Manejo integrado, el gran aliado para controlar lasiodiplodia
En la actualidad, todo cultivo de palto estar· enfermo con Lasiodiplodia theobromae, un hongo endófito que eventualmente puede permanecer en el interior del tejido sin que la planta muestre síntoma. La única diferencia entre planta y planta será la severidad del ataque. Por ello, el fitopatólogo Martín Delgado, se ha dedicado en los últimos años a investigar la mejor manera de controlar esta enfermedad. En la actualidad, está en condiciones de compartir algunas soluciones que permiten reducir su ataque en campo.
Marienella Ortiz
Paltos, un cultivo que resulta rentable
Hay un gran crecimiento de la superficie de paltos en el valle de Chavimochic, debido a su alta rentabilidad. En el 2016 se cerraron envíos por un total de 196,000 toneladas, donde un gran porcentaje (49%) de esa fruta provino de La Libertad. En general, es un buen negocio, que hoy está gozando de altas rentabilidades.
La palta luce saludable cuando llega al país de destino, pero cuando el consumidor se la lleva a casa y la parte por la mitad, entonces, su interior luce oscuro en proceso hacia la pudrición. El mayor inconveniente es que esa fruta será identificada como peruana, lo que afecta a todos los envíos en su conjunto. La razón de un posible mal estado es que la enfermedad de la Lasiodiplodia contaminó al fruto antes de la cosecha. De acuerdo al fitopatólogo Martín Delgado, investigador y docente principal de la Universidad Privada Antenor Orrego (UPAO), esta enfermedad sistémica puede incluso estar presente en el palto desde que fue un plantón en el vivero, es decir, que es difícil de detectar por tratarse de una infección latente y silenciosa.
“El patógeno está por dentro, es un cáncer. Una vez que está en campo, la palta pasa por diferentes episodios de estrés fisiológico que son propios del crecimiento, de su naturaleza. Cuando hay un desbalance en el requerimiento de agua, aumentará la cantidad de azucares en la planta, que atraen la presencia de este patógeno. Este se expresa en los brotes nuevos que, luego, comienzan a secarse. El productor suele cortar ese brote y aparentemente se eliminó el patógeno, pero puede ya haber ingresado a otra zona de la planta sin que sea posible darse cuenta”, explica.
Luego de casi dos años de investigación, Delgado resalta que es necesario un manejo integrado para controlar la enfermedad. Lo primero, es tener un adecuado manejo cultural del campo y, lo segundo, es proteger a la planta mediante aplicaciones de productos químicos o biológicos sistémicos comprobados, que se usen luego de la poda o de manera preventiva en plantas sanas.
Investigación del biol
Tras la firma de un convenio con una empresa que utiliza la fermentación anaeróbica del estiércol de gallinas ponedoras, Martin Delgado comenta que están investigando los beneficios del biol en el mejoramiento de las raíces y de la nutrición del palto. También vienen probando el biol en otros cultivos, como el mango, vid, caña de azúcar,alcachofa. Además han recurrido al laboratorio de química de la Universidad Nacional de Ingeniería para hacer los análisis de fitohormonas de este biol.
LIMPIEZA DE LOS CAMPOS
Una de las prácticas recurrentes del agricultor es colocar los restos de la poda en la base del árbol, como una cobertura protectora del suelo (mulch) y para mantener la humedad en la zona, porque el palto tiene raíces superficiales. Sin embargo, lo que además se está dejando al intemperie es una gran cantidad de inóculos del patógeno que contaminarán a los nuevos brotes del palto.
De acuerdo a una de las investigaciones realizadas, Delgado comenta que por cada gramo de este material infectado procedente de la poda, el agricultor está dejando libres 100,000 esporas. “Luego de esa primera parte de la investigación, con esas esporas hicimos inoculaciones para ver cuál era el potencial numérico de infección. Mejor dicho, queríamos saber cuántas esporas eran necesarias para tener una nueva infección. Como resultado, se determinó que solo eran necesarias 10 esporas. Esta es la explicación de por qué la enfermedad es endémica y difícil de controlar”, subraya.
Ciclo y epidemiología de la enfermedad
• La enfermedad se desarrolla cuando las plantas han sufrido estrés hídrico.
• Lasiodiplodia es un hongo endófito. Eventualmente podría permanecer en el interior del tejido, sin que la planta muestre síntoma.
• La infección se expresa cuando los tejidos están debilitados por estrés hídrico, nutricional y, también, por el ataque de insectos.
• La penetración de las esporas o de los fragmentos de micelio se produce bien por heridas o bien por vía directa, a través de la cutícula.
• Es una enfermedad que se extiende cuando hay una temperatura sobre 25ºC.
• Indirectamente, los frutos también son infectados por las esporas o micelio, a través de heridas o lenticelas. Las lesiones aparecen tras la cosecha.
TODA MADERA CONTAMINADA SE DEBE ELIMINAR DEL CAMPO
Con estas cifras en mano, la recomendación es que toda la madera vieja debe ser retirada en su totalidad del campo. No es recomendable dejar ni siquiera algunos restos que parezcan inofensivos. El investigador indica que los productores han comenzado a tomar conciencia sobre la importancia de esta medida y ya vienen eliminando los residuos de la poda. Por ejemplo, en la zona del valle de Virú, los agricultores lo venden como leña, para la cocción de alimentos.
“Muchas veces dejaban estos restos en el lugar, para no invertir en mano de obra. Ahora se dan cuenta que era un hábito dañino para la planta. Cuando se poda quedan muchas heridas y con la cantidad de inóculo que se dejan de la poda –considerando que con solo diez esporas se producirá una nueva infección-, entonces, todo ello es un manjar para la Lasiodiplodia”, resalta el investigador.
Otro dolor de cabeza: la arañita marrón
Otro problema presente en el cultivo del palto es el Oligonychu punicae (arañita marrón). Esta plaga no afecta a la fruta, sino a las hojas. Tras ocasionar un bronceado en estas, los rendimientos caen dramáticamente. Como parte de las investigaciones en la universidad, Martín Delgado refiere que quedó corroborado la efectividad de los extractos vegetales, algunos ya comercializados, que controlan la plaga en la época de fructificación, cuando no es posible utilizar el control químico.
En el caso de investigaciones con extractos de plantas nativas, Delgado explica: “El problema es estabilizar las moléculas de esas plantas. Por el momento, estos se utilizan inmediatamente luego de su preparación, porque sino pierden todo su efecto. Por eso, aún están en ventaja los productos que ya están estandarizados y se pueden almacenar por más tiempo”, refiere.
APLICACIONES A LA PLANTA
Algunos de los síntomas de la enfermedad son el desecamiento de ramas y ramillas terminales; cancros en ramillas, ramas y tronco; exudación blaquecina (como sal ) que la produce la planta, no el patógeno; defoliación y muerte del árbol y frutos con lesiones oscuras, entre otros. Los frutos son indirectamente infectados por las esporas o micelio a través de heridas o lenticelas y las lesiones aparecen después de la cosecha.
Las investigaciones que ha impulsado Delgado consistieron en comprobar si determinados compuestos aplicados a la planta lograban detener la migración del patógeno y así reducir su afectación. “Luego de una determinada aplicación, regresamos tras un mes al campo. De alguna rama que había tenido el problema saldrá un brote nuevo. Cortamos un rama joven y la analizamos en laboratorio para constatar si el patógeno ha migrado”, cuenta.
Como parte de ese procedimiento, esa rama retirada es cortada en discos de un centímetro cada una. En total, se obtienen 10 discos que se analizan para ver hasta donde avanzó el patógeno. “En algunos casos, hemos visto que ha avanzado en los primeros cinco discos. Con ello, podemos decir que el tratamiento o el producto utilizado no sirvieron. En otros casos, habrá avanzado hasta en tres discos, por ejemplo. Entonces, ese tratamiento es promisorio, porque de lo que se trata es que el patógeno sea reprimido en su avance”, indica.
La investigación plantea cómo reducir el ataque en la planta con compuestos químicos. En especial, se ha indagado qué productos aplicar a la planta, luego de la poda. “Como parte de la investigación, hemos simulado una poda con tijeras a las que untamos una suspensión de esporas. Simulamos lo que en el campo ocurre: ningún agricultor pasa las herramientas por hipoclorito de sodio con alcohol, para cada corte. Más bien, le ponen un poquito de fungicida en la zona podada”, explica.
Seguidamente, aplicaron diferentes productos comercializados en el mercado. “Algunos productos dicen que son sistémicos y no lo son, porque finalmente el patógeno ingresa. Mejor dicho, al germinar la espora produce lo que se llama el micelio. Este último comienza a movilizarse en busca de comida al interior de la planta. Al matar el tejido, la expresión externa es de una rama oscura”, explica. “Hemos probado hasta tres diferentes productos químicos que se suelen recomendar a los agricultores. Al menos dos de los ranqueados no funcionaron, o sea, vamos desmitificando también algunas ideas. Ese primer ensayo ya terminó y ahora estamos en condiciones de decirle a los agricultores tales y tales productos comerciales pueden usar, porque está comprobada su efectividad”, apunta.
PLANTAS QUE SE DEFIENDAN SOLAS
Adicionalmente, una de las tareas es brindarle a la planta compuestos, para que la planta se defienda del ataque de la enfermedad. “Lo que se busca es que laplanta reaccione como si recibiera una vacuna; es decir, formando anticuerpos como lo hacen los seres humanos. Solo que, en este caso, la planta pone en marcha su metabolismo secundario para formar compuestos que le hacen la vida difícil al patógeno. Lo primero es que la misma planta vaya deteniendo al patógeno en su migración interna por la savia”, refiere. Existen dos tipos de productos promotores de la resistencia sistémica: Uno de ellos promueve la resistencia sistémica inducida, promovida por microorganismos, y la otra es con productos químicos.En el primer caso, Martín Delgado comenta que cuentan con algunos microorganismos aislados de palto.
Otro ensayo aún en proceso es la inoculación de la enfermedad a una planta sana, para ver cómo ocurre el funcionamiento del producto. ¿Si hablamos de un producto sistémico, eso significa que se coloca externamente y se introducirá a la planta? “Estamos viendo si el producto se va dentro de la planta. No importa si siendo sistémico el producto migra hacia arriba y no debajo, porque lograr un producto fungicida de doble sistemia es bien complicado. En entomología sí existen, pero no en fitopatología”, explica.