Los corazones más grandes nacen en la Pampa de Villacurí
Si bien Chincha ha sido el lugar privilegiado para la producción masiva de alcachofas de exportación, debido a sus condiciones favorables de suelo y clima, Agroindustrias AIB ha destinado parte de sus terrenos, ubicados en la Pampa de Villacurí, para dar un impulso a la producción propia de esta hortaliza. Muy pocas empresas agrícolas se habían aventurado a cultivar alcachofas en suelos arenosos, y si lo hicieron, fue con resultados poco auspiciosos. Sin embargo, la firma agroexportadora encontró en la campaña de este año la fórmula perfecta para producir una hortaliza de alta calidad y de rentabilidad por encima del promedio.
Por Marienella Ortiz
Agroindustrias AIB cuenta con más de 100 ha de alcachofa en Chincha, que son producidas en terrenos compuestos por limo y arcilla, características que permiten el buen desarrollo de una hortaliza que cuenta con un sistema radicular fuerte y profundo. Entonces, el reto que se pusieron como empresa fue el de sembrar alcachofa en plena Pampa de Villacurí, en suelos compuestos en un 99,9% de arena. El año pasado iniciaron un ensayo que incluyó una producción inicial de 25 ha, cuyos resultados los sorprendió y los alentó a sembrar este año 110 ha en tierras que previamente estaban cubiertas de esparragueras, que ya habían cumplido su ciclo productivo que, sumado al fenómeno biológico de la alelopatía, les impedía continuar con ese cultivo en el mismo terreno. Entonces, además de granadas y uvas, los responsables de AIB optaron por la alcachofa.
“Pese al suelo salino y con aguas de alta conductividad, logramos buenos rendimientos gracias a la incorporación de materia orgánica (10 toneladas de compost por hectárea), al buen manejo del riego por goteo y a la disponibilidad de agua. Como estamos diversificados con uva de mesa y granada aquí en Villacurí, podemos balancear el uso del agua disponible entre los distintos cultivos. Antes teníamos sembrados espárragos y se necesitaba todo el tiempo agua para ese cultivo. Ahora tenemos periodos, como por ejemplo en agosto, en que no utilizamos el agua y, entonces, es destinada a la alcachofa”, explica Alex Böhmer, gerente de operaciones agrícolas de Agroindustrias AIB. Dos fueron las razones que los llevó a cultivar en Villacurí. Según explica Böhmer, lo primero fue que la empresa necesitaba incrementar sus volúmenes de procesamiento de alcachofas, pero eso resultaba cada vez más complicado a través de la compra de la hortaliza a productores locales. El cultivo no es tan rentable como para encomendarlo a terceros, ya que estos prefieren cultivar palto o mandarinas en la zona. El precio internacional de la alcachofa se mantiene estable y existe mucha competencia internacional. Por ello, para la mayoría de las agroexportadoras, la alcachofa está integrada verticalmente al negocio de una agroindustria que requiere el fruto como parte de su oferta habitual.
Lo segundo es que los precios de los terrenos que se venían alquilando se han disparado en los últimos años. “En la zona sur subieron los alquileres. Si a eso se suma el problema de abastecimiento de agua, los costos de producción se pueden volver inmanejables. Si recordamos, los campos de Chincha estaban llenos de algodón, pero hoy la mayoría tiene paltos o mandarinas, casi todos son productos de exportación”, señala Böhmer.
De acuerdo a su memoria anual de 2015, registrada en el Superintendencia del Mercado de Valores (SMV), la operación agrícola de Agroindustrias AIB comprendió un total de 1,370 ha propias en producción y cerca de 180 ha alquiladas en el valle de Chincha y Piura.
LA CLAVE DEL ÉXITO ESTÁ EN LA FASE INICIAL DEL CULTIVO
Cuando hablan de buenos rendimientos en Villacurí, Edith Flores Casavilca, supervisora del cultivo de la agroexportadora, detalla que se logró este año una productividad de 18 t/ha, con picos incluso de 23 t/ha, debido al buen manejo agronómico de la planta. Estos rendimientos son muy similares a los producidos en sus cultivos de Chincha.
¿Cómo se logró este nivel de productividad, pese al tipo de suelo? La experta explica que la clave está en la fase inicial del cultivo. Para que la alcachofa se desarrolle con éxito, realizan un trabajo minucioso en el trasplante, lavando las sales que están en el cuello de planta; evitando así que el excesivo nivel de sales queme las raíces. No es necesario mucha agua porque las raíces tienen solo 3 cm para ese entonces. En todo caso, mantienen la humedad en los 40 cm de profundidad, donde hay actividad radicular. Gracias al sistema de riego por goteo instalado, el agua se distribuye con pulsos cortos para mantener la humedad. En esta labor debe haber un alto nivel de precisión, pues si se utiliza mucha agua podría afectar la absorción de los fertilizantes u otros componentes que son esparcidos a través del sistema de riego. Puntualmente, el cultivo en Villacurí demanda 16,000 m3/ha durante la campaña.
Asimismo, los expertos de la empresa deben tener mucho cuidado con la presencia de nematodos en los suelos salinos, lo que es contrarrestado con productos químicos o de tipo orgánico, como el compost que compran a terceros. “Se cuida mucho la planta durante los primeros 45 días. Esa es la etapa crítica porque hay que evitar que las sales quemen las raíces y que los nematodos afecten al sistema radicular Si logras pasar esa etapa y tienes una buena planta, sin problemas de nematodos, entonces, ya tienes una producción asegurada”, apunta Flores.
Por el momento, no han tenido problemas de plagas, entre ellos, los lepidópteros, que suelen atacar el cuello de la planta de la alcachofa. Cuando la planta tiene varias hojas, comienzan a comerlas y, luego, continúan con el capítulo o fruto. Una de las razones de esta ausencia de plagas se debería a que cada año intentan reemplazar los productos químicos por los biológicos. Como lo producido se dirige a mercados internacionales, la firma da prioridad a ese tipo de soluciones y aleja cualquier posibilidad de un rechazo en el punto de destino, debido a posibles trazas de agroquímicos.
ÚLTIMA COSECHA CON MAYOR PORCENTAJE DE FRUTOS DE PRIMERA
Durante las últimas semanas de octubre, que es cuando se visitaron los campos, aún quedaban frutos en los tallos. La cosecha dura entre dos a tres meses, lo que significa unos 100 días de recolección. En épocas de buen clima, esto puede extenderse a 120 días. Y 2016 fue un año de buena cosecha para AIB. Se sembraron alcachofas de las variedades híbridas Imperial y Lorca, y esta última se adaptó mucho mejor en Villacurí que lo que usualmente ocurre en Chincha. Los responsables del cultivo conocen bien a ambas variedades, ya que AIB vienen trabajando con ellas desde hace unos 15 años, cuando empezaron el cultivo de alcachofa en Chincha.
En general, la variedad Imperial es mucho más productiva. Mientras una alcachofa de la variedad Lorca puede tener 20 capítulos o frutos por tallo, una imperial llega a 35 o 40 por tallo. El éxito de lo producido en Villacurí se debe a que ambas variedades han logrado un buen nivel de compacidad, sin vacíos en el centro del corazón. Esto significa que la empresa tuvo un mayor porcentaje de frutos de primera, lo que significa vender a mejores precios en los mercados de destino.
“Los frutos que no tienen vacío en el centro son mejor valorados en el mercado internacional. La fruta de primera es la que se obtiene al inicio de la campaña y, en ese periodo hemos tenido porcentajes de 95 a 100% de productos de primera. En Chincha se obtiene en la cosecha un porcentaje de hasta 92%, pero no un 100%. En Ica, encontramos la fórmula de un producto de mayor calidad, debido principalmente a las condiciones climáticas, que presenta temperaturas mínimas inferiores a las registradas en Chincha, gracias a las cuales (y en combinación con los manejos que hacen los responsables de AIB) se obtienen frutos más compactos. De esta forma los porcentajes de primera son mayores”, explica Edith Flores.
Actualmente, se están probando nuevas variedades como Nun 141 y Marigal, aunque aún no han obtenido resultados satisfactorios. El reto es tener alcachofas de corazones grandes y compactos, para que sean aprovechables en la producción de conservas. Las alcachofas con corazones pequeños o aquellos con deformidades se pasan como de tercera o cuarta calidad y son castigadas con un menor precio.
EN 2017 PODRÍAN CRECER HASTA LAS 200 HA EN ICA
De acuerdo a cálculos preliminares, el campo de Villacurí se acercó esta campaña a una producción de 2,000 toneladas de fruta. Lo cosechado es transportado a la planta de procesamiento, ubicada en el kilómetro 204,8 de la carretera Panamericana Sur (Chincha), donde se producen conservas y congelados. Como la producción en los campos de Chincha también sale en similar época, la empresa debe programar la siembra y cosecha de ambos campos iqueños para no tener problemas de turnos en la planta. Un mayor porcentaje de lo producido se destina a la producción de conservas. Este año en especial, se ha pedido un mayor lote de corazones enteros en conservas. Los principales mercados están en Europa y EE UU. Las presentaciones en conservas son de corazones de alcachofas enteras o en cuartos. El volumen va de 3 kilos a las 15 onzas en latas, mientras que en vidrio el peso es de 460 miligramos, 314 miligramos o 6,5 onzas. En congelados también se exporta en cajas de 33 libras, 10 o 1 kilo de corazones enteros o en cuartos.
Vasco Stefano Valdman, analista de operaciones agrícolas de AIB, estima que en el 2017 podrían duplicar las hectáreas en los campos de Chincha y de Pampa de Villacurí. De lo sembrado actualmente, indica que podrían crecer a 200 ha en, debido a los buenos resultados obtenidos este año. La mayor limitante que tienen para crecer a mayor ritmo son los niveles de agua en Ica. Los pozos tienen un determinado volumen al que se deben regir. Abel Montalva Tasayco, supervisor de predios, explica que cada año baja el nivel estático en 1,5 metros de agua. Uno de los problemas identificados es la gran cantidad de pozos informales que impiden una mayor provisión del recurso.
Otro reto es el de contar con mano de obra calificada de la zona. El promedio de trabajadores que requiere la alcachofa en la zona es de 40 jornales por hectárea. Hay bastante competencia entre los fundos por captar más trabajadores. Cada año sería más complicado con nuevos cultivos que están creciendo en la zona, como el arándano. La empresa ya cuenta con un número de trabajadores fidelizados, que trabajan tanto en las labores en campo como en la planta. Como esta campaña la cosecha de espárragos se atrasó en la zona, no coincidieron en demanda de mano de obra con ese cultivo. Más bien fueron a la par con la cosecha de arándanos, pero eso no significó un problema.
MÁS QUE EL SUELO, ES EL CLIMA
La variabilidad climática en los últimos años, sea por el calentamiento global o por el Fenómeno de El Niño, también tiene un importante impacto en los rendimientos de la producción de las alcachofas y otros cultivos. Las alteraciones del clima originan que se adelante o retrase el cultivo, o que la producción crezca o retroceda.
“El año pasado se dijo que el fenómeno de El Niño iba a alterar la producción. Al inicio sí afectó porque se registraron temperaturas máximas más altas de lo usual y eso genera un desarrollo más lento del cultivo. Este año, ocurrió algo parecido pero finalmente no tuvo mayor impacto en los rendimientos”, dice Edith Flores. En efecto, las temperaturas se han incrementado y variado durante el año. En septiembre, la temperatura llegó en algunos días a 30 grados, pero ya en el siguiente mes nuevamente cayó a 25 grados. Estas variaciones hacen que se afecte el volumen de los kilos a cosechar. Si bien están muy satisfechos con los resultados de las alcachofas en Ica, Alex Böhmer considera que aún quedan algunos detalles por ajustar en el manejo fisiológico para seguir mejorando los rendimientos. Por lo pronto, los resultados iniciales justifican continuar con un crecimiento del cultivo en los suelos arenosos de la Pampa de Villacurí.