Edmundo Acevedo: una forma visionaria de pensar y mirar la agronomía
Hace medio siglo un joven investigador chileno en California, mediante instrumentos inventados por él mismo, comprobaba un hallazgo de campo inédito en el mundo: las plantas efectúan un ajuste osmótico ante el estrés hídrico. Llamado a centros internacionales que percibieron su talento, sumó una línea de estudios de agricultura conservacionista precursora de muchos de los postulados actualmente en boga. Ambas líneas de investigación continuaron a su regreso a Chile para formar nuevas generaciones de agrónomos. Conocer la experiencia del hombre que se planteó hace décadas los grandes desafíos del agro de hoy, es un privilegio que Redagrícola no quiso perderse en su edición aniversario.
Edmundo Acevedo recibió el Premio Nacional de Ciencias Aplicadas y Tecnológicas 2020, siendo el segundo ingeniero agrónomo a quien se otorgó (el primero fue René Cortázar en 1992). Formado en la Universidad de Chile y profesor emérito de esta casa de estudios, es también magíster y doctorado de la Universidad de California.
Su currículo muestra una gran experiencia internacional, por su trabajo en la universidad norteamericana, en el Centro Internacional de Investigación Agrícola en Zonas Áridas (ICARDA, Siria), donde fue líder de fisiología de trigo, y en el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT, México).
Se lo reconoce mundialmente por sus descubrimientos pioneros del ajuste osmótico de las plantas frente a restricciones hídricas, y por sus aportes científicos a la agricultura de conservación.
-¿Por qué decidió ser ingeniero agrónomo?
-Básicamente por dos razones. La primera, que mi padre era ingeniero agrónomo, por lo que conocía de cerca la vinculación de este profesional con la producción de alimentos. La segunda, y de mayor importancia, que la carrera de agronomía en la Universidad de Chile era muy amplia, existiendo la posibilidad de semiespecialización en diferentes áreas: desde la economía a la producción y postproducción, pasando por los recursos naturales utilizados en producción (suelo, agua, aire). Debo aclarar que fui lo suficientemente afortunado con mis puntajes como para poder ingresar a cualquier carrera y cualquiera universidad. Mi madre quería que estudiase medicina, pero lo deseché desde un principio y solo postulé a agronomía en la Universidad de Chile.
DESCUBRIÓ EL AJUSTE OSMÓTICO ASOCIADO AL ESTRÉS HÍDRICO
-¿Cuál considera su mayor contribución al concepto de resistencia de las plantas a la sequía?
-En primer lugar, mi interés ha estado siempre asociado a la producción de los cultivos bajo condiciones de restricción hídrica y no necesariamente a la “resistencia de las plantas a la sequía”. Aclaro esto por cuanto puede haber plantas que resistan intensas y prolongadas sequías, pero que produzcan muy poco bajo esas condiciones, o bien simplemente plantas que resistan sequía pero que no sean cultivos. Lamentablemente el término resistencia a la sequía se presta a confusión hasta el día de hoy. Nosotros (Theodore Hsiao y yo) escribimos un artículo ya en 1974 tratando de aclarar esta materia y ha sido profusamente citado en la literatura. Mis contribuciones a la producción de los cultivos bajo restricción hídrica son variadas. Van desde los efectos del agua en el crecimiento celular vegetal, al ajuste osmótico, al comportamiento de las raíces como ascensor hídrico, al fenotipeo de caracteres morfofisiológicos asociados al rendimiento bajo estrés, al uso de isótopos estables 18 O y 2H para conocer las fuentes de para las plantas, y al manejo del suelo y los residuos vegetales para una mejor retención y aprovechamiento del agua por los cultivos. Todas estas contribuciones han tenido gran impacto. La mayor contribución, sin embargo, es sin duda el descubrimiento del ajuste osmótico asociado al estrés hídrico. Esto fue descubierto en terreno en un cultivo de maíz y está descrito in extenso en mi tesis de doctorado, además de una serie de otras publicaciones derivadas de mi tesis. La idea se propagó rapidamente y, lo más interesante, se vio que el ajuste osmótico ocurría en varias especies, era hereditario y podía ser utilizado en programas de mejoramiento genético. Hoy este carácter forma parte del mejoramiento genético de cultivos y molecularmente se han descrito QTLs asociados a él. El ajuste osmótico era conocido en las plantas con respecto a la salinidad, pero no con respecto al déficit hídrico. En las células se acumulan iones y/o compuestos orgánicos compatibles que disminuyen el potencial de solutos (aumentan la presión osmótica) evitando que las células se marchiten al mantener el potencial de presión (turgor).
-¿Cómo se aplican a frutales y hortalizas sus descubrimientos de ajuste osmótico?
-Yo he trabajado fundamentalmente con cultivos anuales, pero el ajuste osmótico aplica exactamente igual a especies herbáceas y leñosas, con metabolismo C3 o C4. Experimentalmente lo he visto actuar en arbustos del genero Atriplex, en especies C3 como trigo y cebada, en especies C4 como sorgo, y en especies arbóreas como Prosopis tamarugo. Esto, asociado a diferentes procesos fisiológicos en la medida que se produce estrés hídrico. Las plantas C3 y C 4 se diferencian por la enzima que captura el anhídrido carbónico (CO2) del aire, siendo las C4 más eficientes en la captura de carbono, entre otras particularidades. Desde un punto de vista hídrico esto es muy importante por cuanto la eficiencia del uso del agua en plantas C4 es aproximadamente el doble que en plantas C3. Ello se debe fundamentalmente a la mayor eficiencia del sistema fotosintético de las plantas C4.
EL USO DE LA AGRICULTURA DE CONSERVACIÓN DEBIERA SER OBLIGATORIO
-¿Cuáles son los desafíos en esta área de la investigación?
-Vivimos un cambio climático que creo ya nadie discute. En los climas mediterráneos como el que predomina en la agricultura chilena, el cambio se expresa, además de los eventos extremos, por sequía y altas temperaturas. Esto seguirá acentuándose en nuestro país. El agua que cae en Chile ha ido disminuyendo en los últimos cincuenta o más años. Hay que mejorar la eficiencia de riego (riego presurizado), aumentar el aporte (desalación de agua de mar) y aprender a cultivar con menos agua. Desde un punto de vista de fitomejoramiento significa que, para mantener altos rendimientos, cada vez deberemos tener variedades con mayor adaptación específica, pero con alta resiliencia, a las diferentes localidades del país. Recientemente me pidieron una charla en un curso de posgrado de Fisiogenética Vegetal, en la cual hablé sobre el mejoramiento evolutivo (orientado a corregir la pérdida de diversidad que acarrea el mejoramiento genético tradicional) y las ventajas que tiene en una situación de cambio climático como la que vivimos. Esto es particularmente cierto para las zonas de cultivos de secano. A nivel de agricultor debiera ser obligatorio, por ley, el uso de la agricultura de conservación en cultivos anuales y en frutales. Además de cuidar el medioambiente y la diversidad biológica, ayudaría a conservar la estructura y humedad de los suelos, favorecer la infiltración del agua y mantener la temperatura de las plantas. Con ello, adicionalmente, los productores agrícolas ayudarían a que Chile tuviese un balance de carbono mejor.
-¿Cómo caracterizaría el aporte de sus investigaciones la conservación de suelos y su rol a la reducción de las emisiones de CO2?
-Este tema ha sido muy central en mi Laboratorio de Relación Suelo-Agua-Planta en los últimos 20 años. Forma parte de mi preocupación, más amplia, sobre los recursos naturales renovables. En 1995, siendo decano de la Facultad de Ciencias Agronómicas y Forestales de la Universidad de Chile, impulsé la creación de la carrera de Ingeniería en Recursos Naturales Renovables. Al mismo tiempo establecimos en Antumapu ensayos permanentes de agricultura de conservación, caracterizada por tres conceptos: 1) mínima disrupción del suelo; 2) conservar los residuos de los cultivos sobre el suelo, y 3) practicar rotaciones de cultivos. Yo tenía una alta motivación al respecto, pues venía llegando a Chile después de trabajar 11 años para el CGIAR (consorcio de centros de investigación como CIMMYT e ICARDA) donde este era un tema candente, además de haber viajado por Argentina, Brasil y Paraguay, donde la agricultura de conservación se practicaba activamente. Trabajamos el tema en varios proyectos con SAG e INDAP, y en un proyecto FONDEF en conjunto con Agronomía de la U. de Concepción y numerosos agricultores de la región del Biobío. Dejamos constancias de que los ambientes mediterráneos de alto rendimiento, como el chileno, tienen peculiaridades especiales a considerar Con las numerosas publicaciones y cursos realizados creo haber hecho un aporte de interés nacional. Esto debe ser aplicado, el problema es que a pesar de todas las ventajas ambientales (captura de carbón en el suelo, eliminación de las quemas, mejora de las propiedades físicas del suelo, aumento de la biodiversidad) en ambientes mediterráneos de alto rendimiento los residuos con alta relación carbono/nitrógeno, como la paja de cereales, no se descomponen con facilidad y hay que manejarlos (dejando no más de 4 toneladas/hectárea), lo que involucra un costo.
-¿Cómo engarzan sus trabajos con la agricultura regenerativa?
-La agricultura de conservación engloba las tendencias actuales, es una agricultura regenerativa.
LOS JÓVENES SIGUEN LLEGANDO ÁVIDOS POR SABER
-Hay una creciente atención a la microbiología del suelo, ¿cuál es su visión al respecto?
-Juega un papel esencial en las interacciones suelo-raíz de las plantas y en la solubilidad y disponibilidad de nutrientes como el fósforo y nitrógeno. Tal vez lo más conocido sean las rizobacterias que fijan nitrógeno, pero hay microalgas que también realizan este proceso. Las micorrizas juegan un papel importantísimo en la disponibilidad y absorción de fósforo. La microbiología del suelo es la que actúa sobre los residuos orgánicos, descomponiéndolos e incorporando carbono orgánico al suelo (materia orgánica). Esta materia orgánica es esencial para la mantención de la estructura y las propiedades físicas de los suelos, además de presentar propiedades coloidales que la hacen retener agua y nutrientes, todo ello en beneficio del crecimiento y desarrollo de las plantas. La agricultura de conservación tiene un rol muy importante en fomentar la actividad microbiológica de los suelos.
-¿Nota cambios en la forma de ser y actuar de las nuevas generaciones de profesionales, académicos e investigadores?
-Individualmente y como estudiantes, no noto mayores cambios en su forma de ser y actuar. Siempre los jóvenes llegaron a mi laboratorio ávidos por saber o conocer más acerca de un tema, el que estudiaron, discutieron y desarrollaron. En los cursos obligatorios que dicté, jamás obligué a nadie a asistir, siempre tuve gran asistencia y alta motivación. Esto es importante por cuanto yo no solo imparto conocimientos sino una forma de pensar y mirar la agronomía y para ello la relación profesor alumno es muy importante. Con el tiempo, las materias que yo dictaba fueron pasando a posgrado y allí estas eran voluntarias, lo que hacía los cursos pequeños, muy entretenidos y con gran posibilidad de interacción.
¿DÓNDE NOS ESCONDEMOS SI ARRUINAMOS LA CASA?
-¿Es optimista o pesimista respecto del cambio climático y nuestra capacidad de respuesta?
-Creo que no se puede ser optimista viendo lo que está pasando en España, en el verano del hemisferio norte, con temperaturas extremas, sequías e inundaciones. Por otra parte, se sigue usando el petróleo como si no pasara nada. Ya se superó la meta del año 2030 de 1,5°C sobre la normal del acuerdo de Paris. La capacidad de respuesta es muy baja. ¿Tendrán que venir catástrofes cada vez peores? Y entonces, ¿dónde nos escondemos si arruinamos la casa? Esta fue mi principal preocupación para trabajar en agricultura de conservación, almacenar
carbono en el suelo. Pero ni siquiera eso, como me decía hace poco mi amigo Iván Matus, “en Chile nadie la pesca”. ¡Y los agricultores siguen quemando residuos de cultivos! Legalmente…
¿Cómo proyecta que podría ser la agricultura chilena en ese contexto?
-La agricultura chilena ha evolucionado muy bien en los últimos cincuenta años. Gran profesionalismo, exportamos aquellos alimentos en que tenemos ventajas para producir e importamos lo que necesitamos; en valor, la relación es varias veces favorable a las exportaciones. Se requiere dar importancia con urgencia al suelo y hacer mandatoria, por ley, la agricultura de conservación. Todo esto lo dejamos plasmado en un artículo con mi amigo Alejandro Violic y mi colega Paola Silva años atrás. La agronomía y agricultura chilena tienen fortaleza en riego, pero un gran vacío en el secano, particularmente en el secano de la Cordillera de la Costa tanto costero como interior. Secano formado principalmente por agricultura de pequeños agricultores, con intereses y necesidades agronómicas muy diferentes a los agricultores del valle central e incluso de la precordillera. Curioso, el Estado pareciera no estar interesado en desarrollar agrícolamente estas zonas, nunca logré que me financiaran un proyecto para el secano. El último proyecto, un FONDAP, pretendía formar, junto a ICARDA y una institución alemana, un centro en el secano de la Cordillera de la Costa. ¡Chile no sabe de secano, los proyectos que he visto, algunos millonarios financiados por el Banco Mundial, terminan regando el secano! Llamo la atención acá en la riqueza en cuanto a biodiversidad que hay a nivel de pequeño agricultor en términos de material genético para formar poblaciones evolutivas de cultivos y con ello crear biodiversidad a través del fitomejoramiento (que es lo que se necesita para el cambio climático) en vez de disminuirla.