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El envasado de frutas y hortalizas. Cuando dos productos se hacen uno

24 de Marzo 2017 Equipo Redagrícola

El material transparente responde a las exigencias del usuario. En los clamshells (que almacenan productos de 3 a 5 libras) y panels se utiliza mas el PET y en muy pocos casos el prolipopileno.

Conservar y garantizar la salud son los principios que guían el empaquetado y etiquetado de productos. Cristian Grande, de la empresa Pamolsa, conversó con Redagrícola sobre las delicadas coordinaciones entre los productores de frutas y los fabricantes de envases, y también sobre las nuevas tendencias de modificación de atmósfera para reducir el deterioro de los productos frescos, que hacen del envase y el contenido productos relacionados.

Por Fabrizio Tealdo Zazzali 

El empaquetado de productos frescos como las frutas y las hortalizas, contempla dos aspectos: la conservación y el marketing. Nuestro mercado es cambiante. El usuario demanda ver el producto para observar el color y tamaño, y además es cada vez más exigente con el sabor y la calidad de lo que consume. Esto ha generado una nueva necesidad entre los productores y la industria de envasado: la comunicación.

Mientras el empaquetado de productos en general no se ha modificado en los últimos años, en las frutas y en los orgánicos los cambios son constantes. La coordinación creciente entre agricultores e industria de envases tiene el propósito de hacer más rápido, ágil y simple el proceso de empacado. Después de varios análisis, se concluyó que el clamshell es el tipo de envasado ideal para frutas y verduras. En los estudios se plantean temas de rapidez y facilidad en la movilización, además de la conservación y la salud.

EMPAQUES PERSONALIZADOS

Cristian Grande, director técnico y de desarrollo sostenible de Pamolsa, empresa del Grupo Carvajal en el Perú, sostiene que en ciertas ocasiones han debido modificar los clamshells que elaboran para satisfacer las necesidades de los productores.

“Ha habido casos de clientes en los que nuestras bandejas no encajan en sus máquinas empacadoras, pues, por ejemplo, les quedan flojas. En la medida de lo posible buscamos modificar los clamshells para ajustarlos a sus necesidades y facilitar el proceso, pero debemos mantener ciertos formatos que están estandarizados”, afirma.

Además del encaje, en Pamolsa también fortalecen los envases para que soporten el peso al ser distribuidos. Al colocarlos en columnas, se busca que los empaques que están más abajo no se aplasten, y de esta manera, lleguen al mercado extranjero y local en las mejores condiciones, reduciendo las mermas.

El PET es el que más se usa, porque facilita el reciclaje sin que el usuario pierda contacto con la fruta u hortaliza, pues puede ver el color.

UN PRODUCTO A LA VISTA

El material del empaquetado, que es transparente, responde a las exigencias del usuario. En los clamshells (que almacenan productos de 3 a 5 libras) y panels se utiliza más PET y en muy pocos casos prolipopileno, dice Grande. El PET es el que más se usa porque facilita el reciclaje sin que el usuario pierda contacto con la fruta u hortaliza, pues puede ver el color, el estado de maduración y verificar qué tan bien conservada se encuentra. En ese sentido, aumentan el consumo local y la exportación, pues es un empaque que el usuario busca.

Sin embargo, puntualiza, se está volviendo a poner de moda el cartón, con una demanda en aumento entre un consumidor final, cada vez más ecológico y fitness, que se preocupa por la calidad nutricional de lo que consume. A los envasados de cartón se les aplica un encerado para reducir la humedad, pero Grande dice que el cartón encarece el producto unas tres veces en relación a los plastificados.

El tema de salud no es solo un asunto de tendencia. Uno de los motivos que preocupó a la industria alimentaria en las últimas décadas, en especial la agrícola convencional y orgánica, fueron los brotes de enfermedades relacionados al consumo de productos frescos.

LA MIGRACIÓN MOLECULAR

Cuando dos cuerpos están en contacto, sea cual sea su composición, el intercambio de moléculas se da de manera espontánea. Si estos productos son frescos y están bajo ciertas circunstancias ambientales como humedad y calor altos, la incidencia del intercambio se incrementa de manera exponencial.

“Temperatura, tiempo y composición del alimento aumentan las condiciones de las migraciones”, argumenta Enrique Sarco, analista de sostenibilidad de Pamolsa. Con respecto al tecnopor, uno de los productos más resistidos por el usuario, la migración molecular que establece la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos) es de 5,000 hasta 10,000 partes por millón de estireno, y en Pamolsa la migración no supera las 28 a 250 partes por millón”.

En el caso de productos plastificados como los clamshells, la migración es menor. Además, el proceso de congelado en el traslado de los productos reduce las condiciones que potencian la migración molecular. De esta manera, afirman, la calidad nutricional se mantiene y la salud del usuario está garantizada.

“Lo que hay que asegurar es que la migración esté por debajo de los límites”, precisa el analista de sostenibilidad de Pamolsa.

LA CONSERVACIÓN, UN MUST

El envasado es el principal medio para reducir y ralentizar el deterioro físico, químico y microbiológico de los productos frescos. En Perú se usa la atmósfera modificada (sobre todo en carnes, donde se suprime el oxígeno y se inserta nitrógeno para reducir el proceso de oxidación), pero también para ciertos productos frescos; los envases activos aún forman parte del futuro. Para modificar la atmósfera, ampliar el tiempo de conservación y garantizar la salud, “en varias aplicaciones se puede colocar un film que se sella con el envase con el fin de proteger el alimento. Puede ser que el film cumpla funciones de extender la vida del alimento (shelf life), para lo cua puedes aplicar vacío o atmósfera modificada, o quizá no sea necesario alguno de estos dos procesos. Va a depender de las múltiples aplicaciones”, aclara Cristian Grande.

Ese film del que habla Grande se usa generalmente en alimentos que tienen una gran actividad metabólica, es decir, en frutas y hortalizas. Si no se empleasen, su vida útil se reduciría notablemente. La estructura de esos films permite el intercambio de gases entre el espacio de la cabeza del envase y la atmósfera exterior, posibilitando un equilibrio entre los gases consumidos y producidos por el alimento y los que entran y salen de la película del envasado, manteniendo una composición gaseosa en el interior del envase.

Asimismo, el empleo de filmes microporosos prolonga la vida de los productos frescos al incluir materiales y gases según el producto y su nivel de maduración. Por su parte, los materiales más comunes para mejorar el equilibrio atmosférico y conservar el producto son: LDPE (polietileno de baja densidad), PVC flexible (cloruro de poliminilo), PP (polipropileno), PET (polietileno tereftalato). Para línea de agro, Pamolsa maneja prolipropileno, polietileno y PET.

Cristian Grande comenta que con respecto a los empaques, el usuario debe estar tranquilo, ya que estos son auditados constantemente por las empresas clientes. Los productores son los más preocupados por que los empaques cumplan las condiciones de salubridad y conservación, porque si se detecta algún defecto o un cliente final se ve perjudicado, la empresa productora es la responsable. Por ello, las vallas cada vez son más altas.

LA TRAZABILIDAD COMPLETA DEL PRODUCTO

El usuario no solo quiere ver el producto, también quiere estar seguro de dónde proviene. Por ello, los productores ofrecen al cliente una etiqueta para que rastree por completo su origen. En unos códigos, se muestra el país, la región, incluso el lote de sembrío y la fecha exacta de la cosecha.

“Es una exigencia tanto de ciertos fabricantes, que quieren darle a su cliente una información al mínimo, como de los clientes finales”, aclara Grande. “Algunos productores incluyen códigos QR donde se incluye la información del contenido de cada clamshell. Algunos salen de nuestra empresa con una etiqueta en la basa de nuestra fábrica, donde están los temas de registro y otra información previamente coordinada entre el productor y el fabricante de la etiqueta, que descodifican con una pistola lectora. La vinculación entre el envase y el sembrío se da en esta fase. Cuando enviamos los clamshells, los productores obtienen la información del código QR y llenan los envases con los lotes que salen en la etiqueta. Requiere un alto nivel de coordinación, pero lo que se busca es lograr un nivel de trazabilidad hasta el nivel mínimo de detalle”, concluye el Director Técnico y de Desarrollo Sostenible.

Como se ve, la línea de producción unifica por completo empaque y contenido. Es difícil hablar de dos productos, cuando uno se relaciona con el otro. Si en los próximos años ingresan al mercado los envases activos, la homogeneización de estos dos elementos en uno solo habrá sido completa da.

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