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Buen clima pero mala condición del agua de riego

La citricultura salina se logra con éxito en Villacurí

"En febrero se define la calidad intrínseca de la fruta", afirma el fisiólogo y consultor independiente Horario Berríos en referencia a las 100 ha de cítricos -en su mayoría W. Murcott y naranjas Late Nate-, que crecen en el Fundo San Gregorio de propiedad del productor Alex Llosa, ubicadas en Pampa de Villacurí, en Ica. El experto se refiere a la acidez y los grados Brix que gana la fruta antes de la cosecha, programada entre junio a agosto. Esos dos indicadores serán de gran relevancia tanto para llegar a destino sin mermas de importancia como para lograr un mejor precio por temas de calidad. La expectativa es buena: por lo observado a finales de diciembre, las plantas habían obtenido una fructificación consistente y fuerte, pese a la mala calidad del agua, que en Villacurí registra un gran contenido de sales.

13 de Febrero 2018 Marienella Ortiz
La citricultura salina se logra con éxito en Villacurí

Los campos en San Gregorio han tenido una reconversión varietal en los últimos años. Como ocurrió con la mayoría de los citricultores iqueños, la mayor apuesta es hoy por la W. Murcott, una variedad que es muy productiva y aceptada en los mercados internacionales. Si antes los campos de este fundo estaban sembrados con tangelos, naranjas y clementinas, se ha ido provocado una transformación total. En el fundo coexisten hectáreas de mandarinas recién injertadas, otras que están por entrar a producción y un tercer grupo más consolidado y en producción con más de seis años.

A fines de 2017, en los huertos de más antigüedad se podía observar fruta de gran calibre que se produjo en la primera fructificación. La fruta de primera flor es muy temprana (aparece entre agosto o setiembre) y es de descarte, por lo que los productores suelen apostar por la segunda flor.

DE RECIENTE PLANTACIÓN. Horario Berrios muestra una planta W. Murcott recién colocada en campo hace 2 meses. Se injertaron sobre el patrón Cleopatra que es más resistente a las sales de la zona.

“En estos campos ha comenzado a brotar la segunda flor (a fines de diciembre), que tiene más peso en la cosecha. Si una hectárea produce 50 toneladas en total, 45 de ellas se producen con la segunda flor. Esta es una fruta que estará para cosecharse en quincena de junio”, comenta Berríos. Existe tranquilidad en lo alcanzado hasta la fecha, pues en las plantas se observaban muchas flores ‘campaneras’, bautizadas así porque se trata de un brote vegetativo que corona en flor, y es la que genera una fruta grande y muy consistente. En contraposición está el ‘ramillete’, un conjunto de flores sin hojas, que da fruta de mala calidad que se daña y raspa. “Este último tipo de floración demuestra que el campo está un tanto desequilibrado, debido a un mal manejo por fertilización, riego o condición climática adversa”, explica el experto mostrando con optimismo un pequeño botón blanco rodeado de hojas.

Para Berríos es vital tener una floración equilibrada, lo que se traduce en que la flor venga con su respectivo brote. El siguiente paso es que este cuaje adecuadamente, que desarrolle mejor calibre y mejor condición de piel, algo que es indispensable para un mejor tránsito a destino. “Por el contrario, la floración en ramillete no desarrollará una buena piel; por lo tanto, ante un tratamiento de frío en EE UU, puede terminar manchada”, advierte el experto.

La tercera flor corresponde a aquella que aparece en enero y la cosecha de la fruta ya engordada será desde mediados de agosto próximo. Berríos no descarta que haya algunos productores que prefieran apostar por la tercera flor por un tema de estacionalidad y de precios.

1. LA MÁS DESEADA. Los encargados del fundo estaban contentos porque la mayoría de campos tuvo una floración en ‘campanera’, es decir, un botón rodeado de hojas, que generará una fruta grande y muy consistente
2. LA SAL ES LA CULPABLE. Villacurí tiene muy buen clima e iluminación, pero agua muy salina. Por ello, se pueden observar algunas hojas quemadas debido a la toxicidad por sales.

LA LUCHA CONSTANTE CONTRA LA SALINIDAD

Si bien el clima en Ica es bueno para los cítricos, el equipo del fundo no la tiene fácil, debido al grado de salinidad del agua que se extrae de pozos en Villacurí. Algunas hojas medio quemadas que se podían observar en el árbol estaban así debido a una toxicidad por sales. “De las zonas en la costa, Villacurí tiene un excelente clima pero en contraposición tiene una muy mala agua. Tener cítricos en estas condiciones es complicado, pero en este fundo se logra. Lo que sí es muy difícil es lograr una buena producción. En el fundo se sienten muy contentos con 40 o 50 t/ha. Eso resulta siendo un éxito”, remarca Berrios. Seguramente a un productor de Chincha o Santa Rosa esa cantidad le puede parecer moderada, ellos deben superar las 60 o 70 t/ha”, refiere Berrios.

Los encargados del fundo han encontrado diferentes soluciones para minimizar este problema. Para evitar que las sales afecten la planta es necesario un buen manejo del riego y una nutrición muy equilibrada. “En nutrición, se trata de antagonizar un poco los cloruros, de trabajar con soluciones fertilizantes para no provocar picos salinos. Mejor dicho, hay que ser bastante moderados, para evitar picos y los fertilizantes sean tomados eficientemente. No es poner por poner. En otras zonas se pueden dar el lujo de equivocarse, pero acá la condición es limitante. Hay que ser muy finos en el manejo de salinidad”, subraya.

Adicionalmente, en el fundo se ha utilizado el patrón Cleopatra que puede limitar la productividad de la fruta pero es altamente tolerante a las sales. “Es un patrón flojo, ya que el árbol no produce tanto como otros que están sobre otros patrones. Le cuesta entrar en producción, pero es el único que tolera sales por el momento. Sin embargo, Citrumelo se muere en esta la zona, no se puede usar aquí”, subraya Berríos.

UN BUEN CLIMA ES SINÓNIMO DE MÁS GRADOS BRIX

Sin embargo, todo el esfuerzo se justifica por la calidad y los precios internacionales que se obtienen del campo en mención. La fruta que sale es de altísima calidad porque acumula más grados Brix, gracias al buen clima. “La radiación en Villacurí es muy alta y eso permite que también lo sea el nivel de grados Brix, que en el caso de W. Murcott llega a 13º o 14º Brix, mientras que en Chincha se logran valores de 10 u 11º Brix. Hay una gran diferencia e, incluso, esta fruta podría venderse como una premium”, sostiene. Contradictoriamente, el hecho que el agua sea muy salina hace que la planta trabaje en otra tasa metabólica, que le cueste tomar agua, por tanto, concentre más azúcares, agrega.

Igualmente, la gran iluminación permite una mejor toma de color que es un proceso independiente de los grados Brix y de la acidez que logra la fruta. Según explica Horacio Berríos: “una mandarina logrará un mejor color con una buena iluminación y horas de frío, es decir, un diferencial térmico importante. Ica tiene un clima muy ventajoso para ello, incluso Arequipa sería idóneo porque tienes 27ºC en Majes, pero en la noche baja a 3 o 4ºC. Esa condición es estupenda para desarrollar un buen color de fruta. Eso es lo que tienen los productores de Chile o España, que denominamos ‘termo periodo’. El problema con Arequipa es que no hay tierras. Se espera Majes II y esa sería una excelente oportunidad para hacer cítricos”, pronostica.

APUESTA POR LA SEGUNDA FLOR. La fruta de la segunda flor estará para cosechar a fines de junio. Lo que se ha logrado es que tenga una buena piel, gracias a la adecuada nutrición.

MUCHA FRUTA POR ÁRBOL

En esta campaña, se ha logrado una muy buena cuaja en el fundo. En cada árbol, a fines de diciembre, había 1,000 y 1,200 frutos, lo que equivaldría a unas 60 t/ha. En un inicio cuajaron 2,500 frutos y una parte fue cayendo como un proceso natural fisiológico de la planta. En la segunda fructificación se logra la mayoría de la fruta (unos 1,000) y quizá se alcancen 200 frutos más en la tercera fructificación.

Para lograr esto, se ha hecho un trabajo muy fino bajo el objetivo de que caiga un número menor de frutos. Para evitar la caída de la flor se deben minimizar las condiciones de estrés, algo que ocurre cuando hay errores en el riego. “Si regamos poco, inmediatamente la planta va a comenzar a tomar sal y lo primero que va a hacer es botar la fruta. Para ello, se debe hacer un monitoreo constante del riego. Por ello, los encargados del fundo monitorean los parámetros climáticos, se trabaja con la evapotranspiración, con los coeficientes de cultivo, con los riegos de lavado de sales, con dispersantes salinos en el suelo… Se hace uso de un sistema de técnicas que nos ayudan a mitigar el riesgo. Hasta ahora no nos hemos equivocado en este fundo, por eso tenemos una buena floración, pero si ‘metemos la pata’ y se nos meten las sales a las raíces todo lo logrado desaparece”, explica.

Al reto de evitar que caiga la fruta le sucede el de engordarla. Por historial, en el fundo siempre se alcanzaron calibres chicos, de 12 a 13 frutas/kg. El año pasado hubo una mejora y se lograron entre 9 y 10 frutas/kg. En esta campaña la expectativa es buena, pues se espera lograr un mejor calibre (frutos de unos 110 g), es decir, se lograrán unos 9 frutos/kg. El tamaño adecuado se logra con una adecuada nutrición y riego para lograr que crezca, y eso es determinante, porque en los cítricos si la fruta es muy pequeña se castiga con el precio y si, por el contrario, es muy grande ya no la quieren.

En algunas zonas del fundo no se logró una cuaja tan buena, por lo que se ejecutarán algunas técnicas para mejorar la producción que vendrá con la tercera flor. Esta variedad permite ir jugando con qué floración va mejor. Por lo general es la segunda, pero de no ser así, la tercera es como un seguro. Por ejemplo, el fundo apostó el 2016 por la tercera cuaja porque hubo problemas con las sales.

EN LA BÚSQUEDA DE LA ACIDEZ ADECUADA

W.Murcott puede tener problemas de acidez, no porque sea una condición propia de esta variedad, sino porque se ha injertado mucho W. murcott sobre el patrón Lima Rampur, que hoy está muy de moda en Chincha y en el norte del país por ser muy productivo. “Cuando la acidez cae se complica la exportación porque la acidez le pone piernas a la fruta en el sentido de que viaja bien. Dependiendo del exportador, esa acidez debe ser de 0.75% de la fruta, pero esta variedad injertada en estos patrones puede llegar hasta 0.40%. Entonces, se complica el tema de la exportación”, sostiene Berrios.

La acidez también se puede ver disminuida si hay un excesivo riego durante enero y febrero. Algunas veces por buscar un mejor calibre, se riega más de lo habitual, pero eso compromete la acidez de la fruta. Por la misma razón, también los niveles de grados Brix terminan por caer. “Es una época donde se juegan mucho los parámetros de calidad intrínseca de la fruta. En el fundo nunca se pasan de agua, debido al problema de las sales”, apunta.

PLANTAS JÓVENES: ¿COSECHAR O NO COSECHAR?

El fundo San Gregorio se prepara este año para la cosecha de un grupo de árboles de mandarinas sembradas hace tres años. El año pasado, estos árboles tuvieron algo de producción que ni siquiera se contabilizó, pero hoy se proyecta que estos mismos producirán unas 30 t/ha, cifra que puede considerarse un éxito rotundo para un cultivo nuevo. “Entre los dos y tres años se comienza a cosechar, pero eso depende del productor. A veces es mejor dejarla hasta el tercer año, para ‘hacer planta’. Cuando son muy jóvenes y producen fruta se quedan un tanto golpeadas, no crecen como debe crecer”, explica el asesor.

Frente al mismo campo, hay otro lote de mandarinas de apenas dos meses. Se ha plantado junto a maíz para evitar el daño que generan los vientos. La densidad que se usó es la misma que el resto (6×4). “Algunos usan 5 metros pero la W. Murcott se cierra y hace imposible transitar y realizar las operaciones propias de campo. Entre filas lo mejor es que sean 6 metros, pero entre plantas si se juega mucho, algunos usan 4, 3 o 2.5, bajo la lógica de ir eliminando plantas para quedarnos con la densidad real o final. Lo cierto es que nunca eliminan o lo hacen muy tarde”, sostiene.

Existen otros retos que deben vencer hacia la cosecha, como son el que la piel nos sufra daños y que la fruta no se polinice. Como se necesita que la fruta viaje, se busca el desarrollo de una piel gruesa, pero hay veces en que los frutos tienen la piel delgada, y eso porque ha habido un déficit nutricional. “Normalmente un cítrico con mala piel tiene el extremo estilar delgado y el extremo peduncular grueso”, precisa Berrios y cuenta que W. Murcott es una variedad que tiende a rajarse. “Al menos un 10% de la fruta se raja, sin embargo hay otras variedades que eso puede llegar entre un 30 y 40%”, añade.

VALIDAR TODA TÉCNICA TRAÍDA DE FUERA

La citricultura peruana de exportación tiene como 20 años y ya tiene un ‘expertise’ ganado, reflexiona el especialista. “Hay gente de renombre que ha aprendido a trabajar el cultivo. Los peruanos ya conocemos nuestros cítricos. Nos ayuda aprender algunas técnicas de afuera, pero no se puede hacer un ‘copiar y pegar’ de cualquier tecnología antes de ser validada”, advierte.

Así por ejemplo, hay estudios que dicen que el ácido giberélico tiene un efecto escaso en el cuajado del tangelo Mineola, pero en nuestras condiciones, no hay productor que se respete que no eche ácido giberélico para el cuajado, porque aquí funciona bien. “Hay muchas herramientas que sirven para cierta citricultura y se van validando y se encuentran otros usos”, subraya.

En especial, Berríos se refiere a la práctica que se realiza en zonas como Chincha, donde se programa un estrés hídrico que puede fluctuar entre los 30 y 60 días. Considera que es una práctica corriente de trabajo muy agresiva y que es completamente innecesaria e incluso perjudicial para la plata. “Es una corriente que viene de fuera, de España, y se aplica sin mayor evaluación. Son nocivas y se dan mucho en la zona de Chincha. Como industria citrícola hemos aprendido mucho de España, Chile o Sudáfrica, pero ya no somos una industria en pañales, sino madura”, resalta.

Otra práctica que ha dejado de lado son los cortes en la fertilización. En la actualidad, el manejo de la planta contempla un manejo nutricional de temporada completa o integral. Antes, los cortes de fertilización eran muy marcados y esta era una práctica que venía de Sudáfrica, donde el nitrógeno se corta cinco meses antes de la cosecha. Berrios refiere que eso puede funcionar bien en variedades tempranas pero no es las tardías, como la W. Murcot, porque la planta sufre un gran desgaste. Por ello es que son los propios productores locales quienes van definiendo mejor sus técnicas.

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