Santa Elena, nueva zona productiva
Agrícolamente, hablar de Ecuador es hablar de banano, una fruta que junto al petróleo es el motor económico del país, aunque hoy en día se está pensando en una nueva agricultura y buscando alternativas frutícolas como la uva de mesa. Ya hay empresas que han apostado por su desarrollo en la provincia de Santa Elena, una zona de buenos suelos, buena calidad del agua y tierras a un precio asequible, que han tentado a compañías ecuatorianas y extranjeras. Potencial hay, resta ver qué pasará los próximos años.
En muy pocos sitios se da el caso de que la actividad agrícola es el motor económico de un país. Ecuador es uno de ellos. Y son varias las generaciones de ecuatorianos que han visto cómo el banano se posicionó en el mundo. Ya lleva más de seis décadas liderando el comercio mundial y el último año se produjeron más de 317 millones de cajas, que lo transforman, tras el petróleo, en el segundo ítem más exportado del país. Pero Ecuador es más que bananos. Es tierra de rosas y se dice que allí se producen mejor que en Colombia, algo que ha motivado a importantes grupos colombianos a abrir operaciones en el país. Ecuador también es tierra de brócoli, de palma aceitera, de caña de azúcar, de maíz, de papa…
Y el futuro se proyecta con el cacao, un cultivo tradicional al que poco a poco se le está inyectando tecnología, aunque también se están abriendo a nuevas alternativas frutícolas que eran impensadas en el pasado. como el mango, arándano, palta, uva vinífera y uva de mesa. “No es raro que los productores desarrollen proyectos frutícolas, porque cuentan con microclimas favorables y agua de buena calidad”, sostiene Jorge Valenzuela, gerente del vivero chileno Nueva Vid, que ya ha vendido plantas de uva de mesa en Ecuador.
A pesar de su reciente e incipiente producción, la uva de mesa se ha trasladado a la provincia de Santa Elena en el sur del país, donde se proyecta lo que puede ser una “nueva Piura”, esta vez a la ecuatoriana. Pero, ¿por qué la ‘Piura ecuatoriana’? Básicamente porque se ubica a poco más de 600 km del epicentro de la uva de mesa en el norte peruano y, porque sus condiciones climáticas son muy similares a su vecina.
“El clima es el mismo. La ventaja en relación a Piura es que los suelos en Santa Elena son menos arenosos y más ricos”, afirma Josep Estiarte, gerente general de SNFL Mediterráneo, aunque advierte que el principal inconveniente es la luz solar. “Como las zonas donde se está cultivando uva de mesa están solo a 20 km del mar, hay alguna influencia de la niebla. Eso hace que la cantidad de luz directa que llega a las yemas sea menor que en Piura y puede que influya en la productividad de la fructificación”, agrega.
Las características descritas, además de un precio más barato por hectárea en Santa Elena que en Piura, han sido determinantes para decidir la inversión de una serie de empresas allí. Hay firmas locales, como Pura Vida, que han decidido apostar por la uva de mesa, pero también empresas extranjeras como la española San Lúcar, una multinacional líder del comercio de frutas y hortalizas, que hace unos años produce bananos en Ecuador. Allá ha aterrizado Agrifrutti, la filial ecuatoriana de Unifrutti, y lo hizo tras descartar a Piura, principalmente por un tema de precio de la tierra.
NUEVAS VARIEDADES PUEDEN COMPORTARSE MEJOR EN ECUADOR
Según Estiarte, el tema de la luminosidad podría ser un impedimento para aquellos cultivares antiguos. “Tendrá un impacto negativo en variedades como Sugraone o Crimson”, advierte. Pero no se notará en las nuevas variedades, que son mucho más fértiles y pueden contraponerse a las condiciones ecuatorianas. “Ecuador está interesado en variedades sin semilla, siguiendo las tendencias mundiales de consumo, aunque también ha habido interés por Red Globe y por variedades nuevas como Arra 15, del programa genérico de ARD y Grapa”, apunta Valenzuela.
SNFL es el proveedor de Agrifrutti y ha llevado hasta allí la variedad Allison. “Lo hemos hecho sobre la base de la fertilidad que ella tiene y creemos que puede funcionar en un sitio como Ecuador”, precisa Estiarte y añade que están ensayando con otra variedad. Es difícil precisar cuál es la superficie de uva de mesa actual en Ecuador, aunque Valenzuela calcula que serían unas 200 ha. Agrifrutti plantó 15 ha en octubre de 2015, pero la planificación futura dependerá mucho de lo que ocurra tras las primeras cosechas.
“Ha sido un tremendo desafío técnico ya que los tiempos fenológicos son muy cortos y todo es rápido, muy parecido a lo que ocurre en Piura, en Perú”, subraya Valenzuela. “Lo importante es que produciría en las mismas fechas que Piura y competiría directamente con la uva peruana”, remarca Estiarte.
DESAFÍO PARA LOS BREEDERS
La nueva agricultura ecuatoriana está en el punto de mira, porque en cualquier momento puede desarrollarse y ser un boom productivo. También implica un desafío para los obtentores, sobre todo porque Ecuador forma parte de la Comunidad Andina, que tiene una regulación bastante especial si se trata de introducir nuevos cultivares a sus países miembros (Colombia, Bolivia, Ecuador y Perú). Es que el reloj de la novedad se para después de un año. Es decir, si una variedad que está presente en Perú no se registra dentro de un año en Ecuador, pierde la novedad.
Este no es un problema menor porque empresas que han desarrollado variedades en Perú, tras cinco años han decidido llegar a Ecuador y se han encontrado que aquellas variedades que habían desarrollado en Perú, no pueden continuar con su desarrollo en Ecuador, porque ha pasado un año y ya no pueden registrarlas. Por eso es que hoy en día todas las nuevas variedades que se desarrollan en Perú, independientemente de qué empresa se trate, se registran inmediatamente en Ecuador para no perder la novedad y tener la opción de cultivarlas allí.
Además, el costo de mantener una patente en Ecuador es uno de los más caros del mundo, ya que cada año va incrementándose y, por ejemplo, al llegar al año quince puede que se estén pagando unos 8.000 euros anuales por mantener esa patente, mientras que en Europa, por ejemplo, ese coste es solo de 250 euros al año. Aun así las compañías de mejoramiento genético están apostando por el desarrollo de la uva de mesa en el país. Potencial hay, está claro, y por eso han llegado las empresas. Sin embargo, el éxito no está asegurado: dependerá de los resultados de las próximas temporadas.
Dos variedades que ya están en campos ecuatorianos:
Allison.
Arra.