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Tras el ‘boom’ de 2013

El futuro de la quinua dependerá de su mejora genética

2013. La FAO estable el ‘Año Internacional de la Quinua’y el grano andino vive un ‘boom’ de grandes precios, tanto así que todos querían sumarse a un carro que se presumía sería victorioso. Sin embargo, ese éxito solo duró dos campañas y esos años de bonanza parecen difíciles de retomar por parte de los productores y comercializadores. El sector hoy requiere de una variedad genética que se pueda cultivar en grandes extensiones de terreno, que requiera poco o nulo uso de productos químicos y que a la vez contenga la misma o mejor calidad proteica. De eso dependerá su éxito de manera sostenible en el mercado internacional. Por el momento, la demanda de EE UU y Europa se mantiene firme, aunque eso podría cambiar en mediado plazo si también se vuelven productores.

27 de Abril 2017 Equipo Redagrícola
El futuro de la quinua dependerá de su mejora genética

Por Marienella Ortiz

En 2013 se vivió un ‘boom’ exportador y se comenzó a producir quinua en zonas de la Costa. El ‘súper alimento’ llegaba al mundo, claro, que lo hizo de mala forma, ya que varios envíos fueron devueltos por superar los límites máximos de residuos.

La historia de la quinua tenía todas las características de ser un negocio redondo; se trataba de una mina de oro que había sido olvidada por su propia población pero que despertaba gran interés entre los consumidores de los mercados con mayor poder adquisitivo. El ‘boom’ llegó de la mano del Año Internacional de la Quinua, establecido el 2013 por la FAO, que permitió mostrar al mundo todo el excelente valor nutricional del grano andino. Posee los ocho aminoácidos esenciales, lo que la convierte en un alimento completo. Como nunca, los productores vendieron un kilo de quinua en chacra a S/.11 o S/.12, cifra inimaginable en el 2009 en que los precios apenas superaban los S/.3. Igualmente, lo exportado alcanzaba valores que escalaron de S/.6 el kilo en el 2012 hasta más de S/.17 soles el kilo a comienzos del 2014, de acuerdo a la publicación “Quinua Peruana: Situación actual y perspectivas en el mercado nacional e internacional al 2015”, del Ministerio de Agricultura.

Este éxito súbito jugó en contra de todas las excelentes proyecciones que se tejían a futuro: todos comenzaron a producir quinua, incluido agricultores de algunas zonas de la costa donde, finalmente, se descubrió que este cultivo era vulnerable a una serie de enfermedades y plagas (tenía baja tolerancia a temperaturas superiores a 25°C en etapa de floración y desarrollaba una mayor altura de la planta, lo que afectaba la realización de las labores culturales). Ese 2013, la producción en la costa –en especial en Majes (Arequipa)- creció 256% con relación a un año anterior. Cabe destacar que hasta el 2011, el 99,5% de la producción de quinua provenía de la sierra, según el Minagri.

DEVOLUCIONES GOLPEARON LA CREDIBILIDAD

La historia ya es conocida. Un gran número de embarques con quinua producida en zonas de la costa fueron devueltos por el gobierno de EE UU, debido al uso de pesticidas o agroquímicos en el cultivo de la planta. Se estima que solo en 2015 ocurrieron seis devoluciones. Esto golpeó duramente la credibilidad de las exportaciones peruanas en su conjunto. Se comenzó a cuestionar al Gobierno de ese entonces, de Ollanta Humala, por impulsar el cultivo en costa sin ensayos previos y de manera intensiva, descuidando las buenas prácticas agronómicas. Entonces, se desinfló lo que se venía repitiendo con gran expectativa, que en la Costa el cultivo tendría dos campañas, lo que garantizaba una mayor rentabilidad y mayores volúmenes de exportaciones.

Luz Gómez, jefa del programa de cereales de la Universidad Agraria La Molina (UNALM), comenta que se han visto campos de más de 200 ha en la Costa, cuando la quinua siempre fue un cultivo que no llegaba a más de media hectárea en Puno. Nadie intuía que llevarla a gran escala acarrearía graves problemas. Los grandes campos de quinua dejaron en evidencia sus debilidades. El hongo mildiú, principal enfermedad, no fue el único que atacó el cultivo, también aparecieron las polillas y chinches que nunca antes representaron una amenaza. “Hay gente que ha quemado su producción de quinua en la costa que había sido tratada con pesticidas. Incluso se calcula que existen unas 20,000 toneladas almacenadas que no se pueden exportar. ¿Qué va a pasar con esa producción?”, pregunta Francisco Diez Canseco, presidente de Grupo Orgánico Nacional, empresa pionera en la exportación del grano y que se ha concentrado en el producto orgánico.

ADIÓS A LA COSTA

Como consecuencia, la producción de la Costa comenzó a replegarse desde el año pasado, aunque en menor medida eso también ha ocurrido en Arequipa, donde se han utilizado terrenos en la zona de la

Tras los problemas que el producto enfrentó a su arribo, la quinua orgánica fue el refugio para evitar devoluciones y mantener la confianza internacional en el producto. Sin embargo, igualmente se vivieron contratiempos.

yunga marítima -que puede llegar hasta los 2.300 m.s.n.m.- con excelentes resultados de rendimiento. En paralelo, un mayor crecimiento se dio en la zona de Ayacucho. La región pasó de producir 4,900 toneladas en 2013 a 10,600 toneladas en 2015. Algo parecido ocurrió en Junín, Cusco y Apurímac. Sin embargo, los problemas con las plagas persistieron y también se comenzó a utilizar intensamente productos químicos. Gómez cuenta que los buenos precios de la quinua originaron que muchos productores de papa dejaran ese cultivo y se arriesgaran a producir el grano andino, pero con las usuales prácticas de un cultivo convencional.

La quinua orgánica fue el refugio para evitar devoluciones y mantener la confianza internacional en el producto. Sin embargo, allí también hubo problemas: se mezclaron granos convencionales con orgánicos o se relajaron los pasos para obtener las certificaciones. Lo que tomaba hasta tres años, ahora solo necesitaba un año para obtener un sello de orgánico, según comenta Abelardo Coila, gerente general de la Cooperativa Agroindustrial Coopain- Cabana, ubicada en el distrito de Cabana, provincia de San Román. Este fue otro de los errores que restaron imagen al grano andino. Los productores no son los únicos que sufrieron las consecuencias. Algunos exportadores que acopiaban la quinua de los pequeños y medianos agricultores, no descubrían sino hasta llegar a puerto de EE UU que sus envíos registraban trazas de químicos, siendo etiquetados como orgánicos. Por ese motivo, Diez Canseco menciona que en la actualidad su empresa se ha visto en la necesidad de desarrollar todo un mecanismo de control previo a la exportación para detectar si hay quinua mezclada, lo que es un costo adicional en el negocio.

Pese a estos problemas, el Perú se consolidó el 2015, por segundo año consecutivo, como el primer exportador de quinua del mundo. Claro está que en valores, los envíos cayeron de US$196 millones (2014) a US$143 millones el año pasado. Aunque no hay un estimado, se prevé que este año ocurrirá lo mismo. Ya en los primeros cuatro meses del año existen unas 2,000 ha menos cultivadas con relación a similar periodo del año anterior, lo que rompe con la tendencia de crecimiento en los últimos años. Muy lejos quedó Bolivia, quien encabezaba el ránking, con un volumen de envíos de 25.102 toneladas versus las 42,000 toneladas que exportó el Perú el año pasado. Luego de gestiones del Gobierno, EE UU habría establecido límites máximos de residuos de dos plaguicidas presentes en los envíos de quinua peruana: Azoxystrobin y Propiconazole, químicos empleados para el control del mildiú. Sin embargo, la expectativa es que la quinua ingrese a la lista de los 15 cereales top de EE UU, lo que permitirá el uso de un grupo mayor de productos químicos.

BAJOS PRECIOS

Este año los precios se han mantenido igual que el 2015, por debajo de los S/.4 por kilo al productor. El gerente general de la Cooperativa Agroindustrial Coopain- Cabana comenta que esperaban una mejora ahora que se redujeron los cultivos en costa, pero Bolivia ha soltado al mercado un buen lote de producción guardada entre los años 2014 y 2015, cuando comenzaron a observar que el mercado mundial era inundado por la quinua peruana.

El desafío está en obtener una variedad que sea resistente a los hongos y plagas que atacan la planta, tanto en la Costa como en la Sierra, para cultivarla en campos de mayor tamaño.

Pero el reto viene por lograr una variedad de quinua que sea resistente a los hongos y plagas que atacan la planta, tanto en la Costa como en la Sierra, y que se pueda cultivar en extensiones más amplias. Todo un terreno desconocido. Sobre este punto, Luz Gómez considera que el único camino es aportar desde la investigación nuevas variedades, proceso que no es fácil hoy de costear y que tomará por lo menos una década. “Es difícil avanzar con escaso financiamiento, pues investigar el tema de nuevas variedades de quinua cuesta tres veces más que en el caso del trigo. Hay que hacer almácigos a mano, se trata de una siembra muy minuciosa, y los recursos no abundan en el país. El problema con el sector privado es que quiere resultados inmediatos y las investigaciones toman su tiempo”, explica.

Existe en el mundo un creciente interés en la quinua por parte de las universidades y los gobiernos. La FAO estima que al menos son 80 los países que están experimentando con el cultivo en campos propios. “En EE UU se está destinando un presupuesto de varios millones de dólares al cultivo de la quinua y eso podría llevar a que nuestra producción no sea necesaria a futuro”, advierte la catedrática. Para Gómez la tarea es investigar de entre nuestras 3,000 variedades de quinua, algo que no tenga el resto, las mejores combinaciones genéticas que satisfagan a productores, comercializadores y consumidores.

FUTURO COMERCIAL

La expectativa a largo plazo es que la quinua se convierta en un ‘commodity’ como lo es el trigo o el maíz. Para Diez Canseco esto será positivo porque le dará cierto nivel de estabilidad al negocio, pero eso significa aumentar la productividad del campo y reducir costos que hoy son altos. La quinua cuenta con gran parte de las características que tienen los cereales commodities, como el trigo y el maíz: el gran potencial de rendimiento, alto valor nutritivo, diversos usos y tolerancia al clima adverso, entre otros.
Pese a tener un superior nivel proteico, el grano andino compite por un lugar en el consumo con el trigo, soya, avena, arroz o papa. En la actualidad, su rendimiento es de 1,500 kg/ha. Luz Gómez resalta que existen zonas en que ese rendimiento se elevó a más de 6,000 kg/ha. Con mejores prácticas agronómicas y variedades genéticas mejoradas, considera que la productividad puede dar un gran salto. Esto permitirá ser más competitivos en cuanto a precios si finalmente la quinua se convierte en un cereal más de consumo masivo.

La FAO estima que al menos son 80 los países que están experimentando con el cultivo en campos propios.

Lo siguiente es que los productores sigan apostando por darle mayor valor agregado, ir por la industrialización de la quinua, de tal forma que la caída de precios no los impacte tanto. En la lista de lo que ya se viene elaborando figura: quinua perlada, hojuelas, popeados (pipocas), harinas (panadería, pastelería y otros), galletas, turrones, bebidas, extruidos, expandidos, enriquecidos diversos, saponina (champús, detergentes, pesticidas), entre otros. Abelardo Coila de Coopain- Cabana refiere que como cooperativa han establecido un trato comercial con la firma francesa Alter Eco a la que le envían productos listos para poner en góndolas de supermercados de quinua en empaques pequeños. “Esta es una forma de lograr una mejor rentabilidad”, apunta. La cooperativa trabaja a 3,800 m.s.n.m., de tal manera que pueda garantizar una producción orgánica a sus clientes internacionales.

Todo indica que la demanda seguirá creciendo porque hoy los consumidores optan por un estilo de vida más saludable. La ventaja de la producción peruana es que los consumidores quieren saber del origen, así que al tratarse de un alimento cultivado por pequeños agricultores puede ser un plus en su comercialización, pero eso significará una mayor inversión en certificaciones.

Otras tareas pendientes van por el camino de una necesaria integración de la cadena de valor, garantizar la trazabilidad del producto final, recuperar la confianza en las certificaciones de orgánico, diversificar los países de destino, establecer una campaña de marketing que vinculen la quinua peruana con un producto gourmet, entre otros. Por ahora, el Perú seguirá siendo el líder de la quinua, pero lo más probable es que su masificación provenga del crecimiento de producciones en otras partes del mundo. El sector debe comenzar a prepararse frente a ese escenario para no quedar fuera.

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