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Factores que influyen en el éxito o fracaso

Cómo mejorar la polinización y la cuaja en el cerezo: priorizar un enfoque holístico desde la plantación

La investigadora de la Universidad de Chile, Dra. Karen Sagredo, sostiene que la polinización del cerezo se debe entender como un proceso multidimensional, donde las variables medioambientales o la elección de una variedad y su portainjerto, por ejemplo, juegan también un papel fundamental de cara a tener una cuaja exitosa.

27 de Agosto 2021 Equipo Redagrícola
Cómo mejorar la polinización y la cuaja en el cerezo: priorizar un enfoque holístico desde la plantación

Fotos: Karen Sagredo.

La polinización es un factor clave en la producción de cerezas, ya que aquí es donde se juega gran parte del éxito o fracaso de una cosecha, apoyándose en el incesante trabajo de miles de abejas que van de flor en flor recogiendo y transportando polen. “Esto hay que entenderlo en un sentido biológicamente holístico. Porque el objetivo de todos los organismos vivos, incluidas las plantas, es crear descendencia para las próximas generaciones. Entonces, el foco de esto es asegurar que haya descendencia viable”, señala la Dra. Karen Sagredo, investigadora y docente de la Facultad de Ciencias Agronómicas de la Universidad de Chile, sobre un fruto cuya semilla “tiene un rol fundamental dentro del desarrollo del fruto hasta el final. En el caso del cerezo no sólo buscamos asegurar la cuaja para tener una cierta cantidad de fruta, sino para asegurar la viabilidad del fruto hasta el final”, añade.

Según la experta, la polinización es una etapa ‘dinámica’, en lo que podría ser una línea temporal que encadena polinización, fecundación y cuaja; un proceso complejo que incorpora variables como temperatura, humedad, viento y precipitaciones, entre otros, que pueden afectar el desarrollo de la fruta. Advierte además que se debe poner foco en la etapa intermedia (entre la polinización y la cuaja), que es la fecundación o formación inicial de la fruta, poco después de la antesis, que está asociado con el comienzo de la inflamación del saco embrionario, que es cuando comienza a crecer, multiplicarse y se inicia el cuajado y llenado del fruto.

“Tras la polinización se deben cumplir varias etapas, desde que el grano de polen germina en el estigma. Es sabido que el polen tiene tres núcleos, uno vegetativo que se sitúa cerca del ápice de crecimiento del tubo polínico y dos generativos (gametos masculinos) que utilizan el tubo polínico como un camino de aproximación para alcanzar los gametos femenino: la ovocélula (huevo) que dará origen al embrión y los núcleos polares que darán origen al endosperma. Todo este proceso es sumamente complejo no sólo por el número de etapas o sub-etapas que tiene, sino por lo sensible a los estímulos e interacciones con el medio ambiente y otros factores que están determinando el éxito de este proceso”, detalla la experta. Tras este proceso viene el crecimiento del embrión, del endosperma, que es un proceso rápido y dinámico, donde influyen las temperaturas que si están sobre los 15°C, tienden a estimular este proceso.

La importancia de esta etapa radica en que el embrión comience a crecer, ya que empiezan a sintetizarse muchas de las hormonas que se relacionan con otros fenómenos posteriores, por lo que este crecimiento sirve de estímulo para la comunicación del fruto con los órganos que lo sostienen.

La Dra. Sagredo señala al respecto que esto también “tiene mucho que ver con la vascularización que se va a formar para que ese fruto se asiente de mejor forma, y va a depender mucho de que haya altos niveles de reserva para ese desarrollo inicial porque, en general, al principio no hay mayor aporte de las hojas y todo ocurre gracias a las reservas”. Se trata de un proceso muy complejo y muy sensible donde, si no hay la presencia de un óvulo viable, esa fecundación no será exitosa. Tampoco lo será si el grano de polen no es perfecto.

DISPONIBILIDAD DEL POLEN DE CALIDAD

Y es que lo más importante siempre, durante el proceso de polinización, es tener abundante disponibilidad de polen, porque es fácil que los granos fallen en el intento, pese a que una flor necesita solo un grano de polen para formar una cereza, las chances de fracaso son muy altas.

“Son muchos los granos de polen que germinan y muchos también los tubos polínicos que empiezan a crecer, y no todos son exitosos, por eso es que debe haber una abundante disponibilidad. Y no puede ser cualquier tipo de polen: debe ser compatible, viable (es decir, un polen funcional) y, desde el punto de vista de la estrategia de polinización, no sacamos nada con tener un polen compatible y viable, si la floración con el polinizante no son coincidentes”, detalla la experta.

Ensayo de polinización manual con un pincel, realizado por la Dra. Sagredo.

Para que esta transferencia ocurra, los polinizadores van a transferir el polen a una flor con un estigma receptivo. “Esto es sumamente importante, porque muchas veces puede fallar esto, es decir, son partes de los componentes que nosotros necesitamos para todo este complejo proceso de muchos pasos, que es la polinización”, señala Sagredo, añadiendo que “podemos tener la transferencia, puede estar el estigma receptivo, pero tiene que haber adhesividad, si no hay adhesividad en el estigma, muchas veces falla la germinación o falla la penetración del tubo polínico, y no hay éxito en la fecundación y posterior formación del embrión”.

Para avanzar a la cuaja y a la fruta se necesita que ocurra la fecundación, un paso que es tan o más relevante que el anterior. “Llegamos ahí a un estigma receptivo, pero ahora necesitamos que el tubo polínico crezca. Por lo tanto, esa es la parte que tenemos que asegurar para que exista la formación del embrión por un lado, y la formación del endosperma por el otro (doble fertilización), que serán las reservas para esta semilla” explica la especialista de la Universidad de Chile.

Todo este complejo proceso de etapas, tiene además otra dificultad: debe ser bastante sincrónico. Por ello es que la variedad polinizante también debe ser comercialmente atractiva, para que el difícil trabajo de lograr esta sincronía entre variedades valga la pena. E incluso con variedades autocompatibles como Lapins, no necesariamente se tendrá el problema solucionado, destaca la Dra. Sagredo, sino que todo va a depender del porcentaje de grano de polen que exista, de la velocidad de crecimiento del tubo polínico y la respuesta a las distintas condiciones climáticas, desde las que proviene el concepto de ‘plasticidad’, donde hay algunas variedades que tienen una mejor ‘performance’ frente a otras.

Ensayo en periodo de polinización con bolsas con polen, realizado por la Dra. Sagredo.

En este sentido, la experta señala que las principales problemáticas productivas que se presentan en el manejo de esta etapa son la falta de frío invernal en relación a la potencialidad de cuaja; floraciones muy extendidas; fallas en el manejo para compensar falta de frío; fallas en la diferenciación floral; primaveras muy frías (entre 10 y 15°C) que ralentizan el crecimiento del tubo polínico; falta de sincronización con los polinizantes; falta de otros polinizantes; mala calidad del polen disponible; reducción del período de polinización efectivo por altas temperaturas; calidad de las flores (estilos y ovarios defectuosos, baja disponibilidad de reservas) o una combinación de variedad-portainjerto muy vigorosa. Algunas de estas problemáticas podrían llevar a una baja cuaja de la fruta.

CADA DECISIÓN IMPORTA

La polinización puede estar influenciada por distintos factores, tanto de la planta como la variedad, pero también por su relación con el clima u otros factores. La falta de frío invernal, versus la potencialidad de cuaja, por ejemplo, se puede enfocar desde distintos frentes, de acuerdo a la Dra. Sagredo. Y es que la influencia que puede tener la falta de frío en la buena terminación del grano de polen, puede significar que no se quede a mitad de camino.

Pero también la falta de frío, o bien la falta de temperaturas cálidas en primavera, pueden generar floraciones muy extendidas, que pueden llevar a problemas de desincronía, o fallas en el grano de polen, óvulos con problemas de madurez, óvulos no viables o estigmas defectuosos. La falta de frío también puede generar un retraso de la brotación de las yemas vegetativas, situación que puede impactar negativamente ya que se requiere que las hojas comiencen a aportar asimilados tempranamente, lo que reduce la competencia y se favorece la retención de frutos. Por lo tanto, se requiere una buena coincidencia en la brotación de yemas vegetativas y florales, para asegurar tempranamente una adecuada relación hoja-fruto.

Otro de los problemas que se puede presentar en el manejo de esta etapa es la insuficiente disponibilidad de polen, que generalmente se produce por la falta de sincronización frente a otro polinizante, y que usualmente se debe a una falla en la planificación. Incluso podría deberse a una mala calidad del polen, así como por problemas nutricionales, temperatura o juvenilidad de las plantas.

“Algo que no se ve mucho, que en general se enmascara, es la combinación variedad-portainjerto. En general, el cerezo es una especie muy vigorosa y si se elige una variedad vigorosa, con hábitos de crecimiento muy erecto y el portainjerto que se usa es vigoroso, y si a eso le sumamos condiciones de suelo, de manejo y de clima que sean favorables, este alto vigor y tasa de crecimiento importante al inicio desarrollo de la planta puede retrasar mucho la precocidad”, destaca la experta, ante la importancia de elegir bien la variedad y el portainjerto que se vaya a utilizar.

Abundantes flores y adecuado desarrollo vegetativo, registro de Karen Sagredo. Muchas veces éstas tienen fallas al no tener óvulos viables, lo que estaría relacionado con el vigor excesivo de las plantas, lo que podría llevar a una baja cuaja.

“Nosotros vemos flores, pero esas flores no están totalmente desarrolladas. Muchas veces estas tienen fallas al no tener óvulos viables. Y esto está muy relacionado con el vigor excesivo de las plantas, lo que generará una problemática productiva que se traduce en una baja cuaja”, explica y remarca que no solo hay que preocuparse de la polinización, sino debe haber un manejo holístico, que va desde las elecciones que se realizan en la planificación.

Es un hecho que, por lo menos para la experiencia chilena, el cerezo necesita un clima frío pero también una primavera cálida, entre 20 y 25°C. Una expresión de esto puede ser el crecimiento del tubo polínico y su desarrollo con temperaturas más altas. Por ejemplo, en Sweetheart y Reinier, en una dinámica de temperatura alta, pasadas 48 horas puede alcanzar el 28% del tubo polínico, mientras que en bajas temperaturas (entre 10 a 14°C) solo alcanza un 15%, de acuerdo a datos expuestos por Sagredo.

Flores de cerezo senescentes debido a altas temperaturas.

Según la experta, las bajas temperaturas son tan perjudiciales como las temperaturas muy altas, porque están relacionadas con la viabilidad del óvulo, que es el otro componente del periodo de polinización efectivo, detallando que “en variedades como Kordia y Regina, el porcentaje de óvulos no fluorescentes como indicador de viabilidad empieza a reducirse con la edad de la flor. Con las primeras flores abiertas, en el caso de Kordia, el primer día había un 85% de óvulos no fluorescentes, y comienza a bajar desde el tercer día. Ya al sexto día llega a un 30%. Por otro lado, en Regina, su caída es mucho más lenta, y puede ser parte de las causas que su óvulo crece rápidamente también”, explica.

Diferentes estudios han comprobado que las variedades que consistentemente han entregado buenos resultados tanto para polinización y cuaja para Regina, son Schneider, Sunburst y Katalin, a las que se añade Staccato, sostiene la Dra. Sagredo. En el caso de Kordia, fueron Sunburst, Sylvia y Skeena. Asimismo, la académica expone que se ha comprobado que Lapins no es tan buena productora de polen, como suele plantearse en general, desmitificando esa condición de que por ejemplo no necesitaría colmenas para apoyar el proceso de polinización.

MIRADA INTEGRAL DE LA POLINIZACIÓN

Frente a esta mirada integral del proceso que lleva de la polinización a la cuaja, la Dra. Sagredo considera que se deben mejorar algunos enfoques, sin desligarse necesariamente de la problemática productiva que se podría generar. “Propongo un enfoque holístico, considerando las variedades a polinizar y los polinizantes, muy vinculado al portainjerto. Este último tiene un efecto muy determinante por las características que provee a la planta, sobre todo desde el punto de vista de su desempeño y de su balance hormonal. Aquellos más vigorosos suelen ser menos precoces, pero también muy buenos productores de giberelina, por lo tanto, retrasan los procesos de inducción y diferenciación, y pueden incluso reducir el número de primordios, entre otros”, advierte.

LA IMPORTANCIA DE LA CALIDAD DE LAS FLORES

“No podríamos tener buenas flores si no tenemos material reproductivo de buena calidad. Es importante considerar más de un polinizante, y la temperatura como un factor fundamental, para bien o para mal. El peor escenario son las temperaturas bajas, porque afecta el vuelo de abejas, reduce la adhesión del estigma, y en ese mismo sentido ralentiza el crecimiento del tubo polínico”, explica la Dra. Sagredo.

La experta recomienda que el factor climático debe ser tomado en cuenta desde la plantación, donde la combinación variedad-portainjerto y variedades polinizantes deben ser probadas en condiciones similares o al menos ‘calibradas’ en función de los comportamientos. “No nos podemos quedar solo con un polinizante”, destacando que las variedades de polinización cruzada requieren de dos o más polinizantes, y añade que es necesario esperar, al menos, dos temporadas para determinar todo aquello que podría alterar el desarrollo de la yema floral, y si eso tendrá un efecto en el desempeño o la calidad de las flores.

Una discusión común es si se deben aplicar o restar reguladores de crecimiento. “Si bien estos se usan para proveer algunas características en el desarrollo del fruto, podríamos estar atrasando el desarrollo de la iniciación floral e incluso disminuyendo la cantidad o la proporción de yemas reproductivas. Lo otro que podría suceder es una disminución del número de primordios por yema”.

Asimismo, estudios han comprobado que altos rendimientos en temporadas pasadas pueden afectar el desarrollo floral en las temporadas siguientes. “En Bing se demostró que se reducía la densidad de las papilas y también la forma del estigma, relacionando esto con una baja cuaja. Por eso la importancia de la adhesión y germinación del grano del polen”, destaca Sagredo.

EL EQUILIBRIO DE NITRÓGENO COMO UN ASPECTO CLAVE

Asimismo, en esta etapa la nutrición es un elemento clave, donde el equilibrio de nitrógeno sería uno de los aspectos más relevantes, y sería precisamente uno de los que más juega en contra en el país. De acuerdo a la Dra. Sagredo, en las zonas al sur del país, el problema es el alto nivel de nitrógeno, algo que favorece mucho la fertilidad del óvulo pero que, por contraparte, esos altos niveles de nitrógeno generan mucho crecimiento o mucho vigor, que va en contra del proceso de formación de las yemas florales. Esto también atrasaría la entrada en latencia, con varias desventajas que afectan el desarrollo de los primordios florales.

¿ABEJAS O ABEJORROS?

Frente a variedades autofértiles como Lapins, la Dra. Karen Sagredo remarca que, incluso teniendo esta condición, “la necesidad de polinizadores es un hecho”.  Por eso recomienda el uso de colmenas, mientras que cuando el clima es complejo -más frío-, y el cultivo está bajo techo, la solución son los abejorros.

Pero, ¿cuál es más efectivo, las abejas o los abejorros? “Dependerá mucho de las condiciones climáticas”, sostiene y añade: “Los abejorros corren con ventaja cuando el cultivo está bajo techo, porque las abejas dependen mucho de la radiación ultravioleta y algunos de los materiales de los techos dificultan mucho el comportamiento de las abejas. Las abejas no sólo se comunican entre ellas por la luz, o influenciadas por la radiación ultravioleta, sino también hay comunicaciones de colonias y de movimientos. Cuando limitamos el espacio aéreo, es una dificultad para ellas” explica. Por eso es que el desempeño de los abejorros que, si bien pueden tener un movimiento ‘más flojo’, ya que no vuela grandes distancias como las abejas, pueden realizar una buena labor complementaria o de reemplazo, añade.

En cuanto a la proporción de abejas, la experta recomienda la colocación desde seis colmenas/ha, las que deben ser bien distribuidas en el huerto, cerca de los árboles. “No por aumentar las colmenas vamos a aumentar la actividad. En general, seis colmenas tienen la misma efectividad que diez colmenas por hectárea. Lo que pasa es que hay especies donde las abejas pueden no tener tanta actividad, y uno tiene que poner más colmenas por hectárea”. En el caso de los abejorros, la pregunta es, ¿cuándo conviene usarlos? “Cuando la temperatura promedio es más cercana a los 15°C, claramente hay que considerar una alternativa polinizadora o complementaria a las abejas. En el caso de Panguipulli, por ejemplo, se debe poner abejorros, porque a esa temperatura las abejas trabajaban muy poco, mientras que los abejorros se mantienen activos por más tiempo, incluso con días nublados”, finaliza.

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