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La importancia del riego y suelo en el establecimiento exitoso del cultivo de arándano

Que una planta de arándano se muestre saludable dependerá en gran medida de qué tanto las raíces puedan profundizarse en un suelo amigable y de entender si el riego está mojando o no esas raíces. Para ello, el mito de que todas las arenas infiltran el agua, debe quedar superado entre los productores de arándanos.

10 de Octubre 2022 Equipo Redagrícola
La importancia del riego y suelo en el establecimiento exitoso del cultivo de arándano

Sea por el efecto degradativo, el tránsito humano o el peso de un camellón, habrá una pérdida de profundidad de los suelos en el cultivo del arándano, es decir que se compactarán con el paso de los años y eso irá limitando la infiltración del agua y la profundización de las raíces, teniendo efectos directos en el crecimiento de la planta y desarrollo de la fruta, advierte el ingeniero agrónomo Antonio Lobato, consultor en suelos (relación suelo-planta-agua) en Perú, Chile y Argentina.

Para ello, destaca que será de gran importancia la correcta preparación física de los suelos, mediante el subsolado, sea con buldócer o maquinaria con “garras”, en un terreno humedecido. De prepararse el suelo en seco, señala que quedarán grandes bloques de poca “superficie específica” que las raíces nunca penetrarán; y, como resultado, habrá pocas raíces.

Problemas en la relación inversa entre el volumen y la superficie.

PROBLEMAS EN LA RELACIÓN INVERSA ENTRE VOLUMEN Y SUPERFICIE

Si las raíces se encuentran con estos bloques grandes, las van a rodear y no va a poder aprovechar nada o muy poco de lo que ese suelo debería ofrecerle para su desarrollo. “Si imagináramos que estos grandes bloques fueran terrones exactamente iguales, con el mismo peso y el mismo volumen, al ser trozados en forma más pequeña, la superficie específica de un primer terrón sería de 24 centímetros y, si lo trozan, el segundo tendría 48 cm. Y si los siguen trozando, tendrían 96 cm. Y, si lo siguen destrozando, 192 cm, y así progresivamente. Entonces, el mismo volumen incrementaría sustancialmente su superficie. (Imágenes 1 y 2) ¿Qué implicancias tiene eso para el desarrollo de la raíz? Al haber más superficie específica, más grande es la cabellera del suelo que va a sustentar el crecimiento vegetativo y reproductivo de la planta”, señala.

Por ello, la importancia de un suelo humedecido en la preparación física. Y si hay bloques grandes hay que volver a trabajar con la tecnología con que se cuenta actualmente, para ir trozando las partículas del suelo suelo, indica.

Ingeniero agrónomo Antonio Lobato, consultor en suelos (relación sueloplanta- agua) en Perú, Chile y Argentina.

No obstante, refiere que muchos siguen sin tomar en cuenta este tema, porque consideran que las arenas no se comportan igual que un suelo arcilloso en cuanto a la compactación. “Es un mito que los suelos arenosos son siempre sueltos, permeables y fáciles de explorar por las raíces. Si nos preguntáramos qué se compacta más, una arcilla o una arena, podríamos recurrir a la densidad aparente (DA) para saber cuál tiende a acomodar más sus partículas y a ocupar más materia por unidad de volumen.

De ello, se concluiría que las arenas se compactan más que la arcilla”, dice. Detalla que con las arenas se puede llegar a una DA que va de 1,55 hasta 1,8 g/cm3, mientras que con una arcilla va de 1,2 hasta 1,3 g/ cm3. (Cuadro 1) Para entenderlo mejor, indica que una partícula de arena vista debajo de un microscopio electrónico es de forma muy similar a una piedra, que a menor tamaño se puede acomodar para darle una forma y estabilidad.

Menciona el caso de la piedra chancada utilizada como base para la construcción de una pista de asfalto. “Lo que se deposita antes de las carpetas asfáltica o pavimento es arena con piedra molida que se moja, se aprieta con rodillo y eso queda con una densidad altísima. Y de lo bien que quede eso dependerá la vida útil del camino, más que de la carpeta asfáltica en sí”, destaca. Entonces, cuánto más se muela, se acomodará más, porque ocupará menos espacio, agrega.

Para explicarlo aún mejor, expone el caso de un análisis textural de suelo por tres estratas o capas y con una profundidad de hasta 90 cm en un suelo en la localidad de Ica. (Cuadro 2). Los suelos en las tres estratas corresponden a arenoso- franco, arenoso y arenoso. El componente de arena en cada estrata está por encima del 70%, luego viene el limo entre 14 a 25% y la presencia de arcilla es muy ínfimo, va de 2 a 5%. Con estas cifras, dice que “uno podría pensar que ese suelo tiene características de infiltración amigable, que la aireación está asegurada, que la resistencia física a la penetración de las raíces, no existiría”, dice. Sin embargo, afirma que existe una profunda equivocación frente a esa teoría. La razón es que el suelo no solo tiene arena, limo y arcilla, sino que también tiene gravas, que son elementos superiores a los dos milímetros. Además, en lo que corresponde a la fracción textural, hay cinco tipos distintos de arena desde arena muy gruesa a arena muy fina.

Mejor dicho, dice que hay distintas fracciones granulométricas entre tipos de arena. Mientras un gramo de arena muy gruesa tiene 90 partículas, en el caso de la arena muy fina llega hasta 722.000 partículas por gramo (Cuadro 3). O sea, hay 8.000 veces más partículas en un gramo de arena fina que en una arena gruesa y 40 veces de diferencia entre el diámetro de una arena muy gruesa con una muy fina. Entonces, recomienda siempre hacer un análisis de textura con separación de arena y cuantificación de las gravas para lograr una correcta interpretación del comportamiento del suelo.

¿Qué tiene que ver esto con el riego? El tamaño de las partículas va a condicionar el recorrido del agua en el riego. Cuando las partículas son grandes no baja el agua, se expande lateralmente, porque hay un problema de tensión superficial del agua. “El agua siempre toma forma esférica. Siempre que vemos gotas en aspersiones foliares, lluvia, lágrimas, etcétera, siempre son esferas de poca deformabilidad, entonces, cuando los intersticios del suelo son muy pequeños, simplemente no los dejan pasar y quedan atrapadas, intersticialmente. Al quedar atrapadas, el agua se mueve lateralmente y no hacia abajo”, indica.

Además, sostiene que no solo no estamos mojando el suelo, sino que estamos teniendo un problema serio de aireación, con un deterioro importante de las raíces a lo largo del tiempo. En estos casos, suele ocurrir que al hacer una calicata vemos que la planta nunca se conectó con el suelo. A ello se suma otro problema, las raíces en el arándano suelen crecer torcidas y enrolladas, por al parecer problemas que vienen de la fase de propagación del cultivo.

Cuando se devuelve exactamente la misma cantidad de suelo de una calicata, el volumen cambia, se desordena y crece. Con el tiempo, esto nuevamente se va compactando e incluso desciende más que el nivel del suelo.

Debido a problemas en la preparación del terreno y a la forma en que crecen las raíces, comenta que tendremos una planta con una raíz pequeña, con baja capacidad de sustentar a largo plazo el follaje, es decir el crecimiento vegetativo y reproductivo. “Todo ello hace pensar que los arándanos tienen raíces muy superficiales. Le puedo decir que en realidad lo que hay son suelos con precaria preparación que no permitieron que bajara la raíz. La verdad es que no son tan profundas como una parra ni como un frutal de carozo o una pomácea. Pero sí podrían explorar perfectamente 80 centímetros, 1 metro o 1,20 metro, lo cual sería bastante mejor que vivir en pocos centímetros”, señaló.

USO DE CAMELLONES EN EL RIEGO

Debido a que se han construido camellones en todas las especies, el experto comenta que casi por defecto se ha seguido el mismo camino con los arándanos. “No tendría mayores reparos si no hubiéramos descubierto que hay un pequeño problema con los camellones”, dice. Menciona que en la base donde se asientan todos los camellones se observa lo mismo, un suelo más compactado por el peso. “El suelo se prepara adecuadamente y se levanta el camellón y esa zona se endurece por un tema del peso. No son pocos kilos que inmediatamente aprietan la superficie. Entonces, hay un fenómeno que ocurre y es que en el camellón mismo tenemos poros -grandes- y cuando llegamos a la base que es el suelo texturalmente, observamos que producto del apriete, los poros son más pequeños. No conozco ningún camellón que no presente este defecto. Y no es un tema menor”, indica. Para graficar esta situación, refiere que, luego de hacer una calicata, se devuelve exactamente la misma cantidad de suelo que se sacó, pero aparentemente sobra suelo. ¿Cómo puede ser? “Si yo saqué 100 kilos de la calicata y le devuelvo los mismos 100 kilos. El volumen cambió. Se esponjó, las partículas se desordenaron y ahora ocupan más espacio”, indica. Sin embargo, agrega, que con el tiempo, por efecto de las pisadas y del agua de riego, el suelo se reacomoda e, incluso, se termina viendo más bajo que el nivel del suelo original. Esto porque el agua es un gran agente compactante.

Si llevamos el mismo ejercicio a un camellón, menciona que estos bajan su nivel con el pasar de los años, es decir que va disminuyendo la masa y volumen. La masa puede perder kilos, mientras que el volumen sí o sí se achica. ¿Cómo va a afectar el riego? Primero, las raíces se horizontalizan y el agua de riego se acumula. Esto ocurre no porque se vuelva impermeable, sino por la compactación del terreno donde habrán zonas con anoxia y raíces creciendo hacia arriba. “Una vez que el camellón se va achicando, la base se apreta, entonces, tendremos poros chico y el agua ralentizará su movimiento. Es lento, no necesariamente impermeable, pero el tiempo de residencia del agua excede a la tolerancia de las raíces”, explica.

Como consecuencia, las raíces serán más pequeñas. Además, se comienza a observar, como características de esta situación del suelo, coloraciones grises. “Esos colores grises corresponden a poros que están permanentemente con agua y sin oxígeno. Lo que ocurre ahí es una reacción con el hierro, en el que la forma iónica que predomina son de hierro II que generan coloraciones grisáceas y por eso reconocemos las zonas de anegamiento”, dice tras referir que también presenta un mal olor propio de la anaerobiosis. Por lo tanto, apunta que la raíz tendrá cada vez menos espacio para su desarrollo.

Por un tema de peso, el camellón compacta la base del suelo y eso genera que los poros sean más pequeños, originando una detención del movimiento del agua.

En esta línea, menciona que el agua, con este problema de tensión superficial, va a bajar por el suelo a través de grietas y espacios que le resultan más cómodo, a lo que se le llama flujos preferentes. Menciona que hay varios tipos de flujo preferente y uno de ellos es de estratas superpuestas que hace que el agua discurra entre cada capa de suelo, pero por donde le resulte más amigable. Esto trae como consecuencia una seria de problemas, como la disminución del volumen, incremento de la densidad y la disminución del tamaño de los poros gruesos. Asimismo, se pierde la macroporosidad, disminuye tanto la conductividad hidráulica como la aireación y el volumen de raíces finas, porque cada vez tienen espacios más complejos donde poder crecer. También disminuye la capacidad de retención de humedad, porque los bloques compactos y duros no se mojan o lo hacen cada vez menos. También destaca que disminuye la fertilidad química. Y eso no significa que los nutrientes desaparecen, simplemente las raíces cada vez tienen menos acceso a ellos. No menos importante es que, además, aumenta la salinidad porque disminuye dramáticamente la capacidad de mojarse, airearse y lixiviar sales en profundidad. Entonces, apunta que la correcta aplicación del agua se enfrenta a una serie de limitantes de manera temprana en la vida de la plantación.

Menciona otro tipo de flujo preferente a través de macroporos de gran tamaño. Eso significa que el agua encuentra una grieta que no siempre es perceptible al ojo humano y por ahí discurre sin mojar nada en los costados. Lobato explica que a esta situación en que la planta le cuesta tomar el agua se le llama hidrofobicidad o repelencia al agua. Menciona que un 1% de materia orgánica es más que suficiente para que cuando el suelo se seque repela al agua. Y las macetas de arándanos están llenas de materia orgánica, apunta. Menciona el caso de un fundo que visitó de arándano en Tucumán, donde el productor observa que su planta pasa por un proceso de estrés.

Esto porque el productor regaba esa planta, pero no mojaba la zona de la raíces. “Para que lo entendiera, sacamos la planta y la pusimos en un contenedor bien apretadita y le colocamos agua. El agua pasa de largo. Nadie diría que esa planta se regó. Estaba totalmente seca. Eso es la hidrofobicidad o repelencia al agua”. Para constatar esta situación, Lobato comenta que esa planta con su sustrato fue secada completamente. La maceta que pesaba 1,48 gramos fue sumergida en agua por 24 horas y, luego de drenarla, se secó otras 24 horas. Fue pesada y tenía 3 kilos. Todo parecía ir bien. Lo siguiente fue que en vez de sumergirla en agua, se procedió a regar una maceta gemela. Para realmente mojar la planta se usó diez litros. “8,5 litros pasaron de largo antes que el resto se quedara en la raíces. Es decir que le tuvimos que colocar 6,7 veces más agua que la que le cabía en la maceta. Esto a causa de la hidrofobicidad o repelencia, que desarrollan los suelos cuando tienen materia orgánica”, apunta. También recalca que es muy importante, para la correcta distribución del agua, que los goteros estén en contacto con el suelo, para que haga de corta gota y caiga ahí.

Imagen 3: Suelo-Agua y Energía (El agua que realmente utiliza la planta).

TENER CONCEPTOS CLAROS SOBRE EL RIEGO

Para entender la importancia del riego, Lobato explica que una planta está compuesta en promedio en 70% u 80% de agua. Si tuviéramos mil kilos de hojas, hasta un 80% correspondería a agua y un 20% a materia seca, del cual el 92% es carbono, hidrógeno y oxígeno, es decir celulosa y hemicelulosa. De ese 20%, apenas el 8% corresponde a nutrientes, explica. Por lo tanto, deja en claro que el crecimiento no depende de los nutrientes. “No estoy diciendo que no sea importante. Pero si las plantas pueden tomar agua correctamente y pueden expandir sus raíces, entonces, también van a poder nutrirse y crecer”, dice.

Lo interesante es que, de cada 100 litros que una planta absorbe de agua, el 98,5% aproximadamente lo transpirará y 1,5% lo usará en sus procesos fisiológicos, tales como crecimiento vegetativo, reproductivo, fotosíntesis. ¿Cómo aprovecha la raíz de la planta el agua que encuentra en el suelo? Para entenderlo, explica que el agua se va encapsulando en zonas o capas en la medida que profundiza en el suelo. “Si agregamos un poquito de agua, aparecerá una capa que son películas de agua que corresponden al agua hidroscópica y después veríamos otra capa de agua que corresponde a lo que llamamos el PMP, punto de machitez. Y después veríamos otras capas de agua que corresponden a lo que llamamos la humedad aprovechable. En ese mundo vive la raíz”. Luego también está el agua gravitacional, que es agua que ya no puede adherirse a esas capas y es empujada por la fuerza gravitacional.

Comenta que en realidad las plantas viven y se reproducen en un rango más pequeño llamado el Really Avaliable Water o el agua útil o fácilmente aprovechable que es aquella que toman sin ninguna restricción. (Imagen 3) Con un sensor cualquiera, indica que se puede medir las variaciones relativas que tiene el contenido de humedad en el suelo. “Lo que sabemos es que cuando es de día, el contenido de humedad baja, la pendiente es negativa; y, durante la noche, se produce una suerte de meseta y es porque el requerimiento de termoregulación es de día y no de noche”, indica.

Entonces, hay distintas formas de aplicar el agua para que la planta haga el ejercicio virtuoso de tomar y parar. Por lo tanto, explica que hay dos formas de regar, de acuerdo a los tipos de suelo: los que requieren un riego largo, profundo, con baja frecuencia; o aquellos de alta frecuencia que se riegan una vez al día o más de una vez al día. Todo eso va a depender de si los suelos tienen suficiente permeabilidad para airearse, añade.

Entonces, indica el experto, sea si se cuenta con arenas muy finas y limo o si se tiene arenas muy gruesas con grava, es importante entender cómo será el movimiento del agua a través del suelo como una herramienta fundamental para asegurar la aireación.

“Si se hace mal las cosas, hay una seria de señales que envía la planta que termina cerrando los estomas. El resultado es que las plantas crecerán menos y producirá menos. Si lo hicimos más o menos bien, los sensores mostrarán patrones a distintas profundidades de consumo, en las curvas de evolución del contenido de agua en el suelo, durante el ciclo de riego”, afirma.

Finalmente, deja en claro que el objetivo es que la planta sea capaz de tomar agua y nutrirse y, por ello, la importancia de conocer cómo se desenvuelve la raíz en el suelo.

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