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Mauricio Diazgranados, director científico del Jardín Botánico de Nueva York

El botánico que busca resolver los problemas del mundo y de las personas que viven en él con las plantas

Las plantas pueden salvar al mundo. Así lo cree Mauricio Diazgranados, el primer latinoamericano en convertirse en director científico del Jardín Botánico de Nueva York. Este hombre maneja una base de datos global de 50.000 plantas útiles y calcula que hay unas 100.000 más por recopilar, con las cuales se podrían mitigar los efectos de cambio climático, asegurar la alimentación o revertir la pérdida de biodiversidad.

28 de Noviembre 2024 Ximena González Vidal y Rodrigo Pizarro Yáñez
El botánico que busca resolver los problemas del mundo y de las personas que viven en él con las plantas

Mauricio Diazgranados, director científico del Jardín Botánico de Nueva York.

¿Qué poder esconden las plantas? La ropa que usamos, los perfumes que nos aplicamos, las medicinas que tomamos, los alimentos que comemos, el oxígeno que respiramos, nuestra vida… Eso, y mucho más, se lo debemos a las plantas. Para el botánico colombiano Mauricio Diazgranados, “estas pueden ayudarnos a proteger el planeta y mejorar nuestras vidas”. El primer director científico de origen latinoamericano del Jardín Botánico de Nueva York (NYBG, por sus siglas en inglés), tiene claro que las plantas son ‘la herramienta’ para combatir los problemas que hoy en día afectan al mundo y a las personas que viven en él. “Absolutamente toda la vida que hay sobre el planeta depende de las plantas”, afirma. Por ello, desde su posición actual tiene una tarea casi titánica: pensar en cómo ellas pueden aportar soluciones para mitigar, por ejemplo, los efectos del cambio climático, la pérdida de biodiversidad o la inseguridad alimentaria.

Mientras pareciera que nadie hace nada, al norte de Manhattan y en pleno corazón del Bronx, Diazgranados tiene a su cargo a 120 investigadores que trabajan para conseguirlo. Y desde esta institución fundada en 1891 se están ejecutando 81 proyectos de investigación, la mayor parte de ellos en países de América Latina para entender y dar cuenta el valor de las plantas. Los hay en Colombia, Perú, Brasil, México, Ecuador y Cuba.

En concreto, hay 22 investigadores senior, cada uno con un perfil diferente, que tienen a cargo la tarea de montar sus propios proyectos de investigación. Los hay quienes trabajan con leguminosas, con plantas medicinales, con orquídeas, con helechos, con aspectos genómicos, con el secuestro de carbono o con plantas acuáticas que crecen en las cascadas.

“Siendo una institución tan poderosa en sus frentes de investigación, es muy importante que esos trabajos estén alineados para que puedan aportar de manera efectiva a dar soluciones a los problemas que afectan al planeta, pensando en que desde aquí podemos aportar soluciones basadas en plantas y hongos”, sostiene.

Su importancia es tal, que este botánico afirma que “absolutamente toda la vida que hay en el planeta depende de las plantas”, especificando que sin ellas habría un colapso.

-¿Y eso se puede lograr con lo que se llaman ‘plantas útiles’?

-Sí. Yo manejo la base global de plantas útiles, pero podemos entenderlas como plantas usadas comúnmente, porque, en realidad, cualquier planta puede ser útil, pero eso no quiere decir que sean usadas con frecuencia en una cultura. También que esa planta tenga un nombre común y que su uso se transfiera de generación en generación.

El Dr. Diazgranados dirige un equipo de 120 investigadores. Hoy el NYBG tiene 81 proyectos científicos en todo el mundo.

Actualmente, en el NYBG se está construyendo una base de datos en la que hoy tienen registradas cerca de 50.000 plantas útiles, pero Diazgranados calcula que debe haber unas 150.000 en todo el mundo.

“Solo en América Latina debe haber unas 30.000 plantas útiles y en Colombia hemos identificado cerca de 7.400”, subraya el director científico del NYBG. De esas, 3.800 tienen un uso comestible y 5.100 un uso medicinal. “Solo en Colombia hay 1.200 especies frutales. Esa diversidad de frutas que tenemos es abismal y solo la hay aquí”.

-¿Cuántas especies queda por descubrir en Colombia?

-Hay algunos estimativos que dicen que podría haber hasta 5.000 o 6.000 nuevas especies esperando ser descubiertas. Todavía nos queda bastante trabajo por hacer.

Ejemplos de plantas útiles hay muchos, y en todo el mundo. Los científicos del NYBG han podido comprobar que los manglares son claves en la fijación de carbono y, por lo tanto, son excelentes aliados para mitigar los efectos negativos del cambio climático. “Si queremos combatir efectivamente contra el cambio climático, tenemos que proteger y restaurar los manglares”, sostiene sobre esta área biótica formada por árboles tolerantes a las sales en la zona intermareal que hay países tropicales y subtropicales. Diazgranados los describe como las ‘salas cunas’ de los peces, de los cuales dependen muchas comunidades. “Cuando se destruye un manglar, la pesca inmediatamente decae y hay problemas de seguridad alimentaria”. No solo eso, porque la madera de los mangles es muy dura y muy resistente, tanto así que es usada para construir barreras contra los sunamis”, precisa.

Durante la COP 16 realizada este año en Cali, Colombia, este botánico voló en helicóptero hasta Tumaco, en Nariño, en la costa del Pacífico colombiano, y vio que hay una serie de islotes que se habían formado. “Estos podrían ser restaurados sembrando mangles, que actuarán como una barrera natural, dejando de lado las barreras de cemento”, dice.

Hay investigadores que están estudiando las mezclas de cultivos (preferentemente granos y legumbres) que se usan, por ejemplo, en el norte de África y México.

“Estas mezclas tienen nombres, dependiendo de la composición y proporción. Así, si se hace un pan, este no será un pan de cebada o de avena, sino de una mezcla única. Lo interesante es que son muy diferentes a un monocultivo, entonces serán más resistentes a los eventos climáticos como una sequía extrema o fuertes lluvias. Si fuera un monocultivo, se perdería, pero como se trata de una mezcla, puede que ataque solo a una. Así, la cosecha no se perderá, porque son más resistentes y más productivas”, explica el experto.

Otro tipo de investigación se relaciona con las bases genéticas que confieren resistencia a las plantas. Por ejemplo, para poder sobrevivir en lugares tan extremos como los desiertos de Atacama (en Chile) o Sonora (en México). ¿Cómo lo logran? “Con genes que se responsabilizan de conferir resistencia. Esos se pueden aislar para implementarlos luego en la industria agrícola, para poder fortalecer las cosechas”, responde.

Otra de las líneas de investigación relacionada con las plantas útiles es la que se está ejecutando con plantas comestibles que están reemplazando a las ornamentales en algunas zonas de EE UU, por ejemplo, Florida, donde se han plantado bananos y piñas. “Este tipo de ‘bosques comestibles’ pueden ser mucho más eficientes, porque tienen la capacidad de fijar carbono mucho más rápido que las plantas ornamentales y, además, proveen un servicio alimenticio a las personas y a la fauna”, subraya.

LA EVOLUCIÓN DE LAS PLANTAS

Según el director científico del NYBG, las plantas, al igual que todos los organismos, van evolucionando. Ello ocurre por mutaciones, que se van fijando en las siguientes generaciones, “pero son cambios que ocurren lentamente”, subraya. Aunque se podrían acelerar a través de la selección de ciertos rasgos que se quieran fijar, “lo que llamamos ‘domesticación’ de la especie, que es lo que se ha hecho con los cultivos agrícolas”.

Los manglares (4) son claves en la fijación de carbono y excelentes aliados para mitigar los efectos negativos del cambio climático; los frailejones (5) almacenan agua en sus copas y su presencia o ausencia afecta a la hidrología de los ecosistemas de páramo y los bananos (6) se han plantado en zonas urbanas de Florida, EE UU, porque tienen fijan carbono mucho más rápido que las plantas ornamentales.

Así, en el mundo, de las más de 25.000 especies comestibles que hay, la gran mayoría son especies silvestres que no han sido domesticadas y, en muchos casos, son olvidadas o subutilizadas. “Después tenemos otro rango que son los parientes de plantas utilizadas, por ejemplo, los parientes del café o del cacao, que no es cacao, pero que son emparentados con estas plantas y que podrían usarse en caso de que desaparezca el cacao a través de un proceso rápido de domesticación”, explica Diazgranados y añade una cifra que es alarmante: Más del 50% del consumo de calorías de la humanidad proviene de menos de diez plantas. “De hecho, podríamos bajarlo solo a tres plantas, ya que la mayoría de las calorías las obtenemos del maíz, la soja y el trigo”, precisa.

INTELIGENCIA ARTIFICIAL, UNA GRAN ALIADA DE LA BOTÁNICA

Este biólogo colombiano está convencido de que la inteligencia artificial es una de las grandes aliadas en esta carrera contra el tiempo por ‘desbloquear’ los secretos ocultos de las plantas. No por nada, la inteligencia artificial permea los temas transversales en los que quieren priorizar su estrategia científica a 2030.

El primero de dichos temas lo han definido como plantas para la resiliencia climática. El segundo comprende las plantas comestibles. “Estamos buscando cómo podemos transformar lo que consumimos para que ayude a recuperar la biodiversidad y a luchar contra el cambio climático”. El otro tema puntual que se han planteado es la inteligencia artificial para acelerar la investigación botánica.

¿Cómo la están usando? De acuerdo con Diazgranados, el espectro de uso es enorme. En el herbario del Jardín Botánico, el segundo más grande del mundo, se guarda una colección científica de referencia, donde las plantas secas y sobre cartulinas se convierten en las páginas de un libro de referencia para poder hacer comparaciones e identificar especies. En total, hay cerca de 8 millones de especímenes, de los cuales, 4,7 millones ya han sido digitalizados y se encuentran disponibles en la plataforma virtual para la comunidad científica. “Gracias a esto los investigadores y científicos de todo el mundo pueden ingresar virtualmente y hacer sus comparaciones”, dice.

El herbario del Jardín Botánico es el segundo más grande del mundo y guarda una colección científica de referencia de 8 millones de especímenes, de los cuales, 4,7 millones están digitalizados y a disposición de la comunidad científica.

Además, frente al reto de la pérdida de biodiversidad, Diazgranados sostiene que pueden hacer uso de la inteligencia artificial (IA) para acelerar los procesos de identificación de especies. “La idea es que con la IA podamos procesar imágenes y nos diga qué especie puede ser. Nos puede indicar, por ejemplo, las familias o los géneros y ya con eso, los expertos entran a verificar dicha información y así no empezamos desde cero”, explica.

Los drones también podrían ser una herramienta esencial en el futuro. Sus vuelos sobre los bosques pueden ayudar en la identificación de árboles a través de mapas de reflectancia. Adicionalmente, en países como Colombia, en los páramos, en las partes altas de Los Andes Tropicales, que proveen agua a más de 40 millones de personas, los frailejones, una especie de la cual Diazgranados es un especialista a nivel mundial, están amenazados por el cambio climático y hacer algo para salvarlos es imprescindible.

“Creemos que el 50% de las especies de frailejones en los páramos están en peligro de extinción, y por lo difícil que es el acceso a estas zonas, hemos desarrollado mecanismos para enviar drones capaces de hacer un monitoreo y así, a partir de la toma de fotografías, poder cuantificar los frailejones con una precisión del 92%”, explica y añade que ese porcentaje es perfectible.

“Desde siempre hemos sido pioneros en incorporar rápidamente las herramientas tecnológicas. Fuimos pioneros en el campo de la genómica en los años 90, fuimos pioneros en la digitalización de especímenes del herbario y ahora queremos ser pioneros también en la incorporación de la IA para acelerar la investigación científica”, concluye Diazgranados.

BIO
Actualmente, el Dr. Mauricio Diazgranados lidera el posicionamiento estratégico y la planificación científica del NYBG. Dirige y supervisa las actividades de los diversos componentes del Centro Internacional de Ciencias Vegetales (IPSC), incluyendo: el herbario William y Lynda Steere; el Instituto de Botánica Económica; el Instituto de Botánica Sistemática; el Programa Cullman de Sistemática Molecular; el programa de Genómica e Investigación de Laboratorio; el programa de Estudios de Posgrado; y la biblioteca LuEsther T. Mertz. En su cargo anterior (2016-2023), fue líder de investigación en el Real Jardín Botánico de Kew (Reino Unido), y dirigió la Iniciativa de Soluciones Basadas en la Naturaleza de Kew, con el objetivo de proporcionar soluciones para abordar los desafíos ambientales y sociales (como el cambio climático, la pobreza, la seguridad alimentaria, la salud y la pérdida de biodiversidad) en beneficio tanto de la sociedad como de la naturaleza. Anteriormente, se había desempeñado como director científico del Jardín Botánico de Bogotá (Colombia).

 

“LOS HONGOS TAMBIÉN SON FUNDAMENTALES PARA NUESTRA VIDA”
Solo en Colombia se han descubierto unas 7.000 especies de hongos. “Creemos que puede haber hasta 300.000”, dice Diazgranados. La cifra sorprende, pero más aún cuando precisa que, a nivel global, puede haber cerca de 2,5 millones. “Todavía tenemos un conocimiento incipiente y los hongos también son fundamentales para nuestra vida”, sostiene.
Lo son porque se comen, se usan y los tenemos en nuestro cuerpo. “Nos bebemos un vino que ha sido fermentado por hongos, nos comemos un chocolate que ha sido fermentado por hongos, la penicilina es un hongo y las plantas crecen gracias a que tienen asociaciones con hongos que les permiten absorber ciertos nutrientes, que por sí solas serían incapaces de hacerlo. Nuestra vida depende enteramente de los hongos también, entonces, y tenemos todavía un mundo por descubrir”, explica.
Cree firmemente que las Reservas de Flora y Fauna debieran llamarse Reservas de Flora, Fauna y Funga. “Es el gran reino olvidado y debieran existir políticas de conservación”, subraya.

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