Suelos agrícolas de la región de Coquimbo estudiados con teledetección
Una iniciativa pionera impulsada por la Universidad de La Serena, permitió que se actualizaran los datos sobre el uso de los suelos agrícolas de esta zona semiárida del país, disponiendo de información que puede apoyar el ordenamiento territorial y la toma de decisiones.
A la variabilidad climática que caracteriza a las zonas áridas y semiáridas del país, se ha sumado al problema de la falta de información actualizada y constante sobre la superficie agrícola. En este sentido, el Laboratorio PROMMRA de la Universidad de La Serena, de la mano del uso de técnicas de teledetección, se comprometió a encontrar una solución: entregar datos actualizados sobre la dinámica del uso de suelos agrícolas de la Región de Coquimbo.
PROMMRA desarrolló la iniciativa denominada PROMUS, proyecto financiado con fondos FIC – R que entrega el Gobierno Regional de Coquimbo, para dar respuesta a su compromiso, generando información útil, tanto para las Organizaciones de Usuarios de Aguas (OUA), como para el Plan Regional de Ordenamiento Territorial Agrícola (PROT agrícola). “Uno de los objetivos de PROMUS era poder conocer dónde estaban ubicados y que superficie involucraban, los grandes grupos de cultivos de la región y, específicamente en las zonas de riego”, señala el director del proyecto, el Ingeniero Agrónomo Dr. Héctor Reyes.
De esta manera, comenzó la búsqueda de una metodología que permitiera generar periódicamente mapas de uso de suelos, con la condición de que tuvieran un bajo costo para así poder seguir generando información a futuro, una vez concluido el financiamiento del proyecto. Se empezó entonces a buscar un satélite que lograra entregar el insumo ideal. Este debía contar, primero, con una resolución espacial adecuada. “Tenemos disponibles de manera gratuita, satélites que pasan todos los días por un mismo punto, pero que presentan deficiencias en cuanto a las demás características buscadas. Por ejemplo, la información de cada pixel es de 500 x 500 metros, lo que equivale a 25 hectáreas, y los predios agrícolas y las superficies cultivadas suelen ser más pequeños”, señala el Ingeniero Aldo Tapia, encargado del área de geomática de PROMMRA.
Por esto, decidieron a utilizar las imágenes de los satélites de la serie Landsat, perteneciente al gobierno de los Estados Unidos y de Sentinel-2, de la Agencia Espacial Europea, los cuales pueden capturar datos de la superficie de la tierra con intervalos de 16 días, en el caso del primero, y de 10 en el caso del segundo.
LA SEQUÍA NO GOLPEA IGUAL EN TODO EL VALLE
Con los sistemas de satélites ya determinados, comenzaron la generación de la “línea base”. Esto es, la reconstrucción del uso del suelo, dentro de lo posible, de un periodo extenso de tiempo con imágenes satelitales que abarcaron desde el año 2000 hasta el 2015, periodo este último previo al inicio del proyecto. Así se pudo establecer la dinámica del uso del suelo agrícola durante prácticamente dos décadas, lo que aporta una base para llevar a cabo diversos análisis. Desde la forma que ha ido tomado la estructura de uso de los suelos agrícolas hasta, por ejemplo, el efecto de fenómenos meteorológicos, entre ellos sequías. Esto, a juicio de Aldo Tapia, es una de las virtudes de PROMUS, ya que “se han hecho otros estudios parecidos en la región, pero el enfoque de nuestros análisis es diferente”, dice Tapia.
Sobre la sequía, Tapia comenta que uno de los resultados que más les ha llamado la atención, es que existen diferencias en los efectos o daños que ésta provocó en la cuenca del Limarí, la más afectada por la escasez hídrica. Las áreas de riego que se encontraban bajo la cota de embalse fueron las más afectadas en relación al resto de las áreas donde, por ejemplo, suplían el recurso hídrico directamente de los ríos. “Nos percatamos de que hay zonas bajo la cota de embalses donde la superficie disminuyó más de un 40%, mientras que zonas que se encuentran sobre la cota de los embalses se mantuvieron e incluso, en algunos casos, aumentaron levemente durante el periodo de sequía”. Y, ¿el motivo? Si bien el director del proyecto señala que aún están recopilando datos para aproximarse a una respuesta más precisa, estiman que los agricultores que se encuentran sobre la cota de los embalses, manejan el recurso hídrico de manera diferente a quienes se ubican bajo la cota de los embalses, lo que daría cuenta de diferentes manejos culturales del agua. “Desde ese punto de vista, no se debe hacer un análisis generalizado del efecto de la sequía, porque cada caso es diferente al resto y eso es lo que lo hace interesante, desde el punto de vista científico, el análisis de la sequía en la región de Coquimbo”.
Con la plataforma PROMUS en operación y con los resultados generados por el proyecto, Reyes considera que ya disponemos de una herramienta concreta para la planificación. “La idea es que esta información, disponible en la plataforma web de monitoreo de uso de suelos agrícolas (http://promus.prommra.cl), pueda, por ejemplo, migrar a los programas de ordenamiento territorial del Gobierno Regional. Que ellos acojan esta información y que la puedan utilizar en sus decisiones, o que también pueda servir para que las Organizaciones de Usuarios de Agua logren estimar la demanda de agua”.
MAYOR TECNIFICACIÓN DE RIEGO EN LA ZONA
Cuando el Laboratorio comenzó a difundir esta iniciativa, había una gran diversidad de opiniones y de grados de conocimiento respecto de los beneficios de trabajar con imágenes satelitales para apoyar el proceso de ordenamiento territorial. Sobre esto, Tapia explica que el proyecto ha permitido generar los lineamientos, dar a conocer el tema, sus ventajas y desventajas, además de las limitaciones que estos tienen. “Fue como un aterrizaje de la información, porque se desconocía el real uso que se le podría dar y nosotros lo que hicimos fue mostrar uno de los posibles usos de las imágenes satelitales en la región”. Pero, además, la utilización de sensores a nivel predial, es incipiente, y es posible complementar muy bien la información obtenida desde las imágenes satelitales con la de los sensores de humedad o temperatura, por ejemplo.
Pese a este poco conocimiento y a la aún escasa utilización de sensores prediales para la gestión del riego, Reyes señala que durante la ejecución del proyecto constataron la existencia de un cambio cultural respecto del uso del agua. “Vimos que, en comparación con los datos censales del 2007, existe un aumento de la tecnificación del riego, lo que se traduce en riegos más eficientes”, a lo que agrega que, pese a la disminución del agua para regar sus cultivos durante la sequía, muchos agricultores lograron mantener sus producciones, “es decir, se dieron cuenta de que con menos agua podían sustentarlos”.
Tapia agrega que aún falta tecnología, porque una cosa es aplicar eficientemente el agua y otra es saber cuándo y cuánto regar. De todos modos, el experto en geomática señala que en comparación a la zona centro-sur del país, hay certeza de que en el norte chico existe mayor tecnología en cuanto a la eficiencia de riego, principalmente por el uso de riego tecnificado, a lo que se agrega un avance en el revestimiento de los canales, todo lo cual ayuda a disminuir las pérdidas. No obstante, el ingeniero agrónomo insiste en que, si bien la región ha mostrado un cambio tecnológico durante los últimos años, aún no ha avanzado hacia la agricultura de precisión, lo que, a su juicio, podría ser un gran salto. “Pese a que hace falta dar ese salto, la decisión de ir avanzando, obviamente, le corresponde a cada uno de los agricultores en base a los estímulos que podrían tener para poder llegar a ella”, apunta Tapia.
LA DEMANDA HÍDRICA DE LOS CULTIVOS
La tecnología utilizada durante el desarrollo de PROMUS, y los resultados obtenidos a través de su ejecución, han permitido dar paso a otro proyecto enfocado también en el ordenamiento territorial, pero con una nueva variable: la demanda hídrica de los cultivos.
Y es que tomando como base la información actual de las clases de cultivos y sus respectivas áreas, el laboratorio comenzará a desarrollar, en conjunto con el Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA), un proyecto que busca determinar la cantidad de agua que demandan dichos cultivos. Tapia explica que, con los avances de la tecnología, la investigación también va mejorando y es ahí donde se encuentran nuevas relaciones posibles de generar a través de las imágenes satelitales. “Cada vez, dice, vamos encontrando usos más avanzados de la teledetección. Cada vez se puede extraer más información, hacer más transformaciones a partir de ello y lograr generar nuevos productos”.