Potencial agroexportador de Casma
Tras treinta años de prueba y error en la búsqueda de cultivos estrellas, la fruticultura de exportación se consolida en el valle ancashino. Aunque enfrenta retos comunes a otras zonas productoras como la escasez de mano de obra calificada y, sobre todo, de agua, goza de ventajas comparativas y una reciente y esperada sensación de seguridad que lo vuelven atractivo para inversionistas. Redagrícola recorrió varios fundos para conocer de cerca su realidad y entender las estrategias de dos de sus cultivos: el mango y la palta.
Ubicada a unas cinco horas al norte de Lima, en la costa de la región de Ancash, Casma honra su pasado milenario. Entre sus cerros se hallan los vestigios de la civilización Sechín, cuyo nacimiento los arqueólogos registraron en 2400 AC, un fecha que hoy se cuestionan, tras el hallazgo de ruinas que se dice son más antiguas que la mismísima Caral. Puede que el surgimiento de la agricultura local date de aquellos tiempos remotos, pero la de exportación tiene apenas unos treinta años y está en su mejor momento. Nació de la frustración, de años de pérdidas con el maíz y sobre todo con el algodón pima, valorado por el mercado interno y externo hasta la aparición y el desarrollo de la industria textilera local, que aprovechó la globalización y liberalización del comercio para importar fibra más barata y mezclarla con la peruana. La reconversión llegó en los 90 de la mano de la cebolla dulce, que tampoco prosperó, pero no mermó las ganas de progresar y seguir probando. Fue así que incursionaron en el espárrago, el mango y la palta. En el primero, arrancaron con la variedad Mary Washintong F2, que trajeron de la provincia liberteña de Virú, pero al quinto año los rendimientos cayeron y decidieron reemplazarla por la UC157 F1. “Nosotros empezamos con el espárrago blanco, después se cambió al verde”, recuerda Raúl Cervantes, gerente de desarrollo económico de la Municipalidad Provincial de Casma.
LA EXPORTACIÓN ES COSA DE MUCHOS
También agricultor, esparraguero en aquellas épocas y gerente ad honorem en la Asociación de Agricultores de Casma, fundada en 1986, Cervantes habla por todos sus colegas y socios. Es que en ese valle, a diferencia de otros costeros, la agroexportación es cosa de muchos, y si bien cada fundo tiene nombre y apellido, el sentido de pertenencia colectivo sobresale. En efecto, casi no hay fundos grandes. Según Cervantes, el 60% de los agricultores maneja entre 3 y 5 ha, el 25%, alrededor de 10 ha; y un 15% más de 20 ha. El fundo con la mayor superficie de palta, por ejemplo, tiene unas 100 ha.
La estructura, aunque atomizada a su manera, en su dimensión (el valle tiene unas 12,000 ha cultivables), parece haber funcionado como elemento cohesionador y la proximidad de límites catastrales, como modelo. “Hoy se está reemplazando por mango”, dice el gerente, en relación a la hortaliza. Como en el resto de las zonas productoras tradicionales en Perú, las plantaciones de espárrago han envejecido y su vida comercial está decayendo. El mango Kent y las paltas Fuerte y Hass han tomado la posta. Y no son los únicos frutales que comienzan a hacerse eco. El maracuyá, con cosechas en diez de los doce meses del año, sirve de flujo de caja. Y la uva Red Globe, cultivada por un selecto grupo de 7 emprendedores (que invierte a golpe de hectárea por héctarea), empieza a atraer compradores, orientados a mercados regionales, como Colombia, que ofrecen tan buenos precios como aquellos que se esperan para China, es decir, unos US$14 FOB/caja.
También se ven áreas de ajíes y pimientos, que a más de algún agrónomo hacen soñar y evaluar los costos que supondría escalar la producción a casa malla, pensando en la oportunidad que representa el recientemente abierto mercado estadounidense para los frescos. Pero el mango y la palta son las frutas que reinan en este territorio. Son actualmente los cultivos preferidos de la mayoría de los agricultores exportadores, que a lo largo de los años han optado a veces por uno y, otras veces, por el otro, influenciados por los buenos precios como por asuntos coyunturales no menos volátiles, como la disponibilidad de agua y la mano de obra.
UN VALLE CASI IDEAL
Rafael Meza tiene unos cuarenta años, es ingeniero agronómo de la Universidad Nacional Agraria La Molina (UNALM) y gerente de la compañía ARA Export SAC, dedicada a la producción de mango Kent y Kit, palta Hass, uva de mesa Red Globe y Arra 15 y chile ancho. Es, además, hijo de Don Antonio, quien comenzó a producir en la zona hace unos 50 años, lo que lo incluye en la lista de pioneros de la producción agrícola en Casma y en la de los agricultores más respetados, por su experiencia y por su perseverancia. En el verano del 82 y 83 el Fenómeno del Niño arrasó con sus cultivos (como lo hizo con los de espárragos de Cervantes, que iba solo por su tercer corte) y dejó huella: el río avanzó por el valle sin piedad y caló sus terrenos, denivelándolos. Son riesgos, asume el hijo. “En un proyecto agrícola de diez años, uno se considera con pérdidas”, resuelve con mente fría. Lo dice así, sin rodeos, porque entiende que en los nueve años restantes hay buenas chances para el éxito en Casma gracias a su clima.
“El potencial climático es el más importante”, sostiene y explica que casi no tienen lluvias en verano, apenas – cuando hay- caen entre 2 y 3 mm. Y los suelos son francos y franco arenosos, permeables y aireados, con 350 kg/ha de potasio y 8-9 ppm de fósforo. En nitrógeno, no obstante, están bajos, dice y precisa que poseen entre 1% y 1.5% de materia orgánica. “La temperatura no suele ser mayor a 33ºC en verano y no menor a 12ºC en invierno y la Delta (el cociente térmico entre el día y la noche) cae a 3-4 ºC en invierno”, explica. “No tenemos una gradiente de temperatura como en Ica”, compara y enseña los cerros, a un lado y otro en el paisaje. Dice que justamente es la estrechez del valle y la cercanía al mar (que termorregula el clima) lo que permite mantener la temperatura.
Al mismo tiempo reconoce que no todo es color de rosas. Esa bondad natural tiene límites. La disponibilidad de agua es el principal factor que frena el crecimiento de áreas en zonas eriazas (contabilizadas en unas 3,000 ha) y, como contarán más tarde en la asociación, el que ha consolidado la estructura de la propiedad (ya que cuestiona y cela el surgimiento de proyectos agrícolas grandes) y el que ha definido que el mango sea el principal cultivo de la canasta productiva local.
Por su rusticidad se ajusta cómodamente al calendario hídrico: la época de lluvia va de diciembre a abril, cargando los ríos Sechín y Casma, que son los abastecedores del valle. El resto del año, en las zonas altas de ambas cuencas, se aprovecha las filtraciones y en las bajas se extrae agua subterránea con pozos a tajo abierto y pozos tubulares. Del total del área cultivable, unas 2,000 ha usan agua superficial y otras 10,000 ha, subterránea, precisa el ingeniero Elser Giovani Rodríguez, administrador del ALA Casma-Huarmey. Sostiene que en el acuífero no hay sobreexplotación hídrica y explica que lo han comprobado con los medidores que han colocado en pozos del valle, que les permiten conocer el nivel de carga y recarga cada campaña y también identificar cuánto se deprime la napa freática a lo largo del tiempo. “La recarga se mantiene a niveles estables”, garantiza.
Los Meza tienen dos pozos tubulares de 50 metros cada uno, con caudales promedio que oscilan entre 40 l/s y 45 l/s (con mínimos de 35 l/s y máximos 70 l/s). En el campo que visitamos, de 24 ha, extraen agua cinco horas al día, lo que al mes se traduce en S/.4,000 en gastos por electricidad, que a su vez supone un 3% de los costos generales de producción del fundo.
Plantación nueva de Mango kit en 3×1. El agricultor aplica azufre mojado para controlar la incidencia del oidio.
Patrón mas usado en mango em Casma es camboyano, muy resistente al estrés hídrico.
Vivero de Louis Crusillat. Mango Kent y Kit en pleno desarrollo. Según Córdova, en Casma existe hoy un stock de 400 mil plantones en viveros, que serán instalados en 2017 y entraran en producción en 2020.
EL KENT REINA EN CASMA
“Casma es pa mango”, dice convencido Crevantes. “Casma tiene su venta a nivel mundial. Esa es la suerte de Casma”, refuerza. Se refiere a los 45 días aproximadamente que van desde la tercera semana de febrero a la última de marzo, cuando Brasil no embarca y justo después de Piura, que sale al mercado con Sudáfrica y Centroamérica. Esa exclusividad se traduce en mejores precios de principio a final de la campaña. Los casmeños reciben US$0.40/kg al inicio de la campaña, mientras que durante las mejores semanas puede elevarse hasta US$1 (en Piura se arranca con precios US$ 0.20/kg y el promedio es de US$0.30/kg). Pero el azar no ha sido responsable del vertiginoso crecimiento del área de mango de la variedad Kent en Casma. El desarrollo de los cultivos ya instalados parece haber sido pensado, meditado, decidido a consciencia.
Así, el Kent ha avanzado a paso de gigante. Según datos de la asociación, en 2002 habían 550 ha, que representaban el 10% del área instalada de cultivos. El año pasado, según el Senasa, encargado de supervisar los campos y plantas de procesamiento de la fruta, existían 1,743 ha. Es decir, el 25% de la superficie de cultivos exportables, la mayor de Casma. El punto de quiebre tuvo lugar en 2006, el mismo año que Perú firmó el Tratado de Libre Comercio con EE UU, segundo destino del mango peruano hoy, después de Holanda. De 3,103 toneladas exportadas ese año, los volúmenes casi se triplicaron en 2009/2010 con 8,882 toneladas. Las áreas instaladas habían entrado en edad comercial. Desde entonces, no han parado de crecer. Durante la última cosecha salieron del valle 21,825 toneladas.
En un contexto de defícit hídrico, con precios que alienan, los agricultores mangueros se las ingenian para ser súper eficientes. La tecnificación del riego ha sido el primer paso que dieron en ese sentido. “Antes el riego era por gravedad, ahora se está incursionando en riego tecnificado por goteo y microaspersión y en el represamiento del agua en pequeñas lagunas artificiales en las cabeceras de los fundos”, cuenta José Carlos Mateu, socio de la asociación y presidente del Comité Organizador del V Congreso Internacional del Mango y la Palta.
La segunda estrategia ha sido la intensificación de las densidades. En un inicio, inspirados por el estilo piurano usaron marcos de 8×8, con rendimientos de 1,000kg/ha. Hoy las distancias entre plantas se han reducido, incluso a 3×1. “Yo comencé con 7×6 y bajé a 4×4. Hoy tengo 4×3 y la última que sembré es de 3.5×2.5”, detalla Rafael Santaolalla, agricultor y gerente de la empresa Frutasan. Otros campos como algunos de la compañía Depoux Produce, del agricultor y viverista Luis Crusillat, tienen 3×1. “Tienes 3,000 plantas, o sea 60 mil kg/ha”, calcula Santaolalla.
Para el ingeniero agrónomo, Efer Calle, “lo que se busca es mayor producción, aprovechar más el área y manejo del cultivo”, explica. “Con esa densidad, las plantas no van a crecer más de 2,50 metros, por lo que se cosecha más rápido. La producción se triplica a los siete años y, de 45 toneladas, en teoría deberíamos llegar a 120 toneladas, pero aspiramos a 60 toneladas”, explica y confirma la estimación de Santaolalla. Los costos productivos de un huerto de alta densidad no pasan de US$6,000/ha. “El año pasado hemos ganado de US$12,000 a US$15,000/ha”, apunta el actual responsable agrícola en Casma de la comercializadora y exportadora Dominus.
KIT, UNA NUEVA VARIEDAD PARA CASMA
Como tercera estrategia, están probando nuevas variedades, en particular, una, la Kit, aunque sin intensión de desplazar al Kent. Los Meza han instalado 6 ha de prueba. “Es una variedad de menor valor, pero no es tan exquisita para florear. Es más rústica en floración”, dice Rafael y sin querer suelta al aire un asunto que hasta julio pasado preocupaba al sector: la floración se había adelantado. Esto hacía pensar que la cosecha se adelantaría, agolpándose con Piura (a mediados de julio los agricultores acordaron botar flores). Las posibles soluciones a ese escenario eran tema obligado de los encuentros casuales entre agricultores, como la que improvisaron Santaolla, Meza y Manuel Hifume, jefe de producción de ARA Export SAC. ¿Qué vas a hacer? ¿Vas a ralear? Se preguntaban por entonces los mangueros. “Normalmente debe haber floración a fines de julio y agosto. Esta campaña tiene casi un mes de adelanto. Esto nos hace pensar que si dejamos esta flor nos vamos a cruzar con la producción de Piura y no queremos salir en febrero porque los precios van a ser un desastre”, explica Efer Calle.
“Lo que normalmente hacemos es botar la flor y sacar una nueva, que sale en 25 días, a mediados de agosto y septiembre. Estas flores tienen mejores condiciones climáticas para crecer, evadimos el mes frío y no corremos el riesgo de tener manguillo”, añade. Para los Meza, con la variedad Kit se reduciría esa incertidumbre. “Este año ha botado la flor hasta 5 veces y vuelve a florear. Hay que encontrarle el timing. La alternativa sería cosecharlo en abril o diciembre, cuando hay muy buen precio. Sería tardío o adelantado”, dice Rafael y describe a Kit como una variedad de poca fibra, más grande (de entre 500 a 700 gramos), de sabores parecidos al Kent, con potencial de mercado en España. “Pagan un poco menos, pero preferimos tener una buena producción todos los años e invertir menos en inducción floral que en Kent”, indica. Así, dice, pueden equiparar precios.
PALTA, UN CULTIVO DELICADO PARA CASMA
El rol de la palta, la Fuerte y la Hass, es menos protagónico que el del mango en Casma, pero no menor negocio. De hecho, entre la Fuerte y la Hass, la primera con 1,196 ha y la segunda con 305 ha, abarcan en total 1,501 el valle. Con 4,575 toneladas exportadas a un valor de US$7,176,000 para la Fuerte y 11,960 toneladas exportadas a un valor de US$4,575,000 para Hass, el tiempo ha hecho que la fruta migre de las manos de los agricutores pequeños y se concentre hoy, en general, entre los medianos.
“En Casma, el área de palta se ha reducido en 50% porque es un cultivo muy delicado, susceptible a problemas radiculares. Es por esto que los pequeños agricultores han salido del negocio y se han ido al mango. Mucha gente mató mango y sembró palta y en los últimos tres años mató palta y sembró mango”, dice Carlos Córdova, responsable de palta de la asociación y en Depoux Produce. Ese ir y venir estuvo alentado por la inestabilidad de los precios a favor del mango, pero sobre todo debido a la escasez del agua y la falta de expertise en el manejo. “Los pequeños agricultores han tratado a la palta como al mango. El mango es un cultivo noble, muy rústico. Le falta agua y no pasa nada. El riego es diferente. En Casma a veces se va el agua y no riegan al mango o no lo abonan e igual produce. Mientras que en palta, si no riegas, se muere, o si te excedes, le da fitóftora”, explica. Este patógeno es el causante de la llamada pudrición radicular de la palta. Según se ha comprobado en la irrigación Chavimochic (ver Redagrícola Nº29), el patrón más resistente a esta enfermedad es zutano, uno de los más empleados en Casma junto a Topa Topa.
“La han cambiado porque tienen alta mortalidad y harto calibre chico”, amplía Córdova sobre la decisión de los pequeños agricultores de cambiar palta por mango. En efecto, quienes han apostado de lleno por la palta saben que es un negocio de calibres, resalta el agrónomo. Porque si hay algo que caracteriza al palto de valle es la fuerza de su fructificación. “La particularidad de Casma es que aquí la palta cuaja demasiado tiende a quedarse muy pequeña, advierte Rafael Meza. “Si no se trabaja, te quedas con fruta de menos de 150 gramos, que vale la tercerca parte de una palta normal, que es de 200 a 250 gramos para todos los mercados”, dice.
¿En qué consiste ese trabajo? Se aplica el regulador de crecimiento paclobutrazol, en dosis de 3l/ha a 4l/ha, de forma foliar, para que la palta gane más tamaño. Además, se hacen raleos manuales para incrementar la disponibilidad de nutrientes en las frutas. Y se realiza una poda especial. Se poda uno de los 4 brazos de forma completa con serrucho o motosierra a partir del cuarto año – cuando el árbol entra en edad comercial en el valle y ya no absorve suficiente luz debido al follaje. Cada año, se poda un brazo. De esta manera disminuyen la alternancia entre año bueno y malo entre un 15 y 20%. “Tenemos cuatro años para renovar el árbol”, apunta. “Es importante tener flores indeterminadas, que tengan flor y broten a la vez, para que una vez que cuaje, el brote sombree su propia fruta. Esto se logra al cortar la rama”, agrega.
Córdova cuenta que en Depoux Produce buscan calibres 20 y 22 (de 180 gramos para arriba). Para lograrlo, explica, ralean la fruta cuando está del tamaño de una aceituna (20 mm). De unos 500 frutos por árbol, dejan entre 120 y 150. “Así logramos 80% de más de calibre 20 y 20% de menos”, precisa. Tampoco usan colmenas. “En los últimos campos sembrábamos con polinizantes en 5% de las plantaciones, pero nos dimos cuenta que la palta tiene dicogamia sincrónica, que la palta femenina y masculina maduran en diferentes momentos”, define. Antes de tomar consciencia del fenómeno, dice que usaban como polinizantes los patrones Fuerte, Ettinger y Zutano. “Al final nos dimos cuenta que la Hass tiene una autopolinización en esta zona”, dice. “Hay un cruce de pocas horas en la parte femenina y la masculina que están activas en el mismo momento. La teoría dice que son dos horas, pero en Casma se da de 10 am a 4 pm. Hemos hecho pruebas. Por eso es que la cuaja es increíble”, resalta.
Campo de palta hass de alta densidad en Casma, a un marco de 5×2 con 1000 árboles/ha.
Palta hass sobre Zutano, patrón que da fruta de mejor tamaño. Su inconveniente es la poca cuaja y uniformidad en el campo. En Casma tambiém usan topa topa, cuya particularidad es que cuaja mucho. También están usando patrones clonales.
EL RETO, COSECHAR ENTRE MARZO Y ABRIL
Otro desafío de los palteros casmeños es concentrar la cosecha en marzo y abril, antes de que salgan al mercado los volúmenes de la costa. Como diría un agricultor local, los de los ‘monstruos del norte’, en relación a las plantaciones de los proyectos que están ubicados en Chavimochic y Olmos. Para evadirlos, en el valle se están haciendo pruebas para salir incluso en marzo. Según estima Meza, ese mes solo se exporta un 15% de la palta de Casma. Sin embargo, el kilo esas cuatro semanas puede llegar a US$1,70, mientras que en abril baja a US$1,30 o US$1,20.
Para ganar más volumenes, Meza usa marcos de 6×4 durante los primeros 7 años de la palta, para luego rebajar a 6×2, que es la densidad promedio local. Así obtienen entre 15 y 20% más de rendimiento. En Depoux Produce usan un marco de 5×2, con 1,000 plantas/ha y un rendimiento de 25 t/ha, de las que exportan 20 toneladas. Con estos volúmenes rentabilizan sus proyectos. El año pasado el kilo de palta Hass de Casma, en promedio, se pagó US$1 (la Fuerte, que va sobre todo al mercado local y se exporta solo a veces a Alemania, US$0,60). Con US$7,000 de costos de producción, US$20,000 de retorno, la ganancia –como en el mango- supera el 100% (US$13,000), según cifras de Córdova.
En el fundo Milesli tienen instaladas 18 ha de Hass y 82 ha de Kent. Todos sus campos son orgánicos y manejan costos de producción similares a los Depoux Produce, entre US$6,000 y US$7,000/ha. Pero el kilo lo venden entre 40% y 100% más. “Este año y el año pasado que no hubo mucha producción, el precio llegó a US$4/kg en EE UU. En Perú se vendió entre US$1,80/kg y US$2,00/kg”, informa Juan Jiménez, encargado del fundo. Por tendencia o exigencia de los mercados, en Casma tanto los palteros como mangueros van hacia lo agroecológico. Sólo algunos entran en “transcisión” hacia la certificación orgánica, pero la mayoría aprovecha la mayor disponibilidad de insumos biológicos para el control fitosanitario. Usan, por ejemplo, extractos vegetales o liberan hongos entomopatógenos para controlar enfermedades. Dos factores frenan el arraigo de lo orgánico en el valle. La falta de conocimiento sobre insumos para fertilizar con resultados equiparables a la producción convencional. Y el mercado mundial, que es, como advierte Calle, limitado.
Campo de palta hass de ARA Export SAC. Usan marcos de plantación de 6×2.
EL ATRACTIVO DE CASMA EN PERSPECTIVA
Varios asuntos están en la agenda del valle. Para empezar, el incremento de la disponibilidad hídrica. Sin esperanzas respecto a la viabilidad del Proyecto Especial de irrigación Chinecas, la asociación y el municipio han imaginado nuevas soluciones hidráulicas, cuyos perfiles técnicos están en elaboración y serán presentados al Ministerio de Agricultura y Riego (Minagri). “Hay una serie de lagunas en la parte alta de la cuenca del río Casma. Está Huarangayoc, que está represada naturalmente y con un dique, pero falta elevarla, para que se llene y se pueda trabajar hasta la parte media. En la parte media, en Poctao, en Yaután, la idea es instalar una represa que capture 80 millones de m3”, describe y detalla que la laguna natural de la parte alta de la cuenca tiene una capacidad de 5 millones de m3, que se cuatriplicaría de realizarse las obras.
El segundo tema que trabajan en la asociación es la creación de un certificado de origen, que sería aprobado en el presupuesto participativo de 2017. “Sería para todos los productos, incluso pesqueros”, dice Cervantes. Mateu explica que una vez implementado, los exportadores deberán estandarizar sus prácticas y destinar un porcentaje de sus ventas (1% o menos de 1%) para el certificado. ¿Qué beneficio inmediato traería? En el caso de la palta, la identificaría, ya que hoy se vende como fruta de Huaral, donde se transporta y maquila. Al mango también beneficiaría. Según Santaolalla, permitiría asociar la fruta directamente al fundo o distrito donde se produce.
La creación de una certificación de origen tendría un doble efecto. Es probable que afiance una tendencia auspiciosa para el negocio: la instalación de plantas de procesamiento en el valle. Actualmente existen seis plantas (una de congelados) y se estima que para la campaña 2017 entrarán en producción dos más.
El dinamismo de la inversión en agro puede que esté asociado a la reciente sensación de seguridad que vive el valle, que junto al valle del Santa fue declarado en estado de emergencia a principios de este año. En los últimos cuatro años, cuenta Cervantes, se vivió una época de “terror”. “Ha sido un lapso pequeño, pero ha sido fuerte”, describe “Ahora hay un poco de tranquilidad. Siempre están los brotes, pero hay un poco de tranquilidad”, añade.
Esa sensación ha animado a la asociación a retomar tras cuatro años la organización del Congreso de Mango y Palta, a celebrar la quinta edición del evento. Y anima, por supuesto, también al negocio que no para de expandirse sobre todo en mango. En Casma la llaman “la fiebre de la invasión”. El mango comienza a aparecer en zonas eriazas, en las casi 3,000 ha que están libres, que pertenecen al proyecto especial Chinecas, cuentan. Ya habrían unas 200 ha instaladas. “Hacen su depósito de agua y llevan su tancada (tanque cisterna) y riegan”, describe Cervantes en relación a la manera en que se toma posesión. Y eso sólo en Casma. Cerca, en la pampa de la Carbonera, se ha instalado mango Kent y palta Hass, cuenta Calle.
Córdova analiza la situación y sorprende. “El mango es un negociazo, aunque va a caer. Me imagino que todos han coincidido con que va a caer”, advierte. “La ventana ya se acaba”, agrega apocalípticamente. “Así facilito: Europa absorbe 200 contenedores por semana. Casma exporta 150. Si se pasa de eso, (el precio) se pone como Piura, pero Casma ha sembrado mucho”, insiste. Luego, saca cuentas. Suma las plantas de mango que él tiene comprometidas en su vivero y son unas 100,000. Las del señor Nelsón (otro viverista), que son otras 100,000. Y las de Luis Crusillat, 200,000. “Ahí hay 400,000 plantas. Cuando se siembren en 2017 y en tres años más estén produciendo 20 kilos por plantas, serán 66 contenedores más a los 150 que ya tenemos”, concluye y juega su última carta: “Aún así es negocio. Porque nosotros estamos en alta densidad, con un promedio de 50,000 kg/ha. Si el precio cae a US$0,30, estamos ganando US$15,000/ha y gastamos US$5,000 (en costos de producción). Ganamos US$10,000. Es negocio”, proyecta.