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Protagonista de la renovación varietal de uva peruana:

La dama del riesgo

Nació en Castrovirreyna (Huancavelica) en una familia humilde con muchos hermanos hombres. Mercedes Auris nunca tuvo tiempo de dudar a la hora de tomar decisiones empresariales. Como ingeniera agrónoma y propietaria de vivero Los Viñedos, trazó a mediados de los noventa su camino en sintonía con el espíritu avezado de los primeros productores de uva de mesa de exportación en el país. Artífice en la introducción de Red Globe en Ica y luego en Piura, también ha propagado las diferentes variedades licenciadas que están instaladas en el país. Hoy advierte que la actual es una época de ‘ajustarse los pantalones’, reducir costos y evaluar otras opciones adicionales de negocio, como dar valor agregado a toda esa fruta que no califica para la exportación.

25 de Abril 2023 Equipo Redagrícola
La dama del riesgo

Por Marienella Ortiz

“¡Mechita, están sembrando nuevas variedades de uva de mesa! ¿Qué vas a hacer ahora?”. Mercedes Auris venía de consolidar su negocio en el vivero Los Viñedos gracias a una variedad que había impulsado el negocio de la uva de mesa en el país: Red Globe. Estaba en eso cuando un conocido suyo le vino con la alerta. No conocía a nadie en las casas genéticas. No tenía idea de cómo introducir toda esa paleta de variedades patentadas en la geografía peruana. ¿Llorar? Nunca pensó en esa alternativa. Como en otras oportunidades se lanzó con todo a nadar contracorriente. Pasar prácticamente del monocultivo en que se había convertido el negocio a conocer el proceso de reproducción de más de 25 variedades fue bastante complejo. Con varios tropezones en el camino logró responder a las nuevas exigencias del negocio uvero. Hoy por hoy, el vivero está licenciado en la propagación de todas las patentes existentes de uva de mesa del mundo.

Con apenas 300 soles creó en 1994 vivero Los viñedos en Chincha, que se especializó en la venta de plantas de uva de mesa. Sus primeros pedidos sumaban 20.000 a 30.000 plantas. Juntando todas las líneas de producción, en la actualidad, Mercedes calcula que comercializan cerca de 15 millones de plantas al año. Llegar a esto significó mucho esfuerzo y persistencia para amoldarse rápidamente a los requerimientos del sector. Al riesgo nunca se le corrió, por eso sintonizó con el ritmo vertiginoso de las últimas décadas de crecimiento agroexportador. “En el mundo de la agricultura, nos hemos empujado entre todos para adelante con los grandes, medianos y con los pequeños agricultores”, reflexiona.

CON ALMA DE VIVERISTA

En 1972 quiso estudiar ingeniería civil, pero no ingresó. Decidió entrar a agronomía en la Universidad San Luis Gonzaga de Ica, pensando en luego pedir su traslado, pero la situación económica en casa no era la mejor para alargar los años de estudios. Esto la hizo persistir en agronomía. Durante los años que estudió en la universidad, eran apenas unas cuatro o cinco mujeres en la facultad, recuerda. “Nos hacían un ‘bullying’ terrible desde los colegas hasta los profesores mismos. Felizmente, tengo muchos hermanos hombres menores y también primos. Viví en un ambiente de varones. Si me ponían un sapo en mi cartera lo podía sacar y mandarlo de paseo”, recuerda. Su personalidad jovial y desenvuelta ha sido su sello desde temprana edad.

En el tercer año de la universidad, uno de sus profesores que venía de UNALM, el ‘Gato’ Medina –como le recuerda-, sería quién le ayudara a visionar su futuro en el negocio como viverista. A este profesor recuerda que le decían ‘el loco’ porque ya en ese entonces consideraba que la palta podía sembrarse a una densidad de mil plantas por hectárea, cuando en ese entonces solo se trabajaba a 100 plantas y la producción ocurría al décimo año. “Le debo muchísimo a este profesor porque un día me dijo ‘Mercedes, tu eres incansable, no vas a soportar a ningún jefe. Tu futuro es el vivero’. Esto se me quedó grabado”, recuerda. Desde entonces, su foco fue aprender todo lo posible sobre la propagación de plantas. “Terminé la carrera con las cosas muy claras en la vida de lo que quería como profesional”, apunta.

Tras un breve paso como investigadora del INIA y como docente en la Universidad La Cantuta, se le presentó la oportunidad de trabajar en el Proyecto del Alto Huallaga en la ex estación experimental de Tulumayo (Tingo María), de donde se fue huyendo del terrorismo. Lo valioso fue que allí conoció a un hombre inteligente y reservado, el ingeniero agrónomo Juan Munive, que se convertiría más adelante en su esposo y compañero en sus aventuras empresariales.

Juan Munive y Mercedes Auris.

Seguidamente, ambos entraron a la sub-estación experimental de Chincha. En esta zona, Mercedes hizo un trabajo experimental sobre la dormancia en vid. Antes de eso, en la zona se cosechaba de 10 a 12 toneladas de uva Italia para luego, con la dormancia, pasar a 30 toneladas. Recuerda que la empresa que asesoró con esta técnica le regaló tres sueldos. Con esa experiencia ganada y juntando de dólar en dólar, en 1993 obtuvo una beca para una pasantía en España sobre el manejo de uva de mesa en climas cálidos. “Ese viaje me abrió los ojos. Me fui a visitar viveros. Para irme, el INIA no me autorizó, así que renuncie y me fui”, comenta.

Antes de ir a España ya había logrado trabajar individualmente propagando plantas. Recuerda que un grupo de arequipeños le pidió hacer plantas de uva de mesa y aceptó sin tener el terreno ni el dinero, solo con la inicial de 50% que le ofrecieron como adelanto del trabajo. Por eso, la visita a España fue muy importante: aprendió a hacer la propagación de uva de mesa en masa, no de manera individualmente como lo había venido haciendo. “Una cosa es hacer 10.000 o 15.000 plantas, otra es hacer miles y millones de plantas. De ese viaje regresé con la idea de hacer algo más grande”, destaca.

“Hoy si puedo manejar las variedades, sabemos cuánto debe quedarse en la cámara de forzadura, cómo colocar el sustrato. Ahora siempre estamos buscando nuevas tecnologías, más económicas de trabajar”.

LA ERA DE LA RED GLOBE

En 1994 instala el vivero Los viñedos en Chincha. El comienzo fue de a pasos cortos. Su esposo tuvo que irse una temporada a trabajar al INIA de Huaral para tener un ingreso fijo, mientras ella exploraba la forma de hacer crecer el vivero. Para ese entonces, ya tenían tres hijos que estaban pequeños. Viendo que el vivero no estaba generando ingresos, Mercedes recibe un gran consejo de parte de un colega suyo, Alberto García, quien le hacer ver que no era viable que se centrara solo en uva de mesa, porque era una fruta estacional. Luego de ello, comenzó en paralelo con paltas, cítricos y otros cultivos. Sin embargo, el cultivo que más satisfacción le ha traído en toda la vida del vivero es la uva de mesa.

Por esa época, menciona que la contacta Alfonso Novoa, gerente del entonces Fundo Rosario en Ica, que luego paso a ser agrícola Bamar. Este le cuenta que quería exportar uva de mesa y le pregunta si tenía variedades para ese fin. Mercedes había escuchado algo de la Red Globe, pero desconocía cómo traer esa variedad al país hasta que se acordó de un contacto que hizo en España. De esa forma, la trajo al país e inició su multiplicaron por toda la costa peruana. No fue la única, porque tras Red Globe vino Flame, Thompson Seedles y otras, entre otros. Era 1995 y los empresarios comenzaron a tomar en serio el cultivo de la uva de mesa para exportación.

El siguiente reto, luego de superar la importación de yemas de nuevas variedades tradicionales, fue contar con un patrón que fuera resistente a nematodos y filoxera para injertarlo en las variedades de uva de mesa. Por ese entonces, la mayoría sembraba directamente su variedad en suelo. Como se había observado que la uva Quebranta sobrellevaba bien las enfermedades, fue utilizado inicialmente como patrón. Incluso, hasta el día de hoy. “En el Fundo Copacabana en Chincha hay plantas de vid injertadas con Quebranta”, dice.

Pero aquellos que sembraron la vid directamente al suelo comenzaron a tener graves problemas sanitarios a tal punto que ya algunos pensaban salirse del negocio. Nuevamente, la empresaria vio una oportunidad comercial en ello. Su esposo Juan, fitopatólogo y actual Gerente de I+D, viajó a España y se contactó con Miguel Mercier, del reconocido vivero Mercier. De esta forma, traen en 1997 el primer lote de patrones resistentes a filoxera y nematodos. Igualmente, importaron desde EE UU, de la universidad de California los patrones, Salt Creek, Harmony y Freedom; mientras que desde Francia trajo MGT 101-14, C4, 5-BB y otros más.

Cuando empieza a despegar el ‘boom’ agroexportador, a comienzos del 2000, el vivero comienza a recibir masivamente pedidos de empresas grandes. Uno de los empresarios que confió en Mercedes desde un inicio fue Victor Matta Curotto, dueño de Complejo Agroindustrial Beta, a quien lo convenció en su momento de cambiar sus parrones de uva que estaban en suelo franco por plantas injertadas. Hasta el día de hoy sigue siendo uno de sus más leales clientes.

Mercedes cuenta que tanto los productores como ella tuvieron que aprender, errando muchas veces en el uso de portainjertos. Por ejemplo, desconocía en un primer momento que el patrón Paulsen permitía el ingreso de filoxera en Red Globe. Cuando tuvo la confirmación del vivero Mercier, entonces, tuvo que reponer sin coste alguno todas las plantas y patrones del fundo de Alberto Massaro de Fruchincha. “Él perdió y yo también, pero es así como hemos caminado en el mundo de la agricultura, así nos hemos empujado entre todos para adelante con los grandes y con los pequeños agricultores”, reflexiona.

En Chincha, Mercedes Auris junto a su esposo instala el vivero Los viñedos en Chincha. De 20.000 a 30.000 plantas ahora comercializa unos 15 millones de plantas, entre todos los cultivos.
Tuvieron que aprender qué patrones eran los adecuados según la variedad para evitar problemas con nematodos y filoxera.

LA OPORTUNIDAD DE CRECER EN PIURA

En los siguientes años, Red Globe fue conquistando otras tierras, sobre todo del norte del país. En 2005, Mercedes cuenta que la contacta una ONG para enseñar a pequeños agricultores en Piura a sembrar Red Globe. Fue allí que vio que los racimos salían grandes y hermosos. Contacta a un productor de limones y mangos, José Valdez, para hacer pruebas en su campo de Sullana. Antes de impulsar este proyecto, visitó Petrolina, en Brasil, para conocer el manejo de la fruta en un clima semitropical. Recuerda que por aquel entonces, Ecosac y Saturno venían intentando sin mucho éxito instalar la uva de exportación en la zona.

“Soy una persona activa que siempre está en la búsqueda constante de nuevas oportunidades y dispuesta a romper paradigmas. Es por eso que luego de consolidar el negocio en Ica, es que me voy para Piura”, comenta.

El 22 de septiembre del 2006 presentó su parcela demostrativa de Red Globe en Piura. Esto levantó mucha curiosidad, a tal punto que asistieron 450 personas de distintas empresas. Allí confirmaron que el cultivo podía fructificar a los 132 días y no a los 188 días como ocurría en Ica, además de adelantar la cosecha y llegar en una ventana en que no había competencia en el hemisferio norte. Luego de unos días, recibió al entonces gerente de Camposol, Gustavo Guerrero, quien se sorprendió de lo que habían conseguido. Fue, entonces, que le dijo “vamos a probar con 100 hectáreas”. Sin embargo, llegaron a aumentar el pedido para 300 hectáreas en el norte. Para ella que ya venía trabajando con varias empresas grandes, le pareció un gran reto. Eso sin contar que a partir de allí todos querían sembrar uva de mesa en Piura.

La Red Globe se convierte en la principal variedad que todos desean sembrar en la costa peruana.
Antes que el negocio se complicara con infinidad de variedades, la Red Globe era la preferida en el mercado internacional. Actualmente, existen un gran número de hectáreas, sobre todo entre los pequeños productores.

Lo que vino fue una época de crecimiento acelerado, mucho trabajo duro y también satisfacciones. “Vino una etapa de incrementar más áreas de plantas madres, conseguir mucho más material para poder atender los pedidos. El material lo desarrollamos a raíz desnuda porque era más rápido que en bolsa”, refiere.

El siguiente paso fue instalarse en el 2008 en Trujillo para la producción de plantas de palto. Quienes los impulsaron fueron los responsables de Camposol, empresa que es cliente del vivero desde 1998 y requerían de la provisión continua del vivero de paltos.

Tras tener consolidado su negocio en la venta de plantas de Red Globe y otras en Ica, Trujillo, y Piura, aparecen las variedades patentadas.

Como en otras ocasiones, le tocó reaccionar rápidamente. Empezó a mandar correos a las empresas que tenían la genética nueva. Recuerda que los de Sunworld no le respondían y envió a su hijo Juan José, también ingeniero agrónomo, a que visitara la empresa en Bakersfield (California). Fue así como logran ser vivero licenciatario de Sunworld y hasta el día de hoy son ‘test block’ oficial. Luego pasan a licenciarse con SNFL, IFG, ITUM, ANA Chile, Pristine, Arra. Hoy por hoy, cuentan con las licencias de todas las patentes existentes del mundo.

Esto significó que de un momento a otro pasaron de reproducir unas tres o cuatro variedades a más de 25 variedades sobre distintos patrones. El negocio se volvió más complejo. No fue un aprendizaje rápido. En algunos momentos del 2017 recuerda que tuvo retrasos en la entrega de plantas. Algunas empresas entendieron y otras no. Las ventas tuvieron un bajón que luego se remontó a punta de paciencia e insistencia. “Hoy si puedo manejar las variedades, sabemos cuánto debe quedarse en la cámara de forzadura, cómo colocar el sustrato. Ahora siempre estamos buscando nuevas tecnologías, más económicas de trabajar”, recuerda.

A lo largo de estos años, destaca que el peruano siempre fue bien arriesgado, tan igual como ella. Veían una variedad nueva y quería probar no en 3 o 5 hectáreas, como ocurre en Chile, sino en 10, 20 o 50 hectáreas. Eso hizo que el negocio en vid creciera muy rápidamente en Perú.

Dia de campo en San Jose Viru-Trujillo 2009. La ing. Mercedes Auris Bravo, con esa pasión por la enseñanza, capacita y hace labor de extensión agraria en pleno campo.

“Cuando comenzamos esta historia de la mano de la Red Globe se ganó mucho dinero. El tema es que cuando estás en la bonanza no te ajustas, no mides tus costos ni tus fuerzas”.

HACIA NUEVOS CULTIVOS

En la actualidad, el objetivo del vivero es mantener todo lo avanzando e ir viendo nuevos cultivos. “Estamos entrando a trabajar con hortalizas, que te permite un retorno rápido”, dice. Por lo pronto, ya tienen 18 años investigando en la adaptación del cerezo, sobre todo en la zona de Arequipa. En la pandemia, esta investigación retrocedió, pero Mercedes dice que seguirá peleando por los cerezos para conseguir la tecnología adecuada. “Lo que empiezo me gusta culminarlo”, cuenta.

Para Mercedes, la gran competencia en el mundo ha cambiado el escenario actual para los productores de uva de mesa. “Cuando comenzamos esta historia de la mano de la Red Globe se ganó mucho dinero. El tema es que cuando estás en la bonanza no te ajustas, no mides tus costos ni tus fuerzas. Hoy que estamos en la etapa complicada, hay que apretar los costos al pie de la letra”, reflexiona.

Para contrarrestar el actual escenario, reflexiona en que hay que pensar en dar valor agregado a lo que no califica para exportación. “Si bien el fruto fresco tiene buen precio, no es que produzcas mil kilos y todo lo puedas exportar. Los buenos exportarán el 85%, pero hay que ver cómo vender ese otro 15%”, comenta. Para ello, están los congelados, deshidratados y otras presentaciones directas al consumidor.

Aún avizora que seguirán unos años más de recambio varietal de uva de mesa, pues aún existe un número importante de hectáreas de variedades tradicionales, como Crimson, Flame, Thompson. En el caso de la Red Globe, considera que va a mantenerse de alguna manera presente, sobre todo, porque ahora algunos pequeños productores siguen sembrando esa variedad.

Por lo pronto, Mercedes considera que la agroexportación no va a parar, por tanto, como vivero especializado en la propagación de plantas frutales permanece alerta a las nuevas oportunidades comerciales a fin de dar respuesta rápida a las necesidades de los exportadores, como lo ha hecho en los últimos 30 años.

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