El emergente 'boom' de la cereza en Ovalle: anatomía de la producción más temprana de Chile
Aunque se ha tratado de una aventura casi autodidacta de aquellos que dieron el primer paso, son varios los que han continuado y muchos los interesados en plantar esta fruta en diferentes lugares de esta comuna de la cuarta región, donde se produce la cereza más temprana del país. Pese a las buenas condiciones de este valle para la producción de este carozo, se han revelado brechas productivas a resolver para darle sustentabilidad agronómica y empresarial.
Por Miguel Patiño Desde Ovalle
La producción de cerezas tempranas en Ovalle se ha convertido en un tema de conversación recurrente entre ingenieros agrónomos, luego de que por muchos años se viera como un sueño lejano difícil de concretar. Pero que finalmente cuajara como una alternativa rentable, ha significado que quienes apostaron desde un primer momento por la fruta en esta zona, le dieran ‘el palo al gato’.
El repentino éxito en la región de Coquimbo que, de acuerdo a conteos informales se estima en 400 hectáreas (ha) repartidas en diferentes localidades cercanas a Ovalle y también en Vicuña, levanta una serie de desafíos y dudas sobre cómo continuar su crecimiento, ya que las recetas y manejos con décadas de experiencia y estudios de la zona centro sur no sirven para esta zona por condiciones edafoclimáticas totalmente diferentes.
“Muchas empresas y productores han invertido en cereza en la zona, pero sin tener un conocimiento acabado sobre lo que significa a ciencia cierta el negocio”, sostiene el asesor Aldo Morales, gerente general de Susttex y uno de los organizadores del primer congreso de cerezas primores en Ovalle. Morales, quien lidera una consultora que brinda asesoría con una perspectiva social y productiva enfocada en pequeños productores, cree que la necesidad de información es profunda, pero también es indispensable generar redes para responder dudas que ya son urgentes en el universo de productores.
BRECHAS PRODUCTIVAS DE LA PRIMERA CEREZA DE CHILE
Y es que en la zona ya se han identificado brechas importantes para el cultivo de cerezos en Ovalle. La primera (y casi obvia) es la falta de universalidad de información. “Hay carencia en ese aspecto, no todos tienen acceso a la misma información”, afirma Morales, sobre una situación que ha llevado a que muchos productores deban resignarse al ensayo y error. Y en un lugar prominentemente de tradición uvera o citrícola, obviamente la experiencia ha estado más cargada al ‘error’.
Otra fisura es el portafolio varietal para desarrollar en la zona, sobre todo en la correcta elección de la combinación variedad y portainjerto, capaces de adaptarse a los diferentes microclimas que hay en Limarí y otras localidades de Elqui. Un ejemplo claro es la experiencia de Valle Arriba, una empresa local que se decantó por la variedad Brooks, un material que no daba buenos resultados en zonas del centro-sur y sur del país, debido a su tendencia a partiduras producto de humedad y lluvia. Sin embargo, esta variedad ha encontrado en Tabalí un hogar que, a pesar del corto tiempo produciendo allí, han visto resultados positivos, desde el punto de vista productivo y comercial.
Jorge Astudillo, gerente de producción de Valle Arriba, organizador e ideólogo del primer seminario de Cerezas Primores, agrega que la elección de variedades tiene que ir de la mano de la selección de patrones adecuados y un acompañamiento de los viveros, “fundamentalmente porque esa brecha no se va a resolver solo por la iniciativa del productor. Son los viveros quienes deben estar entregando las alternativas”. En el caso de este campo que ha ido marcando la ruta para varios productores en Ovalle, la primera etapa se plantó sobre el portainjerto Santa Lucía 64, la segunda sobre Cab 6P, y su última etapa sobre Mahaleb.
Pese a esto, el reto más importante para Astudillo sigue siendo el agronómico, que tiene que establecer los tiempos del cerezo. Es decir, cuándo llevarlos a receso y cuándo romper la dormancia y cómo hacer esa carrera corta de 60 días entre floración y cosecha, que es lo que les permitirá sacar la cereza más temprana del país.
El agrónomo, que ha sido la cabeza detrás del éxito productivo con cerezas con Valle Arriba desde hace poco más de 7 años, señala que “era necesario empezar a generar una fuerza, al menos en generar una visión común como zona norte. Siempre se habla del sur, entonces cuando venían asesores o expertos acá, normalmente vienen con esa visión, y así era muy difícil generar la sintonía que se logra con el tiempo en el manejo del cerezo”.
DUPLICAR O TRIPLICAR EL VOLUMEN ACTUAL, EL SIGUIENTE PASO
“Yo diría que fácilmente se podría duplicar o triplicar el volumen actual, sin que haya problemas para conseguir aviones para enviar la fruta”, sostiene Gamalier Lemus, quien fuera investigador del INIA por más de 40 años y, para muchos, el principal precursor de que la cereza generara un polo productivo en el valle del Limarí.
Para Lemus, el primer desafío era ver si efectivamente se daba la fruta en esta zona. La producción actual confirma lo anterior. Tras ello, el objetivo de los productores locales es cosechar entre los días 19 y 26 de octubre, lo que permitirá de 15 a 20 días de posibilidades de que el negocio se mantenga bien llegando por avión al mercado chino.
“Eso ya está consolidado, la pregunta es la siguiente: cuánta superficie o qué volumen se puede producir para que aguante la oferta vía aérea, porque cuando son muchos los requerimientos de transporte aéreo, la industria frutícola compite con las salmoneras, que envían todo el año. Las aerolíneas no van a quedarse con la cereza por cinco días, perdiendo el negocio que supone el salmón, que es de 365 días”, advierte Lemus.
Y es que el negocio temprano de la cereza ovallina está directamente relacionado a enviar la fruta vía aérea, ya que no destacan por tener variedades o fruta ‘con piernas largas’ que puedan aguantar viajes de cuarenta días (o más) en barco. Esa es precisamente lo que queda por analizar: ver qué ocurre si aquellos que cosechan en la zona el 1 de noviembre y llegan a fines de noviembre a China por barco, si todavía mantienen un buen precio. “Como estamos recién aprendiendo, está por verse, pero también es una posibilidad”, vaticina.
Lemus prevé además que se agilizará el tránsito de otros cultivos hacia la cereza en la zona norte, un ajuste que llegará primero a aquellos cultivos que gastan en promedio más que la cereza, con menores rentabilidades, algo que poco a poco se está dando con el palto, uva de mesa, cítricos e incluso otros carozos como damascos. “Ese ajuste, ya sea inmediato o con un cambio generacional, va a pasar, ya sea por el uso del agua, o porque hoy existe un mercado que está comprando esa fruta a muy buen precio”.
CONSUMIDOR CHINO, ENTRE “PEQUEÑOS EMPERADORES” A ABUELOS INFLUENCERS
China es el principal comprador de la cereza chilena. Las empresas chilenas conocen el mercado, pero….¿conocen a los consumidores? Fiorella Bonino es fundadora de Los Andes Beltroad, empresa exportadora e importadora con presencia en China, donde Bonino estudió, ha residido e incluso ha escrito libros para entender mejor el país y el ecosistema digital oriental para nuestra visión occidental. En ese sentido, las redes sociales como Wechat -aunque cerradas y controladas-, se han transformado en un potente canal tanto de promoción y marketing, con ‘influencers’ segmentados, que van desde jóvenes atractivos que promocionan productos como fruta fresca, pero también personas de tercera edad que ocupan un importante segmento de consumo y se están transformando también en ‘influencers’.
“Así como existen líderes de opinión, Wechat también ha generado líderes de consumo, que es una persona a la que los chinos le tienen mucha confianza”, explica Bonino a Redagrícola. Estos consumidores, que prueban en cámara productos, describen sus ventajas y destacan si son sustentables o entregan algún valor nutricional, destacan en una país con consumidores muy sociales, que siguen inmediatamente las tendencias de consumo y se interesan rápidamente en lo que consumen los demás. Bonino entrega además un dato importante: en China las generaciones nacidas entre 1980 y 2015 son conocidos como “pequeños emperadores”, ya que por la política de hijo único, crecieron en el ‘boom’ económico como ‘niños mimados’ con padres trabajadores y 4 abuelos con tiempo y recursos disponibles para ellos. “Esto define mucho al consumidor, que es muy exigente y muy preocupado por productos que se vean bien y sepan mejor, sin importar el precio que haya que pagar”, afirma.
DÉFICIT EN INFRAESTRUCTURA Y CONOCIMIENTO
Actualmente los productores de cereza de Ovalle y zonas cercanas deben salir en camiones refrigerados hacia la región de O’Higgins, donde encuentran los packings que procesan, empacan y despachan la fruta a destino, ante la falta de empaques y frigoríficos en la zona.
Recorrer cerca de 500 kilómetros de distancia para una fruta que suele tener una vida de poscosecha delicada, es el talón de Aquiles de la región, algo que para Gamalier Lemus, “es absurdo, tener que viajar en la tarde en un camión hasta Graneros a procesar toda la noche, para partir a las 5 de la mañana siguiente hacia el aeropuerto”.
Y si bien hace algunos años existieron conversaciones para cofinanciar un centro de empaque entre Corfo y empresas privadas, a medida que crecía el interés por la cereza en la zona, algo que finalmente no prosperó. “Hay que tener un volumen que justifique una inversión de varios millones de dólares”, complementa el experto. Productores de la zona espera que, debido al fuerte crecimiento de producción que tendrá la zona, que se reactive el interés por frigorícos o líneas de proceso.
Aquella falta de infraestructura también se une a la falta de conocimiento sobre cerezos en la zona, ya que a medida que crece el interés y las plantaciones, el ritmo del sector privado no ha podido generar interés de universidades locales más allá de la labor de INIA, con su campo experimental y su permanente apoyo técnico a productores de la zona.
Jorge Astudillo señala al respecto que “hace cuatro años solo Valle Arriba tenía cerezas en la zona. Hace tres años recién Sutil empezó con su producción, y luego han aparecido otros actores. Pero estamos totalmente en pañales”, intentando explicar el déficit de conocimiento, aunque agrega que, como siempre ha pasado, el mundo privado va a movilizar la academia, las universidades, lo que generará nuevos estudios.
DE UVA PISQUERA A CEREZO
Pequeños productores de la zona también se han comenzado a hacer ensayos con la cereza, aunque señalan de entrada que debieron aprender ‘a los tumbos’ para llegar al que será su primer año como productores, tras haber plantado en 2019. Muchos se arriesgaron con la cereza porque lo vieron como un cultivo rentable, viendo la experiencia de otros campos en la zona, considerando además que todos los demás frutales que funcionan en Limarí “ya venían en decadencia”, comenta Jorge Hernández, un agricultor local que ya ha plantado 5,5 ha de cerezas (50% de Lapins y 50% de Santina) en Quebrada del Ingenio en Talhuén, en un campo donde hay 25 ha de uva pisquera, y es asociado a Limarí Wines en la producción de vino a granel y un proyecto de pisco.
Hernández espera obtener esta temporada unas 3 t/ha de la variedad Lapins, mientras que de Santina, las proyecciones son llegar solo a entre 300 y 500 kg/ha en su primer resultado comercial.
Hernández es socio de Jerónimo Pizarro, que asumió el riesgo de plantar 10 ha de cereza en zona La Campesina, cerca de Camarico, con la misma fórmula de su socio: repartiendo 50-50 entre Lapins y Santina. Pizarro tiene además 15 ha de uva pisquera, 4,5 ha de limones y 2,5 ha de mandarinas W. Murcott. A diferencia de Hernández, proyecta cosechar en torno a 4 t/ha de Lapins.
Ambos estiman salir este primer año el 15 de noviembre, algo que podría considerarse temprano para la zona central, pero no en el Limarí. Los agricultores confían en que ajustando los manejos, podrán acelerar la producción. Jorge Hernández comenta que la transición ha sido compleja, porque “es una especie que se comporta totalmente diferente a la parra y nos costó cambiar el ‘switch’, pero ya le perdimos el miedo al cultivo”.
Otra clave a la que apuntan es a la asociatividad, debido a que por los traslados podrán contratar en conjunto un hidrocooler para procesar la fruta en el sur, en conjunto a otro productor asociado a Limarí Wines, quien este año tendrá su segunda producción de cerezo y con quien esperan aprovechar las economías de escalas para compartir camiones y prorratear los costos asociados.
VARIEDADES A PRUEBA DE OVALLE
Lapins o Santina suelen ser opciones seguras en la zona central, pero determinar si son una buena opción para Ovalle es aún una noticia en desarrollo, considerando zonas cercanas a la costa con baja acumulación de frío, o con altura y baja humedad relativa, son solo algunas de las variables de la zona, que deben primero validarse en la zona antes de tomar decisiones apresuradas.
En ese sentido, son varios los detractores de aquellas variedades tradicionales para asentarse en Ovalle, considerando que salir entre el 15 de noviembre y el 5 de diciembre es tarde y se pierde en competitividad con los productores de regiones más sureñas.
Y si se invierte en tecnología de cubiertas, podrían adelantarse una semana o diez días, pero seguirán saliendo la primera semana de noviembre, en momentos en que producciones con macrotúneles en la región de O’Higgins de Santina ya están saliendo entre fines de octubre o primeros días de noviembre, por lo que muchos quedarían ‘fuera del negocio’, sin considerar que este año un campo ubicado en Malloa (Región de O’Higgins) inició su cosecha el 25 de octubre.
Para aquellos productores nuevos como Hernández, la clave para ingresar al negocio fue apostar por variedades seguras, aunque están abiertos a evaluar otras, como ya lo hacen los productores grandes en la zona. “Hay detalles de producción y poscosecha que hay que analizar antes de volver a invertir”, sentencia.
En esa línea, y pensando en la experiencia con Glenn Red en la zona centro sur, Jorge Astudillo de Valle Arriba detalló a Redagrícola que este año comenzaron un proceso de recambio varietal, ya que están injertando esta variedad donde antes había Tulare que, de acuerdo a los estudios de Astudillo, podría generar una mejor comportamiento en la floración al sincronizar los tiempos de polinización con Brooks, y generar una mayor cantidad de cuajas, añadiendo además que Glenn Red tiene un mayor valor comercial y es un poco más temprana que Tulare.
Además, Astudillo detalla que crecieron en 10 ha este año, con patrones Mahaleb, injertados con su propio material de Brooks (que por dos años han logrado certificar que está libre de virosis). Con esto, esperan un recambio varietal total de las 10 ha de Tulare por Glenn Red en un espacio de dos años, con lo que concretarían 50 ha productivas de cereza en el corto plazo.
Respecto a la proyección de este año, Astudillo cree que volverán a tener una producción alta pese a que la primavera no los acompañó debido a temperaturas más bien bajas. Pese a eso, estarán en torno a las 12 t/ha.
VICUÑA SE ADJUDICÓ NUEVO RÉCORD DE CEREZA TEMPRANA
Las variedades importan y se deben ajustar a los requerimientos de los productores locales, ya sean de Ovalle o de otras zonas productoras de la región, como Vicuña. Lo cierto es que hoy por hoy existen dos posibilidades reales, aunque aún latentes, para dar un golpe a la cátedra. Una de ellas está precisamente en Vicuña. Se trata del ‘test block’ de IFG que esta temporada consiguió cosechar fruta de la variedad Cher-Ten (aún sin nombre comercial) el pasado 15 de octubre, convirtiéndose en la cereza más temprana del país y del hemisferio sur.
Si bien el ensayo es pequeño (de solo 20 plantas de esta variedad) y sin mayores manejos agronómicos que los que recibe comúnmente una unidad de pruebas, lograron estos resultados. De acuerdo a Macarena Villasante, gerente técnico para Chile y Perú de IFG, la idea del productor es ingresar al negocio de la cereza dados los resultados de prueba, pese a que que no hay experiencia previa en aquella zona cercana a la cordillera. Este resultado demostró que algunas variedades de la compañía, como Cher-Ten, obtienen producciones entre 150 y 200 horas frío.
“El manejo de esta variedad aún es un trabajo en desarrollo, porque se tiene que ver caso a caso, según las condiciones. Sabemos eso sí, como conclusión inicial, que tenemos que adelantar la floración cuando la humedad relativa no es tan baja, o que tenemos que ir aprendiendo a botar las hojas, porque no hay frío”, comenta Villasante, añadiendo además el componente cultural de productores que tradicionalmente son uveros, citrícolas o palteros, no conocen el cerezo y han tenido que aprender su fisiología, principalmente porque los cerezos tardan mucho más en entrar en producción que una uva.
“La noticia de IFG es un llamado de atención para todos nosotros, porque no podemos quedarnos quietos. Es importante entender que todo esto es muy dinámico, que la tecnología y los desarrollos genéticos van a ir siempre moviendo el escenario”, sostiene Astudillo sobre esta sorpresa productiva, añadiendo que una de las ventajas de la zona -además de no depender directamente del Año Nuevo Chino- es que “el primero que da el paso correcto es el primero que da el golpe. Pero eso solo depende de nosotros mismos. Es decir, que seamos capaces de generar una fruta de calidad en la fecha que corresponde. Eso es fundamental”.
Por otro lado, Gamalier Lemus sigue pendiente y monitoreando de cerca un trabajo de décadas que inició en el INIA en conjunto con Biofrutales para desarrollar la primera cereza exclusivamente chilena, y los resultados parecen a la vuelta de la esquina. Se trata de la selección 21, que fue encontrada originalmente en La Serena y destaca por ser una variedad bicolor similar a Rainier, aunque mucho más temprana. Esperan que este material pueda ser lanzado en 2024 o 2025, en un hito que podría ser muy relevante para esta zona, en medio del ‘boom’ cerecero actual.
Estas nuevas posibilidades serán claves en el corto plazo a medida que el centrosur sigue invirtiendo las ganancias de los tiempos de bonanza para instalar tecnología que podría incluso adelantar por hasta dos semanas sus cosechas.
“Así como hemos ido generando información en base a ensayo y error. Tal vez hacer una prueba, por ejemplo, con un sistema de invernadero ya podría ser una alternativa para ver cuánto nos podemos adelantar, porque nos están obligando desde la zona sur, porque ya están llegando a cosechar a la semana 44, y te van apurando”, advierte Jorge Astudillo.
MANEJOS DE CUBIERTA Y RIEGO
La tecnología de macrotúneles, cubiertas, mallas y plásticos ha permitido adelantar las cosechas en la zona centro-sur, y eso no será excepción en el norte. Jerónimo Pizarro señala que, pese a los detractores, Santina con cubierta ya es una realidad en la zona. Ello, los motivará para pensar, sí o sí, en el uso de techos para sus huertos. “El futuro acá es con cubiertas”, afirma.
Y si bien el uso de mallas en cierres perimetrales ya es casi obligatorio para los campos de la zona, para hacer frente a los fuertes vientos, la profundización de estas técnicas de cobertura parece ser la próxima frontera a cruzar.
Otra de las claves, en una zona que vive una sequía estructural, es el uso eficiente del agua, que ha significado incluso en zonas altas del valle arrancar otras especies debido a la falta de disponibilidad del recurso hídrico.
Y el cerezo en la zona no está exento de este problema, considerando que tiene condiciones especiales que deben ser estudiadas. El Dr. Arturo Calderón, investigador de la Universidad de Concepción cuenta que en Ovalle los árboles están entre 250 y 260 días del año sin fruta, es decir, unos treinta días a diferencia del promedio, lo que genera requerimientos diferentes y desafíos de poscosecha que aún no son abordados por falta de estudios.
Es por eso que Calderón señaló a Redagrícola que “acá tienes un 70% del periodo de hojas en el árbol que estás sin fruto, que es un montón de tiempo. Entonces todo ese tiempo la planta estará acumulando reservas para poder tener una buena producción la temporada siguiente y una buena brotación”.
Añade que si se descuida la evaluación del estado hídrico de la planta o del suelo, se puede correr el riesgo que al modificar las prácticas de riego, se tenga plantas estresadas. “Si se estresan en demasía, van a tener una peor producción y una peor brotación en un ambiente que es limitante, porque hay mucha radiación, mucha evapotranspiración, alta velocidad de viento”, explica y subraya la necesidad de que tanto centros de estudio como desde las mismas empresas privadas, generar conocimiento y estudios respecto a la poscosecha en la zona, para desarrollar indicadores y entender mejor la cereza en la región. Ese es el afán, porque ya se demostró que sí se puede producir una fruta de calidad y que puede conquistar al principal cliente. Lo próximo, es el que la producción y el negocio sean sustentables en el tiempo.