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Luis Álvarez, fitopatólogo

"Se debe anticipar porque no hay umbrales en las enfermedades de uva de mesa"

El reciente impacto de las lluvias que afectaron al país, ha provocado que los cultivos de uva de mesa en el sur y norte del Perú se hayan visto afectados en cuanto a incidencias de enfermedades o nuevas apariciones de las mismas. El fitopatólogo Luis Álvarez, analiza este panorama y explica cuáles con los mejores manejos hacia el futuro. La anticipación y el uso racional de fungicidas, dice, son dos factores clave a tomar en cuenta.

03 de Agosto 2017 Diana Hidalgo
"Se debe anticipar porque no hay umbrales en las enfermedades de uva de mesa"

Luis Álvarez, fitopatólogo.

Al ingeniero agrónomo y fitopatólogo Luis Álvarez, cuando era estudiante en la Universidad Nacional San Luis Gonzaga de Ica, un profesor le dijo que el número de enfermedades en los campos de una zona era directamente proporcional al número de personas que las investiga. La idea principal de esa frase de consejo de su maestro era que nunca había que dejar de investigar a las plantas y a las enfermedades que podían desarrollar en el tiempo. Pero Luis Álvarez no lo entendería del todo, hasta que, luego de vivir en Europa por varios años para estudiar y trabajar, regresó a Ica para convertirse en profesor de fitopatología en la misma universidad que lo formó; y además, cuando se especializó, hace cinco años, en asesor fitopatólogo en campos en Ica y Piura. Uno de los cultivos que más estudia es, justamente, la uva de mesa.

“El negocio de la uva de mesa no solo implica calidad, sino una serie de características organolépticas que hacen apetecible esta fruta en el mercado. Basta con que se falle en alguna de ellas y que este fallo sea  causado por una enfermedad, para que se generen pérdidas serias”, indica el especialista.

Para Álvarez, en un balance de las enfermedades que en los últimos años han atacado más agresivamente en los campos de la uva de mesa en el sur —por gasto económico y número de aplicaciones que se necesita para combatirlo— están las siguientes afecciones, en orden de incidencia y agresividad: Oidium, Nematodos, Botrytis, Pudrición ácida y hongos de madera.

“Oídium, es la más incidente y agresiva, tanto en Ica como en Piura. Para tratarla se necesita entre 14 a 16 aplicaciones por campaña. Si no se maneja bien se puede perder prácticamente el 100% del cultivo”, explica. Por eso, agrega que, “el estar al frente de estos manejos siempre es un reto porque uno no sabe lo que va a pasar. El tema es reaccionar a tiempo. Lo de las recientes lluvias, por ejemplo, agarró de sorpresa a mucha gente. Algunos pudieron reaccionar a tiempo, otros no”.

CAMBIO CLIMÁTICO: RECIENTE IMPACTO EN LA VID

Para Álvarez, el principal problema fitopatológico que afecta a la vid es el Oidium. El experto advierte además sobre la gran cantidad de aplicaciones que se realizan para su manejo durante la campaña y en poscosecha.

Para analizar el reciente impacto del cambio climático en la última campaña en cuanto a aparición de enfermedades, se debiese mirar el panorama de forma histórica. “La uva de mesa aquí en Ica tiene poco más de 25 años. En ese tiempo, históricamente, en enfermedades, el impacto se ha visto más en las épocas que coinciden con la poda, con mucho frío o mucho calor, y eso ha hecho que los problemas sean básicamente fisiológicos. Pero lo que ha habido particularmente en este año de lluvias, que es totalmente atípico, son consecuencias fuertes como el incremento de la aparición de Lasiodiplodia”, cuenta. En segundo lugar, indica que debido a estas condiciones climáticas atípicas, también se han incrementado los problemas entomológicos (chanchito blanco), fúngicos (nematodos) y enfermedades bacterianas. Álvarez especifica que en el caso del valle de Ica las consecuencias para estas afecciones no fueron tan graves como sí lo fueron en la zona norte, sobre todo en la región Piura.

Asimismo, los problemas de poscosecha, como la pudrición ácida, han sido de bastante incidencia debido al factor de las lluvias. “Es un problema bacteriano que aparece precisamente en la época cuando la baya está madurando y hay heridas”, explica. En ese sentido, Álvarez también ha identificado un problema con un grupo de hongos que se quedan en las bayas y que ha sido confundido con Botrytis “Ha habido muchas bayas afectadas por Cladosporium, que es un hongo que hace lesiones en las bayas, que quedan como unas hendiduras. Hace dos o tres campañas seguidas que me están comentando que en destino se está rechazando a la fruta que presenta esta característica. Ese ya es un tema del manejo de funguicidas. Cuando ya está cerca la cosecha no puedes usar cualquier producto. No hay muchos, pero hay estrategias para bajar un poco la carga de esos hongos”, explica.

El mildiú es muy agresivo bajo condiciones de alta humedad, haciendo ciclos de infección muy breves que obligan a hacer aplicaciones frecuentes en intervalos cortos.

En ese sentido, tanto la humedad provocada por las lluvias atípicas como el aumento de las áreas de cultivo, ha traído consecuencias serias para la vid: “Hay nuevas enfermedades que han aparecido, y se evidencian por el incremento de áreas cultivadas, y por las condiciones de humedad de algunas zonas productoras. La enfermedad que más ha impactado por las condiciones de lluvias ha sido el mildiú. Este patógeno agresivo ha causado daños severos en las zonas productoras de vid en Piura y Lambayeque. Este pseudo hongo esporula en todos los órganos vegetativos de la planta, y el daño más dramático se da en las hojas, que caen al suelo y sirven como fuente de inóculo para posteriores campañas”, explica el experto.

La foto muestra los síntomas del mildiú en el envés de las hojas.

Hay responsables de campos que aún lo conocían o aquellos que sí, pero que no sabían cómo manejarlo ni qué aplicaciones debían hacer para combatirlo. Eso ha traído como consecuencia problemas serios: durante las épocas de lluvia la planta no ha desarrollado. “El mildiú ha arrasado con todo el follaje;  entonces normalmente la vid lo que hace es crear reservas en sus yemas para que después de la poda eso continúe en otra generación. En este caso, por las lluvias y el problema de mildiú, estas yemas no se han desarrollado bien o se han quedado vanas. Entonces eso lo que va a ocasionar es que la poda de campaña, que empieza junio, no será para cosechar fruta, sino para formar de nuevo el parrón para la próxima campaña”, sostiene. Se ha perdido mucho, aunque ha habido fundos que, a pesar de todas las limitaciones lo han sabido manejar en el momento preciso. En esas regiones  (Piura y Lambayeque), debido a la humedad, hubo una proliferación de hongos de la madera, sobre todo en una variead como Crimson, que es muy sensible. “Las lluvias no solo han afectado al follaje, sino que han ocasionado que la capa freática haya aumentado y que, eventualmente, las vides estén con mucha humedad. Eso crea condiciones de pudrición de raíces. El impacto todavía se está viendo. Y va a seguir viéndose, en adelante, a la próxima campaña”, explica.

Otro problema que se evidencia en Piura y Lambayeque coincidente con las lluvias de verano, indica Álvarez, es la enfermedad ocasionada por Phomopsis, un hongo que afecta las hojas y ocasiona lesiones elipsoides en brotes. Estas infecciones son muy severas y afectan seriamente el follaje de las plantas.

Además, explica el especialista, ha aparecido otra enferemdad bacteriana muy agresiva: la ‘agalla de la corona, ocasionada por una bacteria del género Agrobacterium. Se ha observado en nuevas plantaciones, en las zonas productoras del norte y sur del país. La bacteria induce la formación de tumores a nivel del cuello de planta o en la zona de injerto. Las enfermedades bacterianas tienen un manejo diferente que las ocasionadas por hongos o pseudohongos”, dice.

RED GLOBE, LA MÁS AFECTADA EN ICA

Los hongos de la madera son problemas que han crecido en todas las zonas productoras de vid del país. Hasta cinco géneros de hongos causan este síndrome.

Y en cuanto a Ica, indica que estas lluvias atípicas afectaron sobre todo a la variedad Red Globe: “Para el momento en que llovió ya habían salido todas las uvas precoces y básicamente quedaba la Red Globe, que es la uva más tardía. Lo que se dio fueron problemas, sobre todo, por pudrición ácida. Y luego algunos problemas de índole más abióticos, como toxicidad por sales”. Sobre el impacto en Ica, Álvarez agrega que gracias a la experiencia de los agricultores y sus asesores técnicos, se ha sabido manejar esta adversidad de la mejor manera posible.

Un tema adicional que para el especialista ha ocasionado que se estén desarrollando nuevas enfermedades producidas por agentes patógenos, tanto en los campos de Ica como de Piura, es el hecho de la entrada de nuevo material genético, debido al recambio varietal que se está dando en muchos campos del cultivo de estas zonas.

En cuanto al Oidium, una de las enfermedades más agresivas y persistentes en la uva de mesa, algunos expertos alertan que las poblaciones de este hongo en Perú estarían desarrollando resistencia al principal grupo químico de control: los triazoles. “El riesgo de resistencia en vid y en otros cultivos se produce normalmente por la aplicación frecuente de fungicidas de un mismo mecanismo de acción. Sin embargo, la presencia de la fase sexual de Oidium, Erysiphe necator, en Perú (detectada en 2012), implica un mayor riesgo de producción de resistencia debido a que la recombinación genética en la fase sexual podría crear nuevas razas del patógeno, que tendrían el potencial de romper genes de defensa de variedades de vid hasta ahora tolerantes o resistentes, o incidir en la producción de individuos que tengan resistencia natural a los fungicidas hasta ahora utilizados para su manejo”, explica Álvarez.

Los racimos afectados por la pudrición ácida producen un fuerte olor a ácido acético, que comúnmente atrae a adultos de la mosca del vinagre (Drosophila melanogaster).

Entonces, el riesgo de resistencia, no solo se da en triazoles, sino en cualquier grupo de fungicidas en los que no se realiza una adecuada rotación para evitar resistencias por parte del patógeno. “A pesar de que por varios años los triazoles fueron el grupo de fungicidas más usados en el control de Oidium, en ausencia de los hoy conocidos nuevos activos para realizar rotaciones, aún se mantienen en vigencia como una herramienta útil en el manejo de Oidium. Actualmente en el mercado se cuenta con fungicidas de diferente modo de acción, de acuerdo a la FRAC, que permiten una adecuada rotación y por ende un apropiado manejo de fungicidas”, señala.

Sobre las pudriciones de la madera provocadas por hongos, otra problemática persistente y que se ha incrementado a raíz de las lluvias, el fitopatólogo dice que el tratamiento químico sigue siendo el más usado y eficiente para tratar esta enfermedad. Debido a que las infecciones se producen al interior de los tejidos, explica, la eficacia de los fungicidas dependerá de la severidad de las lesiones internas: estas infecciones quedan internamente, no revierten, y limitan el movimiento de los fungicidas disueltos en el agua en estos tejidos afectados. “El tratamiento químico comprende dos grupos de compuestos: fungicidas e inductores de defensa de plantas. Fungicidas tales como himexazol, sulfato de cobre pentahidratado o thiabendazol, son algunos de los fungicidas más utilizados para el manejo de este síndrome. Algunos productos activan rutas metabólicas en la planta, que inducen que esta se defienda de ataques de infecciones externas por organismos patógenos”, indica.

La Botrytis afecta a las bayas a través de heridas que se generan en la epidermis. Es una enfermedad que repercute en zonas con alta humedad relativa y temperaturas moderadas en las etapas posteriores al envero.

En cuanto a las infecciones por Botrytis, que son más severas en valles con alta humedad relativa en la época coincidente con el envero hacia delante, Álvarez explica que, además de la humedad, el hongo necesita de temperaturas alrededor de los 22 °C para que se produzca la infección. Es, en este sentido, que su prevalencia es mayor en algunos valles productores de vid del sur (Ica, Lima, Arequipa y Moquegua) que los del norte (Lambayeque y Piura). “El manejo de esta enfermedad se realiza con fungicidas específicos, con bajo periodo de carencia debido a la cercanía con la cosecha. Se realiza una aplicación en floración, eventualmente otra en cierre de racimo, y las aplicaciones clave en pinta y pre cosecha”, dice.

La ‘agalla de la corona’ se ha observado en nuevas plantaciones en las zonas productoras del norte y sur del país. La bacteria induce la formación de tumores a nivel del cuello de planta o en la zona de injerto.

Como un balance de su experiencia de más de cinco años en prevención y manejo de enfermedades de la uva de mesa en lo campos del sur y norte del Perú, Álvarez concluye que dos factores clave son la’ expertise’ en el manejo racional de fungicidas y la prevención y anticipación. “Anticiparse es clave pues el incremento es logarítmico. Es decir, tengo hoy día un problema y mañana ya tengo todo comprometido. No hay umbrales. Tan pronto se ve algo, hay que actuar. Es netamente preventivo el manejo de las enfermedades y hay que anticiparse. Por eso acá en el nivel de tecnología de todos los fundos en Ica es muy alto. Ya se anticipan así a estos eventuales panoramas. Precisamente, lo que estoy viendo es que cuanto más crecen las áreas, se generan más problemas”, finaliza.

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