“El mildiú llegó a Ica para quedarse”
El principal problema a nivel mundial de la vid, en cuanto a infecciones foliares es el mildiú, y ya está en Ica. En un principio se había confundido con oídium, pero luego se confirmó que se trataba de mildiú. Se presume que su arribo a esta zona del país se produjo por la introducción de plantas infectadas que llegaron desde zonas del norte.
El mildiú llegó a los campos de uva de mesa de Ica, y se va a quedar. Al menos, eso piensa Luis Álvarez, profesor del Departamento de Sanidad Vegetal de la Universidad Nacional San Luis Gonzaga de Ica (UNICA). Álvarez, Doctor en Ciencias, en la especialidad de Fitopatología por la Universidad Politécnica de Valencia (España), que integró el equipo de investigación del Instituto Agroforestal Mediterráneo, en Valencia, y es asesor en importantes fundos de la costa norte y sur del Perú, advierte que cuando el mildiú ingresa a un patosistema, no solo afecta a las hojas, sino también a los tejidos internos, donde deja estructuras de conservación.
En términos fitopatológicos, el mildiú es un organismo homotálico, es decir, tiene gametos sexuales masculinos y femeninos en el mismo órgano. Entonces, cuando las hojas se caen, se forman estas estructuras de conservación que pueden vivir varios años en el suelo. “Eventualmente, cuando el mildiú ataca otras partes de la planta, aparte de las hojas, como las ramas, los cargadores o los raquis, las esporas de esas mismas estructuras se quedan ahí. Eso es lo más peligroso porque cualquier evento de 75% de humedad relativa al interior de la copa –no humedad relativa del ambiente–, crea las condiciones para que se desarrollen nuevos ciclos. Con al menos 75% de humedad relativa, se pueden producir infecciones, sin necesidad de que haya lluvias, porque el inóculo ya lo tenemos en la parte aérea. La literatura dice que para que se produzcan infecciones se necesitan lluvias de al menos 10 mm. Esto no ha ocurrido en Ica, pero una vez que el inóculo entra, empieza a afectar otras partes de la planta, además de las hojas, y ya se queda el inóculo ahí”.
–¿Cuáles son las causas por las que crees que entró el inóculo en los campos de Ica?
–Imagino que deben haber llegado plantas infestadas, acaso de un vivero de una zona endémica, de Piura, por ejemplo, o de Chiclayo. En el sur no había mildiú y, como dije, para la inseminación del inóculo no hacen falta lluvias. El viento puede llevar los esporangios a las copas, donde se podrían instalar; y con la mínima humedad se producen infecciones. Y así se han ido generando los inóculos en Ica, que al inicio fueron pocos en realidad. En la temporada pasada, hubo lluvias en Ica, pero en realidad no fueron muy fuertes; siempre en verano hay algunos chubascos en Ica, entre diciembre y enero, y mojan el follaje lo suficiente como para generar infestaciones nuevas. Eso es lo que ha pasado. Hay que recordar que el mildiú es un patógeno de calor, por lo que las condiciones de temperaturas altas le favorecen, y sus ciclos se acortan con la humedad.
–¿Solamente la zona de Ica se vio afectada?
–No solamente en Ica, sino también los valles aledaños que tienen vid, como Pisco, Chincha, y otros valles más cercanos que no pertenecen a Ica pero que están conectados, como Cañete. Pero en Ica, por su área, ha impactado más el mildiú.
–¿Cuándo se dio la primera alarma?
–Yo tengo conocimiento de esto desde agosto del 2018. Antes no había escuchado de esto en la zona. Cuando me mostraron el síntoma, yo dije ‘No puede ser, en Ica no hay mildiú’. Luego, cuando nos trajeron el material, pudimos confirmarlo en la universidad.
CON LAS ENFERMEDADES HAY QUE SER SIEMPRE PREVENTIVOS
El fitopatólogo indica que los primeros síntomas del mildiú se dan en el haz de la hoja, donde aparecen unas manchas amarillas. La esporulación es otro signo, pero se presenta en el envés, y está compuesta por esporangios, que son las estructuras de propagación del patógeno. Dice: “Se forma solo en el envés para poder cubrirse. Es la zona donde los rayos de sol, eventualmente, no llegan de manera directa, y donde eventualmente las láminas de agua pueden estar más tiempo. Hay que recordar que el mildiú es un oomiceto”.
–¿El mildiú se identifica de inmediato o se puede confundir con otra enfermedad?
–Se ha confundido con oídium, pues las hojas también se caen con el oídium. Cuando eso sucede, no se ve la enfermedad, en ambos casos, pero eso no quiere decir que el mildiú o el oídium se hayan ido, sino que el inóculo ya está en el suelo. Esas manchas que se producen en el haz de las hojas con el mildiú, son muy parecidas a las que genera oídium.
–¿Cómo se controla el mildiú?
–Bueno, lo que pasa es que no es un hongo. Para los hongos, como el oídium, utilizas fungicidas y los matas. A los oomicetos, como el mildiú, antiguamente se les llamaba hongos; ahora, coloquialmente, se les llama pseudohongos. Obviamente, los fungicidas no tienen una acción directa. Hay algunos fungicidas que sí tienen acción sobre el mildiú, pero son mínimos. Eso quiere decir que en un panorama de infecciones que incluya oídium y mildiú, yo tengo que hacer dos programas diferentes, uno con productos para oídium y otro con productos anti mildiú; y tienen que ir eventualmente en paralelo. La ventaja es que mientras no llueva, los intervalos de aplicación para los mildiús pueden ser largos. Pero si hay humedades relativas altas o empiezan las lluvias, tienes que acortar los intervalos.
–¿En qué épocas empezar a aplicar?
–Normalmente las aplicaciones, tanto para oídium como para mildiú, coinciden, en brotes de diez centímetros. Ese es el momento en que hay que aplicar; antes no. ¿Hasta cuándo? Lo que pasa es que el mildiú es mucho más agresivo en cuanto a fenología. Para controlar oídium puedes aplicar en brotes desde diez centímetros hasta el envero, esa es la etapa en que hay que hacer aplicaciones. La etapa crítica en realidad es la floración, que es cuando empiezan a aumentar los azucares. Luego, hay que proteger las bayas; los racimos, ya no son susceptibles a las infecciones por oídium. Sin embargo, con el mildiú es más complejo, y se puede ir más allá del brote de 10 centímetros, hasta inclusive cuando hay bayas maduras, pues estas se pueden ver afectadas. El mildiú es más complejo. Los productos antimildiú son muy específicos. Hay que recordar que en las enfermedades no hay umbrales, como en el caso de los insectos. Si ves un insecto caminado por tus plantas, quizá no es necesario aplicar. Si ves cinco, será necesario aplicar, dependiendo de la plaga; si ves veinte, quizá sí es necesario aplicar. Para el caso de las enfermedades, el umbral es cero, siempre tenemos que ser preventivos; y si ya tienes el signo, la esporulación, hay que ir con productos más penetrantes, más antiesporulantes.
–Tomando en cuenta que mildiú no es un hongo, ¿qué tipo de productos se deben usar para controlarlo?
–Materias activas, específicas para su grupo. Tradicionalmente se ha utilizado Metalaxil, Fosetil de aluminio, Cymoxanil, Dimethomorph. Hay que estar atentos a las carencias de los mercados. Metalaxil es muy residual, por eso se restringe un poco; Dimethomorph se está utilizando bastante; Cymoxanil también y solo hay que ajustar dosis… Y luego hay productos que son más preventivos, como cyazofamid, que se está utilizando bastante como materia activa; ametoctradin, también, por ejemplo… Entonces, tenemos armas para su control. De hecho, tenemos más que en el caso de oídium.
–¿Quizás la industria iqueña de la uva de mesa deberá nutrirse de plantas que se produzcan en su zona para evitar traer plantas infectadas?
Exactamente. De hecho, creo que uno de los viveros más grandes está en Chincha. En Chincha nunca ha habido mildiú, ni muchos otros problemas fitosanitarios.