Recomendaciones para un óptimo programa de riego en palto
La eficiencia de un programa de riego estará condicionada por factores ligados al suelo, al clima, al cultivo y a las características de los equipos de riego que serán utilizados por los productores, según explica Raúl Ferreyra, asesor internacional, especialista en riego. Para el experto, un programa de riego bien planeado puede ayudar a acelerar el crecimiento de los árboles, incrementar la productividad y asegurar frutos de calidad para exportación.
La programación de riego consiste en estimar el agua requerida por el cultivo para su desarrollo, en la cantidad y momento adecuado. Con el objetivo de maximizar su producción, hay que dividirla en dos etapas. Una predictiva, que corresponde a la realización de un programa de riego que considere el clima, suelo y cultivo. Por otro lado, una etapa de control o ajuste de este, a través de la humedad del suelo y/o el estado hídrico de la planta. Se recomienda apoyarse en un programa de riego, que incluya sensores de humedad de suelo y calicatas, para definir el momento adecuado del riego y la cantidad de agua a aplicar.
Para el asesor internacional, especialista en riego, Raúl Ferreyra, antes de la formulación del programa de riego se debe identificar los factores que podrían limitar la operación de los equipos de riego (horas de operación diaria). Como si el caudal de ingreso al campo puede suplir los requerimientos de bombeo de los equipos de riego; si la capacidad de almacenamiento de agua del campo es la adecuada, si la magnitud del periodo del día en que no se puede operar el equipo, debido al valor de la tarifa eléctrica, afectará la lámina de riego requerida por el cultivo; si la potencia eléctrica instalada permite operar simultáneamente todos los equipos de riego y bombas impulsoras, entre otras limitantes.
Otro aspecto a tomar en cuenta antes de elaborar el programa de riego es la agrupación de los turnos o sectores de riego en unidades donde el material vegetal y el suelo sea homogéneo., “Para esos tenemos que agrupar los turnos o sectores de riego en unidades, por tipo de suelo y edad de los árboles”, sostiene el especialista.
Al conformar la unidades o grupos de manejo se debe conocer también si el suelo presenta problemas de aireación. “Si tiene problemas de aireación se debe ser cuidadoso en el manejo de riego”, agrega el especialista. Ello, porque la cantidad de poros con aire influyen en el ingreso de oxígeno y salida de CO2 desde el suelo. A esto se suma que el palto es altamente sensible a la falta de oxígeno en el suelo”, añade. En general, los suelos que presentan problemas de aireación son aquellos con alto contenido de material fino (arcilla o arenas muy fina) y mal estructurados. En esa línea, en caso de que el suelo presente un bajo porcentaje de macroporos (menor del 20%) se recomienda considerar al realizar el programa de riego aplicaciones de agua en forma no frecuente, por lo cual se debe considerar aplicar el agua cuando se ha agotado un 40 a 50% de agua disponible total o humedad aprovechable antes de volver a regar. Esto se puede hacer en el cultivo del palto ya que a diferencia de otras especies este comienza a cerrar estoma cuando en el suelo se ha agotado más de un 60% del agua disponible total o humedad aprovechable.
Adicionalmente, Ferreyra sugiere que el programa de riego elaborado para cada unidad o grupo de manejo sea ajustado a través de la información obtenida de calicatas y sensores que utilicen tecnología tipo FDR (Frequency Domaine Refrectometry) como las sondas Decagon, Aquachecktech, Agrilink y Enviroscan. Ferreyra añade, “Para ajustar y controlar los programas de riego es necesario tener como mínimo dos sondas de humedad de suelo por grupo o unidad de manejo, no es necesario de muchos sensores de humedad. Por ejemplo, en el caso de Olmos hay algunos campos donde se ha logrado tener grupos de manejo relativamente grandes debido a la homogeneidad del suelo y material vegetal”, explica.
REALIZACIÓN DE UN PROGRAMA DE RIEGO
La etapa predictiva de la programación de riego tiene por finalidad establecer a priori los tiempos y las frecuencias entre riegos, con el objetivo de obtener un adecuado desarrollo de los cultivos. A objeto que la programación pueda funcionar adecuadamente, es necesario considerar una serie de factores, entre los cuales intervienen:
- Condiciones del clima, que determinan la demanda evaporativa de la atmósfera o la evapotranspiración de referencia (ETO).
- Características propias del cultivo, como son su estado de desarrollo, el período fenológico (coeficiente KC) y la profundidad y distribución del sistema radicular.
- Características propias del suelo, tales como capacidad de retención de humedad, aireación y profundidad del suelo, además de su variabilidad espacial.
- Características del equipo de riego, como es la intensidad de precipitación real del equipo (IPP) y el porcentaje de suelo mojado por los emisores (PSM)
En la Figura 1 se muestra un esquema de la programación del riego y control del riego utilizando los conceptos antes indicados. Un ejemplo de programación del riego se presenta en la tabla 1.
Una adecuada programación de riego requiere, como se indicó anteriormente, que los grupos de manejo conformada por sectores o turnos de riego sean unidades de suelo homogéneas, en cuanto a su textura, estructura, profundidad y porcentaje de piedra, de manera que el agua fácilmente aprovechable (AFA) no varíe en forma importante. El AFA corresponde al agua que es posible almacenar en el suelo y que las plantas la pueden extraer sin afectar los rendimientos. Tomando en consideración los antecedentes anteriores, es posible establecer tiempos y frecuencias de riego (frecuencia de riego (FR) es AFA/ETc y el tiempo de riego (TR) es AFA/IPP) que permitan definir un programa de riego para el cultivo.
Para ajustar los programas de riego, se puede utilizar sondas de medición continua de la humedad del suelo FDR (Frecuency Domain Reflectometry). Con estas sondas se puede mejorar la estimación de los requerimientos de agua del cultivo (programa de riego) y con esto disminuir los volúmenes de agua que se pierden por percolación profunda, optimizando el consumo de energía eléctrica y la relación agua–aire en el suelo.
En la Figura 2 se observa cómo a través del análisis de la humedad de suelo, obtenida a través de sondas de medición continua de la humedad del suelo FDR, se puede ajustar un programa de riego. En este ejemplo se ajustó la lámina de riego y los requerimientos de lavados. El programa se inició con una lámina de riego (AFA) de 16 mm (frecuencia de riego cada 4 días) y se terminó ajustándola a 24 mm (frecuencia de riego cada 6 días). Esto no significó un aumento o disminución de la cantidad de agua a aplicar, solo se ajustó la oportunidad del riego, lo que permitió aumentar la extracción de agua del suelo por las plantas (transpiración) ante un mismo volumen de agua aplicado. Esto se podría deber a que cuando los niveles de oxígeno son bajos la planta restringe la transpiración, afectando sus procesos metabólicos.
Según Ferreyra, en términos generales, estos sensores lo que hacen es medir la humedad en el suelo. “Los sensores además no muestran información de la actividad radicular, de pérdidas de agua en profundidad, de inicio del cierre estomático (disminución de la transpiración), hasta que profundidad llega la lámina de riego”.
ASPECTOS QUE CONSIDERAR EN EL MANEJO DEL RIEGO
En el riego localizado en frutales, hasta hace algunos años, los programas de riego sólo consideraban la alta frecuencia en la aplicación del agua de riego (riegos diarios), independiente del tipo de suelo. Actualmente, la experiencia ha mostrado que los riegos de alta frecuencia son más apropiados para aquellos suelos de baja capacidad de retención de humedad, de texturas medias a gruesas, de una alta macroporosidad y delgados. En suelos más pesados, de mayor capacidad de retención de humedad y de baja macroporosidad (alta niveles de arcilla o suelo con arenas muy finas y poco estructurado), los riegos de baja frecuencia (cada 2 a 5 días o más) se han mostrado más promisorios. Las aplicaciones diarias de agua en este tipo de suelo pueden significar problemas desde el punto de vista de la aireación del suelo, desarrollo de ciertas enfermedades y una escasa área de suelo mojada.
En la Figura 4 se presenta una comparación de tres formas de aplicar el agua de riego a las plantas y su efecto sobre el contenido de humedad y la aireación, en un suelo cuya porosidad total es de un 50%; la capacidad de campo en base a volumen (CdCVOL) es de un 30%; y el contenido de aire (CA) en el suelo a CdCVOLl es de un 20% (CA = PT – CdCVOL). Si se comienza a regar diariamente cuando el suelo tiene un contenido de agua sobre capacidad de campo (línea con triangulo en la Figura 4, este mantendrá un contenido de aire en el suelo inferior a 18%. Si se repone el riego, en forma diaria, pero cuando el suelo presenta valores de humedad por debajo de la capacidad de campo (línea con círculos), cuando se ha agotado alrededor de un 40% del agua disponible total (AFA = 0,4 x ADT) se logra mantener el suelo con contenidos de aire cercanos a 26% (Figura 3). Si se riega con baja frecuencia, cuando se ha agotado alrededor de un 40% del agua disponible total (ADT) se logra que el suelo tenga un contenido de aire promedio del 23%, (Figura 3, línea con cuadrados). La cantidad de agua aplicada en las tres formas de regar es la misma, cambiando sólo la forma de aplicación. Es necesario indicar que la técnica de baja frecuencia es más simple y segura de implementar en el campo que el riego diario en suelo de baja macroporosidad (textura fina). Además, el riego de baja frecuencia permite un mejor lavado de sales.
Otro aspecto para considerar en el manejo del riego en paltos es que se puede agotar hasta un 60% del ADT (agotamiento de agua disponible total) antes de volver a regar sin que se afecten los rendimientos del cultivo. En un ensayo realizado en un suelo franco arenoso, donde las plantas fueron regadas con tres diferentes umbrales de riego (frecuencias) a través de microaspersión, se concluyó que disminuciones de 60% de la humedad aprovechable antes de volver a regar no afectan el estado hídrico de las plantas, el rendimiento y el calibre de los frutos en paltos.
Resultados similares se obtuvieron en un experimento realizado en un suelo franco arcilloso (Ferreyra y Selles (ed) 2007; Ferreyra y Selles 2012). En este ensayo se seleccionaron 12 árboles homogéneos de paltos ‘Hass’ sobre portainjerto Mexícola, los cuales se regaban en forma diaria por microaspersión. Seis de ellos se dejaron de regar durante seis días, donde agotaron 60% del agua disponible para las plantas. Los árboles que se dejaron de regar continuaron extrayendo agua del suelo a la misma tasa que los que se regaban en forma diaria. Durante el periodo del ensayo todas las plantas mantuvieron valores similares de conductancia estomática y de potencial hídrico xilemático.
Por lo anterior, se puede indicar que los paltos, en suelo de textura fina, pueden ser regados con baja frecuencia de riego hasta agotar 60% (Factor P o Umbral de riego máximo = 0,6) del agua disponible total, optimizando con esto la relación agua-aire en los suelos de baja macroporosidad (Ferreyra et al., 2011b; Ferreyra et al., 2014; Ferreyra y Selles, 2007; Ferreyra y Selles, 2012). Es necesario indicar que en el suelo con una macroporosidad alta no es necesario utilizar el factor P o umbral de riego máximo, al realizar el programa de riego. En suelos arcilloso se puede utilizar un factor P cercano a 0,6; en un suelo franco 0,4; en un suelo franco arenoso a arenoso 0,3 y en suelo arenosos finos 0,4.
Otra consideración en el manejo del riego en suelos de baja macroporosidad (textura fina) es que el porcentaje de suelo que moja (PSM) el equipo de riego sea alto. Esto significa que el equipo de riego debe mojar entre un 50 a 60% de la superficie plantada. Un alto PSM en paltos se puede lograr con tres líneas de riego, por hilera de plantación, con goteros de bajo gasto insertados cada 33 cm o con un microaspersor por planta.
REQUERIMIENTOS HÍDRICOS Y RESPUESTA UN RIEGO DEFICITARIO
Un factor muy importante para tener en cuenta antes de establecer un huerto de palto es el recurso hídrico con el que se cuenta. “Es importante considerar los requerimientos hídricos de esta especie en plena producción; pueden fluctuar entre 7.000 a 12.000 m3/ha/año dependiendo la demanda hídrica de la zona. Es necesario indicar que hay zonas donde la advección es importante (efecto oasis) los requerimientos hídricos pueden superar los 20.000 m3/ha/año (Olmos, Perú)”, sostiene Ferreyra.
En palto el consumo de agua es durante todo el año, siguiendo la curva de demanda hídrica de la zona. Trabajos realizados por Ferreyra y Selles (2012) y Faber et al. (1995), ambos en suelo, de textura franca arenosa gruesa, indican que el cultivo del palto var. Hass, presenta los máximos rendimientos cuando se aplican volúmenes de agua durante la temporada entre el 70 al 75% de la evapotranspiración de referencia (EtO), lo que implica un coeficiente de cultivo (KC) entre 0,7 a 0,75. Debido al fenómeno del efecto oasis (advección) en el norte del Perú estos valores pueden ser más altos cercano a 1.2.
El coeficiente de cultivo está estrechamente relacionado con el porcentaje de cubrimiento que tiene el palto, por lo cual la densidad de plantación es un punto importante para considerar. Por lo tanto, en la medida que aumenta la cobertura (el porcentaje de sombreamiento), aumenta el coeficiente de cultivo. Trabajos realizados por Ferreyra y Antúnez (2017) con estaciones de balance de energía, en el valle del Aconcagua (Chile), mostraron que huertos de palto que tienen un NDVI ( ) de 0,76 evapotranspiran un 77% de la ET0 (KC =0,77), y los que tienen un NDVI de 0,69 evapotranspiran un 68% de la ETO (KC = 0,68).
En cualquier periodo que ocurra un estrés hídrico en el cultivo del palto afectara los rendimientos y el tamaño de la fruta; sin embargo, los periodos donde más se puede afectar el cultivo son dos. Uno a fines primavera – inicio verano y otro a fines de verano – principio otoño (Figura 4). En primavera – inicio de verano ocurre la floración, la cuaja, se define el número de células del fruto (120 días después de plena flor), se desarrolla el sistema radicular, crece la parte vegetativa, se producen los mayores requerimientos de zinc, boro y calcio y se produce la primera caída de fruta. Por lo cual un déficit hídrico o exceso de humedad en el suelo, durante este periodo, puede afectar el rendimiento; calibre y vida poscosecha de la fruta.
A fines de verano – principio de otoño hay otro periodo crítico; un déficit o exceso de agua en esta época puede afectar el desarrollo radicular y aumentar la caída de fruta (segunda caída).
Una manera de disminuir el uso de agua de riego en palto sin afectar el rendimiento es reduciendo las pérdidas por evaporación desde el suelo.
Raúl Ferreyra plantea la disminución de las perdidas por evaporación desde el suelo como estrategia para disminuir el consumo de agua del palto, ante la proyección de que se tenga cada vez menos precipitaciones y aumente la demanda del recurso hídrico por el crecimiento demográfico u otras actividades economicas. “En el caso de Perú puede ser de bastante importancia, sobre todo en la parte norte y en Ica”, resalta y añade que en las últimas décadas se ha apostado por la construcción de grandes embalses, la perforación de pozos profundos, el trasvasije de cuenca, así como por mejoras en la eficiencia de la aplicación del agua de riego. Por ejemplo, a través del cambio de métodos de riego superficiales (surco y tendido) por sistemas de riego localizados. Sin embargo, considera que “es necesario complementar las estrategias utilizadas en la actualidad con otras como disminuir las perdidas por evaporación”, agrega. En un estudio (Ferreyra et al. 2018b), se observó que en huerto de paltos adulto regado por microaspersión, plantados a 6 x 3 m, las pérdidas por evaporación, medidas con microlisímetro, se encuentran cercanas al 32% de la evapotranspiración del cultivo (ETC), cuando el huerto se riega en forma frecuente (riegos diarios).
Cuando los riegos no son frecuentes (cada 5 días en verano) las pérdidas son solo del 22% de la evapotranspiración del cultivo (ETC). Esto implica que al aplicar el agua en forma no frecuente se puede aumentar la eficiencia del recurso hídrico en aproximadamente un 10%. También Ferreyra reporta que al aplicar el agua a través de riego por goteo se disminuye las pérdidas por evaporación entre un 10 a 20%, al compararlo con microaspersión y que al utilizar mulch de plástico negro sobre el camellón, en condiciones de manejo de riego de baja frecuencia (cada 5 días en verano), las pérdidas por evaporación son solo de un 5% (Ferreyra et al., 2018b).