Estrategias para obtener un huerto de mandarinas más productivo y con fruta de calidad
La floración, cuajado y crecimiento del fruto son procesos básicos, pero determinantes a la hora de obtener una mandarina con los calibres, acidez y dulzor que exigen los mercados internacionales. En base a ellos, el ingeniero agrónomo y asesor internacional en citricultura, Joan Pons, identifica una serie de técnicas que permiten cosechar de buena calidad y buen calibre.
Los productores citrícolas saben que W. Murcott es una variedad de mandarina muy productiva y que se adapta a la mayor parte de los climas donde se cultivan cítricos en el mundo, tanto en zonas subtropicales, desérticas, mediterráneas o más templadas. Si hubiese que definirla en una sola palabra, esta sería ‘versatil’. La evolución de la maduración interna de la W. Murcott es prácticamente horizontal, es decir, la fruta a nivel comercial mantiene condiciones relativamente aceptables en cuanto a sus índices de madurez, acidez y porcentaje de azúcares, a diferencia de otras mandarinas que pierden acidez rápidamente.
Pese a sus ventajas, el asesor Joan Pons explica que, bajo algunas condiciones, por ejemplo, en climas cálidos, la floración puede llegar a ser insuficiente, destacando que las condiciones climáticas determinan la época de brotación, su intensidad y distribución. “La intensidad de la floración incide sobre el tipo de brote que se nos presentan. Las bajas temperaturas, el estrés hídrico y la iluminación son algunos de los factores que afectan la brotación y floración de primavera”, sostiene y añade que la mandarina, en general, suele tener muchas flores solitarias, sin hojas. En tanto que aquellas que tienen brotes campaneros (una flor en la punta con varias hojas), son realmente las que al final ofrecen un gran porcentaje de cuajado.
PROVOCAR UNA MAYOR FLORACIÓN
Existen algunos factores promotores que pueden influir en la floración, entre ellos, el estrés hídrico, los tratamientos foliares con urea, la influencia de las citoquininas y la poda.
Manejar bien el estrés hídrico: ¿Cómo provocar el estrés hídrico en las mandarinas? “Durante un periodo se reduce el riego de los árboles de manera de que ese estrés provoque el efecto de la falta de frío que ocurre en las zonas templadas, de modo de promover la floración. Una vez que se reanuda el riego, normalmente el árbol florece con mayor o menor intensidad. Sin embargo, hay que tener cuidado con las zonas que son relativamente salinas, porque una reducción excesiva del riego puede provocar un ascenso importante de sales en el perfil del suelo, las que pueden llegar a la zona del bulbo mojado y originar una defoliación muy importante. Por eso, muchas veces se recomienda hacer monitoreo del contenido de agua en el suelo, para reducir cualquier riesgo en el árbol”, explica el especialista.
Según la textura y humedad del suelo las lecturas corresponden aproximadamente a:
0 – 10 centibares: Suelo saturado.
10 – 30 centibares: Suelo con suficiente humedad. Excepto los suelos de arena gruesa que empiezan a secarse.
30 – 60 centibares: Margen normal para iniciar el riego excepto en los suelos muy arcillosos.
60 – 80 centibares: Margen normal para iniciar el riego en los suelos muy arcillosos.
80 + centibares: El suelo se está secando peligrosamente.
“Cuando está -aproximadamente- en 30 centibares es cuando reasumimos el riego”, comenta Pons, explicando que el dato se refiere a suelos medios. Por eso, remarca el especialista, es importante tener una batería de sensores a diferentes profundidades, para conocer la dinámica del agua en el perfil de suelo. “Hablamos de 70 u 80 cm de profundidad y de 30 o 40 cm con el tensiómetro superior. Entonces, dependiendo del manejo que se haga del agua de riego, es importante que no se llegue a volúmenes grandes para evitar la subida de sales en el suelo, sobre todo en zonas con problemas de sales”, refería.
Aplicación de foliar de urea y citoquininas: Las aplicaciones de urea foliar, antes de la brotación, suelen incrementar no solo la floración, sino el cuajado. “Antes de los 30 o 45 días de la brotación, se suele hacer un tratamiento de urea foliar, de alrededor del 1%. Entonces, podemos tener un aumento de la cosecha importante por aumento de brotación y cuajado”, señala.
Otra opción es el tratamiento con citoquininas, que pueden provocar un aumento adicional de la brotación y floración. Si vemos que comienza la floración y es poca la cantidad de flores producida, entonces, comenta que es posible tener una brotación suplementaria con la citoquinina, aplicada a con dosis recomendada por los fabricantes para cada formulado. Para ello recomienda recurrir al tratamiento cuando se tenga a vista la floración.
Rayado de ramas: El rayado de ramas es otra manera de forzar una floración adicional. Antes de la brotación de finales de verano-otoño, puede utilizarse esta técnica cuando la previsión de floración sea baja, ya sea por un exceso de producción o porque se piense recolectar muy tarde. Lo importante es realizarlo antes de la brotación, al final del verano, de manera que haya un aumento de carbohidratos que es la base de la floración del año siguiente.
PROMOVER EL CUAJADO
El cuajado es el factor que tiene mayor incidencia en la cosecha final. La cosecha es independiente del número de flores, ya que, en estos casos, a mayor floración menor cuajado y viceversa. Para esta etapa, el especialista recomienda lo siguiente:
Aplicación de giberelinas y citoquininas: A la caída de pétalos, los tratamientos con ácido Giberélico producen un aumento del cuajado, pero simultáneamente se aumenta el número de fruta que queda pequeña (por una mayor competencia). También se obtiene un buen resultado al añadir -en esta misma aplicación- una auxina que, por ejemplo, podría ser MCPA o 2,4-DP, las que provocan un raleo de frutitos y, por tanto, una reducción de competencia que aumenta el tamaño de los que quedan. Otra opción es la realización de tratamientos con citoquininas (kinetina, benciladenina, extractos de algas, etc.) que provocan un aumento importante del cuajado, aunque el tamaño del fruto se reduce. Se recomiendan tratamientos a la caída de pétalos con las dosis definidas por los fabricantes.
Rayado de ramas: Cuando no se tenían a la mano fitoreguladores disponibles, el rayado de ramas fue el tratamiento clásico o tradicional para incentivar el cuajado. Según Pons, funciona bien, pero hay que conocer bien la huerta que manejamos. Esta técnica consistente en marcar un anillo completo en la corteza de las ramas secundarias del árbol, pero sin afectar a la madera ni eliminar la corteza. Su acción es a través de una mejora en la disponibilidad de carbohidratos como consecuencia de la interrupción que provoca sobre el transporte floemático. La época más adecuada de aplicación del rayado suele ser a final de caída de pétalos.
DESARROLLO DEL FRUTO
Las condiciones ambientales y la humedad del suelo tienen una gran influencia en el tamaño del fruto. Por ejemplo, si la planta, durante el crecimiento del fruto, sufre un déficit en el aporte de agua, la fruta puede verse afectada en su tamaño de forma irreversible. Los factores nutricionales también son importantes, como el potasio, elemento que está directamente relacionado con el tamaño final del fruto. Si el árbol está bien abonado será capaz de suministrar más nutrientes al fruto, y, por tanto, podrá incrementarse su tamaño.
Competencia entre flores y frutos: “El número de flores y frutos en una planta afectará el resultado final. Por ello, hay que saber el número de frutos que han quedado tras el cuajado. La influencia del número de flores en el tamaño del fruto es mayor que la del número de frutos. El tamaño final está determinado por el tamaño del ovario y por la competencia en la floración; cuanto menor sea el número de flores, mayor porcentaje de ellas proceden de inflorescencias con hojas, que dan lugar a flores más grandes y los frutos son mayores”, explica el asesor.
Raleo: El raleo tiene poca influencia en el tamaño final del fruto, a diferencia de lo que se pensaba. “Lo único que se obtiene con esta técnica es una mayor media de calibres de los frutos recolectados por haber eliminado selectivamente los más pequeños”, afirmaba Pons. Es decir, que el fruto que queda no es que crezca más, producto del raleo, sino que este tiene un efecto más cosmético que fisiológico.
Tratamientos para el aumento del tamaño final del fruto: Las auxinas de síntesis tienen efectos distintos sobre el fruto en desarrollo. Por un lado, estimulan la síntesis de etileno en la planta, lo que produce abscisión de fruto (tienen acción aclarante) y relacionado con este proceso, provocan una depresión inicial en el crecimiento del fruto; pero por otro, ejercen una estimulación directa del desarrollo del fruto, aumentando su tamaño. Del equilibrio de ambos efectos dependerá el resultado final, según Pons. Algunos productos tienen un mayor poder aclarante que otros. Lo importante es ver cómo quedan los frutos en el árbol y, dependiendo de ello, se decide adelantar o retrasar el tratamiento, y utilizar una auxina u otra.
Refiere que, actualmente, se utilizan auxinas de síntesis, que tienen un poder aclarante más o menos bajo, su efecto depresivo es mínimo, y el estímulo del crecimiento del fruto es importante.
En W. Murcott es habitual aplicar 15 ppm de Triclopir tras finalizada la caída fisiológica para ver la carga que ha quedado y evitar un raleo excesivo. El efecto que se busca es el mayor crecimiento de ese porcentaje de frutos que al llegar a la maduración quedan de pequeño calibre. Adicionalmente, estas aplicaciones de auxinas -a final de la caída fisiológica- adelantan la toma de color de los frutos en la época de cosecha.
Rayado de ramas: “El rayado de ramas produce también un aumento importante del tamaño final del fruto y nunca se produce aclareo de frutos, por lo que debe considerarse como una alternativa interesante. Los incrementos obtenidos son del orden de los provocados por los tratamientos de auxinas”, explicaba el experto.
Fertilización: El objetivo de la fertilización es compensar las extracciones de elementos minerales del suelo que las plantas llevan a cabo durante su desarrollo, cultivo o ciclo vegetativo y suplir los nutrientes ausentes en el mismo.
“La cosecha puede verse reducida por la deficiencia en potasio, ya que se ha demostrado una abscisión muy elevada de frutos al final de la caída fisiológica en los árboles deficientes. Es frecuente en W. Murcott que la carga final de frutos sea importante, por lo que hay que asegurar un buen suministro potásico a partir de la caída fisiológica, llegándose fácilmente a aportes de 350 unidades de K2O o incluso superiores. Con ello, los frutos son de menor tamaño, de corteza fina, elevado contenido en zumo, poco ácido y cambian de color prematuramente”, explicaba Pons y advierte que las concentraciones excesivas de potasio en el suelo pueden dificultar la absorción de otros elementos, tales como magnesio y calcio, elementos que permiten la calidad de fruta y una mayor vida en anaquel.
Poda e iluminación: Es frecuente en huertos nuevos de variedades de alto valor que se plante en alta densidad. Durante los primeros años, se aumenta la producción individual de los árboles y, por tanto, la producción por hectárea, con lo que la recuperación de la inversión es más rápida. “Se ha demostrado que la calidad no se ve afectada por el marco de plantación -por mayor o menor iluminación- hasta que los árboles se entrecruzan. Pero a partir de ese momento, los marcos amplios -que ofrecen mayor iluminación- adelantan la toma de color del fruto, el que es más intenso en comparación con los marcos estrechos, que provocan un mayor sombreado”, precisaba. Al final, de lo que se trata es de mantener una entrada de luz en el árbol, que no haya sombra, y se pueda desarrollar suficiente flor y suficiente brote en el interior árbol.
RIEGO
También el riego juega un papel importante en la calidad del fruto. Joan Pons menciona que son muchos los estudios realizados que determinan el efecto del riego sobre el tamaño final del fruto. En caso de que se produzca un déficit de agua en el periodo de crecimiento del fruto, el efecto será persistente y posteriormente irrecuperable. “Se ha observado que la tasa de crecimiento de los frutos disminuye a partir del momento en que la solución del suelo supera los 30 o 10 cb, dependiendo de la especie”, explica.