde la Cámara de Cerezas ser garantes para que eso no se expanda, que no se ‘pirateen’. La ley de patentes en Argentina es bastante especial y siempre se encuentra algún resquicio. Es algo que pasa con los medicamentos, hemos tenido juicios con Estados Unidos por las patentes, así que ha sido complicado este tema. De todas formas, me parece que es un error de los genetistas, no ir a Argentina, porque si hay un lugar donde se pueda crecer en superficie es ahí.

En 2022, las cerezas de Güizzo Frutas Frescas adelantaron a Ovalle, ubicándose como la cosecha comercial más temprana del hemisferio sur.

-De la superficie que hay en Mendoza, ¿cuántos productores existen en esas 700 hectáreas?
-Hicimos un censo hace poco, y son cerca de 60 productores, de los que hay diez que tienen producciones comercialmente interesantes, otros son pequeñas producciones. Nosotros desde la Cámara y en asociación con el Gobierno de la Provincia de Mendoza, estamos trabajando mucho en un programa de atracción de inversiones.

-¿Qué tipo de inversiones?
-Incentivar así como fue en la década del 2000 o 2010, donde viticultores chilenos cruzaron la cordillera para plantar allá, buscamos también que algún productor, un Rio King o algún ‘Garcés’ algún día se anime a ir a plantar. Y también convencer a fruticultores que se dedican a la viticultura, a los frutos secos, que tengan al menos un pequeño bloque de cerezos. La manera de convencerlos es mostrando que es un cultivo rentable.

-¿Qué tanta superficie hay en Mendoza como para seguir creciendo?
-En el año 2003 lanzamos un programa que se llamaba ‘Cerezas 2000’, donde aspirábamos a tener 2000 hectáreas en 20 años. Bueno, fracasamos con éxito, pero por lo menos reconvertimos. Fue desapareciendo la Bing y fue apareciendo más Santina y Lapins, mejoraron los volúmenes y mejoró la calidad. Antes nosotros hacíamos solo mercado interno, ahora se animan a exportar. No sé si vamos a llegar a 2000, pero todos los años se va creciendo de a poco.

-¿Han pensando en tener algún tipo de empaque o sello especial que los diferencia del resto Argentina?
-No, pero hemos conversado con gente de Ovalle, y está la idea de hacer un sello de calidad de cerezas Primores. Los productores de cereza de la Patagonia están pensando en utilizar un sello relacionado a la zona, porque es una marca que vende por sí sola. Entonces sería una alternativa también para poder diferenciarnos, de utilizar un logo de cerezas primores y hacer una sinergia con la gente de Chile.

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