El único huerto de cerezas con cubiertas de Mendoza que compite por ser el más temprano de la región
Uso de distintas tecnologías para protegerse de lluvias, granizos y heladas, sumado a los aprendizajes en terreno que han adquirido en las regiones del Maule y Coquimbo en Chile, les ha permitido tener consistentemente cosechas durante la semana 42, posicionándolos como referentes en la producción de primores en Argentina. Los desafíos productivos de la provincia, y sus próximos proyectos, en las siguientes líneas.
Los Güizzo están contentos.
El pasado jueves 19 de octubre esta familia con más de 40 años de tradición cerecera comenzó con la cosecha comercial de sus cerezas, marcando con ellos su tercer año consecutivo en que consiguen iniciar la temporada en la semana 42.
El año pasado, de hecho, habían conseguido comenzar la cosecha comercial más temprana del hemisferio sur, y pese a que este año 2023 Ovalle consiguió ese título, la familia mendocina ha demostrado consistencia gracias al trabajo que han realizado en los últimos años, principalmente en su huerto de 35 hectáreas ubicado en el oasis norte de Mendoza.
Los Güizzo producen 300 toneladas de cerezas frescas por temporada (Mendoza produce 4.300 tn en total), producción que se reparte en un 60% para exportación y 40% para el mercado doméstico, durante nueve semanas contínuas, desde la semana 42 hasta la 50.
Esta empresa, fundada por el padre de los hermanos Güizzo y que actualmente es liderada en la parte comercial por Fernando y en la parte agrónoma por Nicolás, es la única empresa en Mendoza en proteger sus cultivos contra heladas, granizo y lluvias, y los resultados están a la vista.
La estrategia de la empresa ha sido durante los últimos años probar variedades y manejos hasta conseguir los mejores resultados posibles, para luego llenar los vasos comunicantes del mercado local, “que está limpio” durante octubre, como señala a Redagrícola Fernando Güizzo, ya que el mercado paga bien, entre US$10 y hasta US$15 por kilo, y una vez que ya comienza el ritmo interno con los demás productores, empiezan a disparar a la exportación que, a diferencia de Chile que depende casi en un 90% de la exportación a China-, los Güizzo diversifican su fruta hacia los mercados de Europa y Asia.
TECNOLOGÍA, ÚNICO CAMINO PARA MENDOZA
Gran parte del éxito que han conseguido los Güizzo para posicionarse como los productores de cereza más tempranos de Argentina tiene que ver con el uso de tecnología, principalmente porque, dependiendo de la zona de la provincia, Mendoza puede enfrentar granizos, heladas y hasta 50 mm de lluvia sólo en los meses de cosecha de la cereza temprana y de media estación (noviembre-diciembre), algo muy perjudicial para este carozo, que sufre principalmente de partiduras luego de un frente de precipitaciones, y ni hablar de un evento de granizo, que acabaría con gran parte de la producción.
Fernando Güizo explica que muchas familias de esta provincia argentina, de forma preventiva, han producido e incluso aún producen su fruta repartida en diferentes zonas de la región mendocina -a modo de apuesta-, para que al menos algún campo se salve de las lluvias. Ese es precisamente la mentalidad que buscan cambiar partiendo con el ejemplo e invirtiendo en la producción de cereza con el uso tecnología de protección para lluvia, algo que no se ve en Mendoza.
La familia además, por su tradición cerecera, siempre ha estado vinculada a Chile, con visitas constantes para capacitarse, aprender e incluso exportar su fruta. Por eso es que los hermanos Güizzo desde jóvenes conocen zonas productoras de la región del Maule, como Romeral, o han conocido las técnicas que le han permitido producir cerezas a Ovalle, en la región de Coquimbo, o los puertos de Valparaíso.
Con esa experiencia recogida en Chile, principalmente pensando en la protección del cultivo, es que se acercaron a una empresa chilena (Agralia) hace un par de años para instalar cubiertas en gran parte de su huerto en Oasis Norte.
“En Mendoza siempre hubo tecnología de malla anti granizo, porque el granizo es un riesgo, es una limitante en cualquier cultivo frutícola, incluso vitivinícola también, con lo cual hay muy buenos proveedores locales de mallas. Esas fueron de las primeras inversiones que empezamos a realizar en pos de proteger los cultivos”, señala Fernando Güizzo.
Pero a diferencia de lo que puede pasar con otra fruta de carozo como ciruelas o duraznos, en la cereza una de las contingencias que más pueden complicar la calidad y cantidad de su producción es la lluvia.
Por ello es que apostaron por la tecnología de techos. “Donde primero lo vimos fue en Chile y se decidió dar ese paso de incorporar los cobertores plásticos para proteger el cultivo de cerezas frente a las lluvias que eventualmente pueden ocurrir durante fines de octubre, noviembre y diciembre”, detalla.
Pero no sólo la lluvia y el granizo son un problema, sino que también los fuertes vientos que pueden azotar los huertos e incluso afectar las estructuras de cobertura. Según describe Güizzo, hay momentos en que pueden encontrarse con fuertes vientos que ingresan desde los frentes del Pacífico, cuando llueve en los valles centrales de Chile y nieva en la cordillera.
“Aquí en Mendoza hay un fenómeno que es el ‘viento sonda’, esos vientos pueden alcanzar ráfagas de hasta 80 o 90 kilómetros por hora y pueden poner en riesgo la estructura que sostiene este tipo de protección”.
El encargado comercial de Güizzo Frutas Frescas señala que las estructuras deben estar ajustadas a estas inclemencias también, ya que sino pueden dañarse, que es algo que ocurrió en su huerto en primera instancia.
“En el caso nuestro, como éramos los primeros, no porque haya habido negligencia ni mala voluntad, se hizo el trabajo bajo el cálculo de lo que ocurre en Chile, donde también hay viento, pero son vientos más moderados y al finalizar la tarde, pero bajo el contexto de Mendoza se puede poner en riesgo este tipo de estructuras”.
Esa experiencia implicó reforzar las estructuras, así como también entender mejor que en aquellas estructuras más altas es donde más sufre la cubierta, y en aquellas estructuras más bajas con cuarteles más peatonales, la estructura tiene un centro de gravedad más bajo que ante el viento se comporta mucho mejor.
Como el huerto cuenta con diferentes conducciones para diferentes variedades -debido a que se expresan diferente-, cuentan con cuarteles de árboles muy altos, con estructura de la malla antigranizo, y esa altura hace que se embolse el aire, lo que podría generar problemas.
El otro uso de tecnología que destacan es el sistema de defensa subarbóreo contra heladas, que no es común de ver en Chile. “Mendoza es una región que si bien cuenta con agua, es un recurso escaso, por lo que tenemos que buscar sistemas de bajo consumo de agua”, explica Fernando Güizzo, en comparación a sistemas que se utilizan en el sur de Chile y Argentina con sprinklers que van por encima de los árboles para combatir heladas, a diferencia de este aspersor que combate las bajas temperaturas desde el suelo. “La utilidad de estos sistemas es que te permiten defender el cultivo de cereza o cualquier otro cultivo frutal de heladas moderadas de hasta dos grados o grados y medio bajo cero”, señala.
El uso de toda esta tecnología, que les ha permitido a los Güizzo destacar en la región y en Argentina, plantea también la pregunta de porqué otros productores no se han sumado al uso de estas técnicas. De acuerdo a Güizzo, “falta más crédito por un lado, y también más transferencia de información”.
Las razones radican en lo muy fuerte que entró la vitivinicultura en esta provincia, y ahora no necesariamente a todo productor vitivinícola le va bien. “Ahí es donde tenemos que encontrarnos, con mayor transferencia de información, de experiencia. Porque una cosa es que te lo muestren en un congreso, en una visita técnica a Chile, que se agradece, por supuesto, y otra cosa es que afortunadamente ya lo podemos mostrar en Mendoza”, comenta Fernando Güizzo, como claves no solo para motivar a actuales productores, sino también para atraer nuevas inversiones al cultivo, que no necesariamente vengan del mismo sector, sino que incluso vengan de otros cultivos agrícolas o incluso de otros sectores productivos.
PRIMEROS LICENCIATARIOS ARGENTINOS DE BLOOM FRESH
Integrados verticalmente, como muchas empresas familiares de la zona -señalan-, los Güizzo no sólo producen su fruta, sino también la procesan y luego la comercializan ya sea al mercado interno o para exportación.
Toda esta operación la realizan principalmente en su campo en el Oasis Norte de Mendoza, donde cuentan con 35 hectáreas y además tienen todas sus instalaciones. Este lugar es también para los Güizzo un campo “experimental”, porque llevan varias décadas haciendo reconversiones de variedades, desde la Burlat con la que comenzó su padre, para luego contar con variedades tradicionales hasta licenciadas como Royal Lynn del programa Zeiger, su cereza más temprana actualmente.
“El campo sigue en reconversión. Hemos ido probando distintas variedades y estamos probando distintos sistemas de conducción, distintas tecnologías o la complementación de tecnologías para la mitigación de los riesgos climáticos. En función del resultado de eso, es como que vas encontrando en algún punto la receta, para asegurar el volumen y asegurar la calidad”, comenta Fernando Güizzo.
Actualmente el campo arranca con las variedades tempranas de Zeiger, como la mencionada anteriormente, y continua con Royal Dawn, Brooks, Santina, Lapins y termina su periodo de cosecha con Bing y Sweet Heart. Ya tienen además plantadas las variedades licenciadas Nimba y Pacific Red, para en algún punto suplir aquellas variedades de las últimas semanas de octubre, que probablemente serán Brooks o Royal Dawn.
Este sentido de búsqueda por nuevas y mejores formas de producir los acercó finalmente a Bloomfresh (empresa resultante de la reciente fusión de IFG y SNFL), que se interesó en esta familia argentina para acceder a sus variedades ultra tempranas con bajo requerimiento de frío, lo que los convertiría en los primeros licenciatarios en la región sudamericana -fuera de Chile-, en tener acceso a este programa genético.
“Estamos súper entusiasmados de ser los únicos en Argentina, ya que imagino yo, les permitirá también poner un pie en Argentina. Estamos esperando tener la disponibilidad del material vegetal desde Chile para poder introducirlo y plantarlo, ya que las condiciones agroclimáticas para que las variedades de Bloomfresh se expresen bien están”.
NUEVOS PROYECTOS
Así como la llegada de nueva genética de forma inédita es parte de un nuevo proyecto para esta familia cerecera, también lo es un nuevo huerto que pronto agregará 15 hectáreas a la producción de la empresa, ubicado en la comuna de Tupungato, en el Valle de Uco, ubicado en las faldas de la cordillera y justo frente a Santiago de Chile.
El campo tiene un año en propiedad de los Güizzo, y anteriormente era una antigua finca de cerezas que se arrancaron prácticamente en su totalidad, salvo un cuartel de variedades Bing y Lapins para mantenerlo productivo, pero ya se plantaron en el resto del terreno las variedades del programa SMS (Nimba y Red Pacific), así como también Santina y Lapins.
A diferencia de Oasis norte que contaba con un suelo más franco, en Tupungato cuentan con un suelo más arenoso y con una mayor amplitud térmica, así como una mayor disponibilidad de horas de frío (hasta 900), todos factores que permiten una buena sumatoria de grados/horas/día, condiciones ideales para la producción de este carozo.
De acuerdo a Güizzo, este valle también tiene mucha tradición en producción de cerezas, pero siempre se quedó con la producción de media estación y tardía, a partir del 20 de noviembre, y siempre sujeta a riesgos climáticos. “Acá el desafío es poder anticipar producción a la semana 44, con todo el pack tecnológico que ya hablamos anteriormente”, detalla.
Pero la aventura no termina ahí, ya que con la idea de siempre empujar los límites de lo posible, la familia comenzará un test block de 5 hectáreas en Jujuy, el extremo norte de Argentina, con variedades de bajo requerimiento de frío, a través de una alianza con un productor de duraznos y otros carozos que se producen en aquella zona.
VOLAR A CHINA, PRÓXIMA FRONTERA
Una de las limitantes de la producción de los Güizzo, por lo menos en su cosecha en Oasis norte, es que no pueden volar su fruta más temprana a China debido a la presencia de la mosca del mediterráneo, plaga cuarentenaria presente en la zona.
Esta situación, que está trabajando el organismo estatal fitosanitario provincial con el Servicio Nacional de Sanidad (SENASA), que a su vez actúa como garante ante el servicio fitosanitario chino, está aún en evaluación, por lo que el mercado más grande de Asia está disponible -momentáneamente sólo vía marítima-.
Sin embargo, toda la zona del Valle de Uco está declarada como libre de mosca del mediterráneo, y por ello es que apostaron por invertir en las 15 ha en esta zona, ya que les permitiría llegar por avión a cualquier mercado de China o de Estados Unidos.
Una vez que su huerto en Tupungato, en este valle pre cordillerano, comience su producción, aún así tendrán que trasladar su fruta al packing ubicado en Mendoza -a unos 70 kilómetros-, pero para no reportar problemas cuarentenarios en este traslado, la autoridad sanitaria de Mendoza permite hacer un “galpón de empaque burbuja”, que bajo ciertas medidas de sanidad e inocuidad, se puede embalar y despachar fruta de zonas sanitariamente protegidas en Argentina, permitiéndoles tener la flexibilidad y libertad de llegar a cualquier destino del mundo y por cualquier vía con la primera cereza argentina de cada temporada.
Con ojos siempre en Chile
Si bien Mendoza cuenta con respaldo académico y transferencia de del INTA, los Güizzo explican que por lo menos en la zona el sector privado siempre ha tenido más empuje y constancia, y la necesidad por encontrar
respuesta a los desafíos los ha llevado a que la investigación la terminen haciendo ellos mismos.
En ese sentido, destacan los avances de Chile: “¿Cómo no vamos a aprovechar un recurso tan cercano y tan sofisticado como se ha vuelto la fruticultura y -particularmente- las cerezas en Chile? A nivel de conocimiento y de perfeccionismo, es un ejemplo a nivel mundial. Hay que ir aprender de los que saben hacer y saben hacerlo muy bien”, destaca Fernando Güizzo, que ha mantenido una relación cercana con el país desde que el punto de encuentro era Romeral, y desde que Garcés Fruit llegó con sus primeros contenedores a China.