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Luis Sazo analiza los problemas del programa de Lobesia botrana:

“Muchos de los productos que se utilizan en el control no han demostrado la eficacia necesaria”

14 de Marzo 2017 Equipo Redagrícola

El entomólogo de la Universidad de Chile, Luis Sazo, llama a tomar conciencia sobre lo importante que es erradicar la Polilla del racimo de la vid del territorio, también a limitar el número de productos de control oficialmente aprobados a los realmente efectivos y a realizar con determinación las acciones comprometidas en el programa.

Explica que con la plaga establecida el costo de control se disparará a US$200-400 ha/temporada o que -en su defecto- se podrán sufrir impactos de 40-60% en la producción. Esto tanto en uva de mesa como para vino.

“Es evidente que en la última temporada el programa oficial de manejo no ha estado claro. Lo que más nos preocupa a  los técnicos y quienes participamos activamente como consultores son las herramientas que se han utilizado. Muchas de ellas no han demostrado aquí o en el extranjero una eficacia suficiente como para solucionar el problema”, afirma Luis Sazo.

Son 45 los insecticidas comerciales formalmente incorporados por el SAG como alternativas de control para Lobesia botrana, lo que se traduce en 20 ingredientes activos diferentes porque algunos se repiten. “Esto es algo que sorprende a Vic Mastro, encargado del programa de Lobesia en California. Ellos están muy enterados de lo que se hace en Chile y me envían correos en los que se muestran sorprendidos por el alto número de insecticidas aprobados y además afirman que muchos de esos productos han sido probados en EEUU y los menos son productos efectivos para este problema. Es decir, varios de los que estamos utilizando no muestran acción suficiente para controlar los estados sensibles de la plaga”, advierte Sazo.

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-¿Cuál es el sentido de incorporar tantas alternativas al control de la polilla?

-Me parece que la industria ha forzado al SAG a aceptar el uso de productos sobre la base del protocolo que el mismo SAG les ha propuesto. Algo que no comparto. Los estudios de eficacia sobre Lobesia en Chile no tienen ninguna validez porque se han realizado en lugares que están sometidos a tratamiento obligatorio; o bien, donde habiendo detectado un ejemplar autorizan ese lugar para realizar el ensayo en circunstancias que la plaga está ausente, ya que solo hay una detección. Pero además no se permiten los testigos absolutos, es decir, dejar unidades sin tratamiento, ya que –como es un programa de erradicación- la especie está sometida a control obligatorio. ¿Qué validez puede tener ese ensayo de eficacia? El criterio original que propusimos cuando partimos con el programa de Lobesia fue aceptar como válidos solo los productos que demostraran eficacia comprobada y comprobable en Europa donde han convivido más de 300 años con la plaga.

-A modo de comparación, ¿cuántos productos aprueba el USDA para el programa de control oficial de esta polilla?

-Deben ser 6 ó 7. Un número muy diferente. Todo parte porque allá son más estrictos y solo se pueden usar productos con registro.  En Chile el primer año se abrió la opción para que se utilizaran productos de eficacia comprobable, que se hayan usado en Europa y que además contaran con registro en vid. Si no contaban con registro, una empresa debía hacerse responsable del resultado.

-Ante una lista tan amplia de insecticidas de eficacia variable, los agricultores probablemente van a comprar los productos en función al precio.

-Evidente. Por ejemplo, en el listado de productos permitidos aparecen las abamectinas, compuestos que en Italia se demostraron bastante débiles o ‘light’ para el control de Lobesia. Me parece que con herramientas de esas características un programa de erradicación no puede funcionar. ¿Por qué se usarían la abamectinas? Porque si bien fueron caras hace una década, hoy son muy baratas. Si un agricultor ve que estos productos están oficialmente aprobados, por qué no los va a usar.

EL IMPACTO NO LO SUFRIRÍAN SOLO LOS PRODUCTORES DE UVA DE MESA

“Falta conciencia de parte de la industria sobre los costos asociados al establecimiento de la plaga en territorio nacional”, señala Sazo, apuntando principalmente a los productores de uva para vino. “Existen varios actores que buscan confundir al SAG, aparentando que hicieron lo comprometido pero evitando incurrir en mayores gastos. Sin embargo, en su momento les indicamos  que lo más conveniente era hacer el esfuerzo ahora porque si se establece la plaga, van a tener que gastar entre 200 y 400 dólares/ha/temporada por este concepto o sufrir pérdida productiva de entre 40 y 60%; y en algunas variedades la pérdida podría llegar hasta el 100%”, apunta Sazo.

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También advierte que en el segmento de los vinos finos de exportación es posible que la uva incumpla los protocolos de las grandes viñas, ya que muchas de estas grandes viñas no permiten el uso de plaguicidas 60 días antes de cosecha, para no sobrepasar los límites de residuos.

EN ALGUNOS LUGARES SE ATRASARON CON LA CONFUCIÓN SEXUAL

Según Sazo hay varias formulaciones de feromonas y en ellas también se observa diferencias de eficacia. “La más efectiva de todas, comprobado por estudios del USDA, es Isonet L, la que se uso en Chile la primera y segunda temporada. En Italia se evaluaron 6 formulaciones distintas en sectores con Lobesia, con la misma cantidad de producto y con distintos emisores.”, explica el experto.

Más allá del producto mismo y de la cantidad de feromona por unidad de área utilizada, algo importante es el número de emisores con que se aplica. Es así que el entomólogo afirma que la manera más eficiente corresponde al uso de más emisores aun manteniendo la dosis por hectárea. “Los puntos de emisión son claves porque puede ocurrir que en el lugar haya sectores donde no llegue la feromona y haya insectos machos y hembras que se pueden comunicar, en tanto que la idea es precisamente confundirlos”, dice Sazo.

“Creo que ahora lo que nos queda es forzar el manejo de la especie con la técnica de confusión sexual y como complemento usar insecticidas, especialmente en la primera y segunda generación, como lo hicimos el primer año”. Pero también hay que realizar las acciones en el momento adecuado. “Hay viñas que en grandes unidades productivas aparecían con más de 4.000 detecciones en tanto manifestaban que habían implementado la confusión sexual. Les preguntamos cómo era posible y reconocieron que los emisores los  habían instalado después de las capturas”, señala el entomólogo.

El experto enfatiza que el programa de erradicación tendrá oportunidad de éxito solo si las acciones –como la colocación de los emisores- se realizan en forma oportuna, solo si en ellos se utiliza la mejor formulación y solo si se complementa con los insecticidas efectivos, aplicados de forma oportuna. De otra manera los viticultores nacionales tendrán que acostumbrarse a gastar US$200-400/ha extra cada temporada o a la perder 40-60% de producción y a incorporar nuevos residuos a la fruta y el vino.

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