Nuevos manejos nuevos tiempos para la uva norteña
Tras cuatro años de resultados productivos poco satisfactorios, se detectó que el problema no provenía de la planta, sino de su cimiento. Un alto grado de salinidad y compactación en los suelos estaba restando progresivamente fertilidad a los parrones. Hoy se están realizando modificaciones en el manejo de suelos y un trabajo de recuperación de la planta estresada por salinidad, que están siendo efectivos de cara a la próxima campaña 2020/21.
Cuando llegó en diciembre del 2009 al norte del país, Roberto Bezerra recuerda que, por entonces, ya había otros colegas brasileños, como Breno Lacourt y Paulo Duarte, trabajando en el país, buscando un manejo adecuado para la uva de mesa en la región. “El primero tenía como dos años y el segundo unos siete meses en la zona. En esa época había muchos encuentros entre empresas y eso facilitó el intercambio de experiencias, que ayudó a que los expertos brasileños adaptáramos un manejo para sacar uva de mesa en la zona”, cuenta, tras indicar que esa dinámica de camaradería e intercambio de conocimiento no ha variado tras más de diez años en la región.
Cuando ya se había logrado que la uva de mesa en Piura se convirtiese en un ‘boom’ para el Perú, nuevamente todo se puso a prueba: en los últimos años, los parrones comenzaron a envejecer sin razón aparente y las variedades nuevas no llegaban a expresar todas sus propiedades. Muchas empresas desistieron de sus planes de crecimiento en uva, optando por el palto y arándano, porque los consideraban frutales más rentables y de menor riesgo. Tras seguirle la pista al problema, se descubrió recientemente que el suelo se había degradado por la salinidad y eso restaba fertilidad a la uva de mesa. El año pasado, el propio Bezerra contactó al nutrifisiologo brasileño, Fernando Warpechowski, quien ha planteado con éxito un manejo para la recuperación de los parrones, y Bezerra se muestra optimista sobre el futuro.
– La escuela brasileña, liderada por un grupo de reconocidos expertos que arribaron hace una década, ha permitido gran parte del desarrollo de la uva de mesa en el norte ¿Cuál es su balance sobre ese desempeño?
– Las empresas que tuvieron al frente a profesionales brasileños fueron las más exitosas, las que se mantienen al día de hoy en el mercado. Sin embargo, hoy puedo decir que no se trata de un manejo específico brasileño; más bien, hablamos de un manejo de profesionales que estuvieron a cargo y que son brasileños. Lo digo porque muchas cosas que hacemos hoy en día están en la literatura de los chilenos, californianos, sudafricanos e hindúes. Cuando hago los informes, el 90% de las citas bibliográficas provienen de investigadores chilenos. Solo la parte de suelos y su microbiología proviene de brasileños, pero en todo lo que es canopia y fisiología uso referencias bibliográficas de Chile. El manejo de canopia está en la literatura de los investigadores chilenos, como el tener dos o tres capas de hojas. Sin embargo, eso mismo en el norte torna la planta ineficiente a nivel fotosintético. Lo que hacemos es distribuir las hojas de una forma que la planta sea un panel solar eficiente. Ese es un proceso común entre los profesionales brasileños que están en el norte, no digo que es propio del manejo brasileño. Lo que se hace en el norte del Perú y Brasil es, finalmente, diferente.
– ¿Cuáles son esas diferencias?
– Petrolina, la única zona exportadora de uva de mesa de Brasil, es totalmente diferente al norte de Perú. Allí se trabaja con variedades que tienen dos producciones al año; un suelo mucho más ácido y un clima que provoca mucha más oxidación por los niveles de temperatura. Acá no tenemos ese nivel de oxidación, solo en el mes de diciembre, mientras que en Petrolina tenemos nueve meses con esa problemática. Entonces, quien tiene una buena base teórica, mira la planta y se adapta. Eso fue lo que ocurrió, los expertos brasileños nos adaptamos para sacar una mejor producción aquí. Tuvimos que aprender a manejar las plantas en Piura y en el resto del norte. Resumiendo, más que un manejo brasileño, veo un manejo de quien conoce las necesidades fisiológicas de las plantas, toma una base teórica de libros y las acomoda, teniendo en cuenta la relación costo-beneficio. Seguramente, yo gastaré más, pero tengo mejores resultados en relación al costo por kilo producido. Adicionalmente, entre los profesionales brasileños existe mucho intercambio de información. Tenemos esa costumbre. Si tengo dificultad consulto a dos o tres amigos que tienen experiencia y viceversa. De esa manera, vamos avanzando en un mejor desarrollo del cultivo.
– Es así como los asesores brasileños han construido un modelo propio en la zona.
– Sí, lo que pasa es que Petrolina y Piura tienen algunas similitudes. Para darte una idea de lo que pasaba cuando iniciamos este proceso: la Red Globe cilíndrica era relacionada con Piura y la de racimo alargado con Ica. Hoy en día, no hay mayor diferencia. Eso ocurría porque se utilizaba el manejo de Petrolina, pero no era el mejor para la zona. Entonces, la fisiología es una sola, lo que hacemos es entender lo que hace el clima a la planta y, entonces, manejamos la fertilización, hormonas y otras técnicas. Un tema que tiene mucha importancia es la recuperación de suelos salinizados que estaban muy degradados, porque durante 6 o 7 años fueron manejados con fertilización soluble y perdieron su fertilidad y se fueron compactando, incluso, aquellas que eran arena. Entonces, se identificó que existían parrones que estaban envejeciendo por esta razón, con una reducción de productividad y con raíces que no respondía de la misma forma. Hoy se está volviendo a trabajar la fertilidad de esos suelos a través de un manejo adecuado para la zona. Con las elevadas temperaturas, más el riego, la materia orgánica se oxida muy rápido y tenemos que trabajar otros modelos de reposición de nutrientes en los suelos. Entonces, las áreas que bajaron productividades se están recuperando con éxito.
– Hablamos de un problema focalizado en el suelo, ¿Qué sustancias o materia orgánica se están aplicando?
– Se hizo un diagnóstico de que el suelo necesitaba ayuda con la reposición de materia orgánica. Antes se utilizaba mucho guano, ahora se usa más compost, más material lignificado, rico en celulosa y lignina, y también se aplican microorganismos para direccionar una descomposición y humificación adecuada de ese material. Se trabaja con abono verde, para lo cual se siembran leguminosas en algunas áreas, y se utiliza bagazo de caña y arroz. Otro punto importante fue empezar a utilizar herbicidas sistémicos, aplicados vía riego, para no matar esa fauna que está enriqueciendo el suelo. Es un manejo integral, en que se utiliza tanto materia orgánica líquida como sólida. Esto ha significado un gran cambio para todos. Nosotros estábamos cambiando variedades de uva de mesa, pero poniéndolas sobre un suelo muerto, sin vida, totalmente degradado, con alta compactación, con muchos niveles de sodio, cloruros; entonces, esas variedades nuevas no estaban llegando a su potencial. No solo se necesita cambiar variedades sino modificar el manejo del suelo.
– El año pasado comentabas que el problema en la caída de la productividad en Piura se debía, en gran parte, a que el río Piura traía un mayor grado de salinidad. ¿Este tema está conectado con el problema de suelos?
– El río nos lanzó la alerta. Cada año teníamos menos productividad, pero nosotros monitoreábamos el cultivo y todo estaba dentro de lo que se debía hacer en la literatura. El agua tuvo el año pasado un problema grave de sales. Luego de observar ello, seguidamente se comenzó a hacer análisis de suelos y se vio que el problema no era solo de ese año. Por ello, desde el 2020, el manejo del suelo entra dentro del presupuesto de muchas empresas. Ya hay fundos que, incluso, lo están adoptando en arándanos.
– En este escenario, ¿cuál fue el aporte del asesor brasileño Fernando Warpechowski, en el tema de mejorar la fertilidad del cultivo?
– Nosotros teníamos dos situaciones: una era la salinidad de suelos que ya se estaba manejando, pero también teníamos una planta que estaba muy enferma, débil, por el estrés que le ocasionó la salinidad. Entonces, se requería un manejo adecuado para sacar a la planta de ese estrés. Un manejo convencional de bioestimulantes o aminoácidos no estaba caminando a la velocidad que necesitábamos para la producción 2020. Fernando Warpechowski es nutrifisiólogo y fue mi profesor. Lo invitamos a Piura y nos ayudó a definir estrategias para poder contrarrestar el efecto fisiológico negativo que originó la salinidad dentro de la planta: los efectos de estrés que reducían la capacidad fotosintética de la planta. Él ha tenido mucho éxito con sus recomendaciones.
– ¿En qué consistieron esas estrategias?
– Se dieron a través de la búsqueda de un equilibrio nutricional con la aplicación de otras sustancias que normalmente no utilizábamos en las uvas, como los azúcares. Otros elementos que no son convencionales en un programa nutricional se vienen utilizando, como molibdeno, cobre, selenio, manganeso. Warpechowski cambió algunos parámetros que teníamos, con excelentes resultados.
– ¿Cuál es la expectativa con la receptividad de los mercados en medio de una pandemia?
– Esta vez no creo que se envíe mucha uva a Europa, sino que se intentará enviar más a Asia, porque EE UU no va a soportar toda la uva que produzca Perú, Brasil, Chile, Sudáfrica, Namibia. No creo que los precios sean muy altos, pero es más una estrategia para no concentrar tanta fruta en los mercados convencionales como EE UU, Canadá, Rusia y Europa. Sabemos que van a estar muy abastecidos esos mercados. Europa quizá tenga espacio para Red Globe, pero las variedades ‘seedless’ van a tener muchas dificultades.
– ¿Qué está ocurriendo en Europa?
– Grecia tiene 5,000 hectáreas, de las cuales el 40% de la fruta se quedaba en el mercado interno para abastecer el turismo, pero este año no hay turismo. Otros países, como España, están en condición de guardar fruta.
NUEVA MIRADA AL FUTURO DE LA UVA
– ¿Cómo se viene avanzando los temas de retirar la doble poda?
– Los precios tienen una tendencia a la baja y ya no hay una ventana comercial, es decir, Perú ya no está solo, entonces, hay que reducir costos. Algunas variedades nuevas permiten no hacer poda de formación y se está trabajando con ellas. Se vio que, cuando terminábamos la cosecha, estas nuevas variedades tenían una buena fertilidad de yemas, entonces, se procedió a un manejo de no poda que estamos aun desarrollando; hay que trabajarlo aún más, porque el efecto negativo es que la planta sigue vegetando, con la respectiva muerte de yemas y pérdida de hojas. En aquellas empresas que asesoro, entre el 30 al 70% de sus variedades nuevas no van a hacer poda de formación, porque ya tienen la seguridad, por pruebas anteriores, que esa es una metodología que se quedará, reducirá costos y serán más competitivos en el mercado.
– Todos estos cambios le dan una nueva mirada al futuro de Piura, porque había desconcierto con relación a los problemas de productividad en la zona
– Tuvimos cuatro años muy difíciles con la etapa pre-Niño y post-Niño, como bajos precios en el mercado, altos costos y baja productividad por los problemas de fertilidad comentados. En los últimos dos años, la idea de las empresas era que no iban a crecer más en uva; preferían solamente apostar por el arándano y la palta, porque eran las que garantizaban rentabilidad. Ahora hay empresas que están retomando la proyección de tener crecimiento en nuevas hectáreas de uvas, porque la uva se vuelve a ver como un negocio atractivo.
– ¿Se retomará el crecimiento en hectáreas de uvas?
– Por lo pronto, hay tres empresas grandes que van a crecer; una de ellas espera crecer un 25% y las otras dos van a más que duplicar sus áreas: con superficies grandes actuales de 250 ha van a traspasar las 500 ha cada una. Todos deben crecer, tanto Piura como Ica y otras regiones. En el caso de Piura, se va a retomar un negocio de mucha rentabilidad y eso atraerá, incluso, a inversionistas de otros sectores. La inversión en uva de mesa comenzó a ser vista como de alto riesgo, pero ahora ya se están reprogramando las inversiones para crecer en la región.
LA CAMPAÑA 2020 VIENE BIEN
De acuerdo a Bezerra, el clima está siendo ‘amigable’ en la campaña actual de uvas y se proyecta un crecimiento entre 8 a 10% del volumen de producción. “El clima viene bien. Esto favorece a la planta, porque trabaja durante el día, pero en la noche no hay tanta transpiración y eso es un ahorro de energía, que no es muy común en la zona norte. Este año, la temperatura no es tan baja como para perjudicar la síntesis enzimática”, explica.
-En general, la temperatura ha estado más baja de lo usual en el norte.
– Estamos en un ciclo frio, en que la temperatura será más baja durante tres años, que corresponden al 2019, 2020 y 2021, según investigaciones de especialistas de Brasil. Se espera que la temperatura del Océano Pacífico sea más baja de lo normal, en aproximadamente 0.3 grados. Esto significará menos lluvias en la zona norte.
– Justamente, el año pasado hubo una caída de la temperatura que sí trajo algunos problemas a la producción.
– El año pasado hubo más frío que la media, pero con días muy nublados. Este año no ocurre eso. Siempre hay sol. Las nubes se van entre las 8 y 10 de la mañana, y siempre entre las 11 y 4 de la tarde hay buena temperatura. Todos los días estamos traspasando los 27°C. Entre 25 y 30°C es una buena temperatura para la uva de mesa y se está llegando a ese rango.
– ¿No hubo baja luminosidad, como el año pasado?
– No, estamos bien. En algunas zonas de Chiclayo hubo unas dos o tres semanas con baja luminosidad, pero ya se normalizó.
– En productividad, ¿será un buen año en el Norte?
– A nivel de campos será una buena campaña que seguro traspasará la del año pasado, en torno al 8 o 10% de crecimiento. Principalmente, porque las áreas de variedades nuevas tendrán buena producción y hay lotes que entran a producción este año.