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Europa: inspección obligada a todos los equipos de aplicación, ¿y Chile?

14 de Marzo 2017 Equipo Redagrícola

Los países de la Unión Europea deberán inspeccionar más de 2 millones de maquinas de aplicación de fitosanitarios antes del 2016, para asegurar una correcta aplicación de los productos químicos. En Chile, el INIA ejecuta un proyecto para reducir el uso de fitosanitarios en uva y manzana, y apuesta por la calibración responsable de las maquinarias a través de transferencia tecnológica a lo largo del país.

Diversas iniciativas para mejorar las aplicaciones de fitosanitarios se comenzaron a discutir en Europa a partir del año 2001 con el fin de reducir el riesgo que enfrentaban los operarios que manipulan los agroquímicos y para disminuir la contaminación de las aguas aledañas a los cultivos. Tras años de trabajo, el Parlamento Europeo estableció la Normativa 2009/128/CE, para empujar al uso sostenible de los plaguicidas y así reducir el riesgo que provoca su uso irresponsable en la salud humana y el medio ambiente. Además de incorporar alternativas no químicas para el control de plagas.

Entre las acciones que considera esta normativa está la formación/capacitación de quien elabora el producto, de quien lo vende y quien lo aplica, así como sensibilizar al usuario a través de la entrega de información. También pretende establecer formalmente los requisitos de venta, proteger el medio acuático, prohibir las aplicaciones aéreas, y apuntar al manejo integrado de plagas, con un plazo fijado al 1 de enero de 2014, fecha en la cual toda la producción agrícola europea deberá optar por el manejo integrado de plagas, prefiriendo el control biológico y cultural (poda, riego y fertilización equilibrada), relegando al control químico a su mínima expresión o como última alternativa.

Otra clave dentro de estas nuevas normas es el correcto mantenimiento de las maquinarias de aplicación de fitosanitarios. A través de la Normativa 2009/127/CE, que rige el estado de las maquinas de aplicación, se establece que antes del 14 de diciembre del año 2016, todos los estados miembros de la Unión Europea velarán porque la totalidad de los equipos de aplicación de plaguicidas sean inspeccionados al menos una vez. Se estima que en los 27 estados miembros de la UE existen 2 millones de maquinas a inspeccionar.

“Pero como la Directiva no dice cómo se va a ejecutar esto, los Estados miembros hemos tenido que elaborar los Planes de Acción Nacional” explica Emilio Gil, profesor del Departamento de Ingeniería Agroalimentaria y Biotecnología de la Universidad Politécnica de Cataluña, y miembro de la Comisión Europea de Inspección de Equipos.

PLAN DE ACCIÓN NACIONAL: LAS DIRECTRICES EN ESPAÑA

Siguiendo la línea trazada por la UE, Emilio Gil señala que en 2011 se promulgaron dos decretos reales en España, que establecieron primero el marco de actuación para conseguir un uso sostenible de plaguicidas en dicho país, y segundo, la inspección de equipos de aplicación de fitosanitarios que actualmente se encuentran en uso. Sobre este último punto se volvió fundamental conocer el universo detallado de maquinarias para poder organizar todo el sistema de inspecciones, razón por la cual en 2009 se realizó una depuración del Registro Oficial de Maquinaria Agrícola, ROMA, para exigir no sólo el número de maquinarias existentes en un predio, sino además sus características en cuanto a potencia y seguridad.

Hoy en día, y gracias a este registro se puede estimar que en España existen aproximadamente 300 mil máquinas de aplicación de plaguicidas, de las que un 65% serían de barra y un 28% atomizadores. “Hemos hecho una estimación en cuanto al número de unidades de inspección que se necesitarían en España para cubrir todas las regiones a inspeccionar, y llegamos a una cifra que ronda las 80 a 100 unidades, distribuidas de forma diferente por toda la geografía. A la vez hemos hecho una previsión en cuanto al número de inspectores responsables de las inspecciones, y estaríamos hablando de 150 a 200 personas, sólo en España”, precisa Gil.

Calibración de maquinarias: pequeños ajustes, grandes mejoras

Superando la etapa inicial, el siguiente paso es entrar de lleno en las inspecciones. “Estamos convencidos  de que las características de funcionamiento y de utilización de los equipos de aplicación tienen influencia directa sobre la calidad de las aplicaciones, y por tanto si se pretende reducir el riesgo por el uso de plaguicidas, un elemento clave a abordar es la situación de los equipos” sostiene Gil.

Para conocer el estado de las maquinarias se revisan los distintos aspectos del equipo. En una primera etapa se evalúa el estado inicial de las aplicaciones de acuerdo a la velocidad de avance, presión de trabajo, tipo y cantidad de boquillas utilizadas, volumen de aire (pulverizadores hidroneumáticos), volumen del cultivo al momento de la visita, volumen de aplicación utilizado al tiempo de la visita, y verificación de la eficacia con la ayuda de papeles hidrosensibles.

Durante el proceso se realizan inspecciones visuales para evaluar el estado de bombas, depósitos, tuberías y filtros, además de realizar mediciones a los sistemas de regulación y boquillas, ya que de estar en mal estado o de tener las mangueras en una disposición incorrecta, se afecta negativamente la distribución horizontal ¿DE QUÉ?.

“Hace poco hicimos una campaña voluntaria de 70 máquinas cerca de nuestra zona y en una primera instancia solamente 3 máquinas pasaron la inspección. Sin embargo después, cambiando el manómetro y cambiando las boquillas, pasaron el 90%. Así de simple”, cuenta Gil.

LAS BOQUILLAS SON LA CLAVE DENTRO DEL PROCESO

“Es una parte fundamental junto con el manómetro, porque al final la boquilla es el elemento que se encarga de formar las gotas y hacerlas llegar al objetivo. O sea, si las gotas las formamos mal y el caudal que sale por las boquillas no lo conocemos, o no sale el que tiene que salir, estamos mal. Las boquillas son elementos pequeños que necesitan mantenimiento, que tienen un desgaste y que deben ser cambiadas” sostiene el especialista.

Algo a considerar además es la calidad y tamaño de la gota, la que es generada por la boquilla a una determinada presión. Si la gota es muy grande se va a perder en el suelo por escorrentía, pero si es muy pequeña se va a perder por deriva, por lo que en general -para aplicaciones foliares- se recomienda en promedio gotas de 275 micras y un número de 70 gotas por centímetro cuadrado. Ahora bien, “si se quiere duplicar el caudal, se puede multiplicar por 4 la presión con que se está realizando el trabajo, pero la mejor alternativa es cambiar las boquillas, ya que así se gastará menos energía” aconseja Gil.

¿CUÁNTO APLICAR?: LAS FÓRMULAS PARA NO BOTAR DINERO

Leer el etiquetado del producto no es un muy buen referente para conocer la dosis a aplicar. “No sirve lo que trae en cuanto a los kilos o litros de producto por litro de agua por hectárea, ya que las plantas son diferentes entre sí, y tienen diversas alturas, separaciones y densidades” sostiene Gil. Para medir la densidad foliar y así calcular la cantidad del producto a aplicar existen dos fórmulas matemáticas, conocidas como TRV y LWA.

Para calcular el Tree Row Volumen, TRV, o volumen del follaje, existen sitios web que simplifican el cálculo de cuánto producto aplicar. Por ejemplo el sitio www.agrometeo.ch del Gobierno Suizo. Allí el usuario debe ingresar los datos de altura del cultivo, ancho y distancia entre hileras, más la concentración del producto fitosanitario que va a aplicar, y el programa arrojará la cantidad de litros necesarios por hectárea de cultivo.

“La aplicación ideal sacada con la fórmula TRV, calculada para muchos cultivos en muchas parte del mundo da la misma cifra: aplicar 0,1 litros por cada metro cúbico de vegetación, que permite un recubrimiento y una distribución uniforme” explica Gil.

Otra alternativa para cálculo de dosis es considerar el LWA, Leaf Wall Area o pared foliar. En este caso, se mide la pared que genera el cultivo considerando su altura y extensión, y se calcula cuántas hectáreas ocupa esa pared, porque “no va a ser lo mismo un cultivo en 10 hectáreas que mide 1 metro de altura, que 10 hectáreas con cultivo de 2 metros de altura. No tiene sentido aplicar los mismos litros por hectárea como indica el producto si se tiene distinta masa foliar” recalca Gil.

Todas estas indicaciones se encuentran en un manual gráfico de inspecciones de equipos para la aplicación de fitosanitarios editado por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente de España, confeccionado por Gil, quien afirma que “es cierto que hay muchas máquinas que no cumplen los requisitos mínimos, pero también es cierto que la mejor de las máquinas puede hacer una aplicación pésima si no se utiliza correctamente”. Para descargar la versión digital del documento, visita el sitio www.magrama.gob.es, del Ministerio de Agricultura español.

EN LA UNIÓN EUROPEA SE HAN CAPACITADO A MÁS DE 2.000 OPERADORES

La calidad de las inspecciones está directamente relacionada con el conocimiento y el profesionalismo de los responsables de ejecutarla, por lo tanto la formación de inspectores es un aspecto clave a considerar. “Y es fundamental que la formación sea impartida por profesionales o centros de formación reconocidos; así se logrará una homogeneidad de los inspectores, garantía de calidad de los procesos, y un reconocimiento mutuo” sostiene Gil.

En esta línea, 16 países de la Unión Europea crearon el proyecto TOPPS, Train the Operators to Prevent Pollution from Point Sources (Capacitación a los Operarios para Prevenir Contaminación de Fuentes Puntuales), financiado conjuntamente por la UE y por la European Crop Protection Association, ECPA. Este tiene fines formativos sobre legislación, buenas prácticas, regulación e inspección y ya logró capacitar a más de 2 mil técnicos y asesores en cursos intensivos de 40 horas. Allí se puso foco en la contaminación puntual, como por ejemplo el transporte y almacenamiento de productos fitosanitarios, operaciones tales como mezcla e incorporación de los productos en el tanque, la limpieza del pulverizador y la posterior gestión de los residuos generados.

“TOPPS se inició en 2006 y acabó oficialmente en el año 2009, así que continuamos con el proyecto PROWADIS, (Protección de las Aguas de Fuentes Difusas), financiado en un 100% por los fabricantes, que son los primeros interesados en que sus productos se apliquen bien”, explica Gil.  Este segundo proyecto busca evitar la contaminación de las aguas debido a la deriva o escorrentía de fitosanitarios.Algo difícil de controlar ya que dependen del viento específico del lugar, o de la inclinación y tipo de terreno, entre otros factores.

CHILE: HASTA UN 80% DE LOS EQUIPOS DE APLICACIÓN PRESENTAN FALENCIAS

Desde que Chile pasó a ser miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, OCDE, en 2010, se vio obligado a reducir a la mitad -antes de 2016- sus índices residuales de plaguicidas en frutales de exportación. Es decir que en 6 años los 0,46 kilos de plaguicidas por kilómetro cuadrado que se usaban en el país se deberían reducir a 0,21 kilos.

Para ello el Instituto de Investigaciones Agropecuarias, INIA, ejecuta el proyecto “Desarrollo de Estrategias de Manejo Fitosanitario para Frutales de Exportación Tendientes a Reducir el Uso de Plaguicidas”, que busca disminuir el impacto ambiental de los fitosanitarios y fortalecer la inocuidad alimentaria específicamente en uvas y manzanas.

A través de labores transferencia el equipo de investigación compuesto por entomólogos, fitopatólogos y especialistas en maquinarias y medio ambiente, ha realizado hasta la fecha más de 20 actividades de capacitación y difusión. Esto es seminarios, talleres de monitoreo de plagas y enfermedades, talleres de mantenimiento y calibración de maquinarias y equipos de aplicación, en los cuales han participado más de 900 personas entre exportadores, agricultores, encargados de campo y operadores. Allí se ha enfatizado además la importancia de cumplir con los exigentes sistemas de control fitosanitario impuestos en el comercio internacional, y con las cada vez más exigentes medidas destinadas a la inocuidad de los alimentos, donde los residuos de plaguicidas son considerados contaminantes químicos.

En estas actividades de transferencia se ha fomentado además el manejo integrado de plagas. Es decir, no aplicar fitosanitarios en base a un sistema calendario sino que a observar las presiones que ejercen las plagas sobre los cultivos, en base a monitoreo, para aplicar la dosis adecuada de pesticida según el comportamiento de la plaga. Este último punto adquiere relevancia ya que no sólo se busca ser amigable con el entorno y ahorrar dinero, sino que además evitar que las plagas generen resistencia a los productos.

Para evitar estas y otras malas prácticas, en 2011 se partió evaluando la dinámica poblacional de las principales plagas y enfermedades en uva y manzana, para luego desarrollar instrumentos de diagnóstico y monitoreo de las enfermedades sujetas a control. En el sitio oficial del proyecto se encuentra una serie de cartillas divulgativas acerca del manejo de las plagas y enfermedades que afectan tanto a vides como a manzanos, entre las que destacan trips, chanchito blanco, pudrición ácida, botrytis, y oídio. Para descargar los documento generados por los especialistas de INIA, visite el sitio web www.fitosanidaduvaymanzana.cl.

Sobre los equipos de aplicación, durante 2012 los especialistas realizaron inspecciones entre las regiones de Coquimbo y La Araucanía, y se logró constatar que más del 50% de las maquinarias que existen en Chile supera los 10 años de operación, y un tercio supera los 15 años.

En esta línea, Jorge Riquelme investigador de INIA Raihuén, y especialista en maquinaria, comenta que “un 30% de los equipos inspeccionados tenía una nula visibilidad de la mezcla, un 20% de los tractores no tenía tacómetro ( cuenta las revoluciones del motor), un 20% de los equipos se hallaba sin agitación, un 60% presentaba fugas de mezcla, y un 80% tenía ausencia, desperfecto o una escala inadecuada del manómetro”, situación que provocaba por ejemplo, que en algunas regiones del país las aplicaciones en uva de mesa excedieran los 2.500 litros por hectárea por sobre volúmenes óptimos de aplicación de 700 l/ha.

De acuerdo a ensayos previos realizados por INIA, la velocidad óptima de trabajo de las máquinas se encuentra entre 4 y 6,5 km/h, lo que dependerá de la cantidad de follaje: a mayor cantidad, menor debe ser la velocidad. Pero en los sondeos realizados en 2012 se observó que existe una diferencia en las velocidades, de 4,5 a 9 km por hora, y una variación en los caudales de viento que producen los pulverizadores, lo que demuestra diversos criterios de aplicación para un mismo cultivo.

Los resultados de estas evaluaciones y las propuestas políticas que realizará INIA se publicarán en un boletín técnico entre los meses de julio y agosto. Tras un seminario de cierre del proyecto en agosto próximo el equipo de trabajo evaluará la elaboración de un proyecto equivalente pero esta vez en el sector hortícola el que al igual que la fruticultura presenta muy poca regulación en cuanto a las aplicaciones de fitosanitarios.

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Gráfico 1: De acuerdo al catastro realizado por INIA, en algunas regiones de Chile las aplicaciones fitosanitarias exceden en 2.500 litros por hectárea sobre aplicaciones óptimas de 700 L/ha, para uva de mesa.
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Tabla 1: Para aplicaciones foliares se recomienda en promedio gotas de 275 micras y un número de 70 gotas por centímetro cuadrado.

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