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La Calera y Agrícola Don Ricardo

El imparable motor detrás de la mandarina

Tras campañas poco atractivas productivamente y comercialmente hablando, se podría pensar que los productores citrícolas dejarían de pisar el acelerador y, con ello, paralizar la instalación de nuevas superficies de mandarinas en la costa peruana. Sin embargo, eso no ha ocurrido, ya que sigue la apuesta por la producción de cítricos de calidad, siempre respondiendo a las necesidades de los mercados internacionales, sin descuidar a los consumidores locales.

18 de Febrero 2020 Equipo Redagrícola
El imparable motor detrás de la mandarina

Marienella Ortiz

¿Qué desea el consumidor de una mandarina? En un escenario en que la competencia crece entre países y entre propios productores locales, la respuesta es simple: una fruta que tenga alto grado de acidez, un dulzor de moderado a alto y que venga envuelta en una cáscara casi perfecta, de un color naranja algo intenso. Sin embargo, el productor sabe de antemano que lograr esos indicadores de calidad no son tan fáciles, que cuesta un grado de disciplina a la hora de fijar planes sanitarios, de nutrición y riego. Ese trabajo no es de uno o dos años, sino que cuesta muchas campañas de aprendizaje, como lo dejan en claro los responsables del Grupo La Calera y Agrícola Don Ricardo en esta nota.

MANEJO. Las nuevas instalaciones se están sembrando a una densidad más baja, para permitir la mecanización de algunas labores y así reducir el número de mano de obra que cada vez es más escasa.

Además de calidad, otro trabajo que viene desarrollando el sector es extender su calendario de provisión de mandarinas al mundo, con variedades tempraneras que arrancan a fines de febrero y con las tardías que terminan de embarcarse a fines de septiembre. “El cliente quiere fruta siempre. Por eso, si bien la W. Murcott es la reina de las mandarinas, se sigue insistiendo con otras variedades que pueden ser menos productivas, pero que extienden el calendario comercial”, comenta Carlos Coloma, administrador de Agroindustrias Casablanca del grupo La Calera, uno de los mayores exportadores de mandarinas del país.

La firma siguen creciendo en volúmenes exportados en los últimos años, gracias a la instalación de nueva superficie, pese a que los precios en promedio en los mercados no han sido los mejores. A nivel local, el grupo La Calera es hoy el productor más grande del mercado, manejando fundos en Chincha y Pisco, a través de Agroindustrias Casablanca y en Ica y Nasca, a través de Procesadora Larán (Prolan), desde donde abastecen a los principales mercados con fruta durante casi nueve meses. Allí donde destacan variedades como W. Murcott y Orri y las satsumas Okitsu, Iwasaki y Owari.

COLOR. Mientras que en Chincha, el color es un factor difícil de lograr en la W. Murcott, lo mismo no ocurriría en los valles de Ica, donde hay más diferencial térmico.

“En la variedad que venimos creciendo es, indudablemente, en la W. Murcott, que significan un aproximado de 400 ha sembradas. Esta es una variedad de buen color, sin semilla y que produce bastante bien en Chincha. Además tiene un buen mercado. Es una variedad no tan complicada para hacerla producir”, refiere Carlos Coloma. También dice que la W. Murcott es relativamente nueva para la firma si se toma en cuenta que en el fundo La Calera hay árboles de satsuma que tienen 35 años. “Bien tratadas, con buena fertilización, los árboles de estas satsumas te pueden durar hasta 50 años. El que tenemos es uno de los campos más antiguos del sur del país. En el norte hay otros más antiguos, que debieran tener 40 años, me refiero a los plantados por la familia Fukuda, pioneros en mandarinas en el Perú”.

En el caso de la clementina, comenta que no cuentan con muchas hectáreas, porque no logra tomar buen color en Chincha, al menos no como se logra en Chile. “Es un poco complicada porque es propensa a problemas sanitarios. Salvo en Ica o Arequipa, no hay mucha producción en la costa peruana. Igual rinde algo y además hay una ventana comercial en abril y mayo, donde no hay mucha fruta en el hemisferio norte”, menciona.

VARIEDADES. Si bien la W. Murcott es la reina de las mandarinas, se sigue insistiendo con otras variedad para intentar extender la ventana comercial que hoy llega hasta los 9 meses del año.

EXPERIENCIA RECIENTE EN MANDARINAS

En el caso de Agrícola Don Ricardo, un gran exportador de uva de mesa, su experiencia con cítricos es más reciente. Tras comprar en 2011 el fundo Casa Chica, en Villacurí, Ica, donde había 300 ha de espárragos, naranjas y tangelos; hoy se han sumado mandarinas como W. Murcott, Tango y Orri; además de naranjas Washington Navel y Lane Late. “Hemos hecho una reconversión de las variedades, pues teníamos como 60 ha de tangelo que se han sacado en su totalidad, porque no era un negocio rentable, ya que no eran lo suficientemente productivos”, explica Renzo Lazo, gerente de campo de Casa Chica. En ese proceso de reconversión, el año pasado instalaron 70 ha nuevas de W. Murcott y de Tango y para este año el plan es sembrar otras 60 ha de W. Murcott.

En el caso de la Orri, una variedad patentada y que tiene de instalada cinco años, Lazo comenta que en el fundo no se ha logrado sacarle kilos, como sí ha ocurrido con W. Murcott o la Tango. Es una variedad que está en evaluación, y de ello dependerá si continúan o no con el cultivo. La mayor ventaja que tiene, según menciona, es que es una fruta con un nicho comercial que paga bien. “Esta mandarina tiene un sabor único, es deliciosa, que se cosecha con 14 a 15 grados Brix, mientras que el resto se recoge entre 10 y 12”, explica.

Como Villacurí tiene un clima demasiado seco, dice que han preferido no sembrar ni clementinas ni satsumas. “Según el ingeniero Klaus Bederski, fundador de Vivero Topará, quien ya hizo pruebas en el fundo Casa Chica, aquí esas variedades no funcionan. Por un tema de clima y fisiología, la satsuma sale manchada, así que no insistiremos con esta variedad en la zona”, refiere Lazo.

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CRECER PERO CON FRUTA DE CALIDAD

¿Por qué seguir creciendo en hectáreas si los precios han venido cayendo en los últimos años? “La demanda por productos sanos y naturales va a ser cada vez mayor y si llegamos a tener buena calidad, como los mercados lo exigen, todavía hay espacio para seguir creciendo con la mandarina. Sin embargo, es indispensable, para ello, tener una buena calidad de fruta, interna y externa”, afirma Carlos Coloma.

MANEJO INTEGRADO. El grupo La Calera cuenta con un laboratorio de producción de trichodermas de 800 metros cuadrados. La expectativa es de una producción de 2 toneladas a la semana.

El compromiso es siempre mejorar los indicadores de grados Brix, acidez y color, pese a que Chincha no es el sitio ideal para lograr un buen color, porque no se cuenta con picos de frío y además es propicia al ataque de hongos por la humedad; sin embargo, el representante de La Calera dice que todo ello se puede manejar y que seguirán creciendo en superficie, al menos durante los próximos dos años. “La idea no es crecer por crecer, sino tener las variedades que el mercado demanda, manteniendo la calidad. Esto nos lleva a seguir creciendo y consolidando nuestra operación”, precisa.

Renzo Lazo coincide en que si una empresa realmente quiere competir deberá centrarse en la calidad del producto y así no tener problemas con los precios en el mercado internacional. “Lo que vemos es que cada año hemos ido mejorando, entonces, decidimos seguir apostando por los cítricos”, comenta.

En promedio, un 70 a 75% de la producción de mandarinas en Casa Chica tuvo el estándar de exportación, con algunos picos de hasta 85%, en la campaña del 2019. “Hemos tenido muy buena producción y calidad gracias a que el clima fue muy favorable”, agrega.

Por su parte, Coloma recuerda que en la campaña del 2017 tuvieron mucho manchado de fruta, entonces, la producción exportable cayó hasta 30% en promedio y, en el caso particular de la W. Murcott, cayó a 40%. En general, el porcentaje exportable depende de la variedad y cómo van solucionando los problemas que se presentan. “En clementinas, por ejemplo, se manejaba un porcentaje de exportación muy pobre, pero está mejorando en la medida que se está encontrando soluciones efectivas al ataque de los hongos, que es el principal problema”, comenta. En la campaña 2019 se han manejado promedios de 60 a 70% de la producción. Suponen que no se bajará de ese porcentaje, porque se ha mejorado el control sanitario de los campos con la reciente ampliación del laboratorio de control biológico de la empresa.

Algunas diferencias entre Chincha e Ica

Carlos Coloma explica que el valle de Chincha empezó su historia citrícola hace muchos años atrás con la producción y exportación de naranjas, debido a que el clima era propicio para su desarrollo. Seguidamente, vino el recambio de naranjas por mandarinas. Entonces, se fueron detectando algunos problemas con el manejo de las nuevas variedades de mandarinas. Por ejemplo, explica que W. Murcott le cuesta mucho tomar color en Chincha, por lo que debe permanecer en el árbol más tiempo que el resto de variedades. Lo contrario ocurriría con Ica, donde el diferencial térmico provoca que la fruta culmine su etapa con un color deseado para la exportación.

“No tenemos un clima como el de Chile, que en junio o julio tiene 4 o 5ºC, entonces, la fruta sale ‘rojita’. Por un tema de color, la W. Murcott le va mejor en tierras de Pisco e Ica. En la irrigación Santa Rosa (Norte de Lima), que tiene un clima un poco más de sierra, la fruta también toma más color”, comenta Carlos Coloma. Seguidamente, agrega que no tienen una receta mágica para que la W. Murcott tenga un mejor color. “Hacemos varias cosas. Por ejemplo, se baja el riego para aumentar los grados Brix. También estamos pendientes de una buena fertilización. Debe haber un buen equilibrio entre el fósforo y el potasio. Igualmente, si tienes mucho nitrógeno no vas a tener buen color”, relata.

Otra diferencia entre estos dos valles es el uso de patrones que tiene que ver con las diferencias de suelo. En el caso de Chincha se ha optado por el patrón C22 y citrumelo para la W. Murcott, mientras que en Ica por el Cleopatra. Coloma comenta que en algún momento intentaron instalar mandarinas con el patrón Cleopatra, pero no fueron compatibles porque ambas eran vigorosas

SE SIGUEN EXPANDIENDO EN LOS MERCADOS

EEUU, Inglaterra y Europa son sin duda los principales mercados de destino de la mandarina. Sin embargo, se van buscando nuevas opciones e, incluso, nuevas presentaciones para seguir compitiendo en el mundo. La Calera y algunas empresas de Chincha ha encontrado una ventana comercial de dos o tres semanas en China para mandar la W. Murcott verde. Esta es una fruta que madura en el árbol, no se puede modificar su color en poscosecha, como sí ocurre con las satsumas. Entonces, enviar fruta que se cosecha más temprano resulta rentable para la empresa productora.

Debido a que en Ica no se tiene problemas de color con la W. Murcott, porque cuentan con un mayor diferencial térmico, Agrícola Don Ricardo proyecta, en tanto, hacer este año sus primeros envíos a China, pero con fruta “full color”, es decir, ya madura.

En el caso de las satsumas, Coloma cuenta que está siendo reemplazada por otras variedades nuevas, debido a que su sabor no es lo que buscan los consumidores. Sin embargo, se mantendrá en la oferta productiva porque hay mercado para esta variedad, en especial, el mercado de Inglaterra.“En los primeros meses de verano, la satsuma suele quedarse en el mercado local, para luego empezarse la exportación de la fruta. A finales de febrero o inicio de marzo, se comienza a exportar a Reino Unido”, refiere. Además, tendrán este año sus primeros envíos a Japón, país que abrió su mercado a nivel sanitario desde el 2019, a esta variedad de mandarina. Por lo pronto, llegarán con la satsuma Owari. En general, Carlos Coloma comenta que otros mercados que están siendo atractivos para el cítrico son Chile, Costa Rica, Colombia y Japón.

EXPECTATIVAS PARA EL 2020

En cuanto a la campaña 2020, ambas empresas consideran que les ira igual que la anterior. Al tratarse de una planta con una alternancia productiva, La Calera entra en esta campaña en un año ON, aunque los responsables de los campso trabajan para que no exista mucha diferencia en los volúmenes producidos entre un año y otro.

Carlos Coloma, administrador de Agroindustrias Casablanca del grupo La Calera,

“Algunas variedades son muy alternantes, pero se evita que haya mucha diferencia de producción entre año y año. El 2019 fue un año en que no hubo tanta fruta, pero sí se alcanzó una muy buena calidad. Si bien en esta campaña habrá mucha fruta, esperamos mantener la misma calidad”, refiere. En cuanto a productividad por planta, comenta que en el caso de la W. Murcott se alcanzan las 60 a 70 toneladas/ha. Por su parte, Lazo confirma que en Agrícola Don Ricardo el objetivo también pasa por evitar una gran alternancia entre año y año.“El árbol se desgasta si le dejas mucha fruta y, entonces, para la siguiente campaña sacas mucha menos fruta; es un círculo vicioso de sube y baja. Por ejemplo, algunos dicen que pueden sacar hasta 80 toneladas/ha, pero ese mismo árbol producirá en la siguiente campaña solo 40 toneladas/ha. Nosotros tratamos de producir todos los años un volumen entre 40 y 50 toneladas/ha, para que no haya tanta diferencia en nuestra producción”, expone. Adicionalmente, comenta que este año ingresará en su fase comercial 30 ha nuevas de Tango.

Renzo Lazo, gerente de campo de Casa Chica.

ALTERNATIVAS RENTABLES AL DESCARTE

La fruta que finalmente no se puede exportar por temas de calidad interna o externa suele quedarse en el mercado interno para su venta. Debido a que, en los últimos años, ha crecido la exportación de cítricos, también lo ha hecho el volumen de fruta de descarte. Por tal motivo, los precios han descendido en los mercados locales.

En el caso del grupo La Calera, ha establecido una asociación con Dole, para exportar los gajos de la mandarina en envases con almíbar de diferentes tamaños con destino al mercado de EE UU. Carlos Coloma comenta que se trata de un volumen significativo (entre el 20% y 30%) del descarte de su producción. Agrega que ese porcentaje va creciendo año a año. “Es un volumen importante el que enviamos a EE UU y con eso ayudamos a no saturar el mercado interno”, comenta.

Jhonathan Tasayco Castilla, encargado de laboratorio de control biológico del grupo La Calera.

Por su parte, Don Ricardo tiene licenciada la marca Huando para la naranja Washington Navel, que es muy reconocida y apreciada por los consumidores peruanos. Las naranjas Huando dejaron de producirse hace unas cuantas décadas a gran escala en Huaral, tras los severos ataques del ‘virus de la tristeza’. Por eso, la producción de esta variedad de naranja se da solo en el sur, en este caso, en Ica, y con esta marca esperan obtener mejores precios en el mercado interno.

 

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