La zona productora de cerezas más temprana de Chile comienza a salir de dormancia.

La agrícola Valle Arriba SpA, ubicada en la zona de Tabalí, Ovalle (región de Coquimbo), ha comenzado esta semana las aplicaciones de cianamida hidrogenada (rompedor de dormancia) en su huerto, dando inicio a un nuevo ciclo del preciado fruto.

Jorge Astudillo, asesor y productor de la región de Coquimbo, comenta a Redagrícola que los requerimientos de frío este año se cumplieron a cabalidad, a diferencia de lo registrado en la temporada pasada, lo que augura una prometedora temporada.

“El año pasado la acumulación de frío apenas llegó a 15 Porciones al momento de rompimiento de dormancia, menos de la mitad de lo que tenemos hoy”, describe Astudillo.

El gerente de producción de Valle Arriba, que el año pasado fue el huerto más temprano en producir cereza comercial en Chile (cosechó el 13 de octubre), comentó además que se encuentra evaluando los requerimientos de frío en conjunto con el Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA), asegurando así que las decisiones tomadas se basen en datos científicos y observaciones precisas para una mejor implementación de prácticas agrícolas y una adaptación eficaz a cualquier variación climática.

PROYECCIONES DE COSECHA

Con estos antecedentes, Jorge Astudillo ve con optimismo el potencial productivo de lo que será esta temporada 2024/25.

Señala que sus proyecciones pueden acercarse a lo que fue la temporada 2019, “ha sido la mejor en términos de frío, siendo también muy parecida a la temporada 2022, que asimismo tuvo una buena condición de receso”, comentó, refiriéndose a las condiciones climáticas favorables para un buen desarrollo de este carozo.

Este optimismo se basa en la cuidadosa observación y análisis de las condiciones, junto con la experiencia previa de su huerto, donde ha llevado un análisis estadístico y preciso de los rendimientos de Valle Arriba en la última década.

Además, destaca que las recientes lluvias han sido beneficiosas para los suelos, “ahora se encuentran en excelentes condiciones de humedad, que combinada con la acumulación de frío, pronostica una buena expresión del potencial productivo para todas las variedades de cerezas en el valle de Limarí”.

Astudillo comenta también que en la zona están frente a una temporada donde además de lograr completar la demanda invernal para el cerezo, presentan suelos con una humedad ideal gracias a las lluvias, lo que ha permitido que “los inhibidores de brotación fueran desplazados, lo que también permite sumar a las expectativas de conseguir una buena brotación y con ello que el potencial productivo para la mayoría de las variedades presentes en el valle puedan ser las mejores de los últimos años”, afirmó.

Con todos estos factores alineados, las expectativas para la temporada 2024/25 son altas y se espera que Valle Arriba logre una producción superior a la campaña que pasó.

INFLUENCIA DE LA NIÑA

A diferencia de lo que ocurre en la zona centro y sur, donde ha habido advertencias de expertos como la Dra. Karen Sagredo que sugirieron esperar la salida de dormancia -debido a las crudas condiciones invernales de los próximos días en la zona centro y sur-, los productores de la zona centro norte ya comenzaron con la aplicación de cianamida, apoyados en los datos climáticos para la región.

De acuerdo al Informe del Laboratorio de Prospección, Monitoreo y Modelación de Recursos Agrícolas y Ambientales (Prommra) y Centro de Estudios Avanzados en Zonas Áridas (CEAZA), señala que, en proyección para el trimestre julio-agosto-septiembre para la región de Coquimbo debiera experimentar temperaturas por sobre lo normal para el período, en comparación con las zonas centro-sur del país, donde se está enfrentando una ola polar y se espera que el fenómeno climático La Niña traiga un descenso significativo en las temperaturas, que podría venir acompañado de heladas.

Cabe recordar que este fenómeno implicaría ausencia de lluvias y un retorno a las condiciones de megasequía, a lo que se suma que las estimaciones climáticas del Fenómeno La Niña podrían extenderse hasta por tres años, a diferencia de El Niño que presenta duraciones más cortas.