Suelos en huertos de cerezos: Claves para manejar un mundo vivo y desconocido
No hay un suelo ideal para el cultivo del cerezo, pero sí algunos que son más idóneos. Sin embargo, este frutal ha ido conquistando territorios en gran parte del país. Por ello, cada vez es más necesario mejorarlos. Estrategias hay muchas. En las siguientes líneas, tres expertos comentan qué recomiendan a los agricultores.

El suelo está en permanente construcción. No se trata simplemente de hacer borrón y cuenta nueva al finalizar una temporada, sino todo lo contrario: el suelo debe trabajarse y fortalecerse de manera constante. En la medida en que se realicen manejos correctamente, con información y seguimientos, se logrará una mejor condición del suelo. Por el contrario, si el trabajo no es el adecuado, no se obtendrán beneficios y se llegará a una condición de baja productividad o incluso a un deterioro aún mayor.
En los últimos años, la preocupación por los manejos de suelo ha cobrado relevancia en los huertos de cerezos y, hoy en día, los productores están mucho más receptivos a mejorarlos aplicando enmiendas orgánicas, utilizando microorganismos y bioestimulantes, entre otros. Son más receptivos porque han observado los cambios que generan estos manejos, como por ejemplo el efecto estructurante del uso de ácidos húmicos, que se evidencia en una mejora en la infiltración, en donde el agua ya no escurre y, lo cual se traduce finalmente en una mayor eficiencia nutricional y en mejor fruta, tanto en calidad como en condición.
Si bien no existen suelos ideales, sí hay algunos más idóneos que otros para el desarrollo óptimo del cerezo. “Obviamente, el factor más determinante es el manejo, considerando que algunos suelos requerirán mayores ‘inputs’, lo que implica mayores costos de producción y más dificultades en su manejo, en comparación con suelos más adecuados, que resultan más económicos de manejar”, explica Andrés Arias, especialista en química de suelos y aguas, nutrición vegetal y riego, de la empresa Manejo de Suelo Regenerativo, que cofundó junto a los expertos Diego Kirberg y Pablo Sepúlveda.
-¿Cuáles son aquellos suelos que necesitan más y menos ‘inputs’?
-Andrés Arias (AA): Para determinar si un suelo es ‘bueno’ o ‘malo’, lo analizamos desde tres perspectivas: física, química y biológica. También consideramos la diversidad biológica, el origen del suelo y su mineralogía. Lo ideal es que un suelo cuente con una buena composición física, química y biológica, además de una formación adecuada. En el caso del cerezo, estos suelos se encuentran principalmente en distintos valles del país desde la Región Metropolitana hacia el sur. Los suelos de mejor calidad están en Curicó, Talca y también en el sur. Sin embargo, en el sur la cereza no alcanza el mismo valor en los mercados, debido a factores comerciales relacionados con fechas de cosecha más tardías, y mercados saturados de cerezas. Aun así, en las zonas sureñas encontramos suelos extremadamente fértiles.
-Pero la cereza también está en el norte, en Ovalle o en Tierra Amarilla, por ejemplo. ¿Esos son suelos que requieren más trabajo?
-Diego Kirberg (DK): Debido a su origen y condiciones edafoclimáticas, en general son suelos con baja fertilidad natural, asociados a contenidos de materia orgánica menores a 2%, por lo cual requieren mayores ‘inputs’. Por ejemplo, es necesario aportar más materia orgánica que en suelos de la zona centro sur y probablemente mayores cantidades de nutrientes, esto sin lugar a duda requiere más trabajo. Además, son manejos que los productores deben considerar cada temporada para mejorar la fertilidad química, la fertilidad biológica y las propiedades físicas del suelo, para finalmente tener condiciones más idóneas para la producción del cerezo.

-Pablo Sepúlveda (PS): Es interesante señalar que en el norte no es su hábitat natural. Para ello, debemos acondicionar el suelo y realizar manejos, como el uso de mallas para favorecer la acumulación de frío, con el objetivo de alcanzar una fecha de cosecha específica. Sin embargo, el suelo de esta región no es el más adecuado para soportar una especie como el cerezo. En este caso, la elección de esta zona no se basa en las condiciones del suelo sino más bien en un criterio comercial, entendiendo lo temprano que se cosecha y exporta esa fruta y, por ende, los altos valores que puede llegar a tener. Cuando iniciamos un proyecto agrícola, rara vez el objetivo principal es llevar el suelo a su máximo potencial. Pero se pueden trabajar y construir durante las temporadas, con diferentes herramientas, para acercarnos a ese potencial.

-Esa construcción es algo distinto de una temporada a otra.
-DK: En general si es diferente y, por eso es tan importante realizar análisis para evaluar la condición del suelo, ya que nos van a entregar información para la toma de decisiones. Por ejemplo, idealmente debemos realizar análisis químicos del suelo cada temporada, o como máximo cada dos. Con base en esos resultados, implementamos distintos manejos para llevar el suelo a un estado de equilibrio y poder eliminar las limitantes productivas a nivel químico. Te sorprenderías lo mucho que pueden ahorrar los agricultores en fertilizantes al analizar periódicamente estos análisis. Si estamos en el norte, donde pueden presentarse problemas de salinidad o presencia de metales tóxicos por malas calidades del agua de riego, es fundamental evaluar constantemente par definir los manejos, que muy probablemente deban realizarse año a año, para finalmente lidiar con esa limitación. Sin embargo, en algunos casos, ciertos problemas pueden dejar de ser críticos si se trabajan adecuadamente, como es el caso de la compactación de suelo, por lo cual se pueden llegar a manejos con dosis de mantención que pueden cambiar de un año a otro. Cada año, y a partir de diversos análisis, no solo químicos, evaluamos el estado del suelo y, con base en esos resultados, definimos los trabajos que se deben realizar temporada que viene.
-AA: Es importante diferenciar entre un huerto que se va a establecer y otro que ya está en producción. Cuando trabajamos en un proyecto nuevo, tenemos la mejor oportunidad para anticiparnos y realizar un manejo adecuado desde el inicio.
Hay aspectos que pueden ajustarse con el tiempo, como el plan de fertilización o el uso de bioestimulantes. Sin embargo, si el huerto ya está plantado, no podremos realizar ciertas intervenciones físicas, como el ingreso correcto de maquinaria para modificar el suelo. Existen hitos que deben cumplirse en cada etapa, ya que, una vez que el huerto está establecido, es mucho más difícil hacer ciertos ajustes.
De acuerdo con Pablo Sepúlveda, el uso de coberturas vegetales genera muchos beneficios. “Tenemos menos evapotranspiración, porque el suelo se calienta menos; tenemos menos respiración de raíces y tendremos menor estrés. Además, con el uso de este tipo de cubiertas se potencia la diversidad biológica y se mejora la infiltración de agua”. Sobre qué tipo de cobertura usar, Andrés Arias complementa: “En la medida que podamos, siempre preferiremos una cobertura vegetal viva o no viva, versus un mulch plástico. Todos generan grandes cambios a nivel de suelo. Un tema asociado al mulch plástico es que no puedo pretender seguir regando igual”.
-Y si no hiciste bien la pega desde un inicio, es más complicado abordarlo año a año.
-AA: Hacer estos manejos más tarde resulta más costoso y requiere un mayor esfuerzo, tanto en términos económicos como de trabajo humano. Por ejemplo, una práctica que en el primer año tiene un costo X, si se posterga puede costar varias veces más, de haberlo realizado oportunamente.
Además, el factor tiempo es clave, ya que alcanzar el resultado deseado tomará más tiempo. El suelo necesita un período para equilibrarse y responder a los manejos realizados. Nuestra invitación es a realizar los trabajos en el momento oportuno, evitando así gastos innecesarios en el futuro.
-DK: La poscosecha es la mejor época para que el árbol se recupere en términos de acumulación de reservas carbonadas y nitrógeno. Es en este momento cuando se deben realizar ciertos manejos de fertilización, revisar el equilibrio del suelo, el balance de microorganismos y la condición física de este. Es una etapa clave para darle a la planta la oportunidad de recuperarse, movilizar sus reservas y entrar en dormancia en óptimas condiciones
-PS: Esto es especialmente importante en las zonas del sur, donde el período de poscosecha es más corto que en otras regiones del país. La poscosecha es una excelente oportunidad para realizar manejos del suelo que impactarán directamente en la siguiente temporada.
-Tras la cosecha, ¿cuáles son los manejos claves del suelo?
-AA: En el suelo se pueden realizar múltiples manejos, pero estos deben ajustarse a las condiciones específicas de cada huerto. Sin embargo, si hablamos de un factor común en todo el país, es el estrés. Durante el verano, la radiación alcanza sus niveles más altos y, dado que la planta funciona como una fábrica impulsada por la luz del día, cualquier limitación en su capacidad fotosintética afecta su eficiencia. Si, de un 100% de potencial energético, solo opera al 50% o 60%, estamos desaprovechando una cantidad significativa de energía. Además, incluso cuando la planta no está generando energía, sigue consumiéndola a través de la respiración. Existen diversos manejos que pueden aplicarse para mitigar el estrés y ayudar a las plantas a sobrellevar mejor estas condiciones adversas.
LA IMPORTANCIA DE REGAR BIEN
-Y tener una planta o un huerto estresado bajo las condiciones de Limarí, Curicó u Osorno no es lo mismo.
-AA: En el norte, el principal desafío es el estrés salino; en la zona central, el estrés lumínico-térmico; y en el centro-sur, el estrés hídrico (déficit o exceso). Estos factores están estrechamente ligados a las condiciones del suelo y al manejo del riego, lo que los hace especialmente relevantes. Por ejemplo, en el norte predominan suelos con baja capacidad de retención de humedad, mientras que en la zona central la retención es intermedia y, en el sur, los suelos retienen mucha más humedad. Actualmente, uno de los mayores desafíos es equilibrar el riego, evitando tanto el exceso como el déficit hídrico. El exceso de riego puede provocar anoxia radicular, afectando la salud de las raíces. En el norte, el agua suele ser más salina y con mayor conductividad eléctrica, lo que dificulta la absorción de ciertos elementos y agrava la baja retención de humedad del suelo. En la zona central, los suelos tienden a compactarse, reduciendo la oxigenación en el sistema radicular. En el sur, los suelos suelen estar muy lavados, por lo que requieren una fertilización adecuada. Además, presentan pH más ácidos y, comúnmente, deficiencia de fósforo.

-¿Se está regando en exceso?
-DK: En muchos casos si, ya que muchas veces no existe la preocupación de un monitoreo adecuado del suelo. Si el suelo está compactado y genera una restricción al desarrollo radicular, el agua nunca será absorbida correctamente. En esas condiciones, aunque repongamos el agua teóricamente necesaria, la planta no podrá aprovecharla, lo que nos lleva a un riego excesivo para esa situación. Este problema es frecuente en muchas zonas productivas del país, donde observamos más exceso hídrico que déficit, independientemente de si estamos en el norte, en el centro o en el sur. Además, en poscosecha no podemos regar del mismo modo que durante el resto de la temporada.

-¿Cómo se debiera regar en poscosecha?
-AA: En poscosecha, tenemos la oportunidad de ajustar el riego para determinar los niveles de humedad del suelo más adecuados, logrando un equilibrio óptimo entre agua y oxigenación. Si seguimos regando de la misma forma que durante la temporada, corremos el riesgo de generar un exceso hídrico, que es un enemigo de la absorción de nutrientes. Es preocupante que el riego se realice de manera estandarizada, siguiendo una ‘receta’, en lugar de adaptarlo a las necesidades específicas de cada sector del huerto. La poscosecha es el momento ideal para afinar la cantidad de agua aplicada. Uno de los grandes errores—comprensible desde el punto de vista práctico—es regar siempre a la misma cantidad de horas y de la misma manera en todos los cuarteles. Esto genera sobre-riego en algunas zonas, un riego adecuado en otras y déficit hídrico en otras más. Si realmente buscamos una mejora, debemos apuntar a un ajuste detallado del riego, y la poscosecha es la oportunidad ideal para hacerlo.
-Cuando hablamos de suelos, es común hacer análisis químicos, pero, ¿también se debieran hacer análisis biológicos y físicos de los suelos?
-PS: Sí, y estos análisis pueden realizarse cada año, proporcionándonos indicadores sobre la salud del suelo. Durante mucho tiempo, nos hemos guiado principalmente por los indicadores químicos, que son valiosos y relevantes, pero que dejan fuera dos factores clave: la física y la biología de suelos. Hay que mirar el suelo de forma integral, ya que tanto la química, bilogía y física del suelo tienen un impacto directo en la productividad, la sanidad de los huertos y la efectividad de los manejos.
Es fundamental evaluar la condición física del perfil del suelo, considerando aspectos como la resistencia a la penetración, la estabilidad de los agregados y la descripción morfológica del perfil. Este último punto es clave, ya que nos permite establecer un lenguaje común sobre lo que ocurre en el suelo y compararlo año tras año o incluso entre distintas zonas edafoclimáticas.
En cuanto a la biología, es esencial analizar el microbioma del suelo. Puedo tener un suelo en equilibrio químico óptimo para la planta, pero eso no significa necesariamente que sea favorable para los microorganismos del suelo, y esta ampliamente documentado el beneficios tanto a nivel nutricional como antieestres que los microorganismos tiene sobre las plantas.
-¿Los suelos cambian mucho de una temporada a otra?
-AA: Sí, por ejemplo, hace dos temporadas, cuando los ríos se desbordaron, hubo un arrastre de plantas, materia orgánica, piedras y sedimentos, lo que tuvo un impacto significativo en la salud del suelo.
Además, los manejos que realizamos influyen de manera importante. Tras dos o tres años de aplicar diferentes estrategias, pueden producirse cambios tanto positivos como negativos, dependiendo del tipo de suelo y la ubicación geográfica. Sin embargo, el impacto de estos manejos es siempre evidente.
DK: para complementar lo anterior, es importante medir los diferentes indicadores de la salud del suelo para evaluar cómo van cambiando los manejos.
-Y esos cambios hay que hacerlos en poscosecha.
-AA: De todas maneras, es un buen momento, sobre todo en el cerezo, que tiene una carrera corta en primavera. Como señalamos anteriormente los manejos a nivel de suelo no son inmediatos, por lo que realizarlos en poscosecha les da el tiempo necseario para que en primavera se puedan evidenciar los beneficios.