Manejo de carga frutal para equilibrar productividad y calidad de bayas en Vitis vinifera
Un trabajo realizado por investigadores de INIA Carillanca, busca responder cómo la carga la carga frutal influye en la acumulación de sólidos solubles, el rendimiento y el potencial enológico de tres variedades de uva (Pinot Noir, Tempranillo y Portugais Bleu), cultivadas en la precordillera de la región de La Araucanía.
POR IVERLY ROMERO, ING. AGRO, MG.; ABEL GONZÁLEZ G., ING. AGRO, MG., Y HÉCTOR PAUCHARD C., TÉC AGRI. INIA CARILLANCA.
A los productores agrícolas se les pide calidad. Y en el caso de las uvas destinadas a la elaboración de vino, el contenido de sólidos solubles (ss) sigue siendo uno de los parámetros más utilizados para evaluar la madurez, e incluso para establecer los precios al productor. Los ss en las uvas, en su mayoría compuestos por azúcares, desempeñan un papel esencial en el proceso de fermentación alcohólica. De no llegar al umbral necesario en este parámetro, podría no lograrse la graduación alcohólica (11,5° de alcohol) requerida por ley para que el producto pueda ser denominado vino.
En La Araucanía hay una amplia diversidad agroclimática, cuya característica más destacada es la variabilidad anual en la acumulación térmica. Esta fluctuación incide directamente en la maduración de las bayas en las zonas que se ubican hacia al sur de la región. En temporadas en que la acumulación térmica es más alta, primaveras y veranos más cálidos, se ha observado que todas las cepas alcanzan una maduración óptima de cosecha, mientras que en temporadas frías tal madurez se limita actualmente solo a ciertas cepas. Así, en condiciones de clima frío, como en la comuna de Vilcún, en la precordillera, la acumulación de ss se convierte en un factor limitante en la producción de vinos.
Así, investigaciones de INIA Carillanca buscan evaluar técnicas agronómicas para asegurar la madurez óptima en todas las temporadas, independientemente de las fluctuaciones climáticas. En este estudio, se busca responder cómo la carga frutal influye en la acumulación de sólidos solubles, el rendimiento y el potencial enológico de las diversas variedades de uva en la precordillera.
REGULACIÓN DE LA CARGA FRUTAL Y SU INFLUENCIA EN EL RENDIMIENTO Y CALIDAD DE BAYAS
En condiciones de clima frío, la acumulación de ss se convierte en un factor limitante, ya que las bajas temperaturas reducen la tasa de fotosíntesis, ralentizando la acumulación de azúcares en comparación con regiones de climas más cálidos. Por esta razón, la selección de variedades que requieran menos calor para completar su ciclo productivo, es esencial para garantizar la calidad de las uvas y su maduración. Asimismo, en zonas propensas a heladas tempranas, una estrategia efectiva es aumentar la densidad de yema por unidad productiva para prevenir drásticas caídas en la producción. Sin embargo, en temporadas benignas, dichas unidades generan sobrecarga que afectará la madurez.
Por otra parte, las recomendaciones relacionadas con la carga de fruta por planta en la región se aplican de manera general y suelen estar más enfocadas en variedades más conocidas como Pinot Noir y Chardonnay. Sin embargo, cuando se trata de variedades menos convencionales, esta información se vuelve insuficiente, dado que las variedades son distintas, en cuanto a tamaño y peso de racimos, tamaño de la baya y fertilidad de yemas. Por lo tanto, se hace necesario evaluar las cargas frutales en condiciones desfavorables, como en ciclos de maduración más cortos o cuando, por condiciones favorables exista sobrecarga.
En tal sentido, se plantea la necesidad de estudiar el impacto de dos niveles de carga frutal en la maduración de tres cepas tintas con distintos comportamientos productivos. El objetivo es determinar cuál de las dos cargas frutales conduce a una maduración más rápida o simplemente a una maduración, sin verse afectada por la variabilidad interanual de las temperaturas, especialmente en climas fríos.
Para el estudio, establecido en INIA Carillanca, se utilizaron plantas de las variedades Pinot Noir, Tempranillo y Portugais Bleu injertadas, con un marco de plantación de 2,8 x 0,8 m, conducidas en espalderas y con sistema de protección contra heladas (con buen desempeño). Estas se establecieron en el Centro Regional de Investigación INIA Carillanca, comuna de Vilcún.
Las variedades seleccionadas se distinguen por presentar diferentes niveles de fertilidad en sus yemas. Pinot Noir se destaca por su baja fertilidad en las yemas, lo que conlleva a una menor cantidad de yemas productivas. Tempranillo es de fertilidad moderada a alta, lo que implica una capacidad razonable para generar yemas fértiles y, por ende, una cantidad adecuada de racimos. Portugais Bleu muestra un nivel de fertilidad moderada, ubicándose en un punto intermedio entre el Pinot Noir y el Tempranillo en cuanto a su capacidad de producción de yemas fértiles y racimos.
En la temporada 2022/23, se seleccionaron plantas homogéneas para aplicar los tratamientos. En la variedad Tempranillo la alta carga corresponde a 8 racimos, mientras que la baja carga corresponde a 5 racimos. En Pinot Noir y Portugais Bleu la alta carga corresponde a 12 racimos, mientras que la baja carga contempla 8 racimos. El raleo para ajustar la carga de las plantas (tratamiento) se ejecutó a inicios del envero de las variedades (15-02-2023). La cosecha de los ensayos se realizó el 4 de abril, dos semanas antes de la cosecha comercial de la viña (por disponibilidad de mano de obra). Los análisis de fruta se realizaron en el Laboratorio de Postcosecha de INIA Carillanca.
En el caso del Pinot Noir (Cuadro 1), se observó que las plantas sometidas a una carga de racimos reducida experimentaron una disminución del 36% en su rendimiento por planta en comparación con las plantas de alta carga de racimos. Sin embargo, esta disminución no se tradujo en un aumento del contenido de sólidos solubles en los racimos, pues se mantuvo en un 17,3%, valor idéntico al registrado en las uvas de las plantas con una alta carga de fruta.
Para Portugais Bleu (Cuadro 1), una variedad sin antecedentes en la región, luego del raleo para alcanzar una carga de fruta más reducida, resultó en una producción de 1,9 kilogramos de fruta. Esta disminución en la carga se tradujo en una reducción del rendimiento del 34%. De igual manera no se observaron diferencias significativas en lo que respecta al contenido de sólidos solubles.
En Tempranillo (Cuadro 1), al evaluar el rendimiento por planta, se observó que la reducción de la carga frutal a sólo 5 racimos resultó en un rendimiento de 2,4 kilogramos, representando una disminución del 44%. En términos de una hectárea, esta caída en la producción podría equivaler a casi 8,500 kilogramos. A pesar de que el tratamiento de baja carga alcanzó un nivel de sólidos solubles del 19,8%, no se encontraron diferencias estadísticamente significativas en comparación con el tratamiento de alta carga, lo que sugiere que el aclareo de racimos no aceleró el proceso de maduración.
Los parámetros de acidez titulable y pH, no se vieron afectados en las tres variedades evaluadas, y al terminar su microvinificación (cosecha comercial), los vinos alcanzaron 11,3°; 12,0° y 12,5° alcohólico para las cepas Pinot Noir, Portugais y Tempranillo, respectivamente.
En las tres variedades, el raleo de racimos para disminuir carga frutal no aceleró la maduración de los racimos restantes como era de esperar. Este fenómeno se puede atribuir, en parte, al hecho que, durante el envero, cuando se realizó el raleo, la uva canaliza sus recursos hacia múltiples destinos, incluyendo racimos, brotes y raíces, que utilizan de diversas maneras los recursos generados por las hojas de la planta. Además, desde una perspectiva ecológica, en la etapa de envero, las semillas ya han alcanzado viabilidad fisiológica, pero continúan su proceso de maduración para estar preparadas ante condiciones adversas. Por lo tanto, los racimos en esta etapa no tienen una prioridad exclusiva de importar recursos. Si consideramos que el propósito principal de la baya es la reproducción, su prioridad inicial es el desarrollo de una semilla viable antes que completar su madurez con el contenido óptimo para vinificar.
Por otro lado, durante esta temporada, las temperaturas fueron notablemente más elevadas, con un incremento de un 25% en la acumulación de grados días en el período crítico de maduración con respecto a la temporada anterior (febrero a abril) y a un aumento significativo en los grados-día acumulados en comparación a los últimos 10 años (Cuadro 2). Esto se tradujo en una temporada, particularmente, favorable para la maduración de las cepas. Además, se sugiere que los efectos de la aceleración en la maduración podrían ser más evidentes cuando el raleo se lleva a cabo durante el cuajado de las bayas. No obstante, se tiene previsto continuar con estudios adicionales en la próxima temporada para obtener información más precisa y esclarecedora sobre este tema.