MIP, una herramienta eficaz contra las plagas del arándano
Para los productores no es un misterio que, a medida que vaya creciendo la superficie cultivada de arándanos, irá aumentando también la presión de enfermedades y plagas. Entre estas últimas, la mosca blanca es la que, quizás, está causando más dolores de cabeza a los productores del país, aunque en el último tiempo han aparecido otras que, si bien en un primer momento, no eran importantes, si no se realiza un monitoreo y control cabal podrían causar serios daños en la superficie instalada, perjudicando, por ende, el comercio de esta fruta.
Renato Manrique
Actualmente, existen varios insectos que podrían ser un problema para el cultivo del arándano bajo las condiciones del Perú. De acuerdo al entomólogo de la UNALM, Jorge Castillo, la industria local tiene una cultura de aplicación de materia orgánica, por lo que siempre se tendrá la presencia de insectos que viven y se desarrollan en la misma, como por ejemplo, la familia de los Scarabaeidae. “Las plantas más vulnerables son las que recién se han trasplantado o que tienen menos de un año de vida”, sostiene. Son estas las que son afectadas por Paranomala undulata peruviana, Paranomala testaceipennis, Tomarus spp. y Cyclocephala spp.
El experto señala que cuando el plantín se ha trasplantado y tiene un solo eje, definitivamente es más susceptible a los daños de estas plagas. Por ello, se prefiere que la planta tenga más tallitos formados. “Conforme la planta va creciendo y si tenemos más tallos, con un buen crecimiento radicular, la agresividad del insecto comienza a disminuir”, explica. Cuando la planta es adulta, en la parte aérea pueden causar daños en las flores y, en casos de fuerte presencia, pueden atacar los frutos. Su mayor infestación ocurre al estado adulto y los ataques suelen ocurrir entre las 18:30 y 20:00 horas.
Acerca de la presencia del escarabajo Paranomala en los principales proyectos de irrigación, comenta que en Olmos hay una situación particular, debido al uso y generación de materia orgánica que se da en otros cultivos, por ejemplo, en la caña de azúcar, donde por el tipo de manejo agronómico de esta, este insectos se reproduce fácilmente y, en algún momento determinado, en cosecha, migran hacia otros cultivos, estableciéndose y reproduciéndose como un problema.
En todos los cultivos, estos insectos hacen daño al estado larval y al estado adulto y dependiendo del cultivo, sus daños pueden ser más severos. “Por ejemplo, su presencia es muy destructiva en cultivos próximos a cosecha como uva de mesa, arándanos, palto”, apunta. En tanto, indica que en la zona de Chavimochic no son un gran problema como sí se ha percibido en Olmos. ¿Cuál es la estrategia para manejarlos? Hoy se están usando trampas de luz, que funcionan eficientemente como un factor de represión, así como el uso de nematodos entomopatógenos, entre otros.
LA AGRESIVIDAD DE LOS LEPIDÓPTEROS
Lepidópteros: Castillo afirma que son más agresivos, sobre todo a partir desde octubre, cuando comienzan las alzas de temperatura. Son un problema porque atacan a los frutos, predisponiendo a una serie de problemas fungosos. De los Lepidópteros que se tiene referencia en Chavimochic, mayormente son Chloridea virescens, Argyrotaenia sphaleropa y Heliothis zea. Actualmente, Olmos está catalogada como una zona limpia, pero esta realidad podría sufrir variaciones, en la medida que el cultivo del arándano crezca en superficie, o bien se desarrollen otros cultivos susceptibles a estos insectos.
Moscas blancas: Bemisia tabaci y Aleurodicus spp. son un problema para el arándano, sobre todo en condiciones de mayor temperatura. Castillo refiere que sus daños, dependiendo de la variedad, pueden confundirse con fitotoxicidad y deformaciones, pudiendo en casos extremos, desarrollar la presencia de fumagina, manchando el fruto.
Pseudococcidos: Los insectos que están comenzando a tener relevancia son los Pseudococcidos, “sea o no sea cuarentenado, va a ser un problema para la exportación”, asevera el entomólogo. Las especies que se han reportado son Planococcus ficus y Pseudococcus longispinus como los más representativos. “Estos insectos, no es que maten la planta, lo que hacen, es contaminar la fruta y ser un problema para ciertos mercados”. En ese sentido, Castillo puntualiza que lo mejor para su manejo, es monitorearlos adecuadamente para evitar que el insecto se establezca, ya que al ser crípticos se mimetizan en la planta y se ocultan, por lo que es importante la evaluación en las estrategias de manejo. “Su distribución e intensidad de ataque hay que determinarla de acuerdo a los datos de evaluación de los diferentes estados biológicos”, sostiene el experto.
Excepcionalmente, aunque no es lo deseable, ya que no se permite infestación en fruta, se coordina con la cuadrilla de cosechadores, para determinar que lotes podrían tener infestación en fruta, y empezar la campaña con un programa de control focalizado y estricto en aquellos sectores del campo donde se ha detectado el problema.
Trips: La presencia de los Trips se está incrementando últimamente, dependiendo eso sí del estado fenológico de las plantas, especialmente en floración y brotación, “sin embargo, hay variedades que son muy sensibles, especialmente algunas patentadas”, precisa el experto. Las especies involucradas son Thrips tabaci y Frankliniella spp, que presentan Tigmotaxis, es decir, que su cuerpo dorsoventralmente se encuentre en contacto con la superficie que está atacando, y los órganos que le dan esa oportunidad, son precisamente el brote y la flor. El especialista dice que “muchas veces, los técnicos exageramos en el control y queremos controlarlos cuando hay pocos Trips por órgano evaluado y podemos presionar al insecto innecesariamente”. Por lo tanto, sostiene, se deben observar las variedades para determnar cuál es la susceptibilidad al ataque de esta plaga.
¿Hay diferencias de comportamiento en las diferentes zonas productoras del país? Para Castillo los insectos, en su mayoría, no son monófagos, sino polífagos. Es decir si un agricultor tiene un campo que está rodeado de otros cultivos (maíz, espárrago, palto, etc.), en algún momento, las plagas que atacan a esos cultivos tratarán de colonizar al arándano. Entonces, dependerá mucho de la comunicación entre los agricultores para poder tener una visión más macro del problema fitosanitario. Y subraya que estos problemas no se resuelven, “al menos bajo nuestras condiciones, con el control en un pequeño campo, sino que hay que mirar mucho más el entorno y en mayor área”. En caso contrario, se puede batallar, pero sin obtener resultados satisfactorios.
MIP, EL CONTROL MÁS EFECTIVO
Según la experiencia del entomólogo, en Chavimochic han aprendido sobre el control de las plagas en el arándano, y tienen planes más o menos consolidados de control, donde se incluye el manejo agronómico del cultivo y la utilización de control cultural, etológico, biológico y químico; dentro de una estrategia de manejo integrado de plagas (MIP).
El especialista precisa que la parte fitosanitaria debe estar íntimamente relacionada al manejo de cultivo. “Por ejemplo, si queremos tener mayor productividad, nos esforzamos por tener el mayor número de tallos, de flores y de bayas con mayor peso. Sin embargo, estos objetivos, muchas veces no son compatibles con la sanidad del cultivo, ya que dependerá de la arquitectura de la planta, ya que existen variedades de comportamiento erecto, cerradas y de tamaño pequeño, mientras que otras que son más abiertas y altas que alteran las respuestas fitosanitarias”.
Castillo recalca que el efecto de prácticas agronómicas como la poda o número de plantas por hectárea impactan sobre el desarrollo fitosanitario, ya que la mayor parte de presencia de plagas son consecuencia y no causa, por lo que es un tema que hay que ir mejorando, tratando de que estas cadenas tróficas, que se establecen en campo, sean menos agresivas.
En el control etológico, lo más saltante es el uso de trampas de luz, que de acuerdo a las especies de insectos tienen diferentes tipos de luz, densidad de las mismas, altura, distancia del elemento de atracción y de captura etc. En el control biológico, se están utilizando controladores biológicos como Trichogrammas pp, parasitoides de huevos de Lepidópteros, parasitoides de Pseudococcidos, Chrysopas, etc.; pero explica que necesitan más estudios, de utilización de los mismos, a nivel de campo.
El uso de corredores biológicos, para aumentar biodiversidad y el control natural es importante, especialmente en condiciones áridas; pero que dichos corredores deben tener un manejo adecuado que permita que se establezcan los controladores biológicos. Al respecto, Castillo sostiene que eventualmente pueden albergar plagas comunes con el arándano; pero que necesitan ser manejadas para evitar que su población se desborde al cultivo principal. “Hay que recordar que el establecimiento de una planta, es el inicio de una cadena trófica, que hay que observarla y supervisarla”, subraya.
En cuanto al control químico, avizora que se tienen diferentes retos, ya que, en el manejo tradicional, muchas moléculas han sido restringidas o prohibidas y tienen que ser sustituidas, por otras, más amigables al consumidor y al medio ambiente. En el manejo de cultivo orgánico, se abren varias posibilidades de manejo donde el uso del control biológico va ser importante, así como el uso de biopesticidas como entomopatógenos o extractos de plantas. De esta forma, Castillo explica que en Perú hay condiciones climáticas donde las plagas no son reprimidas por el factor clima, “y tenemos poblaciones superpuestas por lo que los manejos son más intensos y dedicados”, precisa.
Así, a la hora de hablar de un adecuado método de control de plagas, está claro que debe pasar por un tema de capacitación, “que la gente entienda que el control no necesariamente es el control químico”, dice, aunque este sea una medida de control eficiente, que se debe conocer y saber utilizar en el momento más oportuno. Sin embargo, no es la única y se debe explorar otras maneras de control y manejo.
FALTA INVESTIGACIÓN LOCAL
El especialista subraya que nos falta mucha más investigación del manejo de los arándanos, bajo nuestra realidad y no para condiciones foráneas, que son experiencias interesantes; pero no pueden ser copiadas para condiciones de Perú y lo mejor que se puede hacer, es la validación de las mismas.
¿La tendencia es ir hacia un manejo integrado de plagas? “Definitivamente que sí”, responde Castillo y argumenta que los productores debieran consolidar el MIP bajo una agricultura sustentable, pensando en las generaciones que se vienen y, tratar de sacar el mejor beneficio presente en lo económico, social y ambiental. “Pienso que el cultivo va a ir creciendo, pero los retornos no serán los mismos”. El productor que va a permanecer en el mercado, va a ser el más eficiente y esa eficiencia pasa por la inclusión de un programa estructurado de MIP.
EXPERIENCIAS COMPARTIDAS CON AGROEXPORTADORES
En Chavimochic, la Junta de Usuarios de Riego Presurizado tiene un Programa de Desarrollo Agrícola en coordinación con el Comité de Sanidad de la Asociación de agricultores agroexportadores y propietarios de terrenos de Chavimochic (APTCH). Este comité, visita los diferentes fundos para conocer las diferentes realidades productivas. “En cada visita, tenemos la oportunidad de compartir y sugerir alternativas fitosanitarias. Hemos aprendido que los problemas fitosanitarios se comparten para poder solucionarlos. Las plagas, localmente, no tienen barreras, y estaremos mejor preparados para enfrentarlas si compartimos la problemática y su solución”, asegura Castillo.
Desafortunadamente los agricultores que están fuera del entorno de la irrigación, pueden ser presa de otros tipos de manejos, aunque de una u otra manera, todos están aprendiendo a manejar mejor el arándano, aunque muchas veces, es el mismo productor quien predispone al cultivo a problemas fitosanitarios, “entonces, nosotros tenemos que ser muy finos en el manejo y el control”.