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Una real alternativa para los pequeños productores

Sistemas alternativos toman fuerza en la horticultura protegida

En una horticultura bajo cubierta, dominada, al menos en cantidad, por pequeños agricultores, se hacía necesario trabajar con sistemas alternativos. Esto es precisamente lo que han estudiado el Dr. Esaú Moreno y Dr. Felipe Sánchez del Castillo, profesores e investigadores del Departamento de Fitotecnia de la Universidad Autónoma Chapingo. En las próximas líneas explican los cambios que se vienen realizando, con el objetivo de obtener mayores rendimientos y mejor calidad de frutos.

05 de Marzo 2025 Ximena González Vidal
Sistemas alternativos toman fuerza en la horticultura protegida

La propuesta que vienen realizando los investigadores de la Universidad de Chapingo es manejar la planta de jitomate más bajita y entre ocho y diez plantas por m2.

México es uno de los países de América Latina donde la agricultura protegida se ha enraizado con mayor fuerza. La superficie de cultivos bajo estructuras de protección se acerca a los niveles de Países Bajos o España, que tradicionalmente han liderado el uso de tecnologías y sistemas de agricultura bajo cubierta.

En México la agricultura protegida ha ido creciendo a pasos agigantados en las últimas décadas. Actualmente, hay unos 40.000 productores que manejan sus cultivos bajo cubiertas. De ese total, cerca de 18.000 son pequeños productores con 500 m² a 1.000 m² o incluso menos; más o menos unos 12.000 productores tienen entre 1.000 m² a 0,5 ha.; cerca de 2.000 tienen de 1 ha y 10 ha y hay una pequeña cantidad de productores que son muy grandes, con fincas entre 50 ha y 200 ha de cultivos bajo invernaderos.

Para el Dr. Esaú Moreno Pérez, profesor e investigador del Departamento de Fitotecnia de la Universidad Autónoma Chapingo, estas cifras, demuestran que, en el país, la agricultura protegida depende en gran medida de los pequeños productores.

El jitomate es la principal hortaliza que se cultiva bajo cubierta, seguido del pimiento morrón y el pepino.

“Más del 90% de los agricultores dedicados a la horticultura protegida son pequeños”, sostiene el Dr. Moreno y, mientras algunos recurren al uso de tecnologías sofisticadas que se importan de otros países, otros cuentan con invernaderos menos complejos y más pequeños con mediana a baja tecnología. En todo caso, dice, el uso de uno u otro siempre va a depender del cultivo y de sus requerimientos según la zona donde se encuentre ubicado.

Hoy por hoy es el jitomate la principal hortaliza que se cultiva bajo cubierta, seguido del pimiento morrón y el pepino. Y, en menor medida, se cultivan hortalizas de hojas como lechugas o espinaca, entre otras.

Sin embargo, más allá de la tecnología a la que recurra un productor mexicano de jitomate, el Dr. Moreno comenta que, en su mayoría, estos hacen un cultivo ‘convencional’, es decir, manejando las plantas con muchos racimos y un solo ciclo de cultivo al año.

Por ello, en la Universidad Autónoma de Chapingo, el Dr. Moreno y el Dr. Sánchez han venido estudiando el uso de sistemas alternativos en condiciones de agricultura protegida que podrían llegar a ser más apropiados para los pequeños productores y que, si bien en algunos estados ya se usan, la idea es poder masificarlos y demostrar los beneficios que pueden traer en términos de ahorro de costos y mayores rendimientos.

En México, la agricultura está protegida se basa en estructuras como: invernaderos convencionales, casa sombra o mallas sombras y macro túneles. Además, ésta se desarrolla en suelo o hidroponía. “En función de los métodos elegidos y de los cultivos, las ventajas de la agricultura protegida serán más o menos evidentes en términos de productividad, mayor eficiencia en el consumo de agua y nutrientes y mayor control de las condiciones fitosanitarias”, explica el Dr. Moreno.

Casa sombra.

Así, por ejemplo, “si se tiene un cultivo en hidroponía, podremos darle mejores condiciones a la raíz para que absorba mejor los nutrientes y el agua y si, además, combinamos esta tecnología con una mejora del ambiente, ya sea con malla sombra, macro túnel o invernadero, vamos a tener la posibilidad de mejor calidad y tendremos más rendimiento por unidad de superficie”, dice.

MALLA SOMBRA Y MACRO TÚNELES, COMO SISTEMAS ALTERNATIVOS

¿Cómo funciona los sistemas alternativos de agricultura protegida? El Dr. Moreno destaca que, las malla sombras son estructuras metálicas o de madera cubiertas con una malla que permite la entrada de la lluvia, pero protegiendo al cultivo de los insectos y del granizo, al tiempo que optimiza la transmisión de radiación solar y mitiga el exceso de calor en el interior. “Esta se usa sobre todo en zonas donde la temperatura y la intensidad de luz es muy alta”. Sin embargo, el experto recalca que, una malla sombra protege hasta cierto nivel un cultivo, mientras que, un invernadero convencional va a dar una protección mayor al ser una estructura que no permite, por ejemplo, la entrada de agua. Además, con este tipo de estructura se busca simular las condiciones climáticas más adecuadas para el desarrollo de las plantas.

Asimismo, en México ha crecido mucho el uso de macro túnel, que es una estructura en arco con una cubierta de polietileno (plástico) y un poco más baja que la casa sombra, pero con el espacio suficiente para que una persona pueda caminar entre los surcos. “Esta también es una protección parcial de los cultivos y ha crecido mucho porque es una tecnología relativamente sencilla y no tan costosa como un invernadero convencional”, subraya y añade que su crecimiento se debe a que es un sistema muy apropiado para la producción de las berries: arándanos, fresas, frambuesas y zarzamoras.

Micro túneles, otra de las alternativas

El Dr. Esaú Moreno menciona que hay otro sistema alternativo, aunque se usa poco: el micro túnel. En este sistema solo se cubren las plantas durante la etapa inicial de su desarrollo, no hay espacio para pasar por los surcos. “Es un túnel bajo que permite proteger las plantas de algunas condiciones ambientales, plagas y enfermedades en sus primeras etapas de desarrollo”, dice.

¿CÓMO ELEGIR CORRECTAMENTE EL PLÁSTICO?

Para una correcta elección del plástico es necesario entender que entre las funciones de las plantas está la fotosíntesis. Por ello, es necesario elegir un plástico que permita tener una mayor cantidad de luz difusa. “Si una planta crece más de un metro, las hojas de arriba con esa luz directa harán bien la fotosíntesis, pero las hojas de más abajo no. Por eso, si usamos un plástico que nos permita dispersar la luz, la planta recibirá luz por todas partes y, gracias a esto, habrá un mayor rendimiento”.

Normalmente el uso de macro túneles se combina con el acolchado, que es un polietileno con el que se cubre el suelo y que da algunas ventajas al cultivo. “Por ejemplo, si usamos un plástico de color negro, se impedirá el paso de la luz al suelo donde están las semillas de maleza y, por ende, resulta una medida efectiva para el control de las mismas. Así, el cultivo no competirá con la maleza para la absorción de agua y nutrientes”, explica el académico de la Universidad Autónoma de Chapingo y señala además que, en plásticos para acolchar, generalmente los colores más recomendados son los bicolor (negro con blanco o negro con plata). “El lado de color negro es colocado por el interior junto al suelo y la parte blanca o plata hacia afuera. De esa manera se evita que crezca maleza y por otro se refleja luz que es útil para las plantas”.

Cultivos bajo el sistema de macro túneles.

Adicionalmente, cuando se usa el acolchado, se emplea riego por goteo, para que haya humedad constante, que permite una mejor absorción de agua y nutrientes. Y esto se traduce en una mejor calidad y rendimiento por unidad de superficie.

“Esta tecnología de acolchado es básica y sencilla y brinda bastantes beneficios. Sin embargo, se debe estudiar bien el color del plástico y sus características”, advierte el experto. Si bien hoy se usa acolchado plástico, el Dr. Moreno subraya que se deben tener precauciones porque es un contaminante y en algunos casos los productores lo incorporan al suelo una vez terminado el ciclo del cultivo.

“Lo ideal sería recoger ese plástico y darle otros usos para reducir la contaminación”, recomienda. Pero el plástico no es la única alternativa, ya que el acolchado también se puede hacer con paja de trigo, por ejemplo, que podría funcionar muy bien en pequeñas superficies.

Independiente del sistema de cubierta que se quiera ocupar, se debe estudiar cuál es el sistema que más conviene en cada caso. “No es lo mismo un invernadero si estamos en una zona cálida, fría o desértica, o una zona de mucha humedad relativa o de baja humedad relativa. Por eso, el invernadero se tiene que diseñar para cada región y de acuerdo a su ambiente”, explica el profesor-investigador de la Universidad de Chapingo.

Frente a este tema, menciona que, el objetivo de un invernadero es reproducir o simular las condiciones ambientales que favorezcan el crecimiento de las plantas para lograr el mayor rendimiento y calidad posible, por lo que el diseño agronómico cambia dependiendo de las necesidades del cultivo a establecer y del clima del lugar. “Se busca la mayor ventilación posible para mover el aire y lograr una humedad relativa apropiada y una mayor entrada de CO2 para la fotosíntesis, así como un polietileno que promueva una mayor cantidad de luz difusa y suficiente para una máxima fotosíntesis de las plantas”.

Por su parte, en climas fríos señala que, recurrir al uso de polietileno es una alternativa, pues además de ser difuso, puede ser térmico para reducir pérdidas de calor y hacer que se mantenga una temperatura más favorable al interior. En casos extremos se tendrá que pensar en equipamiento como los sistemas de calefacción. Para climas calurosos, si la humedad relativa es baja, además del área de ventilación o mallas sombras bien ubicadas, el Dr. Moreno explica que se puede pensar en sistemas de enfriamiento como la nebulización o incluso pared húmeda con extractores en climas más extremosos.

“Es clave que según los requerimientos se haga un análisis beneficio-costo y no olvidar que, realmente el diseño del invernadero implica más detalles qué considerar, más allá de lo ya mencionado”.

El diseño agronómico y manejo de los invernaderos es fundamental
El investigador de la Universidad de Chapingo es enfático en mencionar que, el diseño de los invernaderos es clave para un buen desarrollo de las plantas. “Un invernadero que, por ejemplo, no tenga buena ventilación va a tener poco CO2 y por ende, las plantas van a hacer poca fotosíntesis y van a producir poco”. De igual forma dice que, si se diseña adecuadamente, con buena ventilación, con un buen manejo de la radiación solar, las plantas harán todas sus funciones de mejor manera y tendrán mayores rendimientos”.

Todo esto, señala, debe partir de un conocimiento de las plantas, saber qué elementos requieren y cuáles son esos factores ambientales que más inciden en su crecimiento y producción. “Para esto también debemos conocer cuáles son las herramientas que existen para poder darle a las plantas ese ambiente adecuado para su desarrollo y eso lo podemos hacer no solo con los invernaderos convencionales sino también con estos sistemas alternativos de malla sombra y macro túneles”, dice y complementa diciendo que, el invernadero tiene que estar diseñado según el ambiente y según el cultivo que se esté manejando.

MAYORES PRODUCCIONES CON LOS SISTEMAS ALTERNATIVOS

¿En los sistemas alternativos el manejo interno del cultivo es diferente? De acuerdo con el Dr. Moreno, el manejo agronómico del cultivo dependerá del sistema de producción que decidamos utilizar. Por ejemplo, si se van a producir jitomates, en el sistema convencional, las plantas crecen muy alto, entre tres y cuatro metros de altura, se manejan pocas plantas por metro cuadrado, de dos a tres plantas, y un solo ciclo de cultivo en el año produciendo entre 15 o 20 racimos, y en ocasiones incluso más.

No obstante, menciona que, en un sistema alternativo de manejo del cultivo de jitomate desarrollado en la universidad, han propuesto, entre otros manejos, acortar el ciclo del cultivo y manejar una mayor densidad de plantas.

“Nuestra propuesta es manejar la planta de jitomate más bajita, que no pase de un metro de altura, en lugar de tener dos o tres plantas por m², manejamos entre ocho y diez plantas”, dice y explica que, una vez la planta forma tres racimos recurren a la poda para que no crezca más y por ende se acorta el ciclo del cultivo.

Según el experto, al manejar así la planta, en un promedio de máximo cuatro meses desde que se trasplanta hasta que se termina la cosecha. “Como las plantas son bajitas, solo van a producir tres racimos, mientras que en el sistema convencional son entre quince y veinte racimos, pero como tenemos mayor densidad de siembra vamos a compensar el rendimiento”.

La propuesta que vienen realizando los investigadores de la Universidad de Chapingo es manejar la planta de jitomate más bajita y entre ocho y diez plantas por m2.

Explica que, con los sistemas alternativos están logrando tres ciclos de cultivo en un año. “En México hay algunos reportes que indican que, con estos sistemas convencionales de agricultura protegida, con un solo ciclo de cultivo en todo el año se cosechan más o menos de 200 t/ha a 300 t/ha. de jitomate”, dice.

Sin embargo, con los sistemas alternativos, con podas adecuadas, con más ciclos por año y con una mayor densidad de plantas, el Dr. Moreno comenta que, en su proceso de investigación con productores han obtenido un promedio de 16 kg/m2. “Si lo llevamos para comparar en unidades de una hectárea, esto implica más o menos 160 t/ha en un periodo de no más de cuatro meses y si se suman los tres ciclos de cultivo vamos a poder obtener incluso hasta 480 t/ha y, en ocasiones, 500 t/ha”, recalca el experto y menciona que, si bien estos manejos pueden darse con mayor facilidad en los sistemas alternativos con poca tecnología, y precisamente esta es la propuesta que viene haciendo él, en conjunto con el Dr. Sánchez desde la Universidad Autónoma de Chapingo, también dice, pueden llevarse a cabo en invernaderos convencionales.

Invernaderos sencillos, pero bien diseñados para el cultivo de hortalizas.

Aunque esta forma de producción puede llegar a elevar un poco el costo de producción por el concepto de semillas, el Dr. Moreno indica que las demás labores lo compensan. De igual forma, manifiesta que, aparte de esto, en la universidad están investigando otros detalles para superar aún más los rendimientos. Por ello, vienen adelantando trabajos para incrementar el número de flores por planta y obtener mayor cantidad de frutos por racimos en los sistemas alternativos de agricultura protegida.

Por todo lo anterior, el Dr. Moreno concluye que, los sistemas alternativos resultan una gran oportunidad para que los pequeños y medianos productores hagan uso de la agricultura protegida no solo por sus múltiples beneficios en términos de rendimientos y calidad de las plantas, sino también por los menores costos que estos implican. “Sin duda estos sistemas alternativos de agricultura protegida son una gran opción para los productores mexicanos y en general para los productores de Centro y Sudamérica”.

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