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Agrónomos por el mundo

Uva de mesa: recetas chilenas para una industria global

El poder de Chile como productor de uva de mesa sigue intacto. Y la fruta nacional sigue siendo reconocida en los más importantes mercados internacionales. Si bien la superficie ha ido disminuyendo, este es un sector maduro, que se ha ido adaptando a las necesidades de los países recibidores, y que ha ido creciendo de la mano de empresarios visionarios e ingenieros agrónomos que han diseñado estrategias de manejo de acuerdo a cada necesidad. Algunos de ellos, hoy están trabajando en otros países, siendo un aporte a otras industrias vitícolas. Los hay quienes llevan más de dos décadas fuera del país y otros de más reciente arribo. En las siguientes líneas, les presentamos siete historias de estos ‘patiperros’ de la agronomía chilena.

19 de Diciembre 2024 Rodrigo Pizarro Yáñez
Uva de mesa: recetas chilenas para una industria global

Cybill Peña, Polar Fresh Group

UNA NÓMADE TODOTERRENO EN EUROPA

La ingeniera agrónoma Cybill Peña lleva tres años viviendo en Alicante, España, un lugar al

que llegó sin pensarlo. “Cuando me lo propusieron mis jefes, de inmediato les dije que sí”, cuenta, sobre un traslado más en su vida laboral. “Soy un tanto nómade”, dice. Y este nuevo desafío implicaba llevar hasta el más mínimo detalle de las fincas cultivadas con la variedad Blanc Seedless®, una uva de mesa exclusiva de la empresa Polar Fresh Group.

“Vine a apoyar en todo lo que es el manejo en los campos donde tenemos licenciada esta variedad”, dice, sobre un trabajo que, además de España, la tiene recorriendo zonas productoras de Italia (Puglia) y Grecia. Y es que esta agrónoma titulada en la Universidad Mayor, entendió que el trabajo de agrónomo es estar con los pies en la tierra, literalmente.

“Mientras estudiaba, todos los veranos me iba a trabajar. Empecé en Santa Elena, y desde allí no he parado. Estuve en el norte y en la zona centro, hasta que un día me ofrecieron irme a Estados Unidos, para recibir fruta de distintas cuentas”, relata y afirma que una estancia en EE UU es fundamental para cualquier joven que está estudiando agronomía o está dando sus primeros pasaos en esta profesión. “Siempre les digo a los más jóvenes: ir a EE UU es clave para entender las claves de esta ‘pega’. Y después te abre muchas puertas cuando vuelves a Chile”.

Hoy Cybill pasa al menos ocho meses en Europa y entre tres y cuatro en Chile, para apoyar en la temporada del hemisferio sur. Desde su base de operaciones en Alicante hace un trabajo intenso con los productores que tienen Blanc Seedless, desde que la parra brota hasta la poscosecha, entregándole a la jefatura reportes sobre las dis-
tintas realidades del cultivo en España, Italia y Grecia; que es muy diferente a lo que ocurre en Chile.

“Yo venía con la mentalidad chilena, que toda la uva es para exportar, con fruta que viaja un mes, pero aquí mi mercado más lejano es el norte de Europa, que en camión son tres días. Cuesta cambiar la percepción de cómo se trabaja en Europa e introducir los temas que manejamos en Chile. Por ejemplo, aquí no se hacen muchas labores porque los costos de mano de obra son muy elevados y porque no se busca fruta con características de poscosecha”.

Y esos trabajos son clave para el desarrollo de la variedad que, sin importar donde se produzca, debe
ser el mismo producto. “Debemos unificar la uva, es decir, si abres una caja de Perú, una de Chile y una de España; el producto debe ser el mismo”, afirma.

“Es difícil, pero se logra”, dice. Y también es complicado que le ‘crean’, sobre todo porque es extranjera y es mujer. “La única forma que te vayan creyendo es haciendo ensayos. En Chile es muy normal hacer arreglo de racimos, pero aquí, el hecho de botar la mitad de un racimo es algo fuerte para los productores. Y hay que decirles que gracias a ello se tendrá, por ejemplo, menos pudriciones, se deberá entrar menos veces al huerto para cosechar, y que eso influye en los costos de producción”, explica.

A pesar de trabajar en países desarrollados, subraya que la agricultura chilena está en un muy buen pie. “El desarrollo que tenemos en Chile ha sido impresionante, tanto en la parte técnica como en la ‘comodidad’ para los trabajadores La infraestructura de los campos en Chile es espectacular”.

La primera vez que le pasaron una tijera para podar, se quedó paralizada y ahí comprendió que la de agrónomo es una profesión que no se aprende en las aulas. “Todo lo que sé de campo, lo aprendí en el campo”, dice. “Tuve la suerte de tener jefes que me capacitaron en todas las labores de producción. Hubo agrónomos que me ayudaron mucho y se dieron el tiempo de enseñarme. Yo no tengo problemas para enseñar a los jóvenes, pero debo ver interés en ellos. Cuando hablo y veo que abren los ojos, les doy toda la información y les ayudo en todo”.

Tras este tiempo en España, ¿laboralmente, que ha sido complicado? “A pesar de que hablamos el mismo idioma, hay muchos términos que son totalmente diferentes. Hay productos que en Europa no se pueden usar y es complicado poder lograr los mismos resultados productivos. El hecho de que venga una mujer extranjera a decirle a un productor cómo debe hacer su uva es complicado, y hay que ir demostrándolo día a día”, dice.

Joaquín Villalba, gerente de calidad de Oragro
¿POR QUÉ NO TE QUEDAS CON NOSOTROS?

En junio de este año, y para apoyar el trabajo de Prize en Turquía, Joaquín Villalba arribaba a Antalya. Venía con una fecha de retorno. “Debía volver en dos meses a Chile”. Sin embargo, sus planes iniciales cambiaron en una cena con los gerentes de Oragro, empresa a la que vino a trabajar. “¿Por qué no te quedas con nosotros? Fue la pregunta que me hicieron”, cuenta. “Te llevas bien con el equipo, y necesitamos a alguien como tú. Además, eres el único que habla español e inglés. No tenía mucho que pensar, porque el ofrecimiento me gustó de inmediato. Volví a Chile un mes, y en septiembre estaba de vuelta en Antalya.

¿Hasta cuándo? De manera indefinida”, cuenta este administrador de empresas, que ha trabajado en temas de certificación con empresas agrícolas.

En Oragro tienen 60 ha de uva de mesa Crimson y 80 ha de arándanos, cultivo en el que la compañía está apostando firmemente. “Hay una serie de temas a trasmano y, como Chile tiene altos estándares de calidad y de producción, se fijan mucho en lo que hacemos”, dice Villalba. “Estamos trayendo esa mentalidad americana de tener registros, de hacer reportes, asignar tareas y, por supuesto, de ir evaluando los resultados”. En concreto, es un trabajo para preparar a la empresa en una serie de certificaciones.

“Además, quieren que esté involucrado con el área de producción, porque la última temporada tuvimos problemas con los calibres más pequeños de la uva”, cuenta. “Estaremos trabajando con Óscar Salgado en temas de poda, riego, nutrición, raíces…. Todo, para que podamos revertir los malos resultados de esta campaña”, explica.

Y es que la uva que producen se va principalmente del Reino Unido, Países Bajos, Alemania, mientras que la fruta de una categoría menor se envía a Rusia, y Oriente Medio. Por su parte, los arándanos tienen como destino
al Reino Unido.

“Tenemos que marcar una diferenciación con nuestra fruta y eso se marca con calidad en el campo, con poscosecha y con fruta de una calidad mejor que la que hay hoy en día”, sostiene Villalba.

Tras cinco meses en el país, los choques culturales son evidentes. “Al ser un país musulmán, las oraciones comienzan a las 5 am. Hay que saber cómo llegar bien, para no caer en una falta de respeto que, por desconocimiento, puede ser tomada a mal. He tenido ayuda con temas propios del día a día”, cuenta. En
cuanto a los manejos, “lo más diferente es la poscosecha, sobre todo porque están muy cerca de los
mercados de destino. En cuanto a las labores del campo, son muy detallistas. Por ejemplo, en ningún momento dejan la uva al sol tras cosecharla y la fruta sale muy rápido al packing y de allí al mercado de destino”.

Polibio Moreno, gerente técnico Bloom Fresh India

DE HERMOSILLO A INDIA, SIN ESCALAS

Al momento de la entrevista, Polibio Moreno se encontraba en Hermosillo, México, pero con un pie Pune, India. Y es que tras cinco años viviendo en tierras mexicanas, volvía a un país que no es desconocido del todo para él.

A México había llegado como gerente agrícola de Río Blanco. Tras la sociedad de esta empresa con SNFL, pasó a la compañía de origen español especializada en la obtención de variedades de uva de mesa, hoy rebautizada como Bloom Fresh, tras el acuerdo suscrito con IFG.

Sobre el trabajo en Chile, México e India; Moreno dice que “es difícil lidiar con la forma de trabajar de los chilenos. Somos más acelerados y queremos las cosas para ahora, un ritmo muy diferente al de los mexicanos. Me costó adaptarme al ritmo de ellos para poder ‘meterles’ mi ritmo”, dice.

Pero donde sí fue complicado fue en Egipto, donde Polibio vivió dos años. “Cualquier persona que llega a una empresa nueva, quiere ordenar y organizar, pero los temas culturales te frenan a llegar a ciertas metas”.

En México, según cuenta el agrónomo, hay que ir aprendiendo de la idiosincrasia y de las formas de trabajo, en un país que tiene a un gran mercado a pocos kilómetros.

“Los mexicanos podrían ser productores top. Si bien tienen ciertas carencias técnicas, tienen la gran ventaja de que el 95% de la fruta es exportada a EE UU. Es una uva que se cosecha, se enfría y al día siguiente ya está en EE UU. Aquí producir una caja cuesta entre US$13 y US$14 y por una uva temprana se pueden pagar hasta US$36la caja. Lo menos que se pagan son entre US$17 y US$20 por caja. Y en años malos, venden la caja a US$13, es decir, quedan en cero”.

Si de manejos agronómicos se trata, Moreno sostiene que hay una deficiencia en la forma de regar. “No aplican la ciencia”, dice. “Tienen suerte porque el cultivo está en suelos arenosos o franco que, si se sobreriegan, no pasará nada malo porque siempre hay infiltración”, añade sobre la forma de regar. Y es crítico porque, si bien el cultivo está en el desierto, no es necesario regar con con 14.000 m3 ha/año versus los 7.000 m3 ha/año con que riega en Chile.

“No le toman el peso porque aún hay disponibilidad de agua subterránea. Sin embargo, sí se puede regar con la mitad del agua. Nosotros lo hemos comprobado”, afirma. Y no es un tema exclusivo del riego.

También ocurre con el uso de fertilizantes. “Aplican mucho, ¿por qué? Porque las plantas necesitan, dicen”, cuenta. “Perfectamente, les podríamos reducir los costos en un 40%, pero siguen haciendo los trabajos y manejos como antes”.

Sobre su nuevo desafío en India, dice que de aquí a cinco años habrá un gran salto en ese país. “Habrá un salto en la superficie cultivada y, por ende, veremos un salto productivo muy grande. Nosotros como empresa llevamos las mejores variedades. Estamos bien ansiosos y expectantes de lo que ocurrirá en India”, finaliza.

Óscar Salgado, Asesor Técnico de Infruta / Proteku

EL AGRÓNOMO GLOBAL

Hubo un tiempo en que era muy difícil coincidir con Óscar Salgado. Si lo llamabas no contestaba, si le enviabas un mensaje, tampoco contestaba. Bueno, lo hacía al día siguiente, por cuestiones de horario, porque podía estar en India, en Egipto, en Uzbekistán, en China… Atrasado (para los que estamos en el hemisferio sur), pero siempre contestaba.

Y es que probablemente sea el agrónomo más global. No solo chileno, sino del planeta tierra. Después de esos primeros trabajos en el norte de Chile, en Copiapó, en los que se fue fogueando, se le abrió una primera posibilidad para ir a trabajar a EE UU.

Fueron seis meses los que vivió en Filadelfia. “Como mi inglés no era el mejor, me enviaron a Los Ángeles”, cuenta. Antes de esa aventura ‘gringa’ había participado en uno de los hitos de la uva chilena: el primer embalaje de uva Thompson a Japón, luego vio el tránsito en el Puerto de San Pedro en Los Ángeles de esa misma fruta rumbo a Japón.

Lleno de anécdotas y contactos, muchos de los agrónomos más jóvenes que él tuvieron sus primeras experiencias profesionales en el extranjero gracias a al Coco (Óscar).

Este agrónomo pasó largo tiempo en Egipto, después se fue a estudiar al Reino Unido y tuvo una estancia
larga en Sudáfrica, hasta recalar en Valencia, España, en SanLucar. Si bien la ciudad española era su residencia, una semana podía estar en Ecuador, a la siguiente en Perú y Brasil y a la siguiente en Chile.

Solo la pandemia frenó sus constantes viajes. Pero cuando se abrieron las fronteras, fue el primero en salir en búsqueda de uvas, para esas míticas 52 semanas de abastecimiento continuo.

Conoce bien la realidad de todos los países productores de uva de mesa. “Un lugar muy difícil fue Sudáfrica”, afirma. “El hecho de que llegara un chileno a mitad de una transformación política, económica y de futuro de productores, pues eran los años de la desregulación de los Boards (Unifruco en deciduos y Outspan en cítricos); que llegara a hablarles de uva de mesa, con un inglés no muy bueno, fue muy difícil.

Tuve que probar que era tan ‘choro’ como ellos. Ahí me tocó ser convincente en los análisis y en las respuestas que les daba, ser empático con ellos. No eran momentos fáciles para esos agricultores”.

En Egipto le pasó algo parecido. “Tuve buena llegada con los dueños de los campos, pero con los doctores que hacían de técnicos de campo, todos con estudios en USA. Me tocó lidiar con cero datos, entonces las recomendaciones eran erradas.

Tuvimos que fijar una estrategia para que los técnicos nos creyeran y pudiéramos generar confianza con ellos, trabajando codo a codo con Álvaro Azancot y Cristóbal Pereira mis agrónomos de campo. Comprender la historia es necesario para comprender las frustraciones, los orígenes y los miedos a los cambios. Ese merengue de la torta es lo que te hace capaz de comerte la torta”, sostiene

-¿Y dónde fue más fácil de lo que pensabas?

-En India, porque son más ávidos de tecnología. Y como hay muchos productores que tienen una hectárea, si hacen mal la ‘pega’ en una hectárea, se quedan sin comer. Entonces hacen pruebas en cuatro líneas, que es el 30% del campo y están más dispuestos al cambio. Donde menos me demoré que cambiaran una caja de 4,5 kilos a una caja hiperventilada y la manera de paletizar fue en la India. En cambio, por ejemplo, en Sudáfrica, aún hoy se debaten qué tipo de caja usar.

-¿Son bien cotizados los agrónomos chilenos en el extranjero?

-Eran bien cotizados. Con el tiempo, me he dado cuenta de que la realidad académica de algunas universidades, incluso algunas tradicionales va en franco declive. Antes, había una mística del estudiante por aprender y un círculo nefasto para que (no) cualquiera apruebe la carrera.

Alejandro Gayán, responsable técnico de Egipto y Oriente Medio de Bloom Fresh

EL ÚNICO CHILENO QUE AÚN QUEDA EN EGIPTO

Tras dieciocho viviendo en El Cairo, Egipto, Alejandro Gayán sigue definiéndose como un extranjero. “Hablo árabe muy bien, ya tengo internalizadas las costumbres y cultura, pero, por ejemplo, amigos no tengo. Conocidos muchos”, cuenta este ingeniero agrónomo que tras trabajar en Copiapó vio con buenos la posibilidad de vivir en otro país.

“Podíamos tener un cambio familiar y poder educar a nuestras hijas en un contexto muy diferente al chileno. Eso nos movió y fue clave para decidir venirnos”. Estuvo en un campo que desarrollaba agricultura orgánica, en una asociación de productores hortícolas y frutícolas, se hizo asesor independiente, trabajó en el departamento de I+D de Syngenta para países de Asia y oriente Medio y, desde que dejó ese trabajo se ha dedicado a asesorar campos y ser el responsable técnico de Bloom Fresh en Egipto, dedicándose a la introducción de las variedades de esta compañía en el país, y también en Turquía y Arabia Saudita.

“Hace tres años teníamos 200 ha plantadas con las variedades de la empresa, y ya vamos en 1.700 ha, con un crecimiento anual de unas 450 ha. Estamos plantando mucho Sweet Globe y Sweet Celebration. De SNFL se plantó mucho Ivory, Timpson y Allison e introduciremos nuevas variedades”, adelanta Gayán.

Para este agrónomo, la producción en Egipto ha dado un salto enorme. “La calidad de la uva que hoy se produce es espectacular. Se han ido adaptando al negocio y saben que la calidad es un tema clave y han dado un salto enorme en esto. Técnicamente se ha mejorado mucho. Aquí hacemos racimos pequeños y está la posibilidad de seguir mejorando en los arreglos de racimos. Al igual que en otros países, los costos de producción se han incrementado en los últimos años”, explica este profesional que, cuando llegó al país, en época de cosecha, se juntaban hasta veinte chilenos y unos seis vivían de forma permanente. “Hoy solo quedo yo”, cuenta.

¿Qué pasó para que los chilenos fueran dejando el país? “Entró la corriente sudafricana. Fueron ellos quienes tomaron las riendas de la presencia en el país, y los egipcios empezaron a mirar más a Sudáfrica y a adoptar los manejos y la forma de producir que hay en ese país”, responde. Incluso había campos en los que había hasta cinco ‘farm managers’ sudafricanos.

Hoy desde Egipto se exportan unas 140.000 toneladas de uva de mesa que se producen en unas 9.000 ha. “Hay campos que se dedican a producir para el mercado interno”, apunta Gayán.

Sobre las formas de trabajo, Alejandro Gayán dice que “no se parecen en nada”. Y desde que pisó estas tierras ha ido modificando y actualizando los programas de manejo que traía desde Chile. “En general, la técnica de trabajo es muy parecida a lo que se hace en Copiapó, con poca carga de racimos y con racimos pequeños, con los cuales debemos salir temprano y con buenos calibres. Es la misma pauta de trabajo, lo que pasa es que cambia la persona. En Chile, el temporero venía a hacer la ‘pega’ porque necesitaba sacar la mayor cantidad de ingresos. Al temporero lo frenábamos más que dejábamos.

Aquí no hay trabajo a contrato, es el único país que el temporero trabaja medio día, en verano empiezan a las 6 y terminan a las 12 y después de esa hora, no queda nadie”, explica.

¿Qué te ha costado más en estos dieciocho años? “El hecho de no tener amigos. Hay un ir y venir de extranjeros y yo soy el único que se ha quedado. En tiempos de la revolución estuvo bien complicado. Si uno tira la raya para la suma, estoy feliz y soy un agradecido de lo que he podido hacer aquí. Tengo un nombre y reconocimiento en la parte agrícola. Me ha permitido educar a mis hijas y en una educación diferente, que es lo que buscábamos. Hablo como egipcio y no me creen cuando digo que soy chileno. El resultado de esta experiencia es buena”, sentencia.

Rodrigo Oliva, asesor independiente

DESDE SUDÁFRICA, PERO CON UN PIE EN INDIA Y OTRO EN MÉXICO

Tras una corta experiencia laboral en uva de mesa, primero en los campos de los Peppi y luego en Frutícola Atacama, en Copiapó, Rodrigo Oliva en 2001 se aventura a cruzar la frontera y arribar a Perú en 2001. Desde entonces, ha vivido en tres países. “En Perú, como gerente técnico de una exportadora, recorría desde Nasca hasta Trujillo.

Fueron dos años de un aprendizaje inmenso”, dice. “Cuando me fui a Perú, me habían ofrecido en un trabajo en Egipto y lo rechacé y me fui a Perú. Dos años más tarde me volvieron a ofrecer ese trabajo y me dijeron: ‘me tienes que contestar de inmediato’. Llamé a mi esposa, lo conversamos y sumamos una nueva historia”, recuerda.

Ya en 2003 sumaba un segundo país, Egipto, en el cual se quedaría a vivir durante seis años. Hasta allí llegó para ocupar el puesto de asesor de la Horticultural Export Improvement Association. “Al poco llegar, nos encontramos con que había un problema con los dineros y quedamos sin trabajo. Me arreglaron tres entrevistas de trabajo y me quedé trabajando en la que, en esos años, era la mayor empresa productora y exportadora de papas del país. Me encargué del área frutícola, plantando 180 ha de uva de mesa y unas 2.000 ha de cítricos. De ahí, nunca más solté esos dos cultivos”, cuenta.

Desde el punto de vista técnico, no fue difícil trabajar en tierras egipcias. “Cuando la gente quiere escucharte, te da una oportunidad y aplica lo que le dices”, subraya.

Así es como se fue especializando en nutrición, fisiología y riego. “Egipto fue una escuela extraordinaria porque me tocó formar equipos de profesionales. De quince agrónomos que trabajaron directamente conmigo, diez están en puestos top hoy”, añade.

Las primeras dificultades que encontró en Egipto fue la escasa infraestructura con que contaba el país. “Cuando llegamos a inicios de los 2000 no había nada. Si querías hacer una línea de packing no había quien la diseñara”, apunta. Junto a Arnoldo Carvajal habían diseñado en el norte de chile los packings laterales, que introdujeron también en Egipto”.

El salto a Sudáfrica ocurrió en 2009 para hacer una evaluación técnica a una empresa local que estaba creciendo en superficie plantada. “Estuve 21 días recorriendo diferentes huertos y cuando estaba yéndome los dueños me pidieron que los asesorara. Esos años iba y volvía a Egipto y estaba a cargo de 3.200 ha en Sudáfrica y otras 3.400 ha en Zimbabwe.

Había campos que eran improductivos y no los querían arrancar hasta que al final accedieron a hacerlos”, cuenta. Mientras tanto, Rodrigo había comprado un campo en Egipto, en el cual producía uva de mesa y cítricos.

Todo iba bien hasta el clima le jugó una mala pasada. “Tuvimos dos heladas y tres granizos seguidos, que les hicieron perder 800.000 cajas de uva de mesa”, recuerda.

Un mes y medio antes, ya habían perdido más de un millón de cajas de cítricos. Ya con los dos pies en Sudáfrica, y con el 30% de su tiempo dedicado a asesorías independientes, comprobó que ese era el camino que debía seguir.

Así, es como comenzó a asesorar más campos en Sudáfrica y también en India, donde hoy junto a dos socios locales tiene una exportadora que se dedica a la producción y venta de uva de mesa. “Hoy tenemos 50 ha propias en producción, compramos fruta a terceros y nuestros planes don llegar a las 200 ha en poco tiempo más, solo de variedades licenciadas”.

Este año enviaron 100 contenedores y el objetivo es llegar a los 500 en unos años más. “Este año tuvimos problemas de calidad y condición, porque hubo tránsitos que tardaron hasta 75 días en arribar a destino. Pero el objetivo también pasa por hacer uva para el mercado local.

Además, a Asociación de Productores de Uva de Mesa de Maharastra le ha contratado para buscar y desarrollar variedades de uva de mesa para las condiciones de la región. Y, por si fuese poco, es el asesor del Grupo Alta en México, país que visita, al menos, cuatro veces al año.

César Espinosa, asesor internacional

ACERCANDO LAS FRONTERAS DE LA UVA DE MESA

Si bien César Espinosa no tiene su residencia fijada en otro país, pasa casi seis meses del año recorriendo las diferentes zonas de producción de uva de mesa. En México, recorre los campos de Hermosillo y Caborca, en Sonora; en Perú en la zona de Ica, en Chile se mueve entre Copiapó y Buin y en España ve fincas en Alicante.

Incluso para la próxima temporada ya está proyectando asesorías en Marruecos. Y es que este Ingeniero Agrónomo de la Universidad de Chile, desde que egreso de la facultad que está trabajando en el mundo de la uva de mesa, eso ya hace 22 años. “Comencé como colaborador de Andrés Martínez, destacado asesor de la zona norte, con quién recorrí años los campos de Copiapó, Alto del Carmen, Elqui y Limarí y fue el propio Andrés quien me llevó a recorrer por primera vez los campos de uva de mesa en el sur de Perú”, cuenta.

Previo al fallecimiento de su amigo, socio y colega; con quien comenzó en su vida y formación profesional, Espinosa inicia un largo camino de desafíos profesionales en forma independiente en el extranjero en las asesorías internacionales. Este año se cumplió una década desde que comenzara a asesorar a empresas y productores de otros países.

“En la temporada 2014/15 inicié mi carrera internacional, en el cultivo de uva de mesa, Perú luego de eso, fui a México. En 2019/20, en plena pandemia tomé la decisión de llegar a España, para realizar asesoría técnica a una empresa de gran tamaño en Alicante, este 2024 también en Colombia y estoy proyectando hacer nuevas asesorías a productores de Marruecos”, explica al teléfono desde Alicante, al momento de esta entrevista.

Todos los países en los que le toca trabajar tienen sus particularidades, “lo más difícil es adaptarse a la idiosincrasia de las personas que manejan el cultivo en cada país. Es complicado y me ha tocado adaptarme a cada realidad. Además, las condiciones agroclimáticas y edáficas son muy diferentes a la realidad chilena.

“Es un desafío profesional constante ver el desarrollo de la vid en distintas condiciones y de las personas que las manejan, que me dan una visión amplia del negocio y adaptabilidad frente a la solución de los problemas”, dice.

¿De todos los lugares donde trabajas hoy, dónde es más fácil hacer uva de mesa? “¡No hay lugar fácil para hacer uva!”, afirma. “Todas, en mayor o menor medida son zonas con sus particularidades y complejidades”, añade este Ingeniero Agrónomo que sostiene que el cambio climático ha aumentado los desafíos año tras año, para lograr los objetivos productivos y de rentabilidad del cultivo, “por lo tanto, es un mérito llegar con un producto de alta calidad a los distintos mercados internacionales”.

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