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Profundos recambios varietales y recientes buenos resultados

Atacama respira mientras se adapta a lo nuevo

Tras resultados decepcionantes e incluso negativos, la uva de mesa de la tercera región tomó un respiro tras una buena última temporada. Pese a esto, hay una serie de desafíos productivos para que esta fruta siga siendo competitiva en los mercados internacionales. El acuerdo por el ‘Systems Approach’ es visto como una nueva oportunidad para demostrarlo.

25 de Julio 2024 Equipo Redagrícola
Atacama respira mientras se adapta a lo nuevo

Un respiro de alivio es lo que se vive entre los productores de uva de mesa de la región de Atacama. Tras varias temporadas complejas, con resultados malos e incluso negativos, la temporada que recién pasó es considerada por la mayoría como una muy buena campaña.

Pero eso no esconde los desafíos y dificultades que ha debido enfrentar la región, ya que hasta la actual temporada, la uva de mesa en la región de Atacama estaba sumida en profundo reordenamiento, tanto de nuevas variedades como en un ajuste de superficie, buscando la forma de mantenerse rentable.

BUENA TEMPORADA, PERO…

“Fue muy bueno para todos los productores de uva de mesa, y el que diga lo contrario no está en sintonía. Algunos tuvieron problemas productivos, y en la parte alta del valle de Copiapó tuvimos menor producción, pero aún así con los precios que tuvimos el resultado fue muy positivo”, detalla Rodrigo Susaeta, productor y también presidente de la Asociación de Productores y Exportadores Agrícolas del Valle de Copiapó (APECO).

Susaeta, que se ha hecho cargo de la hacienda Manflas desde el año 1997, actualmente produce uva de mesa en 130 hectáreas (ha), una superficie menor a las 200 ha que llegó a tener la empresa, y que hoy se reparte en 85 ha dedicadas a la producción de uva de mesa de exportación, y 45 ha para la producción de pasas (con variedades Thompson Seedles y Sugraone), que están siendo arrendadas a un tercero.

Señala que este ajuste se debe, principalmente, a un periodo de unos cinco o seis años de resultados muy ajustados y de fuertes inversiones en el plan de recambio varietal. “Llegó un momento en que había que consolidar lo que teníamos y arrendamos las hectáreas que eran de variedades tradicionales, que son muy aptas para las pasas y ya no tanto para los mercados actuales”, detalla.

Por otro lado, Manuel Gandarillas, que asesora en la zona desde fines de los años ‘80 y que produce uva de mesa en Atacama desde 1995, en cerca de 80 ha en tres campos ubicados entre Copiapó y Vallenar, señala que la campaña recién pasada “compensó en gran parte el año malo anterior”.

Pese a esto, destaca que eso no esconde las dificultades de la región, donde se aprecia, a simple vista, una baja sustancial de la superficie. “Yo diría que debe estar en torno al 30%. Lo que despareció, será difícil que se vuelva a plantar con uva, principalmente por un tema de costos”.

Gandarillas detalla que el problema central es el alza de los costos de producción (plantas, labores de arreglos de racimo, estructuras, y otras inversiones), significan en torno a US$25.000/ha en el primer año, y luego US$20.000/ha en los siguientes dos años para entrar a producir, “entonces debemos tener US$60.000/ha, porque esa plata ningún banco la presta”.

Según comenta, actualmente el retorno a productor en su caso está en torno a US$2/kg, mientras que el costo de producción, por caja, bordeando los US$11/caja. “Con US$4 por caja son US$12.000 por hectárea de ganancia y bueno, yo no sé si sea muy buen negocio, porque por ejemplo en cereza es US$50.000”, retruca Gandarillas.

Explica que el rubro que quizás está más afectado y con más problemas es la uva de mesa, por razones como una mano de obra muy cara, “y por eso las nuevas variedades están entrando más fácil”. No es lo único, porque también ha pesado la competencia de la uva de mesa peruana, “que afecta bastante”, según Gandarillas.

Aunque ese ajuste natural que se ha visto en Atacama, puede también ser visto como parte del vaso medio lleno. Rodrigo Susaeta comenta al respecto que “si todos nos ajustamos un poco, todos lo pasaríamos mucho mejor”, destacando que “este año se demostró que, cuando la producción se reparte y se distribuye mejor, a todos nos va muy bien. Lo que pasa es que cuando a todos nos va muy bien, todos queremos más y empezamos a plantar y después a todos ya no nos va tan bien”. 

ATACAMA SERÁ ZONA DE NUEVAS VARIEDADES

El valle de Copiapó, principal bastión de la producción de uva de mesa del norte, cuenta actualmente con entre 4.500 ha y 4.800 ha de uva de mesa, unas 2.500 ha menos que hace unos años atrás cuando en el valle había unas 7.000 ha cultivadas.

En la región, la uva de mesa se produce desde noviembre hasta mediados de abril, que es cuando se cosechan las variedades más tardías.

De acuerdo a Susaeta hay una curva que tiene la máxima concentración en el mes de enero y febrero Pero en noviembre, diciembre y entre marzo y abril “también hay colas y cabezas de producción que son igual de interesantes”.

En este contexto es que han entrado con fuerza las nuevas variedades, para diversificar y abrir la ventana comercial, y también para tener producciones de rendimientos altos, sin el trabajo que implica producir Thompson Seedless.

Gandarillas señala que una Thompson, pese a tener buena calidad, en general tiene un menor precio en relación a las nuevas variedades. “Esta temporada, por ejemplo, Thompson consiguió US$2 menos que las otras variedades, pero en general tuvo un buen precio; no así la temporada pasada que fue un desastre”.

De hecho, Gandarillas que ha sido un fiel productor de Thompson desde los años 90, señala que “si tuviera la plata, cambiaría prácticamente todo, y dejaría sólo -por principios- unas cuatro hectáreas de Thompson, netamente por belleza.

El resto lo cambiaría, porque Thompson tiene mucho trabajo. Yo te diría que la disminución de trabajo entre un Thompson y una Sweet Globe baja de un 35% a un 40%, solo en temas de mano de obra”.

Rodrigo Susaeta, en tanto, comenta: “Nosotros seguimos teniendo Thompson. Este año vamos a producir 16 ha que seguirán siendo de exportación. Son cuarteles de sobre patrón americano, más nuevos, y todavía han tenido muy buen resultado en el mercado. Nosotros somos tempranos y en la fecha que nosotros producimos todavía tienen un espacio que no es despreciable”.

De hecho, Susaeta señala que en estos momentos ya casi no hay plantaciones de variedades tradicionales para exportación, sino que “es todo variedad nueva”, añadiendo que “hay algunos productores que se demoraron un poco más en el cambio. Hay otros que fueron más anticipados. Actualmente, hay dos tercios de la superficie de Copiapó que son variedades nuevas, y en el futuro yo veo que todo el desarrollo en el Valle Copiapó va a ser hacia las variedades nuevas”.

NUEVAS VARIEDADES, NUEVOS DESAFIOS

En la hacienda Manflas, sobre 1.500 msnm, el actual presidente de APECO señala que la variedad nueva que más han plantado es Autumn Crisp, con 22 ha, seguidas por 16 ha de Timco y 16 ha que han conservado de Thompson Seedless, pero su paleta varietal también incluye Sweet Globe y Midnight Beauty, “que ha sido muy importante para nosotros”, comenta.

Tienen también Sweet Sapphire, Sweet Favors y Allison, produciendo los tres colores (blanca, roja y negra), trabajando con los programas genéticos de SunWorld y Bloomfresh.

Y si bien el camino no ha sido fácil, ya que cada productor debe encontrar los manejos para cada cultivar, Susaeta comenta que “las variedades nuevas tienen dificultades bien importantes en Atacama, pero las estamos viendo y combatiendo con tecnología, con conocimiento, con experiencia, porque tienen capacidades de rendir mucho más, logran calibres que son distintos, y sabemos que el mercado americano exige calibres grandes. Entonces una vez que estén asentadas las variedades nuevas, yo creo que las variedades tradicionales cada vez van a tener menos espacio”.

Señala que la adaptación ha sido difícil, pero el premio son rendimientos sobre 3.500 cajas por hectárea, con calibres de 23-24 milímetros para arriba. “Vale la pena el esfuerzo”, dice el productor. “Nosotros decimos que los platos rotos de la agricultura los paga el productor.

Si hay un problema en el mercado, lo paga el productor. Si hay exceso de oferta, lo paga el productor. Si hay un problema en la nave y se echa a perder la fruta, lo paga el productor. Si hay una variedad nueva que hay que desarrollar, la paga el productor. Y esto es real. No es por llorar, es simplemente la realidad de la industria. Y en el caso de las variedades nuevas, no es la excepción”, comenta el timonel de APECO.

En el caso de Manuel Gandarillas, cuenta con 15 ha de Sweet Globe, variedad licenciada con la que planea crecer debido a los buenos resultados obtenidos, y desde hace 6 años produce también Maylén.

“El año pasado, que fue el año malo, tuvo un rendimiento que fue espectacular, sobre 3.000 cajas por hectárea”, dice y añade que, esta variedad, que ha tenido complicaciones en algunas zonas, “es muy susceptible a la humedad y, por lo tanto, a la botrytis. Pero en el norte de Chile, que es muy seco, no tiene problema”, añade.

Haciendo una mirada global a la región, Gandarillas ve como un problema que Atacama está caracterizada como productores de uva blanca, pensando en la diversificación.

“La uva negra no tiene problema, pero la roja sí, sobre todo en poder conseguir el color que requiere el mercado. Yo no tengo rojas por lo mismo, porque es difícil obtener un rojo vivo, bonito”, agregando que “el problema que tiene Chile en estos momentos es que Perú es de uva blanca, y por eso a mí me encantaría tener roja, porque Perú no tiene mucha roja, y Chile tiene muchas roja tardía, pero no tiene roja temprana”.

CUENTAS ALEGRES POR EL ‘SYSTEMS APPROACH’

Tras la aprobación del acuerdo entre EE UU y Chile para poner en marcha el protocolo de ‘Systems Approach’, que permitirá exportar uva de mesa al mercado norteamericano sin la necesidad de fumigación en destino, los productores de Atacama ven con especial optimismo la medida.

“Tenemos una ventana de mercado que se va a volver a poner interesante. El Valle de Copiapó, con esta noticia, va a tener un segundo aire importante y estamos entusiasmados con eso”, comenta Rodrigo Susaeta, añadiendo que “la primera impresión es de mucha alegría, con muchas expectativas y ahora con el desafío muy relevante que es hacerlo funcionar. El ‘System Approach’ es una oportunidad, pero ahora depende de nosotros realmente sacarle provecho que tiene”.

Detalla que el sitio de inspección está aprobado para cumplir con las medidas, hay un laboratorio para hacer muestreos de los cuarteles que van a estar sometidos en los sitios de producción, por lo que esperan este mismo año salir con fruta sin fumigar hacia EE UU.

Pero advierte que esto no significa que de inmediato toda la fruta será enviada sin problemas, ya que la fruta que no califique en los parámetros acordados, va a tener que ser fumigada en Chile. “Yo diría que vamos a ser cuidadosos”.

Para Manuel Gandarillas, si bien el ‘Systems Approach’ significa tener un costo extra “que no será poco”, dice, debido a los procesos de inspección preventiva y costos burocráticos que van a aumentar, señala que “la gran gracia de esto es que vamos a poder competir mejor”.

El timonel de APECO confirma que probablemente va a ser más caro el protocolo que la fumigación en destino, pero que el sentido del acuerdo no es por un tema de ahorro, es netamente por mejoras de calidad y condición de la fruta.

“En un mercado saturado o en un mercado muy competitivo, la fruta que no esté fumigada va a tener una ventaja grande porque va a poder aguantar en las bodegas más tiempo, esperando mejores condiciones y también porque es más apetecida por muchos clientes que hoy no quieren recibir fruta fumigada. Así que yo creo que va a tener un efecto comercial relevante”, sentencia.

MÉXICO TAMBIÉN PUEDE ENTRAR EN COMPETENCIA

¿Seguir apostando hacia lo temprano o hay espacio para ampliar la mirada? De acuerdo a Rodrigo Susaeta la competencia peruana también ha significado ajustes en la producción local.

“La producción peruana de Ica (en el sur de Perú) puede variar y puede posicionarse casi donde quiera, entonces hemos querido en algún momento ser más tardíos, pero el año pasado la fruta tuvo buen resultado en toda la temporada, incluso aquella temprana, así que aún no está claro. Yo creo que vamos a ir viendo qué es lo que pasa, que se vayan asentando todas las producciones en las distintas zonas de Perú, Chile, e incluso de la California tardía, y vamos a ir viendo dónde va a tener su espacio Copiapó, que sin duda lo va a tener”, comenta Susaeta.

De acuerdo a Susaeta, durante la temporada que recién termina, Perú envió mucha más fruta a EE UU porque el mercado estaba muy ‘caliente’, y revisando los arribos, se puede apreciar que prácticamente durante toda la temporada nunca pasaron de 3,5 millones de cajas por semana, que es la cifra mercado americano puede absorber.

“No hubo crecimiento de los inventarios y los precios se mantuvieron constantes prácticamente durante toda la temporada, salvo hasta muy al final cuando entró la fruta mexicana. Pero el resto de la temporada fue absolutamente de precios parejos, homogéneos y muy altos”, comenta Susaeta.

La diversificación de nuevas variedades y la adaptación para encontrar ventanas comerciales ha significado entrar a la competencia con México, que cuenta con ventajas de traslado al ser vecino de EE UU, el principal destino de la uva de mesa chilena.

“Este año la producción fue tardía en Atacama fue más tardía de lo normal, y como el mercado estuvo tan bueno, se siguió enviando fruta a Estados Unidos pasado el ‘marketing order’, lo que causó que se topara con fruta temprana mexicana, y eso causó un colapso en los últimos envíos de fruta chilena de esta temporada recién pasada, y entiendo que por aquello el precio fue más o menos catastrófico”, describe.

¿Cómo se ve el futuro para el valle de Copiapó? Susaeta no cree que Atacama se siga achicando, pero tampoco debería crecer mucho. “No creo que haya nadie (que pueda invertir), a pesar del Systems Approach, a pesar de que ha habido lluvias, a pesar de que la región se ha defendido bien de la crisis hídrica, yo creo que los productores de uva mesa lo que quieren es consolidar lo que tienen, no creo que vuelva a haber un crecimiento muy fuerte, en el corto plazo al menos”. 

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