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Planta injertada

La principal aliada de la sandía peruana

Los productores de sandía, un cultivo de clima cálido, han comenzado desde hace unos tres o cuatro años a investigar y experimentar con portainjertos en la costa peruana. Aunque no es una técnica muy extendida en el país, existe una marcada tendencia por preferirlos, sobre todo porque su uso les permite tener cultivos más resistente a ciertas enfermedades, como el hongo Fusarium.

04 de Mayo 2017 Marienella Ortiz
La principal aliada de la sandía peruana

Hace unos diez años, los productores peruanos de sandía apostaban casi exclusivamente por la variedad Peacock, de cáscara verde, pulpa color rojo intenso y que podía alcanzar hasta 12 kg de peso. Se trata de una variedad rústica y de alta adaptabilidad en todo tipo de terrenos que, incluso hoy en día es la preferida de los productores. Sin embargo, a través de los años, se han ido incrementando los ataques de Fusarium, un hongo que incluso puede llegar a matar a las plantas en momentos previos a la cosecha.

En la búsqueda de una solución a este problema, los productores dieron con los portainjertos, una técnica que es ampliamente usada en países como España y México y que, una vez introducida en el Perú, los productores comprobaron casi de inmediato que se reducía la incidencia de Fusarium. Asimismo, su uso les ha permitido ampliar el abanico de variedades de sandía, sembrando algunas de diferente color de piel, de tamaños más pequeños e incluso algunas que no desarrollan pepitas; que son destinadas al mercado doméstico-sobre todo en Lima- entre los meses de enero y abril.

PRINCIPAL VENTAJA: REDUCCIÓN DE INCIDENCIA DE ENFERMEDADES

PLANTAS RESISTENTES. La principal ventaja que encontramos usando plantas injertadas es que con ellas se reduce la incidencia de enfermedades, por ejemplo de Fusarium, en el cultivo.

Mauricio Olórtegui es un productor de sandías que maneja aproximadamente 20 ha en Nazca y que, desde hace tres años comenzó a usar plantas injertadas en sus campos. En un inicio, Olórtegui recuerda que la falta de experiencia les provocó una serie de pérdidas. “El problema surgía porque el injerto no pegaba y la planta se moría. Ese fue un aprendizaje en el que se ha perdido dinero, pero finalmente ahora hemos aprendido y estamos satisfechos por los resultados que nos da esta técnica”, sostiene.

Por su parte, Rubén Córdova, encargado de sandías y melones de Villafruta SAC., cuenta el uso de plantas injertadas en la empresa comenzó hace cuatro años en terrenos que la empresa tiene en Ica. “La principal ventaja que encontramos usando este tipo de plantas es que con ellas se reduce la incidencia de enfermedades en el cultivo. En el Perú, recién se está conociendo esta técnica. En Chile, el 100% de las sandías que producen allí, lo hacen usando portainjertos. En Ica, además de nosotros, hay varios productores que tienen entre 3 y 4 ha que ya están usándolos, principalmente porque así se disminuyen las pérdidas provocadas por el Fusarium”, explica.

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Para que una empresa pueda tener éxito en el uso de plantas injertadas, esta debiese contar necesariamente con una infraestructura adecuada: tener un vivero y una cámara con calefactor y humidificador. En el Perú, algunos agricultores montan su propia infraestructura, mientras otros prefieren comprar las plantas ya injertadas a viveros especializados. Un tema clave es que, además de comprar tanto la semilla de la variedad de sandía, se debe tener definida la planta a la que se injertará. Tanto Córdova como Olórtegui explican que usan la calabaza Macis para hacer el injerto con la sandía.

Preparación: De acuerdo a la experiencia de Villafruta, el primer paso es sembrar en el vivero la semilla de la variedad de sandía escogida, para luego de diez días, si es temporada de invierno, o siete días, cuando se trata de días de calor, se siembre el portainjerto. Las evaluaciones que prosiguen son la observación de la masa radicular, que permite identificar el vigor de la planta. Aproximadamente, tras veinte días de la siembra, se procede a realizar el injerto. Dos días antes, Córdova explica que hay un proceso de preparación de riegos moderados y la aplicación de nutrientes que contengan aminoácidos y vitaminas.

El injerto es colocado en la cámara que mantiene el cultivo, es decir, en un ambiente con un 100% de humedad y con una temperatura de 25°C. Algunos productores realizan el injerto de manera artesanal, sin embargo, para que ello resulte, la temperatura ambiente debe estar en 20°C y, según cuentan los entrevistados, es mejor hacerlo por la tarde. Seguidamente, entre 7 y 10 días de haber efectuado el proceso del injerto, viene el proceso de adaptación. Sin sacar las plantas injertadas del vivero, se las pone bajo una sombra del 70%.

Tras este proceso, es inevitable que al menos un 10% de las plantas injertadas se pierdan. Previamente, también hay una pérdida del 5% en el proceso de germinación. Para reducir las pérdidas usuales se debiese controlar la calidad de la infraestructura y capacitar al personal para realizar con éxito el injerto de la planta de sandía.

“En algunos casos, puede que no hubo un buen pegado, pero a veces no te das cuenta en el momento. Si la unión está al 20% y la llevas al campo, esa planta no se abastecerá del agua y nutrientes suficientes, entonces, habrá un encrespamiento de la planta, acortando su ciclo de vida. Apenas llegará a crecer 20 centímetros antes de morir”, detalla Córdova.

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En el campo: El proceso, desde que la planta es sembrada en el vivero hasta que es trasladada el campo, puede demorar 45 días si es invierno y 35 si es verano. Para los agricultores de sandía es importante el tema de la temperatura y clima para lograr una sandía de mayor calidad y dulzor que sea del gusto del consumidor. En invierno, debido a la menor presencia de luz solar y fotosíntesis, se producen sandías insípidas. Por ello es que los productores suelen migrar hacia el norte para continuar cultivando sandías. Y aquellos que no se mueven de su zona, solo producen sandías en verano, las que comienzan a sembrar en noviembre y cosechan entre enero y marzo.

En Villafruta, casi el 100% de la sandía que producen, lo hacen a través de la técnica del portainjerto, porque consideran que es mucho más productiva y porque debían tener continuidad en la provisión de sandía que entregan a los supermercados Wong y Metro. Actualmente trabajan con la sandía Fashion (una variedad sin pepita y de un menor tamaño, muy comercializada, por ejemplo, en España), a la que suman otras variedades como Boxy, Catira y Santa Amelia. Además, se han atrevido a producir una sandía de pulpa amarilla, cuyos frutos pesan en promedio unos 6 kg.

Mayores rendimientos: Rubén Córdova comenta que con 4,500 plantas sacan 60 toneladas de sandía en un mes. “Hacer un cultivo con injerto es fácil para quien tropezó y cayó, pero para quien recién empieza no es fácil, porque las calabazas son susceptibles a nematodos que dañan las raíces”, comenta.

UN CULTIVO MÁS INTENSIVO. En Europa se ha reducido el número de plantas por hectárea al trabajar con plantas injertadas. Hoy solo se emplean 3,000 plantas/ha.

Precios de la planta injertada: Para quienes nunca han usado una planta injertada el principal inconveniente es el sobre precio, que se desglosa en el material vegetal, mano de obra especializada y las instalaciones. La diferencia en costos entre una planta injertada y otra sembrada directo en suelo es aún muy alta. Mientras que los viveros venden la planta injertada a S/.1, una planta sin injertar solo tiene un precio de S/.0,15. Claro está, el riesgo con una planta sembrada en suelo puede ser la pérdida total de la cosecha. Adicionalmente, Olórtegui comenta que una vez que se presenta la enfermedad (Fusarium) es necesario migrar a otros terrenos, lo que significa un costo adicional en alquiler de campos nuevos. El precio puede verse compensado por una reducción de plantas por hectáreas. En España se ha pasado de usar 5,500 plantas/ha, cuando se usaban plantas sin injertar, a solo usar 3,000 plantas/ha, de plantas injertadas. Asimismo, hay compañías que están buscando mecanizar el proceso de injerto para hacerlos aún más competitivo, en términos de precios.

Ambos productores consideran que, al tener una planta más vigorosa para enfrentar enfermedades y plagas, mejora la calidad de las sandías tanto en grados brix, en textura y color. Incluso Olórtegui señala que han mejorado los rendimientos: sus campos pasaron de 50 o 60 t/ha a tener producciones de 70 t/ha, usando plantas injertadas.

Comercialización: Actualmente, las sandías se siembran desde Tumbes hasta Tacna. Se exporta un aproximado de US$2 millones a los mercados de Ecuador y Chile. Sin embargo, el destino principal de la producción de sandía es el mercado interno. En plena temporada se pagan en campo hasta S/.0,70/kg, mientras que en los meses en que el consumo baja, es decir, en época de frío, el precio en campo llegar solo hasta en S/.0,40/kg.

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