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Manejo integrado de la mosquita blanca del fresno en olivos en Chile (Parte I).

17 de Marzo 2017 Equipo Redagrícola

La presencia de la mosquita blanca del fresno o “MBF” (Siphoninus phyllireae, Hemiptera: Aleyrodidae) fue informada por primera vez en Chile a mediados de la década de 1990, asociada a fresnos, en la región Metropolitana y luego en otras regiones de la zona central.

También se detectó ocasionalmente en peral europeo y asiático, granado y membrillero, entre otros hospederos. Alrededor de 10 años después, en 2007, se reportaron altas poblaciones en olivares del valle de Azapa. Lo mismo ocurrió posteriormente en Copiapó y Huasco en (2008), y ello se ha repetido en las regiones más al sur, hasta la del Maule, donde se ha detectado a la MBF afectando huertos, en 2010-2011. En todas estas regiones, al igual que lo observado durante su “invasión” en zonas olivícolas de Argentina desde 2002, se convirtió en la principal amenaza del cultivo, aunque esta situación ha decrecido significativamente en los últimos años en el vecino país. La revisión de literatura permite concluir que a la MBF se le considera plaga del olivo sólo en Chile y Argentina, sin considerarse en tal categoría en otras zonas olivícolas (EE.UU, Europa), donde la MBF está presente.

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Las MBF son insectos con aspecto de pequeñas “polillas o mosquitas blancas” al estado adulto, cubiertas de cera que le dan su aspecto característico y nombre común, la cual cubre el cuerpo de los diversos estados de desarrollo, formando una barrera protectora contra la deshidratación. Las ninfas (estados juveniles) y adultos poseen un estilete que penetra la hoja hasta alcanzar el floema, desde donde se alimentan de savia elaborada, parte de la cual es eliminada en forma de gotas de mielecilla, generando el desarrollo de “fumagina” sobre hojas y frutos. Poblaciones altas de la MBF, y la consecuente fumagina, generan defoliación y disminución de la calidad y productividad del olivo de mesa y para aceite. Ello es el principal problema que enfrentan actualmente los olivicultores chilenos, lo que hace necesario manejar esta plaga de la forma mas eficiente posible.

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Fumagina en follaje y fruta, causada por alta infestación de la MBF (Huasco, abril de 2010).

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Infestación de la MBF (y fumagina asociada) en plantación nueva de olivos (Lolol, octubre de 2010).

Estos insectos se reproducen sexualmente y una hembra puede producir más de 100 huevos. Ovipone, casi siempre, en el envés de las hojas, usualmente en ramas bajas o brotes vigorosos. Las ninfas de primer estado (ninfa 1) nacen y generalmente se fijan próximas al sitio donde quedó el corion o “cáscara” del huevo. Aunque estos insectos son sésiles, es decir la ninfa permanecerá en el mismo sitio el resto de su vida, las sucesivas generaciones pueden luego colonizar completamente las plantas, especialmente árboles emboscados. La MBF pasa en total por 4 estadíos ninfales, donde los más desarrollados presentan una franja dorsal y longitudinal blanca en el centro del cuerpo, la que también corresponde a secreción de cera. Esta característica permite diferenciarla de otras mosquitas blancas, aunque la MBF es la única especie de este grupo que se ha encontrado en olivos en Chile. Del último estadio ninfal (también llamado “pupa”) emerge el adulto, el cual luego vuela a otras áreas para encontrar pareja y reproducirse. Este estado es capaz de dispersarse activamente entre plantas y huertos vecinos. Sin embargo, las infestaciones de nuevas localidades y regiones se asocian a plantas de vivero con MBF o al transporte accidental de follaje infestado.

Desde su detección en Copiapó, en agosto de 2008, la MBF ha sido monitoreada periódicamente mediante la colecta de ramillas infestadas revisadas bajo lupa estereoscópica. Los resultados evidencian la existencia de varias generaciones por temporada, con traslape generacional. El desarrollo es más lento en invierno, con menor presencia y actividad de pupas y adultos.  Las sucesivas generaciones se suceden más rápidamente durante la primavera, y más aún en verano. De acuerdo a los requerimientos térmicos de la MBF se estima que habrían hasta 5 generaciones por año (Atacama), y probablemente hasta 4 generaciones en las regiones más al sur (Maule), afectando severamente al cultivo durante el verano y principios de otoño.

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El control químico de la MBF con detergentes agrícolas y aceites minerales al 1 % v/v ha sido satisfactorio al usar altos volúmenes de agua y total cobertura del follaje. Estos compuestos tienen varias ventajas; presentan bajo riesgo ambiental y son prácticamente inocuos para las personas (trabajadores), son relativamente baratos y no tienen restricciones de residuos o carencias. Además, su modo de acción es muy compatible en programas de manejo integrado, evitando la aparición de poblaciones resistentes de plagas. Sin embargo, se han detectado problemas de fitotoxicidad cuando se usan en concentraciones mayores al 1%, o al usarlos en forma reiterada (más de dos veces aplicados semanalmente), o durante la floración. También los frutitos pequeños (recién cuajados) son susceptibles de daño al usar concentraciones mayores al 0,25%. En otras épocas, especialmente en postcosecha, el uso del concentraciones de hasta el 1% resultan ser tratamientos eficientes y no afectan la planta. Varios aceites minerales cuentan con registro para el control de plagas en olivos en Chile, pero aún no hay registro para detergentes agrícolas, los que si pueden usarse para lavar árboles. Por otra parte, entre los productos convencionales, varias formulaciones de imidacloprid, clorpririfos, buprofezin (entre otros) están registradas en el cultivo para control de la MBF, y resultan altamente eficientes. Estos compuestos tienen la ventaja de ofrecer efecto residual (que no proporcionan los tratamientos con aceites y detergentes) y de ofrecer un mejor control de estadios más difíciles de controlar como son el huevo y la pupa. Sin embargo, su uso debe considerar resolver el problema de los residuos que puedan generar en aceitunas y aceite.

Los principales enemigos naturales de la MBF son la chinita depredadora Clitostethus arcuatus y la microavispa Encarsia inaron. Ambas especies se introdujeron durante la campaña de control hecha por INIA en la región Metropolitana, a mediados de la década de 1990. Sin embargo, sólo la chinita se ha establecido exitosamente en huertos de olivos. En la región de Atacama se han efectuado varias liberaciones de adultos desde 2009, en donde este insecto se ha establecido exitosamente gracias a la presencia de la MBF y al desarrollo de un manejo en el cual, de ser necesario el uso de plaguicidas, se privilegien productos selectivos que no dañen a este insecto benéfico. Se ha encontrado una inocuidad relativamente alta de tratamientos con aceites y detergentes sobre adultos de la chinita, pero se ha observado gran mortalidad de adultos y larvas al aplicarse insecticidas convencionales y residuales como imidacloprid y, en menor grado, con clorpirifos.

Prácticas culturales como la poda de “faldas” (ramas bajas) y de aclareo, así como la eliminación de chupones y sierpes, donde tienden a instalarse altas densidades de la MBF, reducen estos nichos preferidos por estos insectos y contribuyen a aumentar la eficiencia de las aspersiones con agroquímicos; además, al haber un follaje más ralo se reduce la humedad y aumenta la temperatura ambiental en la copa, condición que afecta principalmente a los estados ninfales menos desarrollados de la MBF, lo que contribuye a reducir sus poblaciones. Otras prácticas importantes para evitar la dispersión de la MBF es la revisión de plantas nuevas y la eliminación de follaje infestado en los acopios y transporte de fruta.

Conclusiones

Hasta 2008, el olivo en el norte chico y la zona centro-sur de Chile no tenía un panorama fitosanitario complejo desde el punto de vista de las plagas de insectos y ácaros. Con la excepción de la conchuela negra en todo el territorio, y de la escama blanca de la hiedra (en la zona centro norte) y del escolito (en algunas áreas de la zona centro-sur), no había problemas importantes. Sin embargo, desde su aparición, en 2008, la mosquita blanca del fresno ha representado una amenaza mayor para el cultivo en nuestro país y ha causado alarma entre los olivicultores, especialmente por la rápida y agresiva dispersión, y por la gran cantidad de fumagina asociada a esta especie, con el consecuente impacto en la producción y en la calidad del aceite y de la aceituna. Ello ha llevado a los productores a intervenir los huertos con plaguicidas, principalmente convencionales, con aumentos en los costos de producción, complicaciones en el manejo e impactos imprevisibles en el agroecosistema. Considerando el destino agroindustrial de la producción del cultivo (aceite y aceituna), parece viable y conveniente el desarrollo de un sistema de Manejo Integrado de Plagas (MIP), centrado en el monitoreo para determinar oportunidad de control, uso de plaguicidas alternativos y selectivos, y liberación y mantención de enemigos naturales, que permitan en el mediano plazo la obtención de un agroecosistema estable y un manejo sustentable. Esta hipótesis fue testeada exitosamente durante el desarrollo de proyectos de investigación y de transferencia tecnológica desarrollados en el norte chico en los últimos 4 años, cuyos resultados se presentarán en la segunda parte de esta nota.

Tomislav Curkovic S.

Ingeniero Agrónomo, Entomólogo, PhD

Profesor Asociado

Depto. Sanidad vegetal

Facultad de Cs. Agronómicas

Universidad de Chile

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