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La familia Fukuda

Del Japón a Perú: la historia de las satsumas

La producción y exportación de las primeras mandarinas Satsumas no hubiera sido posible sin la migración al país de los hermanos japoneses César Katsuo Fukuda y Carlos Sosaku Fukuda. Tras adaptar el cultivo a las condiciones locales, su producción y comercialización tuvo un gran éxito en el mercado nacional. Para la década de los ochentas inician las primeras exportaciones hasta alcanzar 50 mercados. En el 2021, cumplen el sueño de hacer los primeros envíos a Japón de este cítrico. Con la tercera generación al mando del negocio, han diversificado sus cultivos y añadido valor a su cadena productiva, consolidando su posición en el mercado.

06 de Mayo 2024 Equipo Redagrícola
Del Japón a Perú: la historia de las satsumas

La historia de la industria de las mandarinas en Perú está estrechamente ligada a la familia Fukuda, cuyas raíces se remontan a las faldas del Monte Fuji en Japón. César Katsuo Fukuda, motivado por las dificultades económicas que enfrentaba su país, tomó la decisión de emigrar al Perú en 1929. Luego se le uniría su hermano Carlos Sosaku Fukuda, con quien adquirieron tierras en Esperanza Baja, Huaral, en 1937, donde comenzaron a cultivar sandías, naranjas y otros productos agrícolas de consumo local. Sin embargo, el verdadero punto de inflexión llegó en 1953, cuando Carlos regresó de un viaje a Japón con las primeras yemas de mandarinas satsuma (Citrus unshiu), una variedad apreciada por su ausencia de semillas.

César y Carlos vieron en la satsuma su gran potencial para el mercado peruano, donde la naranja Washington Navel, con su mayor tamaño y semillas, era la norma. “Como la satsuma era igual de dulce y un kilo se podía distribuir entre todos los miembros a razón de una mandarina por cabeza, decidieron que iba a ser un ‘boom’ en el Perú”, recuerda César Fukuda Fukuda, hijo y sobrino de los pioneros. 

Con la plantación inicial de 50 árboles, comenzó un arduo proceso de adaptación al clima y suelo peruanos, que demoró cerca de seis años para que la planta se volviera productiva. Superando desafíos como la humedad, la salinidad, las enfermedades y las plagas, los Fukuda lograron expandir su cultivo hasta alcanzar las 280 hectáreas. Sin embargo, este éxito se vio amenazado por la Reforma Agraria, que los obligó a reducir sus tierras a solo 88 hectáreas.

A pesar de los obstáculos, la empresa fue pionera en la introducción de tecnología y modernización en el sector agrícola peruano. La inversión en maquinaria japonesa para el procesamiento de cítricos, comenzando con la primera máquina Nakamura Sentaki en 1975 y seguida por la adquisición de modelos más avanzados como Maf Roda, marcó un hito en la industria.

El siguiente paso natural fue la exportación, que comenzó en 1982 con el primer envío de mandarinas satsuma a Canadá. Aunque inicialmente enfrentaron dificultades debido a los altos costos de transporte, los Fukuda se asociaron con Luis Alayza y Fernando Wong para exportar por barco, lo que les permitió ampliar su mercado a América, Europa y Asia. No obstante, su mayor desafío fue lograr la aceptación del mercado de Japón, donde la satsuma era considerada un tesoro nacional y los consumidores eran cautelosos con las importaciones extranjeras. Después de años de esfuerzo y una labor diplomática intensa, finalmente lograron exportar sus cítricos a Japón en el 2021, cumpliendo así su objetivo de cerrar el círculo de la exportación.

Aunque don César se mantiene como presidente del grupo económico familiar, ya desde el año 2000 su hijo, César Fukuda Yoshikay (Masaru), egresado de la Universidad Nacional Agraria con especialización citrícola en Shizuoka – Japón, se desempeña como gerente general, lo cual representa la tercera generación a cargo del negocio. En los últimos años, el 60% de los campos estaban plantados con satsuma y el otro 40% con variedades como W. Murcott y Río de Oro, como un camino para diversificar la oferta.  

La empresa familiar ha destacado por su control minucioso en todas las etapas del proceso productivo de la Satsuma, desde la siembra hasta la comercialización, combinando tradición y experiencia con innovación y desarrollo. El legado de la tenacidad y visión de futuro de los Fukuda ha dejado una huella indeleble en la industria citrícola peruana, demostrando que con determinación y dedicación, los sueños pueden convertirse en realidad.

Esta entrevista fue publicada en nuestra edición 71

Puede leer la entrevista completa en el siguiente código IQ:


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