Raleo químico en pomáceas
Es reconocido que el efecto de los productos utilizados para raleo químico en manzanos depende de la variedad, el vigor de las plantas, el clima y momento de aplicación, entre otros. Por ello, las experiencias de distintas zonas productoras de manzanas del mundo son de interés como referencia, pero no funcionarán de igual manera bajo las condiciones chilenas, por lo que se hace imprescindible contar con desarrollo y experiencia local para definir estrategias de raleo químico que funcionen adecuadamente en las condiciones chilenas.
Fotografías: Gentileza Dr. J.A. Yuri – Director Centro de Pomáceas / UTalca.
La práctica común para regular la carga frutal del manzano en Chile consiste en efectuar raleos químicos con diferentes agroquímicos desde la floración hasta cuando los frutos están entre 12 y 14 mm. Luego se espera la caída natural de éstos, lo que ocurre hasta mediados de noviembre; posteriormente se realiza el ajuste manual, lo que fija el número de frutos que llegará a cosecha.
EXPERIENCIAS DE RALEO QUÍMICO EN CHILE
El Carbaril fue la base para el raleo químico de manzanas en Chile, y funcionaba muy bien en variedades sensibles, como Braeburn o Granny Smith; las mezclas con ácido naftalén acético (NAA) permitían ralear variedades más resistentes, como Gala, que no fueran sensibles a generar frutos pigmeos, caso en el que era preferible usar la combinación de carbaril con benciladenina (BA). Actualmente, los productos más utilizados son el ácido naftalenacético, la benciladenina y, en las últimas temporadas, el metamitrón.
En general, el ácido naftalén acético se usa en floración, cuando se usa solo, pudiendo inducir russeting en la fruta, y se usa en mezclas con benciladenina para el periodo de posfloración, pero no en variedades sensibles a generar frutos “pigmeos”, como Fuji o Red Delicious.
Los raleadores cáusticos, en Chile, han sido usados como un complemento en el programa de raleo químico, básicamente aplicados durante la floración; en teoría con floraciones muy largas, como las que ocurren en la zona central de Chile, se observan pobres resultados. Evaluaciones con 1 ó 2 aplicaciones de ATS en floración no mostraron un mayor efecto que las aplicaciones de NAA en el mismo momento fenológico. Por otro lado, la aplicación continuada de Polisulfuro de calcio, que se realizan en huertos de manejo orgánico para el manejo de las enfermedades, en muchos casos son suficiente para el raleo químico del manzano. Una deuda pendiente es el desarrollo del raleo cáustico, pero apoyado con el modelo de crecimiento del tubo polínico; algunos resultados muy promisorios se obtuvieron aun con la floración larga que se observa en Chile; si existiese interés, las dosis deben ser muy superiores a las usadas actualmente, pero con menor número de aplicaciones.
Con la incorporación de la benciladenina se solucionó el raleo químico para la variedad Fuji, al mezclarla con carbaril, pero su incorporación al raleo de otras especies sólo se desarrolló con el alejamiento del carbaril de la escena, pues este era fundamental en la mezcla con NAA; actualmente la mezcla de reemplazo en variedades no sensibles a pigmeos es benciladenina con NAA. Para la variedad Fuji, la posibilidad es la mezcla de benciladenina con aceite en baja concentración (0,1%), con un efecto no lo suficientemente intenso, pero una mezcla muy interesante para Fuji es la mezcla de benciladenina con ácido abscísico, que sí demuestra un efecto notable, dependiendo de la dosis de ABA, aunque su limitación más importante es el costo de la aplicación. Desde el punto de vista de beneficios colaterales, el empleo de benciladenina en variedades potencialmente pequeñas, como Gala, trae aparejado un incremento en el peso medio del fruto.
Otra molécula incorporada al raleo químico del manzano en Chile es el metamitrón, el cual por sí solo, sin la necesidad de mezclarlo, genera un intenso raleo dependiendo de la dosis y momentos de aplicación.
Obviamente que cualquiera de las alternativas nombradas puede ser incorporada en un programa de raleo, entendido este como una serie de aplicaciones que se inician en floración y que pueden terminar cuando los frutos tienen 20 a 24 mm. Aplicaciones de “rescate” más tardías no han sido evaluadas en Chile, pero están reportadas en la literatura en base al etephon.
Sin duda que es necesaria la incorporación de nuevas estrategias, o el perfeccionamiento de las ya conocidas, dado el incremento de costo que ha mostrado la mano de obra, exacerbado por la competencia que presenta el raleo manual del manzano con la cosecha de dos productos de alto valor en la zona de cultivo: los arándanos y las cerezas.
ORIENTACIONES PARA EL RALEO DE MANZANAS
Terence Robinson, de la Universidad de Cornell, incorporó el concepto de “Raleo de Precisión”, y actualmente está en uso como apoyo a la toma de decisiones de los agricultores del Estado de Nueva York. Este consiste en una estrategia de poda, seguida de varias aplicaciones de raleo químico en secuencia, para terminar con un raleo manual, cuyo objetivo es lograr el número preciso de frutos que se quiere cosechar. Esta estrategia consiste en: identificar el número objetivo de frutos por árbol, lo que lo sabemos por la historia del huerto; podar, dejando 1,5 a 2 yemas florales por fruto objetivo, lo que depende de los niveles de cuaje normal y la necesidad de contemplar dardos extra para el control del añerismo; utilizar hasta cuatro aplicaciones de raleadores en secuencia, evaluando las aplicaciones con el modelo de carbohidratos y también con el de tasa de crecimiento de frutos; finalmente realizar el ajuste manual.
El modelo de carbohidratos funciona muy bien en Estados Unidos, pero no ha mostrado tener la misma utilidad bajo las condiciones chilenas, sin embargo, nos permite explicar que las condiciones chilenas para raleo químico son difíciles, siendo más favorables en momentos previos a periodos nublados con temperaturas medias. El modelo de tasa de crecimiento establece que después de aplicado un raleador se produce una diferencia entre la tasa de crecimiento de los frutos que caerán y los que van a permanecer en el árbol. Esa diferencia se marca alrededor de 3 a 5 días desde aplicación del raleador, por lo que el periodo para calcular la tasa de crecimiento es entre los días 3 y 8 después de la aplicación. Para aplicar el modelo se marcan 15 dardos representativos en 5 árboles y se mide el diámetro de los frutos 3 y 8 días después de la aplicación, y se calcula la tasa de crecimiento. Los frutos que crecen más lento que el 50% de los más rápidos se estima que caerán.
Respecto de lo anterior, el grado de raleo natural en Chile, expresado en frutos/dardo, alcanza valores de entre 2 y 2,5 frutos/dardo en Gala y Fuji; y valores de 1,3 a 1,5 en Pink Lady y Rosy Glow. Cuando ocurren estos niveles de carga frutal natural, una manifestación de ello es la presencia muchos dardos con tres o más frutos. Cuando aplicamos raleadores, y dependiendo de la efectividad del tratamiento, los triples van desapareciendo para ir dejando lado a dardos vacíos o con 1 o 2 frutos. Por lo mismo, la frecuencia de dardos triples es un buen indicador de la efectividad del programa de raleo químico.
VENTANA DE APLICACIÓN
Al realizar un estudio en la variedad Gala, aplicando el mismo tratamiento, a partir de caída de pétalos (CP), y cada 3 días hasta por más de 20 días, se observó que el mayor efecto se obtiene con aplicaciones entre caída de pétalos y hasta alrededor de 10 días después de caída de pétalos; aunque menor, también hay efecto cuando los frutos ya están relativamente grandes (CP + 24 días) y, obviamente, cuando persisten dardos con frutos múltiples pues, es necesario indicar que si un árbol no ha recibido tratamientos con raleadores, lo más probable es que muchos centros frutales presenten 2; 3 o más frutos, siendo los frutos laterales en estos dardos los más fáciles de eliminar, con lo que se explica el efecto tardío de las aplicaciones únicas. Sin embargo, si el árbol ya presenta numerosos frutos solitarios y algunos centros con dos frutos, el efecto esperado para cualquier tratamiento será pobre, pues no habrá frutos con alta susceptibilidad de ser afectados (laterales a frutos dominantes).
Un importante comentario respecto del punto anterior: “un buen raleo químico comienza con una buena polinización de las flores reinas”. Este mismo principio debe servir para orientar la poda invernal; si esta es muy ajustada en número de dardos florales, es probable que se llegue a una situación donde la eliminación de los frutos laterales con una aplicación efectiva de raleador, que deje muchos centros frutales con uno o dos frutos, signifique que no se cumpla con el número de frutos objetivo, quedando la carga por debajo de lo esperado. Este caso no se trataría de un sobrerraleo por químico, sino más bien por exceso de poda, lo que parece ser lo que ha ocurrido en casos donde se ha incorporado el metamitrón a los programas de raleo químico.
EFECTO ZONA
El análisis de las curvas de respuesta del tamaño del fruto y la productividad a la carga frutal, obtenida de varios años y localidades, ha permitido apreciar que dentro de una misma zona, la respuesta es muy parecida entre temporadas; es decir, no habría temporadas de mayor tamaño de fruto, siendo éstas sólo resultado de la mayor carga frutal. Sí se detecta una gran diferencia de potencial productivo entre zonas, observándose que aquellas más cálidas de la VI Región muestran un potencial notablemente menor que zonas más frías, como Angol; este efecto se asoció a los inviernos más fríos, que favorecería el potencial productivo de la especie. De este análisis debe dejarse fuera los casos cuando se pierden las flores “reina” o frutos “rey” debido a heladas o pobre polinización, casos en que sí se observa una caída generaliza del calibre en variedades como Gala.