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Dr. Javier Rodrigo, investigador del CITA, España

Cómo el cambio climático y la falta de información está afectando la producción de cerezas

07 de Mayo 2024 Rodrigo Pizarro Yañez y Miguel Patiño
Cómo el cambio climático y la falta de información está afectando la producción de cerezas

Meiosis en albaricoquero (damasco). Su estudio puede llevar a encontrar un biomarcador para el cerezo.

El principal problema que hay es la poca información y, la que existe, no tiene protocolos iguales. La información es escasa y, en muchos casos, es poco fiable. Todos los estudios tienen validez, pero algunos solo sirven para saber qué variedad necesita más frío que otra, no para cuantificar

Dr. Javier Rodrigo

Tras un 2023 complejo para la producción de cerezas en Chile, marcado por la inestabilidad climática y la baja acumulación de frío, muchos productores buscan respuestas ante una temporada que provocó más de un dolor de cabeza.

El cambio climático ya está generando impactos en la producción de este carozo, y centros de estudios e investigadores se han volcado a abordar esta problemática. Uno de ellos es el Dr. Javier Rodrigo, investigador del Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA) de España, que ha estudiado y está estudiando cuáles los efectos que ya tiene y que tendrá una menor acumulación de frío y otros desórdenes climáticos en este cultivo.

Dr. Javier Rodrigo.

“Lo primero que pregunta un productor es si puede poner variedades con menores necesidades de frío o más adaptadas a una zona. Y luego buscará qué necesidades de frío tienen las variedades que le interesan. Ahí es donde se da cuenta que no hay información”.

Dada la necesidad de encontrar respuestas a los desafíos del cambio climático, y la falta de información reinante sobre variedades, requerimientos de frío y su comportamiento en diversas zonas geográficas, es que el Dr. Rodrigo ha enfocado su investigación en las necesidades de frío o aclimatación y adaptación a las nuevas condiciones del calentamiento global.

-¿El cambio climático y su efecto en los cultivos tenderá a estabilizarse en algún momento?

-Toda la evidencia apunta a que no, sino que cada vez va a ser más inestable. Cuando hablamos de calentamiento global, también hablamos de grandes olas de calor en verano, grandes faltas de frío en invierno, pero no de una forma gradual, sino con grandes ‘peaks’, con grandes desórdenes e inundaciones por lluvias torrenciales, con heladas fuera de época. Hemos sufrido los últimos años después de pasar varias décadas donde casi no hubo daños por heladas, y ahora nos estamos encontrando no de forma regular, pero sí en varios años, con heladas muy acentuadas después de un mes de la floración, incluso dañando frutos que tienen el tamaño de una pelota de ping pong. Ojalá me equivoque, pero yo creo que no se van a estabilizar estos desórdenes, sino que todavía van a ser más variables.

Daños por heladas en frutos cuajados, otro efecto que se puede apreciar debido al cambio climático.
-¿Cómo están abordando esto?

-Hay datos de variedades que necesitan 850 horas de frío, en un trabajo hecho hace 50 años en una zona concreta y unas condiciones muy especiales. Mucha de esa información puede que no sea aplicable a nuestros días, porque hay variedades estudiadas que casi han desaparecido o ya tienen una importancia residual, o bien con metodologías que no son trasladables a otras zonas. Hoy estamos analizando las variedades más cultivadas en España y también otras que hay en diferentes países, que consideramos que pueden tener una importancia a corto plazo. Tenemos una tesis doctoral en marcha con un trabajo experimental muy intenso para poder poner un valor de necesidades de frío a las 100 variedades más importantes o interesantes, según nuestro punto de vista. Esto, además, lo calcularemos en porciones de frío, que parece que se ajustan mucho mejor y son más trasladables a cuando se cultivan esas variedades en otras zonas.

-¿Los diferentes criterios o modelos para medir frío han generado una dificultad para quienes trabajan o se interesan en el cerezo?

-El principal problema que hay es la poca información y, la que existe, no tiene protocolos iguales. La información es escasa y, en muchos casos, es poco fiable. Todos los estudios tienen validez, pero algunos solo sirven para saber qué variedad necesita más frío que otra, no para cuantificar. Y eso, sobre todo si nos adentramos en zonas de poco frío invernal, como en el norte de Chile, buscando precocidad, pues ahí se juntan dos problema que se pueden acentuar: por un lado, la disminución de frío invernal ocasionada por el cambio en el calentamiento global y por otro lado, la tendencia a buscar a propósito zonas más cálidas. Entonces, es normal que la gran mayoría de variedades no se adapten a esas condiciones. Hay programas de mejoramiento que están registrando muchas variedades que han denominado ‘low chilling’. Pero esa no es la solución a los problemas porque, por ejemplo, en una zona que puede ser el centro de Chile o el Valle del Ebro en España, con inviernos fríos, aunque ahora sean menos fríos, una variedad de ‘low chilling’ lo que puede hacer es que acabe floreciendo dos meses antes de lo habitual. Eso se podría enganchar con el problema de las heladas y de nada sirve que cubra muy bien el frío si no va a producir, porque hay otros problemas asociados. Cada caso y cada zona de cultivo tiene su problemática y hay que buscar soluciones a ese tipo de problema.

-¿Las variedades de bajo requerimiento de frío son una solución?

-No creo que, porque salgan al mercado nuevas variedades de necesidades muy bajas de frío, sirvan para solucionar el problema de la falta de frío invernal en todo el mundo. Servirán para algunas zonas, muy concretas, que tengan realmente poco frío invernal, pero que luego no tengan heladas primaverales, por ejemplo.

UN PROYECTO, 100 VARIEDADES

Actualmente trabajan en el CITA con 100 variedades. Entre ellas, con las más cultivadas en España. Que son variedades canadienses del programa Summerland, ya sea de media estación o tardías. “La más cultivada en España es Lapins y luego vienen otras de ese programa. También estamos analizando aquellas tradicionales que se llevan cultivando décadas en España. Y luego novedades, por ejemplo, se está teniendo mucho éxito en algunas de las variedades californianas como Nimba, Red Pacific o Frisco. Todas esas variedades nuevas también las estamos estudiando junto a variedades italianas, alemanas, españolas, de distintos países europeos, de distintos programas de Estados Unidos y de Canadá, fundamentalmente”, explica el Dr. Rodrigo.

BIOMARCADORES PARA CEREZOS

-¿Qué le pasa al árbol y a la flor con estos inviernos más cálidos y las demás estaciones que no se han comportado tradicionalmente?

-Durante el invierno, la flor o el primordio de la flor, en el interior de la yema, continúa su desarrollo. Morfológicamente no se aprecia nada, ni al ojo, ni a la lupa, ni al microscopio. Sin embargo, cada vez hay más información de que los primordios florales tienen mucha actividad, tanto de expresión de genes como de acumulación y consumo de distintas sustancias, de distintos metabolitos. La gran pregunta es, ¿por qué un árbol necesita acumular frío para florecer?. Todos sabemos que es así, pero no sabemos los mecanismos biológicos que regulan esa necesidad. En cerezo llevamos años estudiando el tema y hemos visto que la acumulación de almidón en el ovario del primordio de la flor, durante la acumulación del frío, sigue el mismo patrón y es el primer mecanismo biológico asociado a la acumulación de frío, y se acumula almidón hasta el momento en que la yema cumple sus necesidades de frío y a partir de ahí comienza a consumir ese almidón. Todo esto sin que la yema tenga cambio de aspecto, ni externo ni interno. Estamos muy ilusionados con esto porque es el primer evento biológico relacionado con el tema. No creo que pueda ser la causa de por qué necesita una yema floral acumular frío, posiblemente sea una consecuencia también, y la causa se esté por descubrir, pero al ser ya el primer evento biológico, nos va a permitir tirar del hilo y seguir profundizando.

-¿Cómo se puede utilizar esa información?

-Lo que nosotros pretendemos es encontrar un biomarcador que nos permita saber si una variedad ha cubierto sus necesidades de frío o no, sin necesidad de recortar ni muestrear ramillas durante todo el invierno. Esto ya lo hemos conseguido en otra especie, en damascos. Hemos visto, siguiendo el desarrollo del polen en el interior de los primordios de anteras, flores inmaduras en el interior de las yemas. Caracterizando las distintas fases del desarrollo del polen, hemos visto que hay un momento muy concreto, cuando la célula madre del polen acumula callosa antes de producirse la meiosis y dividirse en las tétradas, que siempre se produce en el momento que la variedad acaba de cubrir sus necesidades de frío. Y eso ya lo validamos con distintos métodos, con distintas variedades. Ya lo hemos publicado y lo estamos usando como indicador para determinar si ha cubierto el frío o no. Hoy, si me envían una yema de damasco, puedo decir si ha cubierto el frío o no, pero eso es impensable aún en cerezo y en otras especies. Lo malo es que este biomarcador no vale para todas las especies.

-¿Se podrá hacer un biomarcador para cerezo?

-Estamos en ello. Creemos que el almidón sí es un biomarcador válido, porque lo hemos estudiado en distintas variedades, de distintas necesidades de frío, unas más altas o más bajas y en distintos años. Años más cálidos, años más fríos. Y en todas se cumple que el ‘peak’ máximo de acumulación de almidón coincide con el cubrimiento de las necesidades de frío. Pero aquí tenemos el gran pero: es una metodología muy laboriosa porque tenemos que dejar las yemas en parafina, cortarlas a 10 ó 20 micras de grosor, fotografiarlas con microscopio y luego con técnicas de análisis de imagen, cuantificar el almidón. Es muy complicado y es muy poco ágil, pues hay que analizar un gran número de variedades. No sirve – como en el caso del damasco-, para decirle al productor en tiempo real si sus variedades están cubiertas en el frío o no para que aplique técnicas o no en su en su plantación. Pretendemos llegar a conseguirlo en los próximos años con el cerezo, porque sabiendo ya que el biomarcador existe, aunque sea complicado, queda buscar metodología que permita detectar o cuantificar estos cambios de almidón de una forma más rápida y eficiente.

¿CEREZOS EN TODO EL MUNDO?

-Perú lleva poco más de una década con ensayos e intentos por producir cerezas, pero no ha podido dar con la receta. ¿Para ti hay zonas del mundo donde definitivamente no se puede poner un cerezo?

-Rotundamente sí. Hay muchas zonas que con el material vegetal actual es imposible en las zonas que no tienen frío invernal. Si las nuevas variedades obtenidas por mejoramiento genético no tienen esas necesidades de frío de las actuales, por supuesto que se podrá hacer, siempre que se adapten a todo el ciclo, no sólo a los requerimientos de frío.

ADAPTACIÓN AL CAMBIO

-Con los desórdenes climáticos, ¿puede el árbol de cerezo ordenarse o compensar la falta de frío con sus reservas?

-Es muy difícil que compense el problema. Hay árboles que además se les nota que están totalmente descompensados porque empiezan a brotar las hojas antes que las flores, cuando el ciclo normal es al revés, aunque coinciden, pero siempre se ve el cerezo lleno de flores con poco verde detrás. Es decir, cuando hay problemas de falta de acumulación de frío, se empiezan a ver más hojas, porque hay un menor número de flores. Se juntan las dos cosas. Por supuesto el árbol hace todo lo que puede, moviliza sus reservas, pero lo que pasa es que es muy difícil compensar una falta de frío tanto de forma natural como con tratamientos. Con Dormex -que tenemos prohibido en Europa-, sí se pueden solucionar algunas situaciones.

-¿Eso implica que los manejos agronómicos que hacen los agrónomos en los campos van a cambiar, o están cambiando?

-Sí, están cambiando. Ante una problemática así hay respuesta desde todos los sectores, desde todos los agentes del sector, desde la investigación, pero también del manejo agronómico. Cada vez se usan más mallas de sombreo, se aplican más bioestimulantes para romper el reposo y, sobre todo, que es en lo que yo trabajo, se busca caracterizar las necesidades de variedades concretas para poder predecir su adaptación a las condiciones de cada zona. Yo creo que esto es una problemática que se está abordando desde muchas líneas complementarias.

Caída prematura de cerezas por estrés debido a las altas temperaturas.
-¿Cómo tiene que responder la industria a esto? La investigación tendrá que ir en diferentes variables, algo que también ocurre con las empresas de agroinsumos.

-La industria de los bioestimulantes está en alza, porque tienen una ventana de oportunidad enorme. Desde la investigación, lo que estamos haciendo es conocer el proceso del reposo y buscar alternativas agronómicas que ayuden a mitigar los efectos. Y los productores tienen que buscar muchísima información, tienen que prestar atención a lo que ocurre en sus huertos. Si antes dos variedades coincidían en floración, ya daban por hecho que van a tener floración siempre porque estaban adaptadas a la zona. Ahora eso puede cambiar. Puede que hayan producido incluso durante décadas con éxito, pero eso ya no es garantía de que vaya a funcionar, porque es como si hubieran cambiado sus zonas de cultivo. Ahora tiene otras características climáticas, entonces tienen que estar atentos y ver en floración si coinciden los periodos entre variedades, y tienen que estar sobre todo atentos y abiertos a renovar variedades cuando los problemas se repitan.

-¿Cómo se están preparando para estos escenarios variables que vienen en los próximos años?

-Trabajamos fundamentalmente con dos escenarios de futuro en el RCP 4.5 y el 8.5. El 4.5 es el que considera que en las próximas décadas se van a cumplir los acuerdos internacionales sobre emisiones de carbono, que a día de hoy ya sabemos que se están incumpliendo. Tal vez dentro de 20 años se van a cumplir todos. Pues es posible, pero es muy poco creíble. Entonces barajamos lo que al principio era el escenario pesimista, que era el 8.5, que considera que vamos a seguir con el ritmo de emisiones actual. Ni siquiera incrementarlo, sólo con el actual. Y bueno, pues con todas las predicciones que hacemos en ese escenario, el panorama es terrible. A mediados de siglo o a finales de siglo, que como comentaba antes, que en muchos casos la renovación varietal de las variedades muy exigentes en frío, por unas que tengan menos exigencias, puede solucionar algunos casos, pero en otros ni siquiera eso será posible. Estamos hablando de finales del siglo 21. No estamos hablando del problema de este año ni del año que viene, pero en algún caso será muy previsible que haya que cambiar el cultivo, no solo la variedad.

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