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Huanglongbing (HLB)

El plan de Chile para blindarse ante la enfermedad que arrasa a los cítricos en el mundo

Un cambio drástico. Eso supondría para los viveros de cítricos la entrada de Diaphorina citri en el país, ya que deberían asumir millonarias inversiones para transformar la actual infraestructura en una que les asegure el suministro de plantas sanas. Pero eso no es todo, ya que los productores deberán ajustar los manejos en campos para mantener a raya la enfermedad.

20 de Marzo 2019 Equipo Redagrícola
El plan de Chile para blindarse ante la enfermedad que arrasa a los cítricos en el mundo

Estructuras de policarbonato y recubierta reemplazarían a las naves de plástico para impedir el ingreso de D.citri al vivero.
La instalación de aparatos de aire forzado impide el ingreso de D.citri a los viveros.
El vivero debiera tener una separación entre naves, cada una de ellas, con una puerta independiente.
El traslado de plantas se debe hacer en camión sellado, y desde la misma puerta del invernadero.

A raíz de la presencia de D. citri en países vecinos, la alerta en Chile se dio en noviembre pasado, en el seminario organizado por el Comité de Cítricos, donde se dieron a conocer cuáles son las medidas que se debiesen tomar, primero, en lo relacionado a los viveros y, luego, a los manejos que se deben realizar en campo.

Para la Dra. Johanna Mártiz, investigadora de la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC), la primera línea de contención son los viveros, ya que deberán propagar solo material vegetal limpio. “Ahí tenemos un gran desafío ya que no tenemos un programa de certificación. Se supone que nuestra citricultura está basada en plantaciones con material limpio, pero es algo que no se puede asegurar en un 100%, porque no está certificado”, sostiene.

Y ese es un tema crucial. Sin embargo, los productores no veían al HLB como una amenaza para la industria citrícola del país y, como se trataba de una citricultura mayormente limpia, no se valoró ese material. “Además, significaba un costo adicional por planta, se consideró que no había razón para asumirlo y se optó por plantar planta corriente. Pero hoy, cuando estamos ante un nuevo problema, levantar este programa de certificación no es cosa de dos o tres años, sino de seis años al menos”, advierte la investigadora.

LOS VIVEROS DEBERÁN SER HERMÉTICOS

Si la industria asume que se parte con material limpio, pero la enfermedad entra a Chile, se necesita contar solo con viveros que puedan proveer de material certificado y que cuenten con la infraestructura necesaria de resguardo. Es decir, ello implicará un cambio drástico ya que, por ejemplo, los viveros deberán ser herméticos e incluir un mayor nivel tecnológico del que tienen hoy en día. La especialista de la PUC explica que las naves de plástico que hoy se usan en los viveros del país deberán desaparecer, ya que no podrá haber ningún punto vulnerable por el cual pueda ingresar el psílido. Para ello, se debiera usar una estructura de policarbonato, recubierta de una malla especial que impida el ingreso de D. citri.

El mejor ejemplo de cómo se ha manejado la situación es lo que ha hecho California donde, por ley, todos los viveros deben contar con una infraestructura de resguardo. Sin embargo, ello implica inversiones millonarias, porque “se trata de una infraestructura completamente distinta a la que se conoce y trabaja hoy en día en el país”, advierte la experta. “Son invernaderos de última generación, completamente sellados, que incluyen mecanismos de ventilación de aire forzado, suelo pavimentado, doble puerta de entrada y puertas de separación entre las naves”, añade. Y esto último tiene una explicación: si se contamina un área del vivero, este debe tener la capacidad de sellar completamente las que siguen, de lo contrario se debe eliminar toda la producción. La legislación en California es clara al respecto. Si se produce una rotura en una nave, toda la producción que está dentro debe pasar a cuarentena y, si se encuentra el psílido, todo se debe eliminar.

Otro tema es el despacho de las plantas desde el vivero, donde los camiones deben llegar hasta la misma puerta del vivero, tal como se hace en empresas de logística, evitando así cualquier espacio por donde pueda entrar D. citri. “Los viveristas y productores no se pueden exponer a que en el viaje se contaminen las plantas, ya que se debe dejar el producto limpio en el campo”, precisa Mártiz.

Además, los viveros deben cambiar la tecnología de aclimatación de las plantas, que hoy se realiza en un patio o sombreadero. “Eso ya no se podrá hacer así, sino que se realizará dentro de la estructura”, cuenta la investigadora de la PUC.

– ¿Qué implica todo eso?

– La planta será mucho más susceptible al daño por radiación. En Chile, a diferencia de otros países, tenemos una radiación altísima y si yo saco una planta del invernadero y la llevo directo a campo, esta se estresa muchísimo por la radiación y la temperatura, más aun si no tiene el riego adecuado, por lo que perdemos crecimiento y hasta puede haber muerte de plantas. Por lo tanto debemos buscar sistemas de acondicionamiento mucho más rápidos y eficientes.

– ¿Existen?

– Estamos trabajando en eso, en base a protectores solares (caolinita), que permiten que la planta que sale al campo no tenga problemas de aclimatación. En California se usan y funcionan. Aquí en Chile los estamos usando recién y hemos visto buenos resultados, pero aun no tenemos los números.

La aclimatación de las plantas ya no se hará en un patio o sombradero, sino en el interior de las naves. Para no tener problemas con la radiación, se han hecho trabajos protectores solares, como caolinita.
Plantación en California, bajo malla.

– En California, antes de tener la presencia de D. citri, ¿los viveros funcionaban como hoy?

– No, cuando entró D. citri tuvieron que cambiar. En California los viveros son más grandes y las inversiones fueron millonarias. Si llega a Chile, se deberá invertir entre US$300.000 y US$ 1 millón que, a muchos viveros les costará asumir. Además, eso repercutirá en el precio de la planta.

– Poniéndonos en el caso de que el psílido entró al país, pero los viveros no pueden o no quieren asumir esa inversión, ¿qué pasaría?

– Creo que la única manera de que se haga es con una ley. La primera vez fallamos porque la certificación no fue ley. En segundo lugar, tendría que existir un tipo de subsidio, porque no sé si los viveros podrán asumir esa inversión. Será un tema lento, en el cual los productores tendrán que asumir que las plantas tendrán un mayor precio. Si no partimos así, la industria en un par de años estará completamente contaminada, porque esta plaga se disemina rápidamente.

– Pero, habrá quienes digan que la citricultura chilena es pequeña, comparada con otros frutales.

– Sí, lo es en superficie. Pero en términos de rentabilidad y retornos para el país estamos en muy buena posición, con un muy buen posicionamiento en mercados internacionales. Lo que le reporta a un agricultor en retorno es mucho más alto que otros frutales. Estamos dentro de los ‘top cinco’. La mandarina y el limón bien manejados y produciendo fruta de calidad son cultivos muy rentables que, en algunos casos, han llegado a igualar la rentabilidad del cerezo. Además, son fuente de trabajo para muchas personas. Un ejemplo claro de la relevancia de estos cultivos se puede ver hoy en la cuarta región, donde se está haciendo recambio de vides de mesa por mandarinas. En ningún caso se debiera abandonar la citricultura.

SIN MANEJO, EN DOS AÑOS UN CAMPO ESTÁ PERDIDO

En el caso de que el psílido haya entrado al país y la enfermedad ya esté presente en los campos, los productores deben asumir que se deben incorporar una serie de manejos diferentes a los que se realizan hoy. Si eso no se hace, tomando la experiencia de otros países que sí tienen la enfermedad, en solo dos años un campo debiese estar contaminado y no hay nada que hacer, porque una vez que la planta se ha contagiado, tiene sus días contados.

Las pérdidas productivas van desde un 20 a un 100%, pero existen tratamientos que actúan como posibles medidas de mitigación. “Investigaciones hechas en Florida establecieron que esta bacteria ataca fuertemente la raíz, taponeando los vasos conductores a nivel de floema, disminuyendo la masa radicular, lo que posteriormente repercute en la parte aérea. En Florida el sistema de producción de cítricos es más extensivo y, en general, se trabaja poco a nivel de raíz. En Chile sí hacemos mucho trabajo de la raíz y creo que eso será una de las claves para sobrellevar la enfermedad”.

 

El uso de mallas, una inversión (en algunos casos) necesaria

La dispersión del psílido en algunos casos suele ser tan rápida, que la contención con insecticidas no es suficiente. En estos casos la forma de evitar la diseminación de la enfermedad es enmallando la plantación. En Florida ya se han hecho pruebas de enmallado en mandarinos para evitar la contaminación de las plantas. “Les ha funcionado bastante bien. La estructura va desde US$10.000/ha hasta US$12.000/ha. El tema es que no hay información validada del comportamiento de plantaciones de distintas especies de cítricos bajo malla para nuestras condiciones. Esa malla tiene un hilado más fino y puede causar un ambiente de crecimiento más tropical para el cultivo. Todo eso hay que cuantificarlo, por lo que ya presentamos un proyecto para poder evaluarlo”.

– En concreto, ¿qué están haciendo hoy?

– Estamos trabajando en tres aspectos: mejorar estructura de suelo para darle una condición adecuada a la raíz para que esta crezca bien, estimulación de crecimiento radicular y eficiencia de riego. Tenemos varios años trabajando con ácidos húmicos y bioestimulantes, ya sea de forma independiente o en conjunto, con muy buenos resultados. Todo de la mano de un buen riego. En esto no hay una receta, ya que la forma de regar (cantidad de agua, frecuencia, etc.) depende de muchos factores, como especie y variedad, el tipo de suelo y clima, entre otros. Lo más importante y, que nunca debemos perder de vista, es que la raíz crece y funciona bien en la medida que hay oxígeno en el suelo. El agua será vital para el crecimiento, desarrollo y productividad, pero no habrá consumo de agua por parte de la planta si no hay raíces ni oxígeno. Hoy los productores se han dado cuenta que regando de forma eficiente la planta funciona mejor.

– ¿Y qué sucede a nivel aéreo?

– Ahí las plantas pierden vigor y se debilitan, es decir, baja la productividad y calidad de la fruta. Incluso, cuando la enfermedad está más desarrollada, la fruta se deforma y enverdece. Para mejorar la condición de vigor y, por lo tanto, mejorar el funcionamiento de las hojas, de la fotosíntesis y de la reducción de estrés, nuevamente los bioestimulantes son una muy buena herramienta. Ya sabemos cuándo aplicarlos y esos estudios están a disposición de la industria. Sin embargo, hoy estamos en una fase en la que trabajamos en forma más específica las dosis y el tipo de bioestimulante para cada condición. Existe una amplia variedad en el mercado y con composiciones diversas, variando la forma de acción en las plantas. Otra herramienta fundamental es la poda. Al podar hay renovación de madera y podemos hacer que el árbol se vigorice y responda de mejor manera. No se debe tener miedo a podar, por el contrario, debe ser un manejo habitual en el campo, porque los cítricos responden muy bien a la poda. Por último, y sin ser menos importante, un buen programa de fertilización, sin excesos. Actualmente, hay tendencias de hacer producir las plantas con grandes cantidades de fertilizantes, sobre todo nitrógeno. Se mejora el vigor, en algunos casos en forma excesiva, pero con un claro deterioro de la condición de la fruta. En presencia del HLB hay que considerar que hay un taponamiento de vasos floemáticos y una fuerte reducción de la tasa fotosintética, por lo que excesos de fertilizantes solo contribuirán a empeorar la condición de la planta, ya que pueden causar intoxicación. Todos esos buenos manejos, si se hacen en conjunto, pueden prolongar la vida del árbol, su producción y hacerlo más llevadero en el tiempo.

– ¿Cuánto se puede prolongar la vida del árbol?

– No estaremos al 100%, pero tampoco al 50% como están en Florida. Podremos estar al 75%, que es mucho mejor. Según lo que he visto en otros países, cómo se ha desarrollado la enfermedad, su ataque y qué se ha hecho al respecto, puedo decir que Chile está en muy bien pie tecnológico para manejar los árboles. No estoy diciendo que los productores se deben relajar, sino más bien seguir trabajando e implementando tecnología.

– Si no hacen los manejos que has mencionado, ¿qué vida puede tener un huerto contaminado?

– Desde dos a siete años, pero estará en muy malas condiciones. Si no tenemos calidad de fruta, no hay nada que hacer. Por ejemplo, en Florida se estima que cerca del 50% de los árboles se murió y lo que queda está a ‘media máquina’

– ¿Qué se debe hacer si se muere un árbol?

– Cortarlo y eliminarlo para evitar diseminación. La eliminación de un árbol con HLB no significa cortar y chipear la madera, se debe llevar a un lugar aislado y enterrar, hacerlo desaparecer por completo, ya que es una fuente de contaminación. Si se va a replantar se debe hacer obviamente con una planta libre de HLB. El tema es que cuando se hace un replante en medio de un huerto es muy complicado, porque hay que podar los árboles de los lados, hay que regar de otra forma el que está creciendo… Ese es un aspecto importante. 


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