“El problema de la cuaja está muy relacionado con la calidad de la madera”
Repetidas primaveras con bajas temperaturas mínimas han provocado una disminución de la cuaja y de los volúmenes totales producidos de palta en Chile. Si bien es difícil lidiar contra el clima, el especialista, Dr. Ricardo Cautín, indica manejos que podrían mejorar el amarre de fruta, pero también señala otros que incidirían en menores porcentajes de cuaja. Manifiesta que están estudiando manejos para frenar el crecimiento del árbol cargando más fruta, en un contexto en que los huertos son cada vez más densos y en que, a futuro, es posible que se deba prescindir de aplicar reguladores de crecimiento.
Juan Pablo Figueroa Foessel
Según el investigador y académico de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, asesor internacional, especialista en manejo de copa en palto, la poda es una labor clave que ha ido ganando protagonismo en la medida en que se han ido conociendo los hábitos de crecimiento de la especie y en la medida en que se ha ido incrementando la densidad de plantación del frutal.
Ricardo Cautín afirma que si bien los reguladores de crecimiento -que inhiben la síntesis de giberelina- generan un margen para no tener tantas dificultades, “el uso intensivo de reguladores y su efecto acumulativo en el tiempo pueden generar problemas en las plantas y en ese sentido considero que la vida útil de las mismas podría verse reducida. Puede ser que, si se hace todo bien, se es ordenado y se hacen las amortizaciones correspondientes, cuando el huerto comience a presentar problemas, este ya se pueda remplazar. Pero así mismo me parece que el futuro de esas aplicaciones se verá complicado. El mundo ha cambiado y esta nueva idea de hacer todo de manera sustentable deja fuera ese tipo de estrategias”, señala el experto.
“HAY QUE CONTROLAR EL CRECIMIENTO DEL ÁRBOL CARGANDO MÁS FRUTA”
– ¿Qué dificultades se enfrentarán si se debe prescindir del uso de reguladores?
– Ahora enfrentamos el problema de que nos acostumbramos a una mayor densidad de plantas y por esta vía, a la necesidad de manejar las copas. Si no contamos con las herramientas químicas tendremos que usar mucho más las tijeras para poder mantener estos sistemas más densos. Nos acostumbramos a tener producciones tempranas interesantes, de muchos kilos, una operatividad en los huertos mucho más fácil y de menores costos. Desde el punto de vista fitosanitario la planta pequeña permite estar mucho más atento, pero -como se ha establecido en algunas publicaciones-, la especie no se ha domesticado lo suficiente para poder controlar el crecimiento natural del árbol.
– ¿En otras especies leñosas se ha hecho vía desarrollo de portainjertos?
– Todos quienes estudian y trabajan con paltos tienen presente la idea de disponer de un portainjerto enanizante para restringir el crecimiento exuberante que genera su óptimo proceso de desarrollo. Ya se ha descrito que existen algunas diferencias de vigor entre las distintas razas de Persea americana, pero esa herramienta aun no está disponible. En ese sentido, creo que la mejor forma de controlar el crecimiento es cargando más fruta. Hay varios esfuerzos orientados a aumentar las producciones, en la universidad ya hemos realizado algunos ensayos y creemos que es posible aumentar la cantidad de fruta más allá de lo que inicialmente se pensaba. En la secuencia que va desde árboles muy grandes en los 70’, a árboles un poco más chicos en los 80’, a los árboles pequeños de hoy en día, cada vez más el objetivo principal es controlar el crecimiento. Hace un tiempo se vio muy claro con la posibilidad de usar reguladores, pero hoy en día hay que ir buscando alternativas para lograr el mismo efecto sin usar o minimizando ese tipo de manejo.
– Particularmente porque Chile hoy envía más del 70% de lo que exporta a Europa, siendo que hasta hace poco el principal mercado era EEUU. Al parecer, hay que buscar un sistema que permita llegar a cualquier mercado.
– A mí me tocó sentirlo entre los productores de palto en Europa, ya que su normativa nos les permite usar los reguladores y no entienden cómo se admite fruta de otros orígenes en que sí se utilizan esos reguladores. Ese es una fuente de presión que obliga a pensar cómo haremos a futuro para controlar el desarrollo de la copa. A mi juicio, la gran ventaja que presentan las altas densidades es que se requiere de poca fruta por árbol para lograr una gran producción o volumen comercial interesante.
POCA FRUTA POR BAJAS TEMPERATURAS EN PRIMAVERA
“Tenemos que salir del ciclo vicioso, respecto de la floración y la cuaja, de cada temporada decir ‘ojalá este año sea bueno y las temperaturas nos acompañen’. Hay que llegar a un sistema en que contemos con los tratamientos para asegurar una cierta cantidad de fruta en los árboles. Todavía estamos en una situación muy dependiente del azar. En el valle de Aconcagua, hoy (fines de febrero) hay productores que no tienen fruta, porque tuvieron poca cuaja”, explica el experto.
– ¿Por qué hubo problemas con la cuaja este año?
– Al analizar las temperaturas del período de floración y cuaja de varios de los últimos años, vemos que no se cumplen los requisitos. Este año, pese a tener el árbol descansado y a que floreció en gran cantidad, por lo que todo el mundo estaba muy esperanzado con la floración, las temperaturas no acompañaron. En la primera parte del período de floración sí estuvieron las temperaturas, pese a que era más temprano en primavera, pero después, octubre y noviembre fueron meses muy malos desde el punto de vista de las temperaturas mínimas. Luego, desde fines de noviembre hasta diciembre se aprecia un repunte. Es así como en este momento hay productores que tienen fruta muy grande, que corresponde a la primera parte de la floración y productores que están con mucha fruta, pero pequeña. En tanto que los del medio están pasándola mal.
– ¿Cómo afecta a la cuaja las bajas temperaturas de primavera?
– Las bajas temperaturas mínimas afectan el crecimiento del tubo polínico, que se debe elongar para fertilizar el óvulo. En la práctica el tubo polínico se desarrolla muy lento y el óvulo ya no está viable cuando el tubo polínico lo alcanza. Hay toda una línea de trabajo con estimuladores para que eso ocurra, pero a mi juicio es la calidad de la flor la que puede ayudar a superar ese problema. Contra el clima y las bajas temperaturas hay poco por hacer. Lo preocupante es que está situación ya está siendo consistente y se ve que el cambio es real. Sin embargo, me parece que afectan todos aquellos manejos que provocan un adelanto del proceso estimulando floraciones muy tempranas y la entrada en un período con temperaturas que no son adecuadas, como es el caso de los anillados de ramas en otoño. Es un hecho que el anillado sobreinduce y que el árbol florece, el problema es que todo ocurre con mayor velocidad y los productores se enfrentan con una floración con temperaturas que no acompañan. Hay productores que cuando se encontraron con el problema, salieron a tratar de estimular el crecimiento del tubo polínico con aminoácidos, con fitohormonas y otros productos, pero no lograron revertir el problema.
– ¿Se puede hacer algo desde la poda para mejorar la cuaja?
– Desde luego. En los árboles de los huertos de mayor densidad, que es lo que se está trabajando hoy en día, es muy seductor el que todo vaya rápido. Pero eso significa que todas las ramas que pudo hacer ese arbolito en dos temporadas de crecimiento se tienen que poner al servicio de producir flores y frutos. Eso significa que a la temporada siguiente vas a tener que volver a producir sobre la misma rama que ya se cosechó, lo que en mi opinión genera un desgaste acumulativo. Un trabajo del neozelandés J. Dixon, con el que concuerdo plenamente, muestra que se debiera renovar alrededor del 30% del total de las ramas de los árboles, todos los años. O sea que en los paltos debiera haber un 30% de ramas que no producen, por lo que 3 de cada 10 ramas solo van a vegetar para ser el soporte de una floración de calidad sobre ramas descansadas, con ovarios de calidad, con la capacidad de hacer crecer fruta. Cuando se produce dos o tres veces sobre la misma rama, tanto el amarre de fruta como el calibre pueden dificultarse. Es en ese sentido que el uso de reguladores me complica, porque mantienen ramas por mucho tiempo, con una alta carga de uso.
La primera utilidad de la poda es mantener el volumen asociado al distanciamiento, pero en segundo lugar debe generar una cierta renovación para ir matizando entre ramas que ya produjeron hasta dos o tres veces, con ramas frescas. Esa amalgama va generando una situación de menor presión respecto de un año en que todas las ramas tienen fruta y al año siguiente, al no tener renuevo, verse obligado a cargar sobre lo que ya produjo. Demos disponer de un material vegetal de calidad. Que el palto, por su capacidad intrínseca de crecimiento vegetativo, es capaz de aportar. En mejores climas que el nuestro, se logra hacer un recambio constante ya que todos los años se puede sacar incluso más del 30%. En las condiciones de Chile debemos pensar en el 30%, pero cada dos años, porque tenemos que sacarle el jugo al brote.
– ¿Con esa estrategia se estaría apuntando a obtener un buen promedio productivo, no así a grandes producciones?
– Con la estrategia del cambio de ramas, en las condiciones de Chile, puede que se esté apuntando a 16.000 o 17.000 kilos/ha. En Chile no nos podemos dar el lujo de todos los años cambiarlo todo. Creo que lo razonable sería cambiar las ramas cada dos años, para darle dos temporadas a cada una, de modo de apuntar a las producciones antes señaladas. Es cierto que algunos productores piensan en 20.000 kilos y más en huertos de alta densidad, pero, para llegar a eso, primero hay que estudiar fenómenos que tienen que ver con la floración y la cuaja. Creo que es el primer escalón para llegar a grandes producciones, de las que sí hay algunos ejemplos.
ÓVULOS QUE PUEDAN CUAJAR INCLUSO CON FRÍO
Según el experto, la idea del remplazo de ramas debe ser permanente porque el problema de la cuaja está muy relacionado a la potencialidad de la madera. “La calidad de la madera se traduce en calidad de flores y dentro de las flores, en calidad de ovarios, que es lo que más nos interesa, de modo de que los óvulos puedan cuajar incluso con frío. Creo que el gran problema que tenemos con árboles intrínsecamente débiles es que las estructuras florales no son las mejores o no son las más potentes para hacer frente a un problema que ya es constante, como son las bajas temperaturas durante parte importante de las primaveras”, señala Cautín.
El especialista indica que el particular contexto productivo de Chile obliga a estudiar formas para desplazar la floración hacia más tarde en el año y estima que una alternativa es podar más tarde en la temporada, de modo que los nuevos crecimientos maduren más tarde y así mismo rematen más tarde.
En paralelo el investigador propone reevaluar las variedades polinizantes que utilizamos o los manejos de esos polinizantes, que es un aspecto, dice, que ya están estudiando. “Al parecer, cuando a los polinizantes se les pide mucha fruta, su calidad de flor también se ve disminuida. Es así que tenemos también al ‘semental’ sometido a una carga de fruta innecesaria. En ese sentido tenemos que cambiar los paradigmas y buscar condiciones que favorezcan en mayor grado la cuaja y el amarre de la fruta en Hass”, enfatiza el doctor Ricardo Cautín.
CONSIDERACIONES DE MANEJO SOBRE PORTAINJERTOS CLONALES
– ¿Qué papel juegan y cómo se maneja a nivel de poda Hass sobre portainjertos clonales?
– La primera consideración con un clonal es que debe ser bien elegido, aunque todavía no tenemos muchas alternativas disponibles. Hoy es frecuente escuchar que Dusa es un portainjerto de mucho vigor y de muy buena adaptación a suelos pesados a medios, pero, y aunque está reportado que tolera sales, me ha tocado ver que no se comporta muy bien en zonas con aguas salinas (Maipo bajo). Creo que se sobre estima la resistencia de ese material. En las mismas condiciones he visto huertos sobre portainjerto antillano de semilla están con menos dificultad. No digo que Dusa no tiene opción ante las sales, digo que los antillanos tienen más opción. Dicho esto, el gran aporte de un buen portainjerto clonal es su uniformidad y la mayor capacidad de crecimiento que aporta. O sea, es mucho más vigoroso. Si para alguien el desarrollo de copa es un problema, en el clonal vería más problemas. Pero hay que pensar distinto, hay que ver en ese mayor vigor la posibilidad de poder hacer renuevos con mucha más facilidad. Entonces, más que un problema es una gran ventaja para resolver la necesidad de trabajar siempre con madera más joven. Es una mayor oferta de flores de calidad.
– ¿La uniformidad también facilita la tarea del podador o no?
– Un clonal bien elegido mejora todo. Porque de estar mal elegidos los clonales son todos iguales y si se enferma uno se van a enfermar todos. Es una decisión importante y la pregunta es, ¿tengo las condiciones para que este clonal en particular exprese todo su potencial? Dusa ha sido exitoso porque cuando se lo utiliza en las condiciones para las que está descrito, funciona a las mil maravillas, pero no hace milagros. Eso lleva a pensar que necesitamos una mayor oferta porque tenemos distintas situaciones con distintas condiciones o limitantes. La industria debería apoyar la incorporación de otros materiales para tener una oferta más variada.
EVOLUCIÓN DEL PALTO EN CHILE Y LA TENDENCIA A MAYORES DENSIDADES
Ricardo Cautín – En Chile el cultivo se manejaba en base a la experiencia de otros países y respetando la naturaleza de la especie, la que tiene como característica una capacidad de crecimiento muy intensa, más aún ante condiciones óptimas de entorno natural o de manejo. En consecuencia, al ser árboles de gran envergadura, se los plantaba muy distanciados para evitar, entre otros, futuros problemas de iluminación. Así aparecen los esquemas de 10 x 10 o 12 x 12. Incluso, por medio de raleo de plantas, hubo huertos en que los árboles llegaron a quedar a 17 x 17. Eran árboles enormes.
– Ante las complicaciones para los diferentes manejos, principalmente la cosecha, comenzaron las preocupaciones por la productividad, por la sanidad y la necesidad de pulverizar, etc. Esas moles tenían acentuado el problema de grandes cosechas algunos años y muy pequeñas los años siguientes. Los ciclos alternantes se marcaban mucho más en árboles tan grandes. En eso incidía el alto costo energético de mantener esa tremenda planta, sumado al costo energético de la fruta que producían. Esto se traducía en un gran descaso a la siguiente temporada, luego de tanto desgaste.
– Es así como se comienza a pensar en trabajar con árboles de menor tamaño. En los 80’ se desarrolla la idea de plantar los árboles a menor distancia para luego eliminar plantas en la medida en que se van molestando, incluso llegando igualmente a marcos extremos como los que ya mencionamos, pero en el intertanto haciendo un uso mucho más racional de los recursos disponible tales como suelo, clima y agua. Era un sistema más racional, pese a que de todas maneras se iba a llegar a árboles muy grandes.
– Por esto, a principios de los 80’ se observa un giro a marcos de 6 x 6. Era un clásico las 270 plantas por hectárea, pero sabiendo que con el tiempo se enfrentaría el problema del emboscamiento. La lógica era ralear diagonales, pero era una solución que no terminaba con el problema, sino que lo postergaba.
– En el contexto de los 6 x 6, nació la idea de probar qué pasaba si se removían algunas ramas. Recuerdo que el año 88’ se me ocurrió quitar unas ramas en un 6 x 6 que estaba totalmente cruzado, lo compartí con mi profesor y me manifestó que estaba loco, que cómo se me ocurría, que eso no se hacía. Fue un intento por reiluminar más que buscar ventajas en la renovación de las ramas. En otras zonas productoras del mundo, en paralelo, incluso se comienzan a probar podas mecánicas para tratar de mantener a raya a este árbol tan grande.
Desde mediados de los años 80’ comienza a declararse la necesidad de trabajar con más densidad y aparece el problema del emboscamiento temprano y la necesidad de controlar las copas para poder mantener esos esquemas. Eso se va intensificando hacia el año 2000, cuando pasamos de los 270 a las 500 u 800 plantas por hectárea, para llegar a densidades de 1.200 plantas/ha en huertos de alta densidad convencionales; pero en situaciones más experimentales, se trabaja con muchísimo más densidad. Estrategias que se soportan en el uso intensivo de reguladores de crecimiento.