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Desafíos científicos

Cómo evitar el valle de la muerte en la formulación de productos biológicos

Con su producto Tricotec, Agrosavia desarrolló un nuevo modelo de gestión para superar uno de los principales problemas en centros de investigación: la falta de financiamiento y gestión para sacar sus investigaciones del escritorio del científico y llevarla al mercado.

21 de Abril 2022 Equipo Redagrícola
Cómo evitar el valle de la muerte en la formulación de productos biológicos

Por Felipe Aldunate M.

Para la científica colombiana Martha Gómez, hay un momento clave en el desarrollo de productos biológicos: aquel que va entre un descubrimiento científico y su recepción final por el mercado. “Le llamamos el valle de la muerte”, dice. “Esa parte para la que casi nunca hay financiamiento, esa parte para la que casi nunca hay gestión”.

Era la realidad que dominaba en Agrosavia, la entidad estatal que se dedica a promover la investigación y el desarrollo de nuevos productos para la actividad agrícola y de la cual Gómez lideraba su división de bioproductos. Ella recuerda que, hasta hace unos años, gran parte de las innovaciones que el cuerpo científico desarrollaba en Agrosavia no lograba escapar de ese valle de la muerte. “Hasta hace unos años, todo mundo investigaba y hacía cosas lindas, pero se nos quedaba en el escritorio del investigador”, sostiene, describiendo un problema general de los centros de investigación. “Cuando descubríamos algo bonito, algo lindo, hacíamos un ‘paper’, dos ‘papers’, pero hasta ahí llegaba. Y así nos quedamos por mucho tiempo, demasiado tiempo”. 

Desde su oficina en Bogotá, Gómez, quien cuenta con un Ph.D. en Bioquímica y Farmacia, y quien hoy ejerce como directora de vinculación de la entidad, cuenta que la organización decidió incrementar su impacto en la dinámica área de los bioproductos agrícolas justamente apuntando a resolver esa brecha entre los laboratorios de investigación y del mercado. Un proceso que ya ha dado resultados, como el proceso industrial de Tricotec, un fungicida basado en el hongo antagonista Trichoderma koningiopsis cepa Th003, y que ahora es un demandando producto por los productores de rosas colombianos. 

Martha Gómez, directora de vinculación de Agrosavia.

De hecho, Tricotec estuvo por muchos años hundido en ese valle. El germen inicial de este producto se dio hace décadas, a inicios de los 90 cuando la destacada bióloga colombiana Alba Marina Cotes, en su tesis doctoral, aisló la cepa Th003 para el control de patógenos.

Para que ese descubrimiento lograra llegar al mercado en el último lustro, no solo debieron pasar años. También hubo que hacer un cambio en el modelo de gestión de los productos biológicos en la organización y la renovación de cuadros de científicos y doctores para una nueva mentalidad. Eso se empezó a concretar a partir de 2016, cuando Agrosavia estrenó un nuevo departamento, el de productos, dedicado justamente a buscar fórmulas para que los desarrollos científicos lograran llegar al mercado. “Es un grupo especializado que se dedica a analizar la investigación que se desarrolla en Agrosavia desde el punto de vista de prefactibilidad técnica y económica, que permita seleccionar aquellas que puedan derivar en un producto comercial. En este equipo no solo encuentras al biólogo, ni solo al entomólogo, cuyas tareas se concentran al inicio, formulando conceptos. Aquí también encuentras a ingenieros químicos que saben de procesos; químicos-farmacéuticos que saben de desarrollo de productos, ingenieros biotecnólogos que le dan la perspectiva; gente que sabe de mercadeo, que sabe proposicionar, gente que te puede hacer un análisis de prefactibilidad técnico y económico, gente que determina costos”, explica. A ellos se suma un equipo que es dirigido por la misma Gómez, dedicado a negociar alianzas de fabricación y comercialización. 

De hecho, una buena parte de los Ph.D. con que cuenta Agrosavia se sumaron durante la construcción de este proceso. “Trajimos gente que estaba en el extranjero, nos llenamos con gente nueva, con otras especialidades”. 

 LA BÚSQUEDA DE LOS SOCIOS

El departamento de productos diseñó un proceso de fases y ‘check list’ por el cual debe pasar cada investigación para seguir escalando en su etapa de desarrollo. Solo tras esas series de aprobaciones puede llegar a su fabricación en la planta piloto que implementó Agrosavia, con maquinaria y equipos de granulación de fermentación de mayor tamaño a los que tienen en sus laboratorios. “Pero solo llegamos hasta ahí; si el producto es exitoso en esta planta piloto, buscamos posibles aliados para fabricar y distribuir”, dice. “Y esta es posiblemente la parte más difícil”. 

Gómez señala que muchas veces estos productos biológicos, muchos de los cuales se basan en microorganismos, requieren procesos de formulación que pocas empresas tienen a nivel local. O que, cuando sí los tienen, no tienen capacidad para emprender la producción de externos.  “Es terrible, a veces hemos tenido que cambiar hasta productos de formulación porque no hay quien pueda hacer eso; eso hace que muchos productos maravillosos se pierdan porque no hay quien los escale”, lamenta la especialista. “Por tanto uno tiene que estar muy pegado a la industria”. 

En el caso de Tricotec, por ejemplo, tuvieron que encargar la fabricación en Brasil, al laboratorio Farroupilha Lallemand, el cual ya realizaba un trabajo de formulación con la cepa del hongo. No obstante, esto abrió una nueva dificultad: superar las complejidades logísticas y de trámites que implica la exportación y reimportación de bioorganismos.  “Todo lo que es recurso biológico, tiene un montón de reglamentaciones en cada país y más si son con fines comerciales”, dice. “En Colombia, tuvimos que hacer todos esos papeles para sacar la cepa y explicar que luego la íbamos a volver a entrar. Sin contar que en Brasil piden un montón de cosas para que pueda entrar en forma de productos, en kilos”. El proceso ya está fluyendo y le permite un flujo de hasta dos toneladas por año, pese a la dificultad que implicó su aprendizaje. 

El proceso de fabricación a mayor escala llevó a cambiar además un aspecto relevante del producto Tricotec, el cual inicialmente se comercializaba en polvo, lo cual cambió a una composición granulada. “La producción en polvo implica moler hasta llegar a un tamaño particular pequeño. Eso puede generar problemas de fugas y posibles efectos en el hongo, puesto que tanta molienda le puede quitar la pared celular”, explica. A eso se suma que esos finos tienen dificultades adicionales en el momento de la manipulación y aplicación, y una menor vida útil asociada. “Por ello, nos quedamos con su formulación granulada”, afirma. 

Con ello, la organización ya está preparada para llevar a Tricotec a nuevos mercados, incluyendo nuevos países. Si bien está enfocado en plagas que atacan a flores ornamentales, en sus pruebas ya han visto que puede reducir entre un 31% y un 60% la incidencia de las enfermedades conocidas como marchitamiento vascular del tomate, causada por el fitopatógeno Fusarium oxysporum, adelgazamiento del tallo del tomate (Rhizoctonia solani), moho blanco de la lechuga (Sclerotinia sclerotiorum y Sclerotinia minor), moho gris en frutos rojos (Botrytis cinerea) y añublo de la vaina del arroz (R. solani).

El modelo de gestión para evitar el valle de la muerte en Agrosavia iniciado por el fungicida Tricotec, ha sido seguido por nuevos productos en su área de bioestimulante así como de nutrición animal, lo que le ha permitido generar ingresos que se reinvierten en nueva investigación. “Todos deben seguir la misma ruta; es la estrategia definida para que el trabajo en bioproductos de nuestros investigadores llegue al mercado y logre tener el mayor impacto en el campo”, concluye.

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