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Seguro de incendio para cultivos

14 de Marzo 2017 Equipo Redagrícola

 

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Todos los años los agricultores son víctimas de incendios en sus cultivos, a veces originados en el mismo predio, otras provocados por sucesos ocurridos a kilómetros de distancia. El esfuerzo de meses desaparece en pocas horas y si no se cuenta con un respaldo, el daño económico puede llegar a ser irremontable.

El seguro de incendio de HDI Seguros se dirige a cultivos anuales, como trigo, avena, cebada, triticale, maíz, raps, lupino y otros. Según señala la corredora de seguros de Temuco, Susan Schifferli, este seguros tiene en general una buena acogida por parte de los agricultores quienes lo toman año a año con gran interés. “El producto hace bastante tiempo que se está comercializando, los productores grandes saben de su existencia, y los más pequeños poco a poco han ido interiorizándose en sus coberturas”, explica.

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Susan Schifferli.

 

DESDE LA FALLA DE UNA MÁQUINA HASTA INCENDIOS A GRAN ESCALA

Es que para nadie resulta ambiguo el daño que puede provocar el fuego en un cultivo listo para la cosecha, en la época de mayor calor del año. Y el riesgo se mantiene hasta el último segundo. Así lo demuestra la experiencia de Daniel Lichtenberg, agricultor de Victoria, quien a inicios de 2016 un incendio afectó su cosecha:

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Daniel Lichtenberg.

 

“Algo ocurrió con la máquina cosechera en plena actividad, no tenemos claro qué fue. Se incendió y a raíz de eso se quemó parte de la siembra de triticale que estábamos cortando en ese momento. Afectó unas 35 hectáreas, aproximadamente, de un total de 85 que tenía con ese cereal. Gracias a Dios ya se había cosechado una parte, y logramos controlar las llamas así es que no fue más que eso, quedó un saldo que pudimos terminar de cosechar”, comenta. Pero no siempre el origen se encuentra en el propio campo. La amenaza puede venir desde lejos, como relata el ingeniero comercial José Eduardo Íñiguez, cuya empresa Agroseguros OK también se encuentra en la capital de la Araucanía:

“Para mí la temporada pasada tuvo una alta siniestralidad. Hubo un incendio muy grande, que partió en Traiguén y terminó en Púa. Todo comenzó a varias decenas de kilómetros de donde se encuentran mis clientes. El primer agricultor que me llamó, en pleno evento, me dijo: tengo unas 100 hectáreas quemadas. Avisé a la compañía de inmediato y me preguntaron qué estaba pasando, porque eso no es normal. Después me llamó otro y otro, y yo seguía en contacto con la aseguradora, le reenviaba las fotos que me llegaban”, relata. José Eduardo cuenta que se quemaron sobre 7.000 hectáreas, entre bosques, matorrales y cultivos. “Mis clientes vieron desaparecer cerca de 1.500 hectáreas bajo las llamas. Pero llegamos a buenos resultados de indemnización. Los agricultores quedaron contentos cuando recibieron sus cheques, porque estaban muy angustiados debido a los compromisos de pago que habían adquirido”.

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Juan Eduardo Íñiguez.

 

UN FENÓMENO EXCEPCIONAL A NIVEL DE PREDIO, PERO FRECUENTE EN LAS ZONAS DE CULTIVO

Las indemnizaciones fueron significativas, por ejemplo, una de las empresas agrícolas afectadas recibió sobre 50 millones y otra sobre 70 millones. Si bien se trata de una situación excepcional, por las superficies afectadas, el fenómeno no tiene nada de poco común a escala predial.

Schifferli comenta que todos los años tienen uno o dos siniestros que afectan áreas de 5 o 10 hectáreas, “por lo general no pasan a más, porque los agricultores están preocupados. Lo que a ellos les interesa es cosechar, por lo cual rápidamente mueven todo su sistema en el campo para evitar que el fuego se propague”.

Íñiguez en tanto precisa que el negocio está en vender el cultivo y no en que se queme, “el seguro paga el valor comercial, pero descuenta los costos en los cuales no se ha incurrido, tales como la cosecha, transporte u otros. También está el descuento del deducible”.

El deducible, según la comuna, puede ser un 10% con un mínimo de 50 unidades de fomento (UF), o 20% con un mínimo de UF 150 en las más riesgosas. Además de incendios el seguro cubre daños causados por explosión, caída de aeronaves, o los que ocurren como consecuencia directa de huelga, saqueo o desorden popular. La póliza está sujeta a una prima mínima de 5 UF y las tasas van desde un 0,5% a 0,7%. Existe una tasa preferencial para montos sobre 4.500 UF o clientes con seguros climáticos contratados.

Los trámites para tomar el seguro son bastante sencillos, aclara Schifferli, gracias a las herramientas disponibles actualmente para marcar los potreros y el campo en su ubicación.

20 AÑOS ASEGURADO SIN PROBLEMAS

El periodo mínimo de cobertura alcanza a 60 días, pudiendo llegar hasta 75 o 90 días. Es el empresario agrícola quien determina el rendimiento asegurado y el valor de mercado, dentro de ciertos rangos de precio por quintal establecidos por la compañía aseguradora.

Daniel Lichtenberg recomienda asegurarse por lo que realmente se va a cosechar.

“Si van a ser 70 quintales por hectárea, poner 70, ni más ni menos, porque subirlos juega en contra y bajarlos también. Hay que ser correcto con los montos y las cantidades que uno vaya a sacar. Yo llevo 20 años asegurándome y nunca había tenido un problema, pero asumo el seguro no como un gasto sino como un costo, igual que la semilla o el abono. Es un tema de dormir tranquilo”.

Juan Eduardo Íñiguez comenta que hay clientes que me dicen que no aseguran porque nunca les ha pasado nada, pero el seguro es lo único que uno compra para no usarlo. Fantástico que no hayas usado el seguro, porque si lo usas es porque algo malo te pasó. El resguardo que te da tomar un seguro es muy potente”, explica.

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