5 tendencias que marcaron la industria agroalimentaria en 2020
Si bien muchos sectores de la economía han estado en jaque producto de la pandemia de la Covid-19, la agroalimentación no ha descansado para abastecer a miles de millones de consumidores en pleno confinamiento, aunque este es un sector que ha vivido (y seguirá viviendo) una serie de transformaciones.
Para la gran mayoría de nosotros, el 2020 ha sido un año como ningún otro. La pandemia de la Covid-19, que comenzó en China a finales de 2019, y se extendió gradualmente a todo el mundo en el segundo trimestre de 2020, ha puesto de rodillas a la economía mundial.
A muchos de nosotros, por primera vez en nuestras vidas, se nos ha dicho que nos refugiemos en un lugar, que nos quedemos encerrados en nuestras casas y que dejemos de ir al trabajo o reunirnos con familiares y amigos, para evitar así la propagación del virus.
Ya no hay duda de que esta experiencia, compartida de alguna manera por todas las personas del planeta, cambiará nuestro mundo de forma permanente. Tal vez ningún otro sector se ha visto tan afectado como el agroalimentario, que históricamente ha dependido casi por completo de la libre circulación de bienes y mano de obra, y de la libertad de los consumidores para ir a tiendas y restaurantes.
Pero no todo ha sido una catástrofe. “La necesidad es la madre de la invención”, dice el refrán, y a menudo se da el caso de que los mayores avances en la innovación se producen en medio o después de una crisis. Para las industrias alimenticias y agrícolas,
eso significa que la tecnología ha encontrado su tiempo para destacarse.
A continuación, se presentan cinco de las mayores tendencias tecnológicas que han surgido en el sector agroalimentario en 2020:
El ‘e-commerce’ de alimentos sigue creciendo
El comercio electrónico de alimentos ha sido, por lejos, el canal de venta con más fondos desde que AgFunder comenzó en 2017 a realizar un seguimiento de las inversiones en el espacio agroalimentario.
Tal vez no sea sorprendente que gracias a la Covid-19 la categoría haya consolidado su posición de liderazgo en 2020, ya que los consumidores se vieron obligados, en muchos casos, a recurrir a las compras ‘on line’ para satisfacer sus necesidades diarias de comestibles.
Dos de las inversiones más importantes en 2020, relacionadas con el ‘e-commerce’ de alimentos fueron la empresa china Missfresh, que en julio recibió US$495 millones, procedentes de inversores como Goldman Sachs, Tencent y Tiger Global. Le siguió una inyección de US$306 millones de fondos chinos vinculados al Estado.
Otros grandes acuerdos de financiamiento que tuvieron lugar fueron: Instacart, US$225 millones; la india BigBasket, US$102 millones en dos acuerdos; la italiana Tannico, US$27 millones; la mexicana Jüsto, US$16 millones; y la saudita Nana Direct, US$18 millones.
Asimismo, las aplicaciones de entrega de comida ‘on line’, los restaurantes ‘on line’ y las cocinas en la nube también atrajeron importantes fondos durante el año. La empresa estadounidense DoorDash recaudó US$400 millones durante la primera mitad de 2020, antes de salir a la luz pública en una exitosa oferta pública inicial de US$71.000 millones. Los rivales indios Zomato y Swiggy recaudaron cada uno cerca de US$115 millones durante la primera mitad del año, mientras que la finlandesa Wolt hizo lo propio al recaudar US$108 millones.
¿Continuarán los clientes realizando pedidos ‘on line’ de comestibles y comidas después de que la pandemia haya disminuido? Eso todavía está por verse, aunque numerosas encuestas sugieren que la Covid-19 puede haber convertido a muchos consumidores en compradores ‘on line’.
Automatización, robótica y tecnología ‘sin contacto’: al centro de la atención
Otro efecto secundario de la pandemia y de sus consecuentes bloqueos, es el creciente interés por las tecnologías que sacan al ser humano de los procesos, ya sea en la agricultura, en la fabricación o en la logística.
Esto ha sido particularmente evidente en el sector agroalimentario, donde el deseo de higiene ya era primordial, y sólo se ha fortalecido desde que la Covid-19 entrase en escena.
Los agricultores se han abierto más a la tecnología, ya sea a través de sensores, drones y robots al tiempo que luchan con los problemas laborales derivados de la pandemia y el resurgimiento de políticas aislacionistas que han golpeado la inmigración en algunos países. El XAG de China recaudó lo que puede ser el mayor financiamiento hasta ahora para una empresa de drones agrícolas, US$182 millones, en una operación dirigida por Baidu y SoftBank el mes pasado.
Hacia el final de la cadena de valor, la automatización y las tecnologías ‘sin contacto’ también han experimentado un impulso: desde los depósitos de entrega de alimentos habilitados con tecnología y los carritos de supermercado autoconducidos hasta los supermercados sin personal, y camareros y cocineros de parrilla robotizados.
Productos biológicos
Si volvemos nuestra mirada al campo, nos encontramos que el 2020 ha sido testigo del surgimiento de un número cada vez mayor de insumos de cultivos de inspiración biológica en el laboratorio. Esto, mientras agricultores, consumidores y legisladores se vuelven más conscientes de los efectos secundarios negativos de los tratamientos químicos.
La empresa belga Biotalys recaudó US$55 millones en fondos de la serie C a principios de año para su tecnología de protección de cultivos antimicótica, que imita la respuesta inmunológica de animales con anticuerpos de cadena pesada como llamas y tiburones.
La empresa israelí WeedOut cerró su operación de la serie A de Syngenta por US$4,22 millones en noviembre pasado. Construyó una plataforma para crear herbicidas biológicos que imitan el polen. Esto permite que este tipo de herbicidas se aplique mientras las malezas están floreciendo y que se supere la resistencia química a los herbicidas utilizando contra dichas malezas los propios sistemas reproductivos de ellas. El primer producto creado con la plataforma ataca al Amaranto palmer, plaga del algodón y la soja, que ha desarrollado resistencia al glifosato, un herbicida de uso común basado en productos químicos.
En el frente de las fusiones y adquisiciones, Syngenta adquirió la compañía italiana de biológicos Valagro en octubre de 2020, mientras que Vanguard American compró el grupo de insumos de cultivos biológicos Agrinos ese mismo mes.
Sin embargo, todavía hay trabajo por hacer. Para ello, la Farmers Business Network, uno de los principales mercados de agroindustria ‘on line’ del mundo, lanzó una red de I+D en terreno para productos biológicos. La red pondrá en contacto a los desarrolladores de insumos de agricultura biológica directamente con los agricultores, a los que se les pagará por realizar ensayos a gran escala en sus campos.
¿Llegó el carbono a la mayoría de edad?
¿Consideraremos el año 2020 como el año en que los mercados de carbono alcanzaron la mayoría de edad? Parecería que todavía queda mucho camino por recorrer antes de que podamos decir que tenemos un mercado de créditos de carbono agrícola en pleno funcionamiento, pero es justo decir que este ha sido un año fundamental para esta naciente industria.
Si bien el gobierno de EE UU y muchas otras economías agrícolas importantes aún no han establecido marcos reglamentarios, el sector empresarial ha tomado medidas importantes por su cuenta. En particular, Cargill ha participado en varias iniciativas de secuestro de carbono, entre ellas la cofundación del Fondo de Resultados para el Suelo y el Agua. Este fondo pagará a los agricultores por poner en práctica métodos de agricultura regenerativa en forma de créditos de carbono, que se utilizarán para compensar la propia huella de carbono.
La nueva empresa del mercado agrícola, Indigo, reveló en octubre la identidad de sus primeros compradores corporativos de créditos de carbono, entre los que se encontraban Barclays, JPMorgan Chase, Boston Consulting Group, IBM y Shopify. Nori, la empresa de reciente creación estadounidense, reveló una primera compra de gran volumen de créditos de carbono a través de su plataforma, siendo Shopify uno de los compradores.
Ese mismo mes, FarmersEdge de Canadá, anunció el lanzamiento de un programa de créditos de carbono ‘alimentado por datos’. Dicho programa ayudará a los agricultores a utilizar sus datos para calificar para créditos de carbono. Por su parte, la empresa estadounidense FBN lanzó su propio programa, llamado Gradable, que se centra en la reducción de las emisiones de carbono.
La proteína alternativa (‘Alt-protein’) se convierte en tema principal, con Asia-Pacífico a la cabeza.
Además de convencer (o mejor dicho, obligar) a los consumidores a comprar sus comestibles y comidas ‘on line’, la Covid-19 ha tenido otro impacto duradero en los alimentos que compramos.
Hoy en día, cada vez más personas conocen y se interesan por las proteínas alternativas. Si bien la pandemia ha aumentado la preocupación por la higiene de los alimentos, especialmente en lo referente al servicio de comidas y envasado, en general, su supuesto origen zoonótico también ha repercutido en las perspectivas de los consumidores sobre dónde obtenemos la carne y cómo se cría y procesa.
La mayor recaudación de fondos que se cerró en 2020 fue una de US$500 millones, reunidos por la empresa estadounidense de proteínas vegetales Impossible Foods. La empresa surcoreana Mirae Asset Global Investments encabezó la ronda, en la que también participaron inversores existentes, entre los que se encontraban la empresa estadounidense Khosla Ventures, la empresa de Hong Kong Horizons Ventures y el fondo soberano de Singapur, Temasek.
Impossible Foods siguió en agosto con una operación de US$200 millones, liderada por Coatue Management de Nueva York. Los fabricantes de proteínas vegetales también han estado expandiendo su huella en Asia, como lo demuestra la identidad de varios de los inversores de Impossible Foods.
La empresa ‘archirrival’ de Impossible Foods, Beyond Meat, estableció varias asociaciones clave en la región este año, entre ellas una con Alibaba para vender sus productos en la cadena de supermercados del gigante tecnológico chino Freshippo; otra para probar sus análogos de carne en los establecimientos de KFC, Pizza Hut y Taco Bell en China; así como una alianza con Starbucks en el país.
Según la empresa de estudios de mercado Ai Palette, los consumidores de Asia y EE UU están muy interesados en aumentar el componente vegetal de su dieta. Más concretamente, el interés por las proteínas vegetales como alternativa a la carne y los productos lácteos convencionales de origen animal, va en aumento en países como China, India y Filipinas.
Además de las proteínas vegetales, la carne cultivada en laboratorio también está captando atención. Mosa Meat, compañía holandesa que presentó la primera hamburguesa de carne cultivada en laboratorio en 2013, ha recaudado US$75 millones en fondos de la Serie B este año.
De vuelta en Asia, las nuevas empresas de mariscos de base celular Avant Meats y Shiok Meats han acaparado los titulares y han recaudado fondos de las empresas tradicionales de acuicultura. Asimismo, Singapur concedió la primera autorización reglamentaria del mundo para un producto cárnico cultivado y derivado de células, y de ese modo aprobó que la nueva empresa estadounidense Eat Just venda nuggets de pollo ‘limpio’ en la ciudad estado.
Artículo original fue publicado por Jack Ellis, en AgFunder News.