Manejo para producir flor de cannabis de alta calidad
Producir flor de cannabis con grado medicinal puede resultar bastante complejo. Eso lo sabe Earth’s Healing Colombia, una empresa que lleva 7 años en esta tarea, mejorando los procesos y el conocimiento para lograr un resultado con los más altos estándares de calidad
Plantas de cannabis medicinal producidas por Earth’s Healing Colombia.
Colombia tiene todo para volverse una potencia mundial en la exportación de flor seca de cannabis medicinal. Desde que se expidió la Resolución 539 de 2022 que regula los vistos buenos necesarios para poder realizar comercio exterior de la flor seca, las empresas del sector han visto una ventana de oportunidades para aumentar sus exportaciones. Es el caso de la compañía colombo-estadounidense Earth’s Healing Colombia, creada en 2017 con el firme propósito de producir flor seca y semillas feminizadas de genéticas propias de alta calidad.
De acuerdo con Luisa Arango, gerente de operaciones de Earth’s Healing Colombia, la clave para posicionarse en el mercado ha sido no solo adaptar la producción al trópico, sino también sortear una serie de desafíos en el manejo del cultivo: “Desde el principio nos hemos enfocado en desarrollar y producir flores de cannabis medicinal de la más alta calidad, manteniendo altos estándares de producción, respaldados por certificaciones internacionales”, dice.
LO PRIMERO HA SIDO ESTABILIZAR LAS GENÉTICAS
Por su parte, Nicolás Mendoza Peña, líder comercial y de procesos de cultivo de la compañía, comenta que realizan bajo invernadero todo el proceso productivo, con el fin de controlar las condiciones externas propias de la zona donde se encuentran ubicados, mantener la mejor calidad de la flor y reducir costos de producción. Lo anterior, además de garantizar un producto superior, permite a la empresa mantenerse competitiva.
“Lo primero que hemos hecho ha sido estabilizar las genéticas a través de un proceso de adaptabilidad durante varios ciclos de cultivo y técnicas de hibridación. Eso ha permitido que crezcan de manera más acorde a las condiciones del clima, desarrollen mejor sus características y sean menos susceptibles a plagas y enfermedades”, refiere sobre unas genéticas que se han venido desarrollando en el municipio de Santander de Quilichao, en el Cauca, zona donde está la operación de la empresa.
Pero más allá de la mejora continua de sus genéticas propias y sus diferentes procesos de adaptación, en lo que respecta al manejo del cultivo han investigado sobre diferentes tipos de sustratos, manejo de la ventilación, iluminación y nutrición para lograr un adecuado desarrollo de las plantas, explica Mendoza Peña.
“En cuanto al sustrato que usamos, primero debemos tener presente que el cannabis medicinal debe cumplir con estándares de calidad impuestos por las farmacopeas internacionales, las cuales establecen unos límites mínimos de cantidades de pesticidas, de cantidades de metales pesados y de otros contaminantes que no se pueden tolerar”, detalla el líder comercial.
Para cumplir con lo anterior, añade, utilizan sustratos estériles, es decir, sustratos ‘buferizados’, que estén completamente descontaminados, sin presencia de metales pesados ni ningún otro microorganismo potencialmente dañino para la planta. Pero, adicionalmente, restringen por completo el uso de pesticidas, garantizando así un entorno óptimo y libre de riesgos para el cultivo.
“La planta de cannabis puede absorber con facilidad cualquier rastro contaminante que haya en el aire y lo mismo pasa con el sustrato. Debemos ser muy cuidadosos incluso con el tipo de fertilizante utilizado, porque pueden incluir algún tipo de contaminante y metales pesados. Además, el agua que usamos para regar las plantas tiene que ser tratada, porque en ella se pueden encontrar rastros de plomo u otro tipo de metales, al igual que microorganismos. De no tratarse, pueden afectar la salud humana”, señala el entrevistado.
“Tenemos un enfoque orgánico en nuestra producción; y para adherirnos a altos estándares, utilizamos fertilizantes minerales, manteniendo un estricto control sobre la calidad de las materias primas y las soluciones empleadas, con el objetivo de minimizar cualquier posible traza de contaminantes. Implementamos un enfoque de manejo integrado de plagas y enfermedades basado en prácticas orgánicas, lo que ayuda a reducir el riesgo de contaminación en los cultivos”, indica Mendoza Peña.
DOS FASES DE PRODUCCIÓN: LA VEGETATIVA Y LA ETAPA DE FLORACIÓN
En lo que respecta al manejo del cultivo, resalta el líder comercial de la compañía, primero hay que entender las dos fases del cannabis: la etapa vegetativa y la etapa de floración. De eso va a depender el manejo que se le dé.
En la etapa vegetativa realizan un manejo integrado de plagas y enfermedades mediante el empleo de diferentes microorganismos benéficos. En este caso, alimentan el sustrato con Trichodermas que los ayudan a controlar insectos y otros hongos presentes. “Semanalmente hacemos aplicaciones preventivas para tener un enfoque de manejo orgánico. Debemos enfocarnos en la prevención porque los productos orgánicos no funcionan de choque. Además, de esta manera empezamos a elaborar y a crear un ecosistema orgánico de microorganismos benéficos que nos ayudan a controlar plagas y enfermedades”.
Por otro lado, en la etapa de floración, continúa Mendoza, ya no recurren al uso de microorganismos benéficos, pues hay un estándar determinado en el cual deben cumplir con un conteo mínimo de mohos y levaduras.
“Al usar microorganismos benéficos durante la floración, estos pueden crecer en las cajas de Petri y así nos aumenta el conteo final que podemos llegar a tener en la flor de exportación”, plantea.
ESTRATEGIAS CONTRA LOS INSECTOS DAÑINOS
Por ello, en la etapa de floración están recurriendo a la aplicación de extractos vegetales, los cuales les han permitido hacer un adecuado control de hongos e insectos.
“Para controlar los áfidos, insectos chupadores de cuerpo blando, muy comunes en los cultivos de cannabis, estamos usando un extracto de cítricos en mezcla con un coadyuvante, diseñamos un producto en base a ello”. Mendoza añade que en floración además están usando extracto de ajo y ají, extractos a base de limoncillo y algunos extractos provenientes de cortezas de árbol que ayudan a repeler hongos como Botrytis, uno de los más peligrosos en este cultivo.
Así mismo, comenta que, en ocasiones, cuando hay alta incidencia de insectos coleópteros, recurren a lavar las plantas con agua a través de mangueras de alta presión, alternativa que les ha resultado bastante útil.
“Son metodologías que han tenido un efecto muy positivo en el manejo del cultivo y sobre todo nos han permitido lograr la calidad que necesitamos”, recalca Mendoza Peña.
En línea con todo lo anterior, el líder comercial de Earth’s Healing Colombia menciona que el cannabis es atacado principalmente por plagas y enfermedades como trips, áfidos, Botrytis, mildiu polvoso y mildiu velloso.
“Definitivamente lo que más nos ataca y que se nos puede salir de las manos si no hacemos un manejo a tiempo son los áfidos, porque se multiplican rápidamente y pueden moverse muy fácilmente de una planta a otra”, constata Mendoza. Menciona también que el ciclo de reproducción de los áfidos está en el sustrato; por ello, recurren a aplicar hongos entomopatógenos que ayudan a controlar las larvas.
TODO EL PROCESO SE REALIZA BAJO INVERNADERO
De acuerdo con Luisa Arango, gerente de operaciones de la empresa en Colombia, actualmente disponen de una hectárea (ha) construida de invernadero con la capacidad de crecer hasta 8 ha. “No hemos querido crecer, porque vamos al ritmo del mercado y este momento estamos a ‘full’ capacidad en esa ha construida”. Dicho invernadero está dividido en las dos fases productivas:
“En el invernadero de solo floración tenemos capacidad de 2.400 plantas, las cuales representan más o menos una producción de 230 kilos de flor seca”, cuantifica Arango.
Pero ¿por qué dividir el proceso? Según Mendoza, una de las características de la planta de cannabis es su susceptibilidad al fotoperiodo. La planta de cannabis se puede mantener en estado vegetativo tanto tiempo como lo deseen y esto va a depender de la señalización de fotoperiodo que se le esté dando. “Es decir, no va a pasar de la etapa vegetativa a floración mientras le estemos dando 18 horas de luz diaria”. Por el contrario, si se acorta ese fotoperiodo de 18 a 12 horas, la planta automáticamente recibe la señal y empieza su proceso de floración.
“En el invernadero vegetativo mantenemos esa constante de luz, es decir, aprovechamos las 12 horas que tenemos, generalmente de 6:00 a.m. a 6:00 p.m, y luego les brindamos a las plantas luz artificial hasta la medianoche para que logren las 18 de luz y así no entren en floración”, describe Mendoza. Ya cuando desean que entre en floración, la planta es cambiada a un invernadero donde solo recibe 12 horas de luz.
“Hacemos esta división porque la más mínima contaminación lumínica que sufra la planta nos daña todo el proceso de floración y si esto pasa nos daña la calidad y se pierde el producto final”, dice sobre un proceso que además les ha permitido ser más productivos y tener un mejor aprovechamiento de los espacios.
UN CICLO DE LA PLANTA TAN LARGO O CORTO COMO SE QUIERA
En ello coincide la gerente de operaciones: gracias a esto, destaca, han logrado maximizar la cantidad de producción por cosecha. “Es un modelo que a nosotros nos ha funcionado perfectamente, quizás a otros cultivadores no les vaya a funcionar, todo depende del manejo dado a las plantas”, declara. “Podemos hacer el ciclo de la planta tan largo o tan corto como queramos. Por ejemplo, si yo le doy luz a la planta por seis meses, la planta va a permanecer seis meses en estado vegetativo”, puntualiza.
Pero más allá del manejo en los invernaderos ¿qué se necesita para lograr una flor de cannabis con grado medicinal? Según Mendoza, la compañía se rige por lo que establece la farmacopea dispuesta por la Unión Europea, donde están definidas todas las disposiciones, tanto del aspecto técnico y sanitario como lo que se debe hacer para lograr un producto farmacéutico.
“La farmacopea establece que la flor no debe contener cierta cantidad de metales pesados, así como cierta cantidad de mohos y levaduras. Ahora, el cliente tiene unas exigencias diferentes, pide una flor compacta, con colores vivos, y que tenga un porcentaje de THC por encima del 20% y con un perfil de terpenos único (aroma)”, concluye Mendoza.
Enfocados en la producción y exportación de flor seca de cannabis
Tal como lo destaca Luisa Arango la empresa apunta a la producción de flor seca de cannabis de alta calidad. “Ese es nuestro enfoque, pero por la legislación y por los permisos que tenemos, podemos exportar incluso diferentes derivados del cannabis, tales como aceites, tinturas, entre otros”.
Como se menciona en el cuerpo del artículo, también son fuente semillera. “Tenemos aproximadamente 20 genéticas registradas y contamos con la capacidad de registrar 70 genéticas más. De las registradas, estamos produciendo flor seca y semillas feminizadas”, menciona Arango. Actualmente están produciendo entre 100 y 120 kilogramos de flor seca en constante rotación según los pedidos de sus diversos clientes.
Según menciona Mendoza, están vendiendo sus flores de cannabis en Alemania, Australia y Macedonia del Norte, y están cerrando negociaciones para llegar a Portugal y Reino Unido. “En nuestro negocio de semillas los mercados principales son Ecuador y Colombia”.
Hoy sus flores se comercializan mediante exportación directa, incluyendo la primera exportación de flor psicoactiva a Macedonia del Norte desde Colombia. También se distribuyen a través de otras empresas colombianas con clientes en el exterior, principalmente farmacéuticas, así como en mercados de Australia y Alemania, donde se vende directamente a transformadores que elaboran los productos terminados en base a cannabinoides.