Eficiencia, esa es la clave
La última temporada de lluvias proporcionó un gran volumen de agua al río Ica que ayudó en la recarga natural y en la inyección artificial de agua en los acuíferos de la zona. Este proceso que estuvo a cargo de la Junta de Usuarios de Agua Subterránea del Valle de Ica (Juasvi) ha traído algo de tranquilidad a los agroexportadores sobre la provisión de agua para la actual y siguiente campaña, pero aún no resulta la salida certera que les permita seguir con inversiones en campo, hoy estancadas por la escasez hídrica. Actualmente, no hay nuevos proyectos grandes de cultivos y las áreas de espárragos se han suplantado por la uva de mesa o la granada, que demandan menos provisión del recurso hídrico.
Profundas cavidades de tierra abandonadas, tras largos años de ser utilizadas para la elaboración de adobes, se han convertido desde hace seis años en pozas de infiltración de agua para el valle de Ica. A estas se han ido sumando pozos en terrenos adquiridos y pozas de mitigación que construyó el Estado frente a posibles inundaciones. Todas estas depresiones han permitido a la Juasvi realizar la infiltración de agua por inducción que ha mejorado el nivel del recurso de la napa freática del valle iqueño, como un camino para hacer frente a los problemas de disponibilidad de agua de la agricultura de exportación.
En el 2015 se logró infiltrar 6 millones de metros cúbicos, siendo la cifra más alentadora para los productores del valle. Al año siguiente, el volumen cayó a 2 millones de metros cúbicos, lo que nuevamente generó preocupación sobre el nivel de la napa freática, pues hablamos de la principal fuente disponible de agua, luego del abastecimiento superficial en periodos de avenida, que es regulado previo pago. Sin embargo, el incremento de lluvias en las zonas altas, debido al fenómeno de El Niño Costero, originó este año que transcurrieran por el río Ica 135 millones de m3/s, de los cuales cerca de 20 millones de m3 lograron ser infiltrados en las pozas gestionadas por la Juasvi. Este es una cifra récord que da cierta holgura a los poseedores de los pozos que tienen sus cultivos en Ica.
Alfredo Sotil, gerente técnico de la Juasvi, explica que el agua se traslada a las pozas de infiltración a través de los canales existentes que previamente han recibido mantenimiento para que tengan una mayor conductividad y el proceso de recarga sea rápido. Este año, se limpiaron 60 km de canales que sirven para alimentar las pozas de recarga. “El procedimiento es llenar de agua los pozos desde una altura adecuada para que empuje y favorezca la recarga inducida. Gracias a la presión hidráulica y de acuerdo a los parámetros de permeabilidad y de transmisibilidad del suelo, el agua se va infiltrando poco a poco”, explica. Se trata de pozas especiales porque se excava hasta encontrar el material adecuado (en especial, la grava) y eso suele ocurrir a una profundidad mínima de tres a cuatro metros. Muchas veces debe removerse el suelo para retirar la tierra que esta compactada y que puede taponar el ingreso del agua.
En total, cuentan con 300 ha potenciales para recarga, sobre todo, en terrenos de la denominada zona ‘roja’ o ‘crítica’, por los descensos marcados de los niveles freáticos, como son los distritos de Los Aquijes, Pueblo Nuevo y Tate. También están ubicados en las zonas de Parcona, La Tinguiña y San Juan, entre otros. En 2016, con el apoyo del Programa Subsectorial de Irrigación (PSI), adscrito al Minagri, se construyeron pozos de mitigación para temas de inundaciones que han sido, finalmente, convertidos a pozos de infiltración. Además, cuentan con pozos testigos a distancia de las de infiltración, para medir antes y después el nivel freático, existiendo zonas en que el agua ha podido subir hasta en 7 metros. “El agua es más dinámica en algunos lugares que otros. El beneficio es que este acuífero es como una taza, no escapa al mar, puedes guardar el agua para su posterior uso”, acota Sotil.
Actualmente, están coordinando con el gobierno regional para contar con pozas de recarga en lugares más altos, específicamente en la zona de Casa Blanca del distrito San José de Los Molinos, para que el agua discurra hacia el valle con dirección al mar. Actualmente, se concluyó con los estudios topográficos del sector y están trabajando el saneamiento de la propiedad. Otro camino de aprovechamiento del agua de avenida provendría del proyecto que ha elaborado el Juasvi de construir la prolongación del canal La Achirana, para que tenga salida al río Ica, lo que favorecía la recarga de los acuíferos. Actualmente, está en evaluación a cargo de la dirección de impacto ambiental de la Autoridad Nacional del Agua.
SE PODRÍAN RECARGAR AÚN MÁS LOS ACUÍFEROS
Si hablamos de que el agua del río Ica alcanzó este año un volumen de 135 millones de m3 que al final fueron al mar, entonces, para Axel Dourojeanni, consultor internacional peruano en el ámbito de la gestión del agua, no queda duda alguna de que existe un margen muy grande para aprovechar el agua superficial en la recarga de los acuíferos.
“La recarga de acuíferos que significa desviar el agua superficial se viene haciendo a pequeña escala. Se puede hacer mucho más en este tema. Para eso, hay que comprar más tierras y evaluar las mejores técnicas que permitan que la recarga sea más óptima. Cuando sacas agua del río en el momento de avenida, esta se viene con sedimento, así que tus pozos se llenan de tierra, para luego dejar de filtrar. No es sencillo, pero podemos mejorar las técnicas”, comenta.
Al respecto, Alfredo Sotil señala que el problema del sedimento se puede mejorar con un programa de manejo de la cuenca media y alta. “Como parte de esta idea de siembra y cosecha de agua, hay que sembrar bosques o construir zanjas de infiltración para que el agua no llegue con tantos sedimentos a las partes medias y bajas. Las juntas de riego solo ven el problema en su valle, cuando debemos mirar más arriba, como una cuenca. Esto beneficiará a la población que vive alrededor del río y hará que se reduzca fuertemente los presupuestos de mantenimiento del cauce”, comenta.
También comenta que lo que han logrado es eficiencia con el presupuesto escaso con el que cuentan. “Es verdad que existen más técnicas de infiltración, pero se recurren a las que tenemos a la mano y que son rápidas. El crecimiento del nivel del agua puede subir en pocas horas. Lo que se requeriría es construir pozos no de infiltración sino de explotación como actualmente existen para sacar agua en los fundos. El tema es que una perforación de ese tipo está alrededor de US$800 el metro lineal y hay que perforar 80 metros. Actualmente, hacer los pozos de infiltración solo significa hacer un hueco que equivale a 15,000 soles”, explica. En reemplazo, indica que se están conversando con los más de 400 socios de la junta para que desarrollen ellos mismos pozos de 7 metros de profundidad, porque es más permeable y tiene una mayor transmisibilidad, para ser administrados por Juasvi en el proceso de infiltración de agua.
Si bien ese es el camino, Dourojeanni considera que debe desarrollarse un programa más completo de recarga de acuíferos, lo que significa una labor conjunta con todos los actores involucrados, porque el agua de subsuelo tiene muchas ventajas para la producción agrícola en general: la calidad es mejor, no se evapora y se distribuye por todo el valle.
El experto incidió en el escaso uso de la tecnología para optimizar el uso del recurso hídrico.“Mientras por un lado tienes avances gigantescos tecnológicos, por el otro estás en una edad muy primitiva. Nosotros podemos inclusive visualizar cómo fluctúa la napa freática en todo el acuífero, tener gráficos que te van marcando las subidas y bajadas, podemos mapear perfectamente el acuífero con el uso de la tecnología”, refiere.
Adicionalmente, señala que con un programa de recarga de acuíferos sería necesario un mejor control de los pozos subterráneos que hoy funcionan como entes privados. Si bien existe una veda de nuevos pozos subterráneos para evitar la sobreexplotación hídrica, comenta que se siguen construyendo nuevos en la clandestinidad, siendo muy complicada la fiscalización por parte de las autoridades. “Pensemos en un acuífero, como si tuviéramos un vaso con jugo de donde muchos toman agua con diferente capacidad de absorción. El que chupa más rápido el agua es el que gana. Si va bajando el nivel, todos pierden porque va quedando un concho donde hay más arsénico, boro, entre otros elementos que no benefician al agro”, comenta.
El aumentar la eficiencia del uso del agua, es decir, producir más con menos agua, resulta menos complicado que una obra de ingeniería, puntualizó Dourojeanni.
LA NECESIDAD DE ESTABLECER UNA CONTABILIDAD HÍDRICA
La contabilidad hídrica de los acuíferos no resultaría una tarea complicada, según el experto. Para ello, se necesitarán los recursos financieros para contar con un sistema de control y con los expertos necesarios que realicen esa labor. Para ello, propone colocar en todos los pozos un sistema de medición volumétrica, de tal forma que se pueda conocer en tiempo real cuánta agua se está sacando en todo momento y en todo lugar. Igualmente, se podría contar con información de cuánta agua hay en el río y los niveles de contaminación. Previamente, será necesario un acuerdo entre productores de exportación y las autoridades involucradas.
Con la contabilidad hídrica se podrá saber cuándo frenar la explotación en el caso de ocurrir una baja de la napa freática o dónde debes frenar el bombeo de ser el caso. Eso es más eficiente que seguir profundizando más los pozos, lo que significa un costo elevado para los productores, bajo el riesgo de bajar el nivel freático.
Actualmente, los productores iqueños cuentan con cuatro meses de lluvia y tres meses más de agua del sistema regulado. El resto del año deben proveerse de agua subterránea. Esta restricción de agua ha ocasionado que muchos productores no dispongan de todos sus terrenos para producir. Incluso algunos han visto mermada su productividad debido a que la reducción del nivel de la napa freático significa más presencia de sales en el agua. Por ejemplo, Carlos Guillen, jefe de producción de Proagro, refiere que tienen problemas de agua de salmuera, por lo que tienen fundos donde el rendimiento de la producción de uvas cae un 10%, debido a los niveles de salinidad.
Para Dourojeanni, toda solución vendrá de la mano de una asociación público-privada, porque además los recursos del Estado son escasos. Por lo pronto, saludó la creación de la mancomunidad regional Huancavelica- Ica, para administrar de manera equitativa las aguas que bajan hacia el Atlántico y que provienen de las lagunas situadas en las provincias huancavelicanas de Castrovirreyna y Huaytará.
“Me parece que todavía no han llegado a un punto crítico el tema hídrico en Ica y que por eso no se toman las decisiones que se necesitan para ir mejorando el abastecimiento de agua”, concluye el experto.
LA PRESENCIA DEL FENÓMENO DE EL NIÑO
Gracias a la construcción de diques en las principales quebradas del río Ica, como parte de la preparación frente al fenómeno de El Niño de 2016, se protegió bastante el campo y la ciudad. “Si bien hubo algunas inundaciones en zonas altamente vulnerables, en zonas donde no debiera vivir gente, los efectos no pasaron a mayores”, comenta Alfredo Sotil. También comentó que colaboraron con la Autoridad Nacional del Agua (ANA) en la instalación de dos estaciones pluviométricas para medir las lluvias, una en la zona de Kansas y otra en la quebrada de Tortolitas. Luego de evaluar los eventos recientes, determinaron que la ubicación no fue la más adecuada, que debió estar en zonas más altas. Estas correcciones permitirán estar mejor preparados para las siguientes alteraciones climatológicas.