En uva hay demasiadas variedades disponibles y eso puede ser un problema para los productores. “Salen nuevas uvas cuando aún necesitamos tiempo para adaptarnos a las variedades existentes”. Así describe Benjamín Cillóniz uno de los dilemas que enfrenta como uno de los principales productores de uva de mesa de la zona de Ica, el mayor centro de exportación del fruto de Perú: cómo incorporar a sus sistemas productivos las dinámicas innovaciones en materia genética que se están haciendo en la uva. Un problema que se puede ir haciendo cada vez más complejo. “Estamos recién en la primera generación de nuevas variedades”, dice.

En esta entrevista en video con Redagrícola, el reconocido ejecutivo del sector uvero, describe las decisiones en materia de recambio varietal que están llevando a cabo en su empresa Exportadora Safco. “Estamos saliendo de aquellas variedades que tengan un potencial productivo por debajo de las de 3.000-3.500 cajas por hectáreas. Además estamos saliendo de variedades que no ofrezcan un calibre mínimo de 21 milímetros. Hay variedades de sabores extraordinarios, pero que te ofrecen 16-17 mm y eso, si bien tiene demanda hoy, no lo veo sostenibe”, dice.  Cillóniz explica además sobre su apuesta con Autumn Crisp y la necesidad de buscar una nueva uva roja que sea el nuevo emblema de la exportación peruana.

No obstante, uno de los principales desafios que ve el ejecutivo es la necesidad de mejorar la productividad, haciendo más eficiente el rol de la mano de obra en los cultivos. “La mayor demanda de personal de la industria ha hecho subir el precio de la jornada laboral”, dice. “Eso es una buena noticia: la mayor demanda genera más oportunidades para el trabajador y para la ciudad, pero nos genera el desafío de ser más eficientes porque va subiendo la mano de obra”.

Eso es especialmente claro en la uva de mesa peruana, en donde la mano de obra representa un alto valor absoluto y porcentual en la estructura de costos de los productores. “Hay espacios para buscar eficiencias, porque en Perú aún gastamos muchos jornales por hectárea comparado con otros países”.

En esto, es clave mantener la calidad. Tanto por un tema de precio como por otro de aceptación en los mercados. Cillóniz dice que en China se sigue pagando un importante adicional por la uva de buena calidad por sobre la de mala calidad, aunque admite que ese diferencial se ha ido angostando en EE.UU., donde muchas veces simplemente se rechaza la que llega con mala calidad. “Cuando tienes uva de muy buena calidad en el mercado norteamericano no sueles recibir un sobrepremio en términos de precio, pero logras que no te rechacen fruta”, dice.

Vea la entrevista completa en el siguiente video.